Una de las cosas más ricas que hacía eran las rosquillas de anís, que fue dejando de hacer con el paso de los años, por la artritis. A mí me encantaba zascandilear por la cocina, ayudándola a dar formas a las rosquillas.
Cuando vine en el puente, mi tía me dijo que podíamos hacerlas. Pero la receta se ha perdido con la muerte de mi abuela y yo tenía recuerdos fragmentados de cómo se hacían.
He estado haciendo memoria, recordando cada paso que ella daba. Y me he arriesgado.
Aquí está el resultado.
Para ser mi primer intento, no me han quedado malas, aunque tengo que seguir practicando. Eso sí, creo que nunca me saldrán tan bien como a ella.
Quizá pueda darte la receta. Tengo una escrita en un papel viejo de la tía Obdulia, la de Burgos. Lo buscaré.
ResponderEliminarMuchas gracias. Creo que a esta primera versión le ha faltado tiempo de reposo.
ResponderEliminarJoder, pues buena pinta no le falta¡¡¡¡¡
ResponderEliminar¡Que ricas! Ya me las he comido con los ojos...
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