viernes, 29 de diciembre de 2006

Para supersticiosos...

Mirando un calendario del año que estrenaremos en breve, me he dado cuenta de un detallito curioso. Supersticiosos del mundo, ¡¡temblad!!. En el 2007, hay tres meses en los que el día 13 coincide con martes y otros dos en los que coincide con viernes.

¿Pero por qué se asocia el 13 con la mala suerte? A mí personalmente es un número que me encanta (egocéntrica que es una, pues nací en día 13), pero hay gente que sufre con ese número.
Parece ser que está relacionado con la Última Cena, pues ese era el número de los asistentes (otra de las supersticiones es que nunca se deben sentar trece comensales en una mesa o en ese año, uno de los comensales morirá). Pero esa mala fama, también tiene otras versiones. En algunas mitologías nórdicas, se asociaba este número a Loki, un dios en parte maligno y por lo que he visto en internet, también tiene algo que ver el hecho de que en el tarot, este puesto lo ocupe el arcano de la Muerte.

No todo es mala fama. Para los griegos, era un número de la buena suerte. El panteón principal lo formaban doce dioses más Zeus. Y también parece ser el número de la diosa germánico Freya (diosa del amor, la lujuria y la sexualidad) . Para la numerología, es la cifra del crecimiento y para los estudiosos de la Cábala, parece ser una clave para abrir la puerta a un conocimiento superior.

Y en cuánto a la tradición española de asociar al martes con el trece...Pues parece ser que es porque ese día está asociado a Marte, dios de la guerra y eso no trae casi nunca nada bueno. También leí por ahí que la superstición viene de tiempos de Jaime I el Conquistador pues parece ser que un martes y trece sufrió una cruenta derrota en Xátiva.
La superstición anglosajona del viernes trece parece venir porque el viernes fue el día de la crucifixión de Jesús.

Supersticiosos o no, os deseo que el año que está a punto de comenzar os haga felices y os traiga lo que deseéis. ¡¡Feliz Año!!

miércoles, 27 de diciembre de 2006

Algo de deporte para bajar los excesos navideños

En estos días se cometen muchos excesos con la comida y la bebida y no hay muchas ganas de ir al gimnasio. Así que os dejo unos cuántos consejos para bajar esos excesos...(gracias Mariví)

FORMAS DE QUEMAR CALORÍAS

DESVESTIR A LA PAREJA
Con consentimiento: 12 calorías.
Sin consentimiento: 187 calorías.
QUITARLE EL SUJETADOR
Sin estar nervioso: 8 cal.
Estando nervioso: 36 cal.
IRSE A LA CAMA:
Cargando a la pareja en brazos: 15 cal. (yo en esto discrepo, que dependerá del volumen y el peso de la pareja)
Arrastrando a la pareja de los pelos: 160 cal.
OBTENER ERECCIÓN (HOMBRE):
Hombre saludable (rápidamente): 3 cal.
Hombre enfermo (pide a su pareja le tenga más paciencia): 235 cal.
LLEGAR A ESTAR LISTA (MUJER):
Resequedad vaginal: 10 cal.
Síndrome del "río desbordado": 350 cal.
PERDER ERECCIÓN:
Perder erección antes del momento preciso: 15 cal.
Tratar de obtener nueva erección: 150 cal.
MÉTODOS ANTICONCEPTIVOS (CHICOS):
Poner preservativo con miembro erecto: 2 cal.
Poner preservativo con miembro fláccido: 300 cal.
MÉTODOS ANTICONCEPTIVOS (CHICAS):
Insertar diafragma teniendo experiencia previa: 8 cal.
Insertar diafragma sin tener experiencia previa: 95 cal.
Con ayuda de su pareja: 680 cal. (incluidas 6 cal. para que el lo encuentre)
POSICIONES:
Hombre encima de la chica (con consentimiento): 56 cal.
Hombre encima de la chica (sin consentimiento): 550 cal.
Mujer encima (hombre con erección): 75 cal.
Mujer encima (hombre sin erección): 385 cal
PROBLEMAS DURANTE EL ACTO:
Movimiento de "in-out" normal: 7 cal.c/u.
Movimiento de "in-out" mientras sujetas manos y piernas de ella: 80 cal. c/u.
Resbalarse sobre las sabanas levemente: 9 cal.
Resbalarse sobre las sabanas hasta caerse: 35 cal.
Tendón encogido por una mala posición: 77 cal.
ORGASMO CHICAS:
Real: 27 cal.
Fingido: 360 cal.
INTENSIDAD DEL ORGASMO:
La expresión de ella no cambio nada: 3 cal.
Escucho cantos de sirenas: 15 cal.
Vio las estrellas: 90 cal.
Se pego contra el techo: 140 cal.
SALIDA DEL MIEMBRO:
Después del orgasmo: 12 cal.
Antes del orgasmo: 300 cal.
DISCUSIONES DESPUÉS DE:
Confesarle que tiene el pene muy chico: 574 cal.
Confesarle que tiene la vagina muy grande: 475 cal.
EXPERIMENTAR SENTIMIENTOS DE CULPABILIDAD:
Orgasmo ocurre de una forma natural: 53 cal.
Orgasmo ocurre mientras se siente culpable por ser infiel: 112 cal.
Orgasmo ocurre a la hora del almuerzo en el trabajo: 133 cal.
SER ATRAPADO EN EL MOMENTO DEL COITO:
Por los papás de tu novio o novia: 510 cal.
Por la esposa o esposo de la pareja: 700 cal.
Por un familiar cercano: 260 cal.
Por uno de tus hijos: 325 cal.
EXPLICACIONES:
Quedarte callado e inmóvil como si nada: 90 cal.
Tratar de explicar lo sucedido: 275 cal.
Saltar de la cama y salir corriendo por la ventana: 450 cal.
Vestirse mientras corres y te persigue el perro: 825 cal.

