martes, 30 de noviembre de 2004

Anastacia

Por diversas circunstancias, tenía un poco atrasado los contenidos del blog (en cuánto al diseño, ni hablamos), pero parece que me he puesto al día.
El lunes pasado, estuve en el concierto que dió Anastacia en Madrid y la verdad, fue un dinero muy bien gastado.
Mi hermana, mi amiga Raquel y yo llegamos con una horita de antelación y tuvimos que esperar cola para entrar (nuestra entrada era para el gallinero). El "artista invitado" fue el dj Tony Aguilar de los 40 principales y dos cantantes que no tengo ni idea de quienes eran (ni se les oía ni los conocía). Después de estas "brillantes actuaciones", esperábamos más ansiosos a Anastacia, pero se hizo esperar, retrasándose media hora. Pero cuando salió al escenario, todo el palacio de Vista Alegre (que estaba a reventar, incluso tuvieron que dejar que gente del gallinero subiera a las gradas porque abajo no podíamos ni movernos) estalló en una ovación y pronto se oyó su estupenda voz. La escenografía estaba genial, los bailarines buenísimos y ella... ella estaba guapísima (quiero tener ese cuerpo y esa voz), derrochaba simpatía y conectaba con el público. El público coreaba las canciones y bailaba al son de sus canciones.
Hubo varios momentos emotivos en el concierto. El primero, fue cuando agradeció al público el apoyo que los fans le han dado durante su convalecencia (la han operado de cáncer de mama) y el palacio se quedó en silencio mientras hablaba para luego estallar en un aplauso. Otro de los momentos emotivos, fue cuando interpretó el tema "I do", un alegato contra la guerra y que culminó con una oración por la paz mundial (yo ahí ya estaba con las lágrimas a punto de salir). Luego, cuando las chicas de su coro mostraron su potencia de voz (bueno, vale, tampoco me importaría tener la voz de cualquiera de ellas) o cuando salieron al público dos fans que se habían clasificado en un concurso y cantaron parte de una canción.
Pero para mí, uno de los mejores momentos fue cuando cambió de escenario. Yo estaba bastante alejada del escenario principal y estabámos viendo una actuación de una bailarina que hacía contorsionismos a bastante altura al son de un vídeo de Anastacia. Y de repente, a 3 metros escasos míos estaba ella. En un escenario en la zona de gallinero, cantando con dos guitarras y deleitándonos con su voz.
La verdad es que fue impresionante todo la actuación. Conectó muy bien con el público y con simpatía, nos conquistó a todos. Además de ser una pedazo de artista sobre el escenario.
Si os gusta y vuelve a España, haced un pequeño esfuerzo económico, que merece la pena.




