Hace un momento, vinieron su hermana y su tía. A comprar unos billetes para su madre, cliente mía y una mujer encantadora, que está en Ecuador. La chica, de 21 años, estaba en coma. Muy grave. Y ella venía empeñando lo que no tiene a estar con su hija.
Mientras esperábamos a que la compañía me mandase los billetes, les han llamado del Doce de Octubre. Ha fallecido. Creo que no es necesario que cuente como han reaccionado su hermana y su tía. Además, se me vuelven a enramar los ojos.
Dos minutos antes, trataba de dar esperanzas a su hermana, diciéndole que era joven y que podría remontar la lesión, que la hija de una conocida había caído de un quinto piso y lo había logrado, que lo dejara en las manos de Dios.
Sólo que a veces Dios, cierra el puño.
¿Hace un abrazo?
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