miércoles, 25 de febrero de 2009

El boxeador

Ting. Ting.

Entre las nebulosas en las que estaba su mente, oyó el sonido de la campana salvadora. Se acercó como pudo a su esquina y se desplomó sobre la banqueta que, no sabía muy bien colocada por quien, estaba en su rincón. Su refugio. Dónde retomar el aliento por unos instantes antes de volver a la pelea. Lo más parecido a un hogar que tenía.

Con los ojos entrecerrados a causa del castigo recibido, vió la sombra amoratada que se estaba formando en sus magulladas costillas. Si no había alguna rota, no tardaría mucho en estarlo. Ese cabrón pegaba duro, pero no era el primero que le castigaba así.
También vió el dibujo que las gotas de sangre de los cortes de su cara, dibujaban en la lona. Formas caprichosas, mezcla de sangre, sudor y quizás, si hubiera sido capaz de llorar, hasta de alguna lágrima.

Tenía la garganta seca y quería tragar, pero no le quedaba ni gota de saliva y sí ese sabor acre de su propia sangre tras el protector. Con un gesto pidió agua. Se sentía como en un sueño. O mejor, en una pesadilla. Escupió el primer trago de agua, rojizo de tanta sangre, para después beber con ansía. Como si fuera la última vez que lo fuera a hacer.
Con la lengua, tocó su único colmillo sano. Por ahora aguantaba, pero seguramente acabaría cubierto de sangre en algún sucio lavabo y dejándole con una sonrisa "encantadora".

Ahogó un reniego cuando el bastoncillo con la mezcla de vaselina y alumbre se posó sobre el corte de su ceja, intentando cortar la hemorragia. Otra cicatriz más para su cuenta particular. Así nunca ganaría el certamen de Mister Universo. Se habría reído si no le doliera tanto todo el cuerpo. O si le quedara alguna energía que derrochar. Apenas tenía fuerzas para sujetar erguida la cabeza. Sólo quería dormir y no volver a pelear, pero sabía que no iba a ser posible.

¡Menuda mierda! ¿Por qué tenía que ser todo tan jodidamente díficil? Sólo un golpe. Nada más se conformaba con eso. Enganchar uno de esos golpes que están a punto de acabar con el contrincante en la lona. Pero estaba visto que cuando creía que iba a engancharlo, un nuevo golpe le devolvía a la cruda realidad. A la de los perdedores que sólo sabían encajar un golpe tras otro, levantándose siempre que podían de la lona, con la esperanza de encontrar un hueco en las defensas del rival para dar el golpe de su vida.

El agua fría de la esponja le devolvió a la realidad. Unas manos masajeaban su magullado costado y sus brazos. Otras cubrían la piel de su rostro con vaselina.

Oía esas voces sin rostro que no hacían más que aconsejarle.
Eleva tu izquierda... Muévete más... No dejes que te arrincone...
¡Qué sencillo! Pues nada, machotes, calzaos vosotros los guantes y salid a pelear.
Respiró hondo. Sabía que era inútil esa frustración mal dirigida. Al fin y al cabo, sólo él era el responsable de estar así. Él, el que había decidido pelear pues no sabía hacer otra cosa. El que mantenía la esperanza.

Ting. Ting.
¡Mierda! ¡Otra vez la maldita campana! .
Se levantó pesadamente, cansado. Elevó su guardia, observando a su contrincante. Dejaba un hueco por su izquierda y podría calzarle un buen golpe.
La esperanza...

Avanzó un paso y fue, resuelto, a su encuentro.


Sangre en el suelo - Francis Bacon

1988 - Colección particular

martes, 24 de febrero de 2009

Creando problemas (conversación y pensamiento II)