Crónicas del paraíso - 3ª parte

Aquí esta el final de mi breve pero intenso viaje a Costa Rica. Me he prometido a mi misma volver y me gustaría que fuera con mis amigos (los que habéis recibido postales ya sabéis de ese deseo de regresar). En fin, vamos allá.
Después de la jornada de multiaventura, tocaba una jornada larga de autocar para ir desde la provincia de Guanacaste en el Pacífico Norte hasta el Parque Natural de Manuel Antonio en la región de Puntarenas
Nuestro guía local, para no varíar, nos mintió acerca de la duración del viaje (le llamábamos media hora porque siempre faltaba media hora para llegar) y en vez de las 4 horas que dijo, fueron más bien seis. La verdad es que me hubiera gustado más estar en el otro autocar. Su guía explicaba más cosas que el nuestro y las personas que iban eran más agradables que las del mío, pero en fin, así son las cosas.
La verdad es que el paisaje era alucinante y al ser de día, pude disfrutarlo más que en el trayecto del aeropuerto al primer hotel.
Paramos en un puente sobre el río Tárcoles para ver los cocodrilos (a ver si subo luego fotos). La verdad es que fue una gozada ver el paisaje y a los bichos tomando el sol entre el barro. Después de la breve parada, más autocar.
Llegaríamos a Manuel Antonio a eso de las 2 y algo de la tarde y teníamos la comida prevista en un restaurante. No os he hablado de la gastronomía tica (ticos es como se autodenominan a si mismo los costarricenss).
Como en casi toda Latinoamérica, el arroz y los fríjoles son básicos en su alimentación, así como las frutas y verduras. Hay un desayuno tradicional, el gallo pinto, que no me atreví a degustar. Consiste en arroz blanco con fríjoles (negros o rojos revueltos) y acompañado por huevos. Lo que sí probé es el casado. Es un plato que combina de todo un poco: arroz, fríjoles, plátano frito, ensalada, carne, pescado o pollo. Tenían buen pescado, las carnes no eran malas y la fruta estaba riquísima (y mira que yo soy poco frutera). De allí me traje buen café y una salsa que está de muerte que se llama Lizano (a ver si la encuentro por aquí). Bueno, sigo con otra cosa que se me hace la boca agua como a Hommer Simpson.
Después de la comida, teníamos visita al Parque de Manuel Antonio. Para poder entrar, teníamos que cruzar una laguna pequeña en la que según rezaba en un cartel, había cocodrilos. Yo no ví ninguno pero casi mejor, porque la balsa dónde cruzábamos teníamos más años que la tos. De hecho, de la que estaba al lado de la mía, achicaron agua antes de montar parte del grupo.
A la entrada en Manuel Antonio, nos explicaron una serie de normas básicas: no fumar (que algunos gilipollas, que no tienen otro nombre, no cumplieron), no tirar basuras (que esos mismos gilipollas también ignoraron), no tocar algunas plantas pues las hay venenosas (lástima que esos gilipollas no las tocaran para que al menos les entrara una urticaria)...se me nota que estoy cabreada con esos gilipollas? Si no querían entrar, ¿para qué siguieron?. Entraron borrachos al parque, armando expolio (una faena, porque asustaba a los animales)... Bueno, voy a calmarme que me solivianto.
El paseo por Manuel Antonio fue alucinante. Las playas son geniales (algunas me recordaban a paisajes de la película de Piratas del Caribe) y vimos un montón de animales: varios tipos de iguanas, perezosos, mapaches, varias especies de monos, escarabajos, mariposas, cangrejos... la verdad es que me encantó y lástima de no haber pasado más tiempo allí.
Tras disfrutar con el paseo por el parque, nos dejaron un tiempo libre para estar en la playa (ya fuera del parque que habían cerrado) y hacer algunas compras. A pesar de que estaba lloviendo, yo no me resistí a pegarme un chapuzón en el Pacífico. Yo me quedé en el grupo de rezagados. La verdad es que cuando íbamos camino del hotel pensaba en la pinta que tendría al llegar. Empapada, con los pies llenos de barro que no había podido limpiarme y unas pintas de desarrapada...pero bueno, me consuela saber que al llegar estaba la mayoría del grupo igual.
Repartieron las habitaciones y como no, yo tampoco estaba en la lista, pero esta vez tuve suerte y compartí habitación con Mar, una chica majísima. Por la noche, los conductores nos buscaron un sitio para cenar todos juntos.
La verdad es que cuando llegamos me quedé un poco desencantada con el sito escogido. Era un chiringuito en la playa, con un aspecto un poquillo cutre. Pero la verdad es que la mariscada no estaba mal (aunque dónde esté el marisco gallego...), el camarero era muy amable y salió barato (27$ con las bebidas). La pena, es que se notó claramente la diferencia entre autocares (el otro unido, nosotros tirando cada uno para un lado) y hubo un problema con "las divinas" que se cabrearon porque pensaron que les cortamos el rollo al pedir volver al hotel(en realidad el autocar tenía que volver al hotel porque tenía que descansar el conductor). Lo curioso es que se empezó a llenar de gente que nos miraba, esperando a que acabáramos de cenar pues también era discoteca y quitaban las mesas para que bailasen (el ambiente no tenía muy buena pinta y preferí la comodidad del hotel, que el cansancio pasa factura). Después de unas risas con Paco y su mujer Adela, José Luis, Diana y Ana en el piano bar, me retiré a la habitación. Mar me dijo que los de su autocar habían quedado para ir a la playa a las 04.45 y me uní a ellos.
Esa excursión a la playa fue una gozada. Tuvimos que retrasar la bajada a la playa hasta que amaneciera (teníamos que ir por un sendero en medio del bosque y nos dijo el recepcionista que podíamos tropezar con raíces o cruzarnos con alguna serpiente) y el paseo mereció la pena. Una playa semidesértica, el agua exquisita y la compañía estupenda. Al regreso, me arrepentí de llevar las chanclas (me resbalaba en el barro), así que subí descalza parte del camino, cuidando de no cortarme. Después piscina y jacuzzi, duchita, recoger las maletas y a desayunar (peazo desayuno de hobbit que me metí, me hinché a fruta).
Tocaba regresar a España, pero antes teníamos por delante otras 4 horas y pico de autobus. El trámite de inmigración fue rápido (ya habíamos abonado antes los 26 dólares de tasas de salida) y nos dió tiempo a gastar los últimos colones en las tiendas del aeropuerto.
El vuelo de regreso lo pasé prácticamente como el de ida, dormida. Volví a ver la cabina, pero esta vez de noche y también fue espectacular. Al llegar a Madrid, el frío que nos recibió me hizo pensar en la rutina a la que volvía.
Este viaje a pesar de lo breve, ha sido tremendamente positivo. El país y sus gentes encantadoras, he conocido a gente majísima (vale, otra no tanto pero esos no cuentan) y he tenido tiempo de pensar en muchas cosas que considero importantes (mientras contemplaba el amanecer en Guanacaste, recordaba a todas las personas a las que quiero, pues me hubiera gustado tenerlas a mi lado compartiendo ese momento mágico). Me dí cuenta de que a pesar del miedo que pasé el día del canopy, me sobrepuse y seguí un buen trecho (y la próxima vez lo acabaré entero). Ese mismo miedo me ha hecho mirar con otros ojos ciertas cosas y a otras personas..no sé, ha sido genial.
Como dicen los ticos, Pura Vida! Os recomiendo que vayáis en cuanto podáis (y si me compráis el viaje a mí, pues mejor que mejor :P) y disfrutéis de esa maravilla.