jueves, 21 de diciembre de 2006

¡¡¡Qué soy tía de nuevo!!!

Pues eso, que esta tarde ha nacido mi sobrino. Todo ha ido perfecto y tanto el niño como mi hermana están bien.
¡Qué ganas tenía de un meoncete! Es que somos demasiadas chicas ya en casa...

sábado, 16 de diciembre de 2006

Weapon of choice

Mi primera reacción al ver por primera vez este vídeo fue de total sorpresa. Christopher Walken me pareció siempre un actor muy serio por el tipo de papeles que había hecho y verle así de bailarín... ¡¡Me encantó!!

Según lo he ido viendo más veces, me gusta más. Me transmite una alegría y unas ganas de bailotear acompañando al señor Walken...Tanto, que ahora si escucho la canción, me acuerdo inmediatamente del vídeo y me pongo de buen humor.

Espero que os guste...


viernes, 15 de diciembre de 2006

Que lo disfrutéis...

Antes de escribir el artículo anterior, sobre la Baraka, tuve que pensar que música poner. Y finalmente me decanté por una canción del disco en solitario de Teresa Salgueiro, la cantante de Madredeus. Ya comenté en alguna ocasión que este grupo portugués me gusta mucho. No sólo las melodías y las letras, sino la deliciosa voz de Teresa, que tiene la capacidad de elevarme y relajarme como pocas cosas lo hacen.

Pasad a la bodeguita...




Poneos cómodos...¿Una copa de vino mirando al mar?



Algo de música...



Nuevos cuadros...


Y la voz de Teresa que vuelve a llenar el ambiente...


Relajaos y disfrutad...

jueves, 14 de diciembre de 2006

Baraka



"Tú tienes Baraka"
"¿Baraka? ¿Eso no significa suerte? Joder, pues menos mal que tengo..."
"No, te confundes. Tú transmites suerte a otros, les das vida, calor...Tienes Baraka"


Este es el extracto de una larga conversación de madrugada con alguien que forma parte de mi vida y que me quiere (por eso mismo, creo que lo dice). Si queréis saber de que Baraka habla, podeís leer un artículo aquí, pero este artículo no va de eso.

Me levanté un par de horas después y en mi correo, un mail con un poema de Rumi y una dedicatoria, "Para tí, porque lo entiendes. Así".


Cuando alguien te pregunte
¿cómo será la perfecta satisfacción
de todos nuestros deseos sexuales?,
alza el rostro
y di:
Así.

Cuando alguien comente sobre la belleza
del cielo nocturno, súbete al tejado,
Baila y di:
¿Así?

Si alguien quiere saber lo que es el "espíritu"
o lo que significa "la fragancia de Dios",
inclina la cabeza hacia él o ella.
Mantén cerca tu rostro.
Así.

Cuando alguien cite esa vieja imagen poética
de las nubes que gradualmente dejan la luna al descubierto,
deshazte lentamente, uno por uno, los nudos de los cordones
de tu túnica.
¿Así?

Si alguien te pregunta cómo podía Jesús resucitar a los muertos,
no intentes explicar el milagro.
Bésame en los labios.
Así. Así.

Cuando alguien pregunte que significa
"Morir por amor", señala
Aquí.

Si alguien pregunta cuánto mido de altura, frunce el entrecejo
y mide con los dedos el espacio comprendido
entre las arrugas de tu frente.
Eso es lo que mide.

A veces, el alma abandona el cuerpo y después regresa.
Cuando alguien no se crea eso,
regresa a mi casa.
Así.

Cuando los amantes gimen,
están relatando nuestra historia.
Así.

Soy un cielo en el que moran espíritus.
Contempla este azul profundo
mientras la brisa te cuenta un secreto.
Así.

Cuando alguien te pregunta qué hay que hacer,
prende la vela en esta mano.
Así.

¿Cómo le llegó a Jacob el aroma de José?
Huuuuu.

¿Cómo recuperó la vista Jacob?
Huuuuu.

Un poco de viento limpia los ojos.
Así.

Cuando Shams regrese de Tabriz,
Asomará la cabeza por el quicio
de la puerta para sorprendernos.
Así.
Esta es mi manera de darte las gracias, amigo. El poema, una canción, un trocito del cielo que eres...



¡Que la Baraka esté siempre de tu lado!.

jueves, 7 de diciembre de 2006

17 años

Todos los 7 de diciembre me despierto a la misma hora. Recuerdo el primero...