- Te quiero.
- [Ya estamos...]
Comenzó a besar sus labios, atrapándolos entre los suyos, mimándolos. Quizás así se dedicara a disfrutar del momento y la conversación cesara en ese instante. Al romper el beso, se quedaron abrazados, mejilla con mejilla.
- Para mí eres muy importante y te quiero mucho.
- Mmmhh - asintió con la cabeza y empezó a dar besos suaves en el rostro, apenas rozando con los labios.
- ¿Tú me quieres?
- Mmhhh. [¿Pero por qué no se callará?]
- ¿Eso es un sí o un no?
- ¿Sabes que tienes un cuello muy atrayente? [A ver si se centra y se deja mimar...]
- Anda, contéstame. Es fácil...
- Déjame seguir con tu cuello. Un beso por aquí, otro por allá... [Y una mierda fácil]
- Para. Me haces cosquillas y no me has contestado.
- Me gustas mucho. ["Genial". Veo movida en un futuro próximo]
- ¿Pero me quieres?
- ["Estupendo". Pregunta trampa. Conteste lo que conteste, jodido la hemos]
- ¿Tienes que pensarlo?
- Cariño, déjalo estar. No le des más vueltas y sigamos disfrutando juntos.
- No. QUIERO SABERLO.
- No seas así y no te mosquees... [El futuro próximo acaba de llegar]
- Pues contesta. Te acabo de decir que te quiero y sólo recibo evasivas como respuestas.
- Me gustas mucho. Estamos a gusto juntos... [Y no entiendo a que viene ahora esto.]
- ¿Pero?
- Estamos conociéndonos...
- O sea, que no me quieres.
- A ver, déjame que te explique. [Su mirada...No sé si es daño o cabreo. Hubiera sido más sencillo el haber mentido]
Una de sus manos se acercó para acariciar su mejilla, que se apartó rechazando la caricia.
- ¿Qué me tienes que explicar? Es fácil. Yo te quiero y tú no.
- No seas así, por favor. [Uff] Me halaga que me digas que me quieres, pero nos estamos conociendo. Danos tiempo. [¿Tan extraño resulta?]
- Llevamos juntos casi tres meses, ¿cuánto más necesitas?
- No lo sé. No sé cuantificarlo. Sólo sé que cuando lo sienta realmente, te lo diré. [A lo mejor tendría que haber mentido para evitarnos problemas a los dos.]
- Y si no lo sientes...
- [Ya empezamos con los futuribles...]¿Y si mañana me cae una maceta en la cabeza y me deja en el sitio? Ninguno de los dos sabemos que va a pasar. Tampoco sé si mañana te vas a hartar de mis tonterías o vas a conocer a otra persona que te diga que te quiera...[No sé si me enternece su inseguridad o si me cabrea más este hostigamiento]
- Te acabo de decir que te quiero. No voy a irme con la primera persona con la que me cruce.
- Mira, estoy contigo porque me gustas, porque lo que conozco de ti, se hace querer y porque me gusta la clase de persona que soy a tu lado. Ahora es lo que te puedo ofrecer. [A mí no me parece tan mal como estamos...]
- Sólo dos palabras...
- [¡Y dale] ¿Prefieres palabras vacías de contenido? Porque si es así, te estás haciendo una idea muy equivocada de la persona a la que quieres. [Aquí estoy yo. Apagando el fuego con gasolina...]
- Sólo quiero que me demuestres lo que sientes.
- No soy yo quién ha apartado la cara... [Cada vez me acerco más a mi umbral de saturación...]
- Fue en un momento de cabreo.
- No lo entiendo. Si no quisiera estar contigo, no estaría. Pensé que entenderías que necesito tiempo, para mí eso es lo normal. [¿Por qué siento que estamos cada uno en una punta del planeta?].
- Sólo quería saber que esto iba bien.
- Y va bien...[o eso parecía]. Anda, déjalo. Ha sido una tontería y no vamos a llegar a ninguna parte.
- ¿Te has cabreado?
- ¿Cómo me voy a cabrear porque me digas que me quieres? [Con el interrogatorio posterior, ha faltado, poquito, poquito...] . Tienes unas cosas. [La verdad es que tiene su punto tierno...].
- ¿Me das un beso?
- No sé yo...Como antes parecía que no querías mimos. [¡Qué cara se le ha quedado! Me portaré bien...] Anda, ven aquí. Pensé que no íbamos a llegar a esta parte nunca...

viernes, 20 de febrero de 2009

Cádiz

Hace muchos años, tuve la oportunidad de ir a Cádiz en Carnavales. Aunque soy algo más norteña, Cádiz es uno de los sitios en los que se me puede empezar a buscar si algún día me pierdo (aunque si la pérdida es voluntaria, dejadme en paz).

Entre la ciudad que, aunque haya estado en otras más bonitas, tiene un algo que me enamora; las playas de la ciudad y de los pueblos cercanos, la luz, las tortillitas de camarones, los finos, la gran compañía y sobre todo, ese ambiente y esa gente que me encantan hicieron que disfrutara como una enana.

Me gustaría volver a escaparme a Cádiz en Carnavales (¿quizás el próximo año?), pero como está complicado el asunto y mientras tanto, me conformaré con ver las chirigotas. ¡Qué arte y qué guasa!.

