miércoles, 29 de noviembre de 2006

Dos de mis profes (y una manía)

- ¿El gerente o encargado?
Levantéla vista de mis papeles y la miré. Ante mí, una chica de unos 27 años, vestida de modo informal y con una carpeta debajo del brazo. "Comercial" catalogué para mí.
- Soy yo - respondí

La verdad es que mi contestación ha sido un poco seca, pero es que la forma de abordarme... Ni un "buenas tardes" ni un "por favor" y ya dije en este artículo, que yo llevo un poco mal eso.

Las chicas de Mujeres bromean conmigo porque saludo a todo a aquel que entra (y si se me pasa, es porque en ese momento estoy en otro lado y no me dí cuenta). Así que después de despacharla con celeridad y buenos modales a la comercial, pensé en esa manía mía con los modales y de dónde me viene. Y me acordé de Don Enrique y de Don Fernando.

Fueron mis profesores en la E.G.B. y ambos parecían cortados por el mismo patrón. Hombres mayores a punto de jubilarse, muy altos (o al menos, a mí me lo parecían), de pelo gris y mirada afable. Sonreían muy de vez en cuando pero cuando lo hacían era una sonrisa totalmente sincera y era porque te lo habías ganado.

Recuerdo que Don Fernando nunca levantaba el tono de voz. Llegábamos gritando y armando escándalo del recreo y él se limitaba a explicar la clase, inmutable, incluso con un tono de voz algo más bajo. Y lograba qué nos calláramos. ¿Cómo? Los de las primeras filas nos dábamos cuenta de que estaba hablando y que seguramente fuera importante, así que empezábamos a chistar al resto para que se callaran. Y poco a poco, se imponía el silencio y recibíamos nuestra clase. Eso es algo que se me ha "pegado" y lo empleo cuando trato con niños (y no tan niños).
Ah y siempre se dirigía a nosotros de "usted".

Y Don Enrique, que es en gran parte responsable de mi "manía" por saludar. Tú entrabas en clase y la mayoría de las veces te sentabas, saludando solo a los compañeros más próximos. Bien, pues si hacías eso con Don Enrique, es como si no hubieras llegado.
Si querías "estar" en clase, tenías que saludar con un "Buenos días" al entrar o nada. Ni aunque pegaras botes para llamar su atención (que si hacías eso, seguramente te tocara castigo por "revoleras"). Así que, para volver a ser visible, tenías que salir de clase, volver a entrar y saludar con un "Buenos días" y él, te sonreía, te respondía al saludo con un "Buenos días, señorita Silvia" y todos tan amigos.

Así que de estos dos profesores y de la educación recibida en casa, me viene esa "manía". Mania, por otro lado, que no veo negativa en absoluto...

Adiós, buenas noches.

domingo, 26 de noviembre de 2006

Miradas (2): Laura

Aún pensando en mi encuentro con Bruno, cogí otro autobus para dirigirme al punto de encuentro con mi cita. A pesar del tráfico de Madrid, llegué pronto y busqué refugio del frío y de la lluvia en una cafetería cercana.

Con un té en una mano y un periódico en la otra, me senté en uno de los sofás, más dispuesta a seguir observando que a leer unas noticias que me iban a deprimir. Y mis observaciones pronto dieron sus frutos.

Dos mesas a mi izquierda, había un matrimonio joven con sus dos hijos. El mayor era un niño de unos siete años, rubio, sentado modosito al lado de su padre, que le explicaba algo de un libro. La pequeña, era un torbellino de unos tres años, de rizos rubios que se movía inquieta de un lado a otro, aburrida como una ostra. Su madre la llamaba y así, otra vez por casualidad, descubrí su nombre: Laura.

Como no podía irse a la calle, cosa que seguramente le gustaría, a saltar en un charco con sus botas de agua rojas (a mí en su caso, me habría apetecido y es que sigue habiendo una parte de mi, que cada vez que ve un charco siente un impulso de chapotear...), se dedicaba a explorar la cafetería. Y en una de esas exploraciones, que yo observaba atenta, se acercó a mi mesa.

Laura se dió cuenta de que la estaba observando. Me miró con sus pequeños ojos azules, con una mirada mezcla de "¿Y tú qué miras, adulta?" y el hastío de "Será muermo la tía ésta..." y sin hacerme mucho caso, volvió a sus juegos.

