viernes, 26 de diciembre de 2008

Otro regalo de Navidad (¡qué buena que he sido...!)

Siempre me han gustado los puzzles.

El primer contacto que recuerdo, sin ser un puzzle, fue el rompecabezas de la Abeja Maya que me regalaron por mi única (y espero que siga así) estancia en un hospital. En los días de convalecencia, eternos, lo hice cientos de veces. Me encantaba.

Más tarde, como vieron que me gustaban mucho, eran junto los libros, el regalo "estrella".

Recuerdo con cariño uno de mil piezas que me regaló un amigo de mis padres. Un mapa de la antigua República Federal Alemana.
Primero, empecé por ensamblar los bordes. Cuando tuve todo el contorno acabado, clasifiqué (siempre sigo la misma técnica) las otras piezas y con paciencia, buscaba la pieza que encajaba con la vecina, sin prisas, concentrada en volver a unir lo que estaba "roto".

Logré acabar el puzzle yo sola, sin ayuda de ningún adulto. Creo que ha sido uno de los momentos de mi existencia, hasta el momento, en que más satisfecha me he sentido de mí misma. Satisfacción que duró poco, porque mi hermana Raquel utilizó las piezas como confetti y mi trabajo se volatilizó en un instante. Pero pasado el berrinche, volví otra vez con paciencia (y amenazas de darle un capón a mi hermana si se acercaba) a hacerlo de nuevo hasta que volví a acabarlo. ¿Sería eso una premonición de mi futuro? No sé.

Esta Navidad, Papá Noel me trajo un puzzle. Sólo de doscientas piezas. Y con una trama un poco infantil. No, no es que haya sufrido una recesión infantil o que sufra el síndrome de Peter Pan.

Mis padres, mis hermanas o yo les compramos de esos puzzles infantiles, de piezas más grandes. Hasta que un día, estando en el Prado con las dos niñas, vieron un puzzle pequeño, de 52 piezas (si no recuerdo mal) de "La Venus en el espejo" de Velázquez. Su primer puzzle de mayores. Nos fuimos rápidamente a casa, a hacerlo.
Aroa, mi sobrina mediana, es como su madre e intenta encajar las piezas a cascoporro para desesperación de su hermana mayor (a veces es inquietante esa sensación de dejà vu), mientras a Félix, el peque, no le dejan meter baza sus hermanas por si se come una pieza.

Cuando hoy le contaba a una de mis primas, lo que me había regalado Papá Noel, he notado que cambiaba su tono de voz. Totalmente despectivo cuando le hablaba del puzzle y volvía a insistirme en la pulsera de Tous que le ha regalado a ella..
¡Qué coño sabrá ella!. Papá Noel no ha podido acertar con mejor regalo. Poder unir una de mis aficiones, los puzzles, con los grandes momentos que paso con mis enanos. ¿Para qué quiero yo una pulsera teniendo mi puzzle?.
Hay quien no entiende...

miércoles, 24 de diciembre de 2008

Feliz Navidad

Yo soy de esas raras avis a las que les gusta la Navidad.

Pero este año, no parecía que me ilusionaran demasiado. Como no me ilusionaba nada últimamente, que llevo una temporada apática, imagino que por el cansancio.

Pero gracias a mis ángeles pequeñajos llamados sobrinos y a mis dos angelotes algo guerreros que saben quienes son, he ido recuperando el espíritu navideño.

Sólo faltan unas horas para la cena de Nochebuena y yo, como suele ser costumbre, me he levantado de buen humor, sonriente. La compra hecha, el menú pensado, los regalos de Papa Noel (que pasa por mi casa) debajo del árbol...Hasta la climatología me acompaña en Burgos, pues hace sol y no hace frío (aunque todo el mundo va muy abrigado).

Aunque todo eso, los regalos, la cena, los dulces navideños que no cato, el árbol...eso es para dar ambiente, pero no es lo que hace la Navidad. La esperanza que trajo ese niño del portal y que olvidamos muy a menudo, la generosidad, la suave alegría con los que quieres, el compartir con ellos...eso es para mí, la Navidad (y en lo material, el lechazo que me voy a zampar esta noche, pero no es lo importante).