Aquí os dejo un par de ellas de este año. Espero que os gusten y disfrutéis tanto como yo.





Y esta, con todo cariño, para los abuelos actuales y para los que sé que lo serán como desean.

miércoles, 18 de febrero de 2009

Fuera del tiesto

Uno puede estar de acuerdo o no con la huelga de jueces de hoy (después de ver ayer el debate en Telemadrid "Madrid opina" no me quedó nada claro si era o no legal).

Pero decir, como acaba de decir una periodista en televisión, que los jueces no saben vivir en democracia, tildándoles con el resto de sus comentarios de fascistas (insulto clásico cuando tus opiniones son contrarias a las del Amo de turno), me parece mear fuera del tiesto. Entiendo que algunos sientan que tienen que lamer la mano que les da de comer, aunque esa misma mano se dedique a dar de leches a todo el mundo.

Ayer Cristina Alberdi, en ese programa, hablaba de la "apariencia de imparcialidad" (refiriéndose a la famosa cacería en la que participaron Bermejo y Garzón).

¿No podría reclamarse a los periodistas una suerte de "apariencia de veracidad"? Más que nada, para que no den ciertos espectáculos bochornosos.

viernes, 13 de febrero de 2009

Un día genial para acabar los exámenes

"Tell me why
I don't like Mondays..."

La voz de Geldof rompe el silencio de la madrugada y me arranca de los brazos de Morfeo. Abro un ojo, cojo el móvil y miro la hora. Las 3.33. ¿Pero quién coño me llama a estas horas?
- ¿Sí...?
- Le llamamos de la central de la alarma de su negocio, se ha producido un corte de corriente a las 21.32 y la batería da problemas. ¿Está todo bien?
- ¿Qué? Pues no sé si está todo bien. Yo les pago para que ustedes lo miren y lo solucionen.
- Bien, lo comprobaremos. Buenas noches.
- Adiós, buenas noches.

"Clic".
Vuelvo a apoyar la cabeza en la almohada, dispuesta para seguir mi romance con Morfeo, pero abro los ojos como un búho. ¿Y si ha pasado algo en la oficina?
Mierda, ya estamos. Todos duermen y yo no dormiré tranquila hasta que lo compruebe. Y tengo un examen en unas horas.
Así que me pongo un vaquero, una camiseta y las deportivas, cojo las llaves y salgo a la calle. Tenía que haber cogido el barbour. ¡Qué frío!. Me apresuro en recorrer la escasa distancia que hay entre mi casa y la oficina. Todo está bien y tranquilo y puedo volver a casa.
Por el rabillo del ojo, veo mi reflejo en un coche. Menos mal que a estas horas no hay nadie, porque ni me he peinado y mi aspecto es un tanto extraño. A las tres y media de la madrugada, con pocos grados sobre cero, en manga corta y una especie de cresta con un mechón para cada lado.
Entro en casa helada, me desvisto y me meto debajo del edredón. ¡Mmm, qué gusto! No tardo mucho en caer dormida, mientras me acuerdo mentalmente de los ascendientes y descendientes de la chica que me ha despertado.

Vuelvo a abrir los ojos. Aún es de noche y me duele un poco la garganta, fruto de mi excursión de hace un par de horas. Me quedaría en la cama, pero sé que como lo haga, no me levanta para ir al examen ni Dios. Así que me obligo a irme a la ducha y prepararme el desayuno. O una cena tardía, porque a estas horas...
Mientras me cepillo los dientes, contemplo mi reflejo en el espejo. Ya no parezco una punky trasnochada y a pesar del tute de esta semana, no tengo ojeras. Estoy de buen humor. Acabo hoy los exámenes y me acabo de enterar que la primera de mis notas será un sobresaliente. 10 sobre 10.

Camino del metro, voy escuchando música para relajarme. Es el examen con el que más dudas tengo. En vez de dar un último repaso, que lo único que haría es ponerme nerviosa al ver todo lo que no me sé, me dedico a observar a la gente que viaja conmigo en el metro. Caras de sueño en la mayoría, algunos dormitan, otros escuchan música y otros tantos leen. Cada uno con una historia que contar y es divertido imaginarla.