Pero, ¡ay!, yo seguía mirándola, divertida con sus exploraciones y al descubrirme, me miró nuevamente, más desafiante que en la anterior ocasión. Yo respondí a su reto con una sonrisa y lejos de apaciguarla, frunció el ceño y me miró fijamente con cara de. ¿De qué se reirá esa señora?
Yo sólo podía hacer una cosa si no quería perder el respeto de esa niña. Así que...le saqué la lengua. No, timidamente. No. Una verdadera declaración de guerra.

Mi "rival" vió mi gesto, sonrió y respondió a mis hostilidades mostrándome su lengua. Y así, estuvimos un buen rato sacándonos la lengua, haciéndonos muecas e intercambiando sonrisas. Fue una dura batalla, igualada. Estuve a punto de perderla en un par de ocasiones (ay que malo es hacerse mayor y qué te pillen jugando de este modo...). La paz sólo llegó cuando su madre la llamó para irse de la cafetería. Antes de volver con su madre, me miró, me sonrió y me dedicó una última mueca. Creo que me gané su respeto.

Espero que Laura nunca pierda esa capacidad de enfrentarse a los retos. Si sigue así, ¡Niños, temblad!

Miradas: Bruno

Ese era su nombre o al menos, así le llamó su colega.

"Unos que vienen de pillar de El Salobral..." pensé mientras me sentaba detrás de ellos sin prestarles mucha atención. Conecté el mp3 y dejé vagar mi mirada. Primero, a través del cristal, observando mi Madrid que se iba limpiando con la lluvia. Después, observaba a los viajeros que subían y bajaban del autobus, imaginando historias sobre ellos. Hasta que mis ojos se clavaron en Bruno.

Me llamó tanto la atención, que desconecté el mp3 para intentar escuchar alguna palabra suelta (así es como me enteré de su nombre) y me dediqué a observarle.

No sabría decir la edad que tenía. Es una de las consecuencias del caballo. Consume tanto al que lo toma, que quizás ese hombre que aparentaba los cincuenta y muchos sólo tuviera algunos años más que yo.

Hablaba en voz baja, tratando con mucho respeto a su interlocutor y con una suavísimo acento gallego que acariciaba las palabras. Aunque le temblaban ligeramente, movía las manos de una lado a otro recalcando sus palabras, con seguridad. Eran unas manos bonitas. A pesar de las arrugas, eran finas y fuertes, de uñas cortas y bastante limpias teniendo en cuenta de dónde venía. Hizo un gesto que me resultó enternecedor, el tratar de quitarse una mota de polvo en un pantalón cuyos bajos estaban cubiertos de barro.

Me fijé en su cara. Ahora le caían mechones grises del flequillo sobre la cara, pero seguro que había sido un moreno guapo. Su rostro estaba cubierto de arrugas, tenía los labios finos y agrietados y al sonreír lánguidamente a su amigo, dejó ver una dentadura amarilla y en la que faltaban algunas piezas; la piel de sus mejillas estaba demasiado pegada a los huesos, falta de carne y el hecho de no ir afeitado le daba áun más aspecto de desamparo...

Pero había algo que hacía que no pudieras apartar la vista de él y que me daba la absoluta seguridad de que había sido muy guapo.
¡Qué ojos! No eran demasiado grandes ni de un color espectacular pero eran tremendamente expresivos. Y a pesar del cansancio, de los primeros síntomas de mono que aparecían, de sentir que seguramente la vida le había apaleado, había un brillo...¡Qué de vida quedaba dentro de ellos!

Estaba ahí, satisfaciendo mi lado más "voyeur" y deleitándome con esos matices de su mirada, cuando alzó los ojos y me miró directamente. Estoy segura de que en ese momento me puse colorada al ver que me habían pillado.
Me miró con curiosidad ante mi descaro y yo sonreí a modo de disculpa, deseando que la tierra se abriera bajo mis pies y me tragara. Y sin dejar de mirarme, se relajaron sus facciones y me devolvió la sonrisa. Fueron solo unos segundos, pero hubo conexión entre nosotros. Sin saber nada el uno del otro, es como si me hubiese encontrado con un viejo camarada al que hacía siglos que no veía.