Crónicas del paraíso, 2ª parte

Antes de comenzar la excursión prevista para el día, nos enseñaron el hotel en el que estábamos alojados. La verdad es que las habitaciones necesitaban un buen lavado de cara, pero las villas (que tenían cocina) eran muy majas para ir con amigos o la familia (la capacidad era de 4 personas y había algunas de hasta 8 personas) y además salían bien de precio (el hotel se comercializa ahora en régimen de todo incluido y una villa para 4 personas venía saliendo por unos 200 euros por noche).
Después de la visita del hotel, más autocar. La faena es que allí la velocidad máxima son 90 kilómetros por hora y las carreteras no son gran cosa, lo que se hace muy pesado. Además, en este trayecto fuimos por auténticos caminos de cabras y a nuestro autobus le costaba un poquito subir las pendientes (en más de una ocasión, parecía que íbamos a tener que empujarlo).
Nos dirigimos junto al Parque Nacional Rincón de la Vieja (en la cordillera de Guanacaste), al hotel Hacienda del Guachipelín. La verdad es que me hubiera gustado subir haciendo senderismo al volcán, pero la falta de tiempo nos lo impidió (la ascensión y descenso eran unas 6 horas si no recuerdo mal).
Pues bien, en la Hacienda Guachipelín comenzó mi particular descenso (o ascenso sería más apropiado) a los infiernos. Antes de empezar las actividades que nos tenían preparadas, visitamos el hotel (sencillo pero genial para hacer actividades de multiaventura). En principio, teníamos que elegir entre las dos actividades que nos propusieron, el canopy y una ruta a caballo, pero gracias al dueño del hotel (un pintoresco caballero vestido como si fuera John Wayne, con gorro de vaquero, botas y una enorme hebilla de cinturón) dijo que se podrían hacer las dos. Yo me decanté por empezar primero con el canopy.
Para aquellos que no lo sepan, el canopy es la práctica de tirolinas entre las copas de los árboles, en plan Tarzán. Pues bien, yo iba tan tranquila a hacerlo. De hecho, fui la tercera en deslizarse por el cable, pero tuve dos pequeños problemas.
El primero fue que no me dijeron como poner bien el brazo que se usa para ir frenando y entre eso y que me dolía pues había tenido una tendinitis me solté y me agarré al cable. Fui disfrutando del trayecto, convencida de que ya frenaría (seguramente contra algo en plan George de la jungla) cuando llegara al final o que habría una especie de zona de desaceleración. Pero el segundo problema fue que no frené y reboté, quedándome a bastantes metros de la plataforma. En los primeros segundos que estuve colgando como un jamón a unos 40 metros de altura, esperaba confiada que me hubieran colocado un arnés en los riñones (iba de espaldas y noté un golpe en los riñones cuando reboté). El problema es que parecían tardar mucho y cometí el gran error de mirar hacia abajo. Nunca he pasado tanto miedo en mi vida como en ese instante. Empezó a entrarme la neura de que el cable y el arnés no iban a aguantar y me iba poniendo más nerviosa, tanto que me quedé rígida e incapaz de moverme. Si hubiera podido sujetarme con los dientes, lo habría hecho. Supliqué que me sacaran de allí y veía al chico tomarse la vida con una parsimonia que hacía que tuviera más miedo. Por mi mente sólo pasaban imágenes de mi cuerpo espachurrado contra el suelo, de cómo sería la caída...sólo recuperé un poco la calma cuando noté las piernas del chico alrededor de mi cintura y ya fui capaz de agarrarme al cable y desplazarme hasta la plataforma. Cuando llegué, me temblaban las piernas y las manos sin control y no besé el suelo de la plataforma como el Papa pues no sé porque.
Lo lógico sería que después del susto, me plantara y me fuera al bar a tomarme un zumito, ¿pero quién ha dicho que yo sea lógica?
Bajé hasta la siguiente plataforma y después de pensármelo, volví a repetir. En que hora... no me avisaron que una vez que hiciera ese, no podría echarme para atrás hasta buen rato después. Así que me ví en una plataforma de madera enganchada a las paredes del cañón por cables de acero y a veinticinco metros de altura más o menos, pero lo peor estaba por llegar (hubo un momento en el que el monitor me dijo que me echara para atrás y mis pies no encontraron suelo). Había un tramo que había que desplazarse por una pared, apoyandose en unas grapas de metal enganchadas a la pared. Ahí lo pasé fatal pero lo peor fue que al llegar, yo esperaba un espacio amplio y sólo era el equivalente a dos baldosas. El salto en plan Tarzán fue muy divertido lo que no fue tanto fue la llegada. Estaba en una plataforma de un metro por un metro a 25 metros de altura, la única salida suponía escalar (genial para mi rodilla) ayudada por las grapas y para más inri, se me enganchó el arnés y el monitor se empeñaba en que saltara para soltarlo, cuando mi único enganche era cuerdecilla canija. Mis recuerdos posteriores están nublados por el ataque de pánico en el que me sumí. El arnés tiraba de mí hacia el barranco mientras yo trataba de alzarme para que me lo quitaran, recuerdo que le dije que me bajara al cañón que me iba andando y cuando traté de escalar, mis piernas y brazos no me respondían. Sé que con ayuda del monitor, subí hasta arriba y ahí me planté. Según me dijeron estaba muy pálida (y yo lo soy de serie) y temblaba como una hoja azotada por el viento. Una tirolina más y ya me podía ir a casa. Según me dijeron después, hice lo más díficil y sólo me quedaban dos tirolinas, pero sé que no era capaz de hacer nada más.
Nos fuimos a comer, yo todavía con el susto en el cuerpo, pero después de que pasar el subidónd de adrenalina, lo único que me apetecía era echarme la siesta.
Por la tarde, tocaba paseo a caballo, pero pasé de hacerlo (que luego hay agujetas en el culete) y nos acercamos en autobus hasta una pequeña piscina, que me sirvió para descargar el estrés acumulado durante la mañana.
A la vuelta a nuestro hotel, paramos en Liberia y pasó algo curioso. Estábamos frente a un banco para sacar dinero y se acercaron dos niñatos al autobus para vacilar y ver si podían mangar algo, pero no parecían excesivamente peligrosos (yo me di cuenta del plan en el que iban y me puse detrás de ellos). Pues bien, cuando subimos, la guía de la mayorista, más bien rayando la histeria, nos dió una charla sobre lo peligroso que era, usando expresiones totalmente fuera de lugar (como "os dáis la vuelta por ahí solas y os cogen y os follan") cuando lo más que se había alejado alguien era 5 metros por la calle principal y me quedé a cuadros. Aún no sé a qué vino, pero la verdad es que me dejó una muy mala imagen de ella.
Después de pasar por una tienda a comprar, nos retiramos prontito pues al día siguiente tocaba otra larga jornada en autocar.