Desde esta tasca virtual, os deseo que paséis la mejor Navidad posible. La que os guste a vosotros. Con comilonas o dietas, da igual si os hace dichosos.

Un beso y Feliz Navidad.

lunes, 22 de diciembre de 2008

Anacronismo

Hace no demasiado, hablando con mi amigo Carlos, éste me llamó anacrónica porque me niego a escribir mensajes en el móvil como si fuesen un criptograma. Yo escribo normal, como lo puedo hacer aquí y muy pocas son las palabras que abrevio cuando escribo.

A los pocos días, me "quejaba" a Fran de las faltas de ortografía que veía en un foro de profesionales de mi sector. En ese foro, una "compañera" me saltó que en la era del messenger y el SMS era la costumbre para justificar que se cometieran faltas de ortografía.
Que algo sea costumbre, no significa que sea bueno y además, en un foro, no tienes las limitaciones de caracteres que tienes en el SMS y no hay necesidad de abreviar. Esas faltas se cometen por ignorancia o descuido y lo triste, es que hay quien se jacta de ello.

Pero mi anacronismo, además de por mis gustos musicales como dice Fran, tiene que ver con otra cosa.

Me gusta escribir cartas. De las de toda la vida: papel, pluma o bolígrafo, sobre y sello. Si no lo hago tanto como me gusta, es por la rapidez del e-mail y porque con ciertas personas, por otras circunstancias, no puedo hacerlo.

Estos días doy rienda suelta a mi anacronismo. Cierto es que recurro al e-mail o a los SMS para enviar felicitaciones navideñas (sobre todo, por compromiso), pero toca disfrutar. Comprar las felicitaciones, pensando en si le gustará al destinatario; sacar la estilográfica, que cada vez uso menos; y dejar salir a la procesión de pulgas que tengo por letra, para que no se me olvide como se escribe sin tener que recurrir a la tecla. Y sobre todo, rezar porque Correos entregue las cartas en un plazo razonable y la felicitación no les llegue en marzo (aunque a mí me hace ilusión que lleguen hasta en junio, si quieren).

Y lo mismo que me gusta escribirlas, me encanta recibirlas. Creo que ya comenté en otra ocasión que cada vez recibo menos y sólo me escriben el banco y las empresas de propaganda. Así que, cuando veo una carta manuscrita para mí, me emociono. Este año, por mi cumpleaños, uno de los regalos que más me ha gustado fue abrir mi buzón y encontrarme una carta de puño y letra del socio. ¡Si es que es un solete...!

Si frente al fast-food se reivindica el slow-food, podríamos recuperar el escribir cartas, ¿no?. Que la comunicación sea algo más personal, atendiendo al otro y no un simple copia y pega como veo en algunos.

viernes, 19 de diciembre de 2008

Para que no se diga...

Y es que en esta bodeguita, atendemos a las necesidades de los parroquianos.

Turulato ha invitado a bailar a Fran un Fox lento en su comentario al artículo anterior. ¡Qué bonito!. El baile es alegría y vida.
Para que no digan y porque me preocupo por ellos, yo les pongo la música. Es una de mis canciones favoritas (sí, Fran, lo sé. No pega con mi edad pero me importa un pito) y lo hago con todo el cariño.



Tengo una duda. ¿Quién llevará el vestido vaporoso y los tacones de los dos?. Aunque los dos con frac tenéis que estar para comeros...Eso sí, afeitaros que si no, os váis a dejar la cara hecha unos zorros.

Yo he cumplido mi parte y os he puesto música, ¿cuándo decís que me enviáis el vídeo de vuestro baile?. ¡¡Me lo pido para Reyes!!

Un besito a los dos bailarines (y al resto de la buena gente que para por aquí, otro).

Regalo de Navidad

Como he sido una chica muy buena, mi "socio" se ha metido a Papa Noel y hoy me ha llegado otro regalo de Navidades (el finde tuve el mejor, por el momento y no fue nada material).