A las 4.52, me desperté llorando, infinitamente triste y helada a pesar de la gruesa manta que me cubría. Supongo que intuía lo que estaba pasando. Desde el salón, oía la voz de mi madre en la cocina aunque no lograba distinguir las palabras. Me levanté y, descalza, me deslicé por el pasillo, a escuchar a hurtadillas. Pero esta vez no era una película de las que veía a escondidas o alguna discusión de mis padres...

Encogida junto a la puerta, contemplaba la escena de la cocina. Mi madre, de pie, de espaldas a la puerta. Cansada, con los hombros caídos, los gestos como si fueran a cámara lenta. Mi abuela sentada en un banquete, cubierta con su bata. Agotada, más menuda de lo que es, escuchando como su hija le contaba como el hombre de su vida no había vencido al cáncer y había muerto.
"No ha sufrido, mamá. Se ha ido mientras dormía"

Ambas se abrazaron llorando mientras yo lo contemplaba, con mis propios ojos anegados en lágrimas y la espalda apoyada contra la pared del pasillo. Incapaz de moverme de mi escondite. No sé cuanto tiempo pasó, sólo que al levantar la vista, ví a mi tío. Otro espectador mudo que contemplaba la escena desde el pasillo.
No entró en la cocina. No dijo nada. Sé que me miró pero no podía distinguir lo que me contaban sus ojos y en silencio, dió media vuelta y volvió a su habitación. Al poco rato, salió vestido, una de sus escopetas colgando del brazo, abierta. No dijo nada, ni siquiera cuando mi madre le oyó irse y le llamó. No apareció hasta dos días después, ni siquiera por el entierro. En ese momento, no lo entendí, pero ahora sé que cada uno afronta el dolor y el vacío como buenamente puede y esa fue su válvula de escape.

Al salir al pasillo para llamar a su hermano mayor, mi madre me vió. Me levanté sin decir nada, me quité las lágrimas con la manga del jersey del pijama y entré en la cocina, a sentarme junto a mi abuela, a abrazarla. Mi abuela no dijo nada, se secó las lágrimas con un pañuelo que tenía en el bolsillo de la bata y se fue a asearse y vestirse.
Silvia, la abuela y yo vamos al hospital a hacer los trámites del entierro. Cuando se despierten tus hermanas, haz el desayuno y diles lo que ha pasado. Y dentro de un rato, llama a casa para que vengan papá y la tía Merche.

Cuando se fueron, la casa volvió a quedar en silencio, sólo roto por algún sollozo mío. Me fui al salón y me senté a mirar por la ventana, con la cara pegada al cristal. Las lágrimas cesaron y quizás el frío del cristal me ayudó a recuperar la calma para hacer lo que tenía que hacer. Hice mi cama y recogí el salón. Después, la habitación de mi tío y la de mis abuelos.
Pasé por la habitación dónde dormían mis hermanas, en la cama que normalmente ocupan mis padres en Burgos. Raquel, como siempre, se había hecho con el control de la manta y dejado a Noelia destapada, a quién cubrí con la colcha.
¿Cómo demonios se supone que le dices a tus hermanas, dos niñas pequeñas, que tu abuelo al que las tres adoráis, ha muerto? Tú no eres más que otra cría y eso no te lo enseñan en el cole. Pero en fin...

Cogí mi ropa, cerré la puerta y entré al baño a ducharme y prepararme. Y bajo el chorro de agua caliente, volvieron las lágrimas. Me sentía tan triste, tan vacía. En ese momento pensé que no se podía estar más triste, que no iba a sobrevivir a ese vacío (Años más tarde la vida me iba a demostrar que estaba equivocada...). Me vestí, nuevamente en silencio y sin lágrimas.

Tras llamar a mi padre, volví a la cocina a ocuparme haciendo cosas para no recordar y llorar, que es lo que más deseaba en ese momento. Pero mis hermanas iban a necesitar a alguien que se mostrara sereno y ¡maldita la gracia que me hacía!, me había tocado. Cuando yo lo único que quería hacer era sentarme a los pies de la cama de mis abuelos, del lado mi abuelo y llorar hasta que me reventaran los ojos; me puse a limpiar la caldera de ceniza del día anterior para encender el fuego y caldear la casa y pensar en los ingredientes de las lentejas que empecé a preparar después de acabar con la caldera.

Mis hermanas se levantaron y después de darlas de desayunar, se lo dije con toda la delicadeza de la que fui capaz. Y las dos, abrazadas a mí como si fuera un tronco firme, llorando como Magdalenas en medio de la cocina mientras yo recurría a toda la fuerza de voluntad que pude para no derrumbarme como ellas.

Pasaron las horas y seguí actuando como un autómata: ayudé a bañarse y vestirse a mis hermanas, acabé de recoger la cocina, hice la compra, llamé a algunos amigos y familiares para darles la mala nueva y rezaba todo lo que sabía (que era poco) para que me dejaran irme cinco minutos, sola, a desahogarme.

Diecisiete años desde aquella primera noche. Hoy no tengo que controlar las lágrimas pues estoy sola en casa. Te echo mucho de menos, abuelo.