jueves, 25 de noviembre de 2004

Crónicas del paraíso, 1ª parte

Costa Rica, ese es el paraíso: los paisajes, la flora, la fauna y sus gentes, que me parecieron un encanto. Lástima que fueran pocos días, pero me he prometido volver.
El viaje comenzó en Barajas. Tenía que estar a las 06.30 de la mañana y como me daba miedo dormirme, pues no dormí y me fui al aeropuerto tras estar la noche en vela. Luego los trámites: facturación de equipaje, control de documentación y a comprar dólares (Costa Rica es un país muy dolarizado y en casi cualquier sitio los admiten. Además, para cambiar euros por colones está más complicado)
No sé que tengo yo últimamente con los aviones, que según me acomodo, caigo dormida. Me desperté al cabo de tres horas, pero sólo lo justo para desayunar y volver a los brazos de Morfeo. Desperté nuevamente a tiempo para comer (soy como un perezoso, lo sé) y ver la cabina. El capitán (un portugués muy agradable) y el copiloto nos estuvieron explicando algo del funcionamiento (todo está automatizado y duplicado por si un sistema falla) y las vistas eran impresionantes. El resto del viaje lo pasé, como no, durmiendo.
Al llegar a San José, el calor se empezaba a notar y teníamos una sorpresa por delante: nos cambiaban el itinerario. De ir a San José y alrededores pasábamos a ir a las playas del Pacífico, lo que suponía unas 5 horas de autocar (después de 10 de avión). La verdad es que a mí no me importó mucho, aunque me quedo con el gusanillo de ver el museo de Jade (la próxima vez será).
Pasamos los trámites de inmigración y nos montamos en los autocares. Éramos sólo 38 personas, pero nos dividieron en dos autocares, lo que hizo que el grupo se disgregara. Personalmente, me hubiera gustado ir en el otro autocar. La gente era un encanto, su guía explicaba (el nuestro contaba chistes con el conductor y la encargada de la compañía) y no tenían a las "divinas" con ellos.
Mientras era de día, estuve contemplando el paisaje por el que viajábamos. Mirara a dónde mirara, veía plantas y vida. Plantaciones de café, de azúcar, bosque húmedo, bosque más seco...todo verde. Cuando anocheció (a eso de las 6), yo retomé mi historia de amor con Morfeo, con lo que no se me hizo pesado el viaje.
Llegamos al hotel Villas del Sol (un cuatro estrellas que yo considero más un tres estrellas) y hubo dos nuevas sorpresas. La primera fue agradable, íbamos en todo incluido, con lo que me gastaría menos (genial para mi economía) y la otra no tanto: mi nombre no aparecía en los listados de habitaciones con lo que no tenía dónde dormir. Finalmente, compartí dormitorio con la guía, Valentina.
Esa noche nos recogimos pronto, pues estábamos molidos del viaje. Antes de irme a la cama, me senté un ratito en la terraza a contemplar las estrellas. Nunca había visto tantas y disfruté como una niña pequeña.
A las 04.30 de la mañana, ya estaba despierta (allí amanecía sobre las 05.15) y bajé dando un paseo hasta la playa. Idiota de mí que no cogí la cámara de fotos, porque era un sitio idílico.
Después del desayuno, comenzó nuestro segundo día. En este paraíso, tendría mi propio descenso a los infiernos...pero eso irá en el siguiente post.

miércoles, 24 de noviembre de 2004

Un paseo

Esta tarde tenía cita con el endocrino (otro kilo menos y parece que la medicación va funcionando) y como eran buenas noticias y tenía tiempo, pues de compras que me he ido y a disfrutar de un paseo por Madrid, a pesar del frío.
Me fui caminando desde Atocha hasta Goya, en pleno barrio de Salamanca y como no me dió tiempo a comer, pues decidí tomar algo en la Paninoteca D'E. Esta bocadillería es una propuesta del chef Juan Pablo Felipe, alma máter del restaurante El Chaflán y premio nacional de gastronomía 2001. La verdad es que la carta era muy sugerente, sobre todos los bocadillos gourmet (el de anguila ahumuda tiene que estar de muerte) y yo no me he resistido a la tentación y tomé uno de salmón con mascarpone y rúcula. El que se espere unos bocadillos enormes, será mejor que no vaya, pero si quieres comer algo buenísimo, es tu local.
Después de comer, otro paseíto para hacer las primeras compras navideñas (que casi ya tengo todas hechas) y a ver la "fauna" madrileña. Señoras elegantes acompañadas por sus chachas sudamericanas (parece tópico pero he visto al menos 6), niños con los ojos como platos cuando pasaban frente al escaparate de los juguetes, parejas jóvenes de enamorados, algún turista despistado, vendedores de castañas y alguno de lotería de navidad...
Bajé hasta la Castellana, pasando por la plaza de Colón y su gran bandera (que me parece un poco hortera) y ahí ya me planté y cogí el autobus. Y es que los tacones pasaron factura por la caminata.
Mientras regresaba a casa en el autobús, pensaba en mi relación con Madrid. Siempre ha sido una relación de amor-odio, pero cuánto más mayor me voy haciendo, aumenta más el amor. Y es que tiene rincones encantadores, personajes de lo más variopinto (además, yo tengo un imán para los locos) y un ritmo que le falta a otras ciudades que conozco (quizás vayamos demasiado acelerados) y al que ya estoy demasiado acostumbrada.


Dichoso sandwich

Estaba comiendo cuando oigo en las noticias de Telecinco:
"Compran un sandwich dónde aparece la imagen de la virgen por 28.000 euros" . La noticia ampliada puede verse aquí
Y me he quedado con el tenedor en la mano, boquiabierta, alucinando en colores, preguntándome quien habría pagado por eso (en parte para decirle que si le sobra el dinero, yo le doy un número de cuenta rápidamente) y qué le habrá impulsado a ello.
¿Un sentimiento religioso?
Cada uno vive su religiosidad como quiere (el que crea en algún tipo de Dios) y religiones como la católica, admiten la existencia de milagros y apariciones (creo que no es tan fácil que consideren algo como milagro, salvo que seas Escrivá de Balaguer que eso facilita mucho las cosas), pero que la conjugación de la distribución de la grasa del queso en un pan y la temperatura se consideren una aparición mariana me parece excesivo...