El regalo en cuestión ha sido un recopilatorio de los éxitos de la Motown, la famosa discográfica originaria de Detroit.

Desde que ha llegado esta mañana, no he dejado de bailotear en la oficina (y ahora en casa) y quería compartir un par de canciones para alegraros el viernes.
Mi primera elección es clarísima porque de todas las canciones del recopilatorio es la que más me gusta. I heard it through the grapevine de Marvin Gaye



La segunda canción me ha costado algo más elegirla entre tantas canciones buenas. He optado por una más movidita, de cuando Michael Jackson aún era negro, tenía nariz y expresión facial. I want you back, de The Jackson Five.



Espero que os gusten. Que disfrutéis del fin de semana y de las fiestas que se acercan.

Feliz Navidad.

miércoles, 10 de diciembre de 2008

Varekai


Se apagan las luces. Cierro los ojos apenas unos segundos. Las preocupaciones y el estrés van desapareciendo y cuando los abro, vuelvo a mirar con los ojos de cuando era niña.

Aparece el Vigía, una especie de fauno con aires de científico loco. Si aún quedaba rastros de la vorágine del día a día, él los atrapa, los mete en su artilugio y los convierte en el canto de un pajarillo.

La música llena el ambiente. Tambores, panderos, los acordes de un violín nos envuelven poco a poco, revitalizándome. Diría incluso que me hace hasta cosquillas.

Amanece. Algunas criaturas, de brillantes colores, descienden de sus árboles de bambú. Se aproximan. Una parece una salamandra. Una fumarola les asusta, pero la curiosidad vence al miedo y siguen su exploración. Poco a poco van llegando más. La vida se despierta. Saltan, vuelan, juegan...
Todo se llena de una cacofonía de colores y yo, boquiabierta, no sé dónde perder mi mirada. Me recuerda al Jardín de las Delicias del Bosco. Tantas cosas y tan atrayentes. Pero algo llama mi atención. No son los colores, ni las danzas ni los saltos. Algo más modesto. El reflejo de una sombra. Una danza solitaria y silenciosa, como si la sombra juguetona de Peter Pan se tratara.

Alguien llega. Un intruso. Ícaro. Quiso acariciar el cielo, pero el sol derritió la cera de sus alas y dio con sus huesos en este mundo fantástico. Las criaturas se asustan y sorprenden. ¿Quién será ese extraño ser? Se acercan, intentan despertarlo. Cuando él despierta de la caída, intenta, asustado, huir, volver a volar. Pero cae y cae. Hasta que la ve. Tan extraña y tan bella. Las miradas se cruzan, se atrapan la una a la otra.

Y así, persiguiendo a quien le encandiló, sigo a Ícaro, descubriendo ese extraño mundo.
Unos pequeños genios del agua, juguetones, dan paso a unos guerreros que danzan y luchan o luchan y danzan, que no sabe bien dónde empieza una cosa y termina la otra. De un salto, nos sumergimos en un mar poblado de anémonas, algas, corales y peces de colores, primigenio, vibrante de vida. Aves fantásticas que vuelan sobre nuestras cabezas. Guerreros del fuego que me amedrentan un poco. Danzas. Saltos imposibles.
Un mago y su torpe acompañante nos traen las risas. Más tarde, ese "mago" volverá a jugar con la canción Ne me quitte pas de Jacques Brel. Aunque hubo risas, con esa canción vuelve esa Silvia más mayor. Y es que esa canción despierta añoranzas. La voz de Brel cesa, vuelvo a parpadear y regreso al volcán, aunque con algo más de carga en mis maletas.

Sigo en ese mundo de fantasía. La noche se llena de luciérnagas que danzan al compás de la música mientras Ícaro sigue buscando a su amada. La amada que termina de seducirlo en una danza de movimientos imposibles.
Unos genios del fuego festejan la vida y vuelan, como brasas que se lleva la brisa y que iluminan la noche.