Ya en el aula, con el examen delante, mientras intento calmar los nervios, observo a uno de los compañeros que ha terminado pronto y al que tienen retenido. ¡Cómo odio eso! A mí me hicieron lo mismo la primera semana, teniéndome retenida contra mi voluntad. Porque una cosa es dejar unos minutos de cortesía para los que llegan tarde o mientras asignan las clases del examen, pero no media hora. Al que no haya llegado a su hora, que le den y que se preocupe de estar con tiempo como hacemos el resto.
Contesto, con algo de inventiva, a lo que me preguntan. La verdad es que no estoy demasiado segura de aprobar, pero bueno, ya lo haré en septiembre. La asignatura la entiendo perfectamente, pues yo actuaría así en la mayoría de los casos, pero no logro acordarme de los nombres de los procedimientos. O eso creo. Porque estoy segura de que dentro de un par de días, como me pasó con el derecho administrativo, me acordaré de todo. Y querré darme de cabezazos contra una pared.

Al salir del examen, brilla el sol. Me he cogido el resto de la mañana libre y pienso dedicarla a ver en el Prado la exposición de Francis Bacon. Cuando llego, hay bastante gente para ser un día de entresemana.
Qué raro...Al ver a la TV portuguesa, caigo en el porque de tanta gente. ARCO.
Entre la cacofonía de voces que me rodean, intento abstraerme y disfrutar de la exposición, prometiéndome a mí misma cogerme otra mañana libre y venir más tranquilamente. No se puede disfrutar en condiciones, si tienes que saltar entre cabezas para ver los cuadros.



Al salir y ver que tengo tiempo aún, entro a disfrutar de la otra temporal que hay, la de esculturas del Museo Albertinum de Dresde. ¡Qué diferencia! Sólo estamos los bedeles y yo. Vuelvo a plantearme mi carrera delictiva (lo hice ante algunos cuadros de Bacon) ante una estatua que representa a Sileno, tan viva, que parece que en cualquier momento, salga de la modorra provocada por la embriaguez y en plena fase de exaltación de la semana, me vaya a invitar a unos tientos de vino.


Tras tomarme un té con una cliente que trabaja en el museo, me tengo que conformar con bajar dando un paseo hasta Legazpi, en mangas de camisa,y con el solecillo de este anticipado día primaveral haciéndome cosquillas. Aunque me iría gustosa al Retiro a echarme una siesta sobre el césped, pero la obligación...

La idea de la siesta, después de la modorra que me entra al viajar en el autobus, sigue rondándome y me echo un ratito antes de comer. El ratito se convierte en casi tres horas y me despierto con el tiempo justo de prepararme para ir al trabajo.

La tarde pasa agradablemente. Ceno tranquilamente con la familia, nos echamos unas risas con y gracias a mi padre y me voy a la cama, dispuesta a tener una noche loca con Morfeo, como colofón a un día estupendo.

Bueno, tampoco estaría mal que me tocara la primitiva que eché por la tarde.
Aunque creo mi suerte la gasto en cosas más importantes.

lunes, 9 de febrero de 2009

Atentado

Esta madrugada, el Tribunal Supremo acordaba por unanimidad anular las listas de los asesinos sin pistolas de Askatasuna y Democracia 3 millones.

Hace apenas una hora, los asesinos con pistolas y bombas han cometido un atentado con coche-bomba en Madrid, afortunadamente sin víctimas personales.

Hay que ser muy, muy tonto para considerar que unos y otros no tienen ninguna relación.
O muy hijo de puta.

miércoles, 4 de febrero de 2009

Semántica

- No seas trasto y no me hagas proposiciones deshonestas por teléfono.
- Eh, eh, eh...que no son proposiciones deshonestas.
- ¡¿Qué lo que me acabas de decir no es una proposición deshonesta?!.
- Para nada.
- ¿Cómo que no?
- Como que no.
- ¿Segura?
- Segurísima.
- Mira que...
- Yo tengo la honesta intención de ponerlo en práctica en cuánto te vea.
(Silencio al otro lado de la línea)
- Esto...Mmm...Eh...Vale.
- Pero si no quieres, no pasa nada....
- No. No. Para nada, todo lo contrario. Al menos me reconocerás que es indecente...
- Tampoco.
- Mira, lo que me acabas de decir, muy decente, lo que se dice muy decente, no es.
- Para mí, sí.
- Pero no para la mayoría.
- Pues entonces tendrá que ser la mayoría la que tenga que revisar su concepto de decencia, no yo.
- ¡Cómo te gusta salirte con la tuya!
- Siempre. ¿Y a qué hora dices que llegaba tu vuelo?.