Túnez

Esta fue la última etapa del crucero antes de regresar a Valencia y la que menos me gustó de todas.
Llegamos por la mañana prontito (¿por qué madrugo más en vacaciones que en mi día a día?) y nos recibió un cielo gris.
Nuestro primer destino fue el pueblecito de Sidi Bou Said, un bello pueblo medieval de paredes encaladas y celosías persianas azules, desde el que se disfruta de una bella vista del golfo de Túnez. Subimos por una de las calles principales, flanqueada a ambos lados por vendedores que nos cantaban las excelencias de sus productos, y nos fuimos a una tetería a degustar un buenísimo té con piñones. A mí no me agradan demasiado las infusiones pero reconozco que tanto el té a la menta como el té con piñones me encantan.
Ya con las pilas cargadas por el té y por un paseo, tocaron las compras y el regateo. Cuando empezaba a viajar, recuerdo que me daba apuro regatear en puestos callejeros y no digamos en tiendas, pero con el paso de los años, le he ido cogiendo el truco al asunto, aunque no me gusta demasiado. Y en Túnez, como en otros países árabes, fue horrible. Te cogían del brazo para que entraras a las tiendas, te seguían intentando que compraras, te piropeaban, fingían enfado...una amplia gama de emociones humanas. La verdad es que yo no quería comprar, pero no pude resistirme a un tambor para mi sobrina (una preciosidad de 15 meses que se lo pasa genial haciendo ruido).
Salimos de Sidi Bou Said y nos dirigimos a las ruinas de Cartago. Allí estuvimos media hora (una amiga me dijo que con diez minutos habría bastado), pero me hubiera gustado estar más tiempo. Me gusta pasear tranquilamente por ruinas y monumentos, intentando impregnarme del ambiente, cerrar los ojos e imaginar a los que allí habitaban, cómo vivían, como sentían, que les hacía reir...es mi forma de disfrutar de la historia.
Después de Cartago, le tocaba el turno a Túnez. Yo esperaba que nos explicaran más de la ciudad, algo de historia del país, pero no, nos llevaron directamente a la Medina, nos subieron al tejado de una tienda, nos explicaron la diferencia entre los minaretes de dos mezquitas cercanas (el trazado de su base indicaba a que secta dentro del Islam pertenecía la mezquita) y nos dejaron casi dos horas para hacer compras. Y de nuevo, los agarrones, gritos, enfados fingidos, piropos...No todo fue negativo, queda en mi memoria el recuerdo de algunos olores maravillosos.
Es muy frecuente dejar el sentido del olfato un poco de lado en nuestros recuerdos y en nuestra vida cotidiana. Para mí el sentido del olfato es muy importante (me encantan los perfumes y escojo el que llevo cada día según mi estado de ánimo) y de Túnez recuerdo el olor resfrecante de la menta, el acre del té, el dulzón de los pasteles, el perfume de jazmín y sobre todo, el de las especias como el comino, el azafrán, la alcaravea...
Tras las compras, regreso al barco a descansar para afrontar la última noche de fiesta a bordo.
No quería acabar esta serie de post sobre el crucero sin dar una pequeña recomendación sobre las excursiones. En el barco son caras, pero buscando un poquito de información antes de ir y si nos solemos manejar bien, se pueden hacer por tu cuenta. Para Niza o Mónaco, si se para en Villefranche, se puede ir en tren de cercanías o autobús (las estaciones están a 10 minutos a pie del puerto y te puedes ahorrar unos 25 euros por persona); para ir a Roma desde Civitavecchia, hay autobuses (aunque si uno es la primera vez que va a la ciudad, casi recomendaría la visita panorámica); en Sicilia, si se para en Messina, recomiendo contratar un taxi (regatead) para visitar Taormina (no hay autobuses frecuentemente y el tren deja en Guardini Naxos); en Dubrovnik, se puede ir andando desde el puerto (una media hora caminando); en Malta, si sólo queréis ver la Valetta se llega en veinte minutos a pie, para Victoriosa, tenéis autobuses desde la Valetta (si no recuerdo mal, unos 2 euros por trayecto) y para Mdina y Mosta, el regateo con un taxi suele ser la mejor opción; en Túnez, el regateo con los taxistas vuelve a ser la solución.
Si no habéis hecho un crucero nunca, yo os lo recomiendo.A a diferencia de los circuitos, llevas el hotel a cuestas, suelen tener muy buen servicio (las propinas obligatorias a final del crucero se dan de buen grado), tienes diversión asegurada y ya no son tan caros como eran antes. A ver si el año que viene, hay suerte y repito.

Tomando un té en Sidi Bou Said
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Y pase de "modelos" en las calles de Sidi Bou Said
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martes, 23 de noviembre de 2004

Malta

Entre el trabajo y la perrería que tengo últimamente, se me acumulan los post pendientes así que a ver si me quito uno de encima.
Tras Dubrovnik, la siguiente etapa fue la pequeña y estrategicamente situada isla de Malta. Entramos en el puerto de la Valletta a eso de las 2 de la tarde y nos recibió un calor sofocante y un día soleado. Bajamos al puerto de las primeras y después de negociar con unos taxistas, iniciamos la excursión de Mdina, Mosta y la Valletta. Nuestro taxista, Mario (o ese era el hombre de Taormina, esta memoria...) iba explicándonos en inglés los sitios que íbamos recorriendo.
Nuestra primera parada fueron los jardines de San Antón, residencia del jefe de estado.
Unas fotos para la posteridad y la amistad con un gatito (raro en mí, no me gustan nada) que rondaba por allí y como los turistas japoneses, de prisa a la siguiente parada: la fábrica de cristal. Si alguno va a visitar Malta, que no compre nada en esa fábrica. Es cierto que tiene cosas monísimas, pero dos y tres veces más caras que en La Valletta. Nuestro conductor dió con su gozo en un pozo cuando vió que no comprabámos nada y seguimos a Mdina.
Mdina, la ciudad del silencio, en pleno corazón de la isla, te recibe con sus murallas de color ocre y su puente levadizo de piedra como entrada a la ciudadela. A la entrada, foto chorra en un cepo (anuncio de un museo de la ciudad) y después, vimos un descapotable antiguo y el conductor accedió a posar para una foto. Nuestros pasos nos llevaron hasta la Catedral, del siglo XVI, en cuyo museo se pueden ver algunas xilografías de Durero (que en esta ocasión no ví). Lo más "destacable" fue nuestra honrosa actuación: pedimos a unos boy scouts que se apartaran para hacernos una foto en uno de los cañones. Seguimos paseando hasta el mirador, desde dónde se tiene una fantástica vista de las aldeas circundantes a Mdina y si el día está despejado (como aquel), se ve estupendamente la bahía de St Paul.
Después de un paseo por los callejones, seguimos para ver la iglesia de Mosta (que pillamos en plena misa)., que tiene una de las mayores cúpulas sin apoyo del mundo (unos 40 metros de diámetro). En el interior se conserva una bomba de la segunda guerra mundial, que cayó en medio de una misa en 1942 y no estalló, circunstancia que los lugareños consideraron un milagro.
Ya casi de noche, llegamos a La Valletta. Tampoco pudimos ver el interior de la Co-Catedral de San Juan, por coincidir otra vez con un servicio religioso, así que nos fuimos a dar un paseo y de compras (que ya tocaba). Después, unas vistas nocturnas desde los jardines de Upper Barraca y de vuelta al barco, para seguir con la fiesta.