Yo no dejo de observar. Unas veces, con una sonrisa en el rostro. En otras, sobrecogida, aguantando la respiración por la emoción. Y siempre, siempre, con los sentidos alerta, para no perderme nada de ese baño de luz, música y vida que ha sido, al menos para mí, Varekai.

Una bellísima fábula. Un pequeño trocito de vida.

martes, 2 de diciembre de 2008

Tonterías que se ven en la prensa

Gilipolleces a lo largo del día, se ven y escuchan muchas. Con abrir un periódico o encender un rato la radio o televisión tiene uno un buen surtido. Algunas de esas gilipolleces, asustan. En vez de argumentos y razones, vísceras y rencores. Pu.. madre. Cainitas, nos llaman por ahí fuera. Se quedan cortos. Caín, a nuestro lado, una nenaza.

Hay quien cree que por repetir muchas veces una mentira, esta se convierte en realidad (difama, difama, que algo queda) y que para defender sus argumentos, todo vale. A mí me recuerdan mucho a un señor con bigotito. Noo, a Charlot no. Al otro, a un tal Adolfo.

¿Por qué digo esto? Entre todas las perlas que adornan nuestro día a día, hoy me refiero a esta.

La actitud de la señora (¡qué cuesta arriba se me hace llamarla señora!) Valencia en la que todo vale, en la que se sublima la estulticia y el fanatismo, ofende a cualquiera que tenga dos dedos de frente.
¿Para cuándo sus disculpas o la dimisión?. Me imagino que ni a ella ni a los que la apoyan se les habrá pasado por la cabeza y aplaudirán a la gran y valiente política que es.

No sé si esta actitud y la de sus partidarios me da más pena o más asco. Aunque realmente, lo que me inspira, es miedo. Seco y profundo miedo.

In vino veritas

El mismo día que dejé de fumar, adopté otra costumbre mucho más sana. Echar todos los días en una hucha lo que me habría gastado en tabaco si hubiera seguido fumando. Ahora ya no echo el importe del tabaco, pero si que echo todas las monedas que tenga más pequeñas de un euro al acabar el día y a finales de año, me doy un capricho.

Este año mi cerdito verde, que así es mi hucha, está viviendo en un San Martín perpetuo. Primero se me rompieron las gafas y a degollar al cerdito. Después el dentista, el fisioterapeuta y para rematar, pierdo una lentilla. Así que el pobre se estaba quedando algo magro e iba olvidando su propósito inicial, que son mis caprichos.

Sé que hay crisis y que la economía no está para ir haciendo dispendios, pero como no he tenido vacaciones (ni creo que vaya a tenerlas) y he sido una buena chica (ejem, ejem) me he hecho mi primer regalo de navidad gracias al cerdito: un curso de iniciación a la cata de vinos. Llevaba mucho tiempo detrás de uno y ayer, por fin, me decidí a hacerlo.

Casualmente, el evento tuvo lugar en el Mesón del Cid, sucursal del restaurante que hay en mi tierra de adopción. En la primera jornada (mañana es la segunda y última), tuvimos la oportunidad de catar cuatro blancos y cuatro tintos, de distintas denominaciones de origen. Aprendimos algo de la elaboración del vino (yo algo sabía pues he visitado bodegas y hasta he vendimiado), de su conservación y de las características que hay que tener en cuenta para una cata.

Me lo pasé genial.
Pedro, el sumiller que nos dió la cata, tenía en cuenta nuestra bisoñez, corregía nuestros errores sin pedantería (algo que me repatea en algunos supuestos conocedores del mundo del vino) y nos iba dejando que fuéramos descubriendo nosotros mismos las sensaciones que nos transmitía cada vino. Para hoy, nos ha puesto deberes. Y es que entrenemos nuestro olfato en una frutería y en una floristería para identificar olores primarios.

La verdad es que tengo muchas ganas de que llegue el día de mañana, seguir aprendiendo y quizás, en un futuro, hacer algún cursillo más extenso. Mientras, tendré que seguir entrenando el olfato y el gusto catando más vinitos.