Aquí una foto de uno de los bastiones que se ven a la entrada en el puerto de la Valletta:
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Yo posando en uno de los callejones de Mdina
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sábado, 20 de noviembre de 2004

Dubrovnik

Bueno queridos lectores, nunca es tarde si la dicha es buena...
La siguiente etapa de nuestro crucero fue Dubrovnik, ciudad declarada Patrimonio universal de la cultura por la UNESCO.
Hay que decir que el cansancio me iba pasando factura y el volver a levantarme temprano (empezamos la excursión a las 08.30) me fastidió bastante, pero mereció la pena.
Dejamos el puerto en autocar y antes de ir al centro histórico, paramos en un mirador desde el que vimos la isla de Lokrum (o de los enamorados) y una vista estupenda de las murallas.
Después regresamos al centro histórico, cruzando las murallas por la puerta de Pile, dónde comenzó realmente la visita.
La ciudad de Dubrovnik fue bombardeada duramente en el 91 durante el conflicto de los Balcanes (algún resto de metralla nos señaló el guía en las paredes), pero un amplio plan de restauración, dan un aspecto bellísimo a la ciudad (al menos por el exterior).
Nuestra primera parada, fue el Monasterio de los Franciscanos, cuya contrucción se inició en el 1.337 y prácticamente destruído por un terremoto en 1667. En su interior, se conserva una farmacia que lleva en activo desde 1.317. Pude ver algunos instrumentales y tratados de farmacología bastante antiguos.
Después, retomamos la Stradum, la calle principal y subiendo unas escaleras, llegamos a una calle repleta de restaurantes (la calle Prijeko si no recuerdo mal), con balconadas llenas de plantas y rincones encantadores. Continuamos la calle hasta llegar al exterior de la iglesia de San Nicolás y descendimos para ver el Palacio Sponza, que tradicionalmente ha sido ocupado por los gobernantes de la ciudad.
Nuevamente, salimos al sol (muy agradable) y vimos la Iglesia de San Blas (patrón de la ciudad) y seguimos hacia el viejo puerto. Fue una lástima que no nos diera tiempo a coger un ferry para visitar Catvat, pues me dijeron que es bonito.
A partir de ahí, tuvimos tiempo libre para deambular por las callejuelas de esta ciudad encantadora, ir de compras (en una callejuela algo escondida hay una especia de tienda-museo de joyería alucinante, con unos diseños muy originales), ver un desfile con majorettes y todo, tomar un café tranquilamente y empaparnos de la esencia de esta ciudad.
Al mediodía, regreso al barco, comida, fiesta por la noche y camino a una etapa interesante: Malta.

Esta es una vista desde la carretera de la Isla Lokrum y una vista de las murallas de Dubrovnik

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Y aquí estamos posando en uno de los callejones que cortan a la calle Prijeko y una vista de la calle Stradum con el campanario de fondo.

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lunes, 8 de noviembre de 2004

Aquí algunos compañeros de crucero

Os voy presentando a algunos compañeros de crucero
De izquierda a derecha:
la chica con uniforme es Ángeles de R.R.P.P. del crucero, a su lado, Ricardo, director del hotel; Bruno, nuestro gallo y director de crucero; con cazadora vaquera clarita, Lourdes y su hija Itziar (un encanto de niña); con cazadora más oscura Arancha, a su lado y con chaqueta negra, Paola. La cabeza con gafas que se ve detrás es la mía y a mi lado, está Amaya, Sara (con jersey negro y blanco), Violeta (la otra cabeza que sobresale por detrás), Susana (con jersey negro), Iñaki, el representante de Iberojet, Raquel y de rodillas "el gran jefe" Juanjo. Un encanto todos...

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domingo, 7 de noviembre de 2004

Sicilia

Ha costado, pero por fin, el post sobre este maravilloso destino.
He de decir que sólo conozco Messina y Taormina, pero si todo es igual de bonito, merecerá la pena escaparse un añito por allí.
Bien, llegamos por la mañana prontito (que malo es eso de madrugar y trasnochar...) y decidimos hacer la excursión por nuestra cuenta. Contratamos un taxi en el puerto que nos llevara a Taormina. La verdad es que el hombre nos iba explicando por el camino cosillas e incluso redujo la velocicidad un par de veces para que pudiéramos hacer fotos.
Y por fin, nuestro destino, la bellísima Taormina. Su fundación data del siglo IV a. C. y tiene una maravilla de teatro griego del siglo III a.C.
El taxista nos dejó junto al Palazzo Corvaja (dónde se puede recoger un mapita para guiarse por la ciudad) y antes de dirigirnos al Teatro griego, decidimos dar una vuelta por el resto del pueblo (coincidimos al llegar con los autocares de la excursión oficial y había bastante cola).
Así que emprendimos camino por la Via Corso Umberto I, con sus tiendas y sus balcones cargados de flores hasta llegar a la Piazza 9 de Aprile. Según llegas, a la derecha, queda la Iglesia de San José (s. XVII) y a la izquierda, se abre un mirador desde el que se tienen unas bellísimas vistas de la bahía, con el pueblo turístico de Giardini Naxos. Si hay suerte y el cielo está despejado, se puede ver el Monte Etna. Seguimos dando un paseo hasta llegar al Duomo (dedicado a San Nicolás de Bari) y regresamos para ver el Teatro griego.
La verdad es que me hice pasar por menor de 25 de años (juro que yo no suelo hacer estas cosas) y no sé como coló, pues me empecé a reir. En fin, que entramos al teatro y subimos hasta las gradas superiores, desde dónde contemplamos el Etna y la impresionante vista de la bahía.
Nos hizo un día caluroso (el taxista nos dijo que había llovido el día anterior) y yo tardé poco en bajar a comerme un helado (que buenos están los helados italianos)
Después el taxista (creo que se llamaba Carmelo, pero tengo un jaleo de nombres horrible), nos llevó de regreso a Messina, parándonos primero en un mirador desde el que vimos todo el estrecho de Messina y posteriormente, una capilla al soldado desconocido. El vigilante de la capilla, un hombre muy simpático, la abrió para nosotras y estuvo explicandónos. Lo que más me llamó la atención es que en alguno de los mármoles, se veían marcas de fósiles.
Regreso a Messina y parada en la plaza del Duomo. Además de la catedral, destaca una fuente, la de Orión, de Montorsoli (discípulo de Michelangelo).
El Duomo de Messina es una mezcla de estilos. En un principio, fue una obra románica, de la que poco queda. La parte inferior de la fachada es de estilo gótico tardío y el campanario (que es alucinante), es de 1908 (en ese año hubo un terremoto brutal que destruyo prácticamente toda la ciudad). Lo que más me gusta, es el calendario perpetúo que tiene, el astronómico y las figuras (lástima que no estuviéramos al mediodía para verlo funcionar).
Nos volvimos pronto al barco, a comer, no sin antes pasar por la Iglesia de los Catalanes (sólo la vimos por fuera).
En el barco fue un cachondeo, incluso decíamos de cobrar entradas a las mesas de alrededor porque se les empezaba a contagiar la risa. Hubo momentos en los que no podía parar de llorar por la risa y la verdad es que los camareros tuvieron bastante paciencia con nosotras.
Por la tarde, y a pesar del cansancio, clases de chachacha y salsa, duchita calentita y a cenar.
El espectáculo de malabarismos no me hizo mucha gracia, pero con la elección del Miss Voyager, estallé en carcajadas. No se elegía a la más guapa, sino a la más simpática. Había una señora de Jaén que era un punto y no dejaba hablar a Bruno (y mira que era complicado), el director de crucero. Si no recuerdo mal, las pruebas fueron imitar a un gallo (Bruno lo hacía todas las mañanas), un striptease y hacer un sketch en el que el marido (interpretado por Bruno), las pillaba con el amante. La gracia fueron los amantes...que cogieron a tres señores del público y uno incluso se quedó en calzoncillos.
Después de las risas, más discoteca y unas pocas horas de sueño...
Aquí van algunas fotos de Sicilia

Esta es una vista del etna desde el teatro griego:

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Y esta es una vista de la Piazza 9 Aprile y de la Porta di Mezzo desde la Via Corso Umberto (me gustaba en color sepia)

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Ahora una vista de parte de la bahía de Taormina

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miércoles, 3 de noviembre de 2004

Elecciones en los EEUU

Parece que el post sobre Sicilia se ve retrasado nuevamente, esta vez por una noticia de máxima actualidad. Mis peores temores se han confirmado hoy: Bush Jr. ha sido reelegido. Y lo triste es que ahora parece que ha sido sin trampas, con el poder popular...lo que le darás más alas.
No sé que habrá llevado a la ciudadanía norteamericana a esta decisión, pero me inclino porque ha sido el miedo. En primer lugar, considero que la gran mayoría de los estadounidenses son bastante incultos y esa misma incultura, les hace temer lo ajeno a ellos (comidas, religiones, costumbres...). También les hace ciegos frente a los desmanes que comete su gobierno en el resto del planeta. Ese miedo y esa incultura, creo que les ha llevado a elegir a Bush, que va de cowboy salvavidas, al que no le asustan nada ni nadie y que castigará a los enemigos de EEUU.
Quizás crean que esa sea la forma de evitar otro 11S, aunque pienso que ganarían más con una política exterior menos prepotente y agresiva.
Tampoco entiendo como pueden resistir con esa política interior. No tienen coberturas sociales, el déficit de su gobierno se ha disparado desde que está Bush en el poder (y es que hay que comprar armas a los amiguitos de la familia), ha aumentado el paro. Cierto es que ha recortado impuestos (aquí también lo hizo el PP, sólo se les olvidó indicar que subieron los impuestos indirectos)
Supongo que esa gente que ha votado a Bush, vivirá medianamente bien, comerá pavo el día de acción de gracias y seguirá temiendo a los extranjeros (antes los comunistas, ahora los islamistas) y a los cambios. Quizás si sacaran la cabeza de su agujero, se daría cuentan que lo que hay fuera no es tan terrible.




martes, 2 de noviembre de 2004

Este post

Este post iba a tratar sobre Sicilia, la siguiente etapa de mi crucero, pero algo más se me ha pasado por la cabeza.
No sé si será el cansancio y la falta de sueño, pero llevo un día bastante melancólico y recordé a una amiga...o más bien, a una persona a la que consideraba como tal pero no lo era.
Nos conocimos hace bastante tiempo y congeniamos enseguida. Estaba pasando una etapa algo complicada, pues había tenido problemas con su círculo de amistades y supongo que en aquel momento, yo era un apoyo para ella. Ella también lo fue para mí cuando lo pasé mal por mi historia con mi ex-novio (demasiado larga y pesada para contar) y parecía que la amistad se afianzaba. Pero cuando las cosas fueron mejorando para ella, pasé a un segundo plano (en parte normal) hasta llegar a ser ahora una mera figurante.
Y hoy me puse a pensar porque acabó la cosa así...y me dí cuenta que me engañé a mi misma. Esa persona siempre quiso ser el centro de atención y creo que cuando estuvo mejor, me tomó por una competidora o algo así. Quizás yo le transmití ese mensaje, pero no lo creo... sé en que cosas y en que otras puedo ganar y yo no suelo competir para perder.
No sé si me duele más el rechazo o el sentirme completamente idiota cuando me dí cuenta de que iba el percal. Recuerdo que me dije a mi misma que no volvería a pasarme lo mismo, que no iba a ser sólo el paño de lágrimas y que la amistad es para lo bueno y para lo malo...pero sé que soy algo imbécil en ese tema y si veo a alguien que lo está pasando mal, me acercaré a ver que le pasa



Roma

Entre las excursiones, la animación, la discoteca, el cansancio y la mala conexión, finalmente he tenido que retrasar mis crónicas hasta que he regresado a Madrid.
La segunda etapa de nuestro crucero fue Roma, quizás la más agotadora de todas, ya que es una excursión de día entero y en la Ciudad Eterna siempre hay mucho que ver.
Llegamos muy tempranito (sobre las 7.30 de la mañana) a Civitavecchia, dónde nos esperaba el autobus que nos llevaría a Roma.
Primero, la panorámica, con parada en el Coliseo (había mucha gente para entrar...una pena porque es espectacular).
A continuación a la Fontana di Trevi (volví a tirar una moneda, a ver si regreso pronto a Roma), que sorprende porque casi todo el mundo se la imagina más grande, pero que es una gozada. A esas alturas, ya estábamos hasta el moño de cargar con el pic-nic que nos dieron (lástima que Paola se me adelantara para encasquetarsélo a un mendigo) y después de picotear un poco, acabaron en una papelera (y una vieja bruja romana empezó a meterse con nosotras...sería idiota).
Antes de ir hacia el Panteón de Agrippa, un heladito italiano (abuela, eso está de muerte) y al llegar, nueva sesión fotográfica y continuación hacia Piazza Navona. En el camino, nos cruzamos con una manifestación de trabajadores.
En Piazza Navona, a disfrutar de sus fuentes barrocas y de las compras a los vendedores callejeros. Nos dieron un tiempo libre para comer (algo escaso) y nos decantamos por una pizzeria en la misma plaza (algo más cara que en los alrededores). La verdad es que prefiero las pizzas de aquí (más masa y más queso) pero el Tiramisú estaba de muerte.
Después tocaba Vaticano y la verdad es que me sentó bastante mal que nos quitaran tiempo en Piazza Navona o para poder ir a los Museos Vaticanos, para llevarnos a una tienda carísima en la que la guía se llevaba comisión...
Uno puede ser creyente o no, pero hay que reconocer que el Vaticano es impresionante. Primero, la vista que se tiene de la Basílica de San Peitro desde la Via Conziliazone; después, la impresionante columnata de Bernini que parece que abraza a la plaza...
Y luego en el interior... cada vez que veo la Pietà de Miguel Ángel me entran ganas de llorar de la emoción que transmite esa escultura, el impresionante baldaquino de Bernini y sus columnas salomónicas, la tumba de Alejandro VII y la solemnidad que me inspira pasear por la nave central...
Me hubiera gustado tener más tiempo para poder regresar a los Museos Vaticanos o para poder visitar Castel Sant'Angelo, pero bueno, el tiempo no daba para más y tocaba regresar al barco.
En el camino, iba pensando en el suplicio que iba a ser tener que ponerme los tacones (tocaba cena de gala), pero fue menos de lo que pensaba.
Ducha calentita, peluquería y al cachondeo...después de la cena, espectáculo y más discoteca. La verdad es que nos reímos bastante, pues el grupo de chicas con el que he estado eran todas un encanto y unas cachondas mentales y no recuerdo si ese fue el día en el que empezaron a tocar a las puertas de madrugada y salir corriendo como niñas. Sé que fue el día en que una de nosotras "triunfó" y ligó con unos de los músicos de los Tres Latinos (que era una chaval majete de trato, pero con unas orejas de soplillo tipo Carlos de Inglaterra...) y con el ventrílocuo (que era bastante babosete) y nos echamos bastantes risas con el tema.
Si esta noche me da tiempo, empezaré a poner fotos de nuestras peripecias...

Niza

Aprovechando que tengo un ratillo libre para mirar el correo (y para descansar un poco que vengo de clases de chachacha), va aqui el relato de la primera parada. El barco fondeo en medio del mar y bajamos a tierra en lanchas. Como el mar estaba un pelín picado unas risas en el embarque y el trayecto.
Bueno, llegamos a Villefranche sur Mer (un pueblecito precioso de la Costa Azul en el que tiene casa Elton John) al mediodía y nos recibió un buen chaparron.Estuvimos dudando entre ir a Montecarlo o a Niza y finalmente ganó la segunda. Así que al tren que nos fuimos. El primer tren lo perdimos mientras sacábamos los billetes y tuvimos que esperar casi una hora, con lo que decidimos dar un paseo por el pueblo (las chicas con las que iba no lo conocían) antes de coger el tren.
El tren... después de este viaje, valoro más que nunca el transporte en España y no volveré a mirar el metro de Madrid con los mismos ojos. Un tren viejo, en el que íbamos hacinados...menos mal que el trayecto fue corto y nos echamos unas risas.Una vez en Niza, un poco de despiste y más lluvia hasta que encontramos una oficina de informacion turistica. Y despues, el Paseo de los ingleses (un paseo marítimo de 5 kilometros de largo), el mercado de las Flores, la ciudad antigua... Lástima de tiempo que no acompañó, pues es una ciudad agradable para pasear. Después, regreso al puerto esta vez en autocar (que también perdimos mientras comprábamos el billete) y otro paseo movidito en lancha. Ducha rapida, cambio de ropa y a cenar... se come bien en este barco, pero se comia mucho mejor en el SS Oceanic (el que hice el ano pasado), donde habia mas variedad, calidad y cantidad.
Esa noche hubo bastantes bajas en la cena por lo movido que estaba el mar y las biodraminas las repartieron por kilos (afortunadamente no me mareé) y colocaron bolsas para el mareo por todo el barco. Despues de un rato de cachondeo en la discoteca (estuvimos charlando con algunos oficiales) a dormir que al día siguiente tocaba la jornada más dura, Roma (en próximos episodios). A mi regreso a los madriles, ya pondré las fotos y a ratos perdidos seguire con las crónicas de este viaje. Ahora me esperan los del equipo de animacion, que toca aprender salsa...
(Este post deberia haber aparecido el dia 28... despues más crónicas del viaje)