Antes de bajarse del autobus y al pasar por mi lado, volvió a sonreírme pero esta vez con esos ojos tan maravillosos. Yo me despedí con un "Adios" y una sonrisa. Le ví caminar, cojeando bajo la lluvia, a través del cristal del autobús...

¡Qué te vaya bonito, Bruno!

sábado, 25 de noviembre de 2006

Tres palabras

"Me has decepcionado"

Solo tres palabras. Sé que he actuado correctamente. Sé que no hice promesas que no iba a cumplir.

Y entonces, ¿por qué me siento así? ¿Por qué me cuesta tanto contener las lágrimas?

jueves, 23 de noviembre de 2006

Nunca digas de este agua no beberé...(y ese cura no es mi padre)

Hace unos dos años, unas amigas del sector y yo, decidimos dedicarnos un miércoles al mes para comer, irnos de compras y reirnos mucho. Ayer fue uno de esos "días de mujeres".
Una comida ligera (que las dietas nos traen por la calle de la amargura), conversación agradable en la que está prohibido hablar de trabajo, muchas, muchas risas y marcha a la VISA. Porque da igual que lo necesites o no o que tu economía ande como la de las "putas en Cuaresma" que acabas comprando algo.

Así que allí estaba yo, en la sección de zapatería de unos conocidos grandes almacenes, esperando a que acabaran de mirar botas y zapatos antes de cambiar de sección (mi VISA temblaba ante la idea de que me acercara a la sección de perfumería )...hasta que los ví.
Ahí estaban.
Provocando.
Mientras los miraba con ojos golosos, el angelito y el demonio, como en los dibujos animados, comenzaron a discutir.

A: - Silvia, que no te gustan los tacones. Y no te vas a gastar una pasta en algo que no te vas a poner...
D: - Pero mira que bonitos son y si practicas, te acostumbras a ponértelos
A: - Si no los vas a usar más que una o dos veces al año y con ese dinero te puedes comprar más cosas.

Parecía que el ángel y mi sentido común iban ganando y me alejé de ellos. Pero dando un paseo mientras seguía esperando, volví a pasar por delante y me acerqué. Ahí, tan clásicos y a la vez tan modernos, tan suavecitos...

D: - Silvia, si unos tacones estilizan las piernas y visten qué no veas...
A: - Pero que llegan las Navidades y tu economía se va a quedar tiritando. Que te vas a tener que pluriemplear...
D: - Por pedirle a la dependienta que te los busque no pasa nadaaaa...No te los tienes que comprar
A: - Silvia, si seguro que no hay tu número o no te valen de anchos...
D: - Si no te los pruebas no lo sabeeees...
A: - Pero, Silvia, no vas a molestar a la buena mujer si no los van a comprar.
D: - A tí también te molestan en el trabajo y sabes que no vas a hacer la venta...
(Qué jodío el diablillo que sabe dónde picar...)
Silvia: - Perdone, ¿podría sacarme un 40 de este modelo, por favor?

Y después de esta paranoia, puede que alguno se diga, y ¿por qué el título de este artículo? Por este artículo de Mujeres...Los zapatos los podéis ver más abajo y los pantys son negros, con liga.

Y no puedo decir que alguien me obliga. Si es que soy incorregible...¿Qué no quiero arroz? Pues me sirvo yo solita dos tazas (que seguro que es con alcachofas)

zapatos hugo

martes, 21 de noviembre de 2006

Tululo III

La noticia tiene unos meses pero lo he recibido hoy y no he podido evitar acordarme de otra traducción fonética que me hicieron hace poco sobre lo apacibles que son los vascos...


domingo, 19 de noviembre de 2006

Despertando el hipocampo...


Tu recuerdo - Ricky Martin y "La Mari" de Chambao

viernes, 10 de noviembre de 2006

¡¡Ya es Navidad!!



Este año, antes que en El Corte Inglés, se han adelantado en mi barrio. Las dos tiendas multiprecio de los chinos ya tienen el escaparate lleno de luces para adornar los árboles, muñecos de Papa Noel y de Nieve, espumillón, bolas de plástico y belenes...¡Y yo he recibido el primer christmas en la oficina hoy! Que será una tontería, pero me ha alegrado y he borrado el artículo sobre el cabreo que iba a escribir para escribir éste. Y es que a mí, me gustan las Navidades y sobre todo, siento debilidad por la Nochebuena.

A la mayoría de adultos que conozco, no. A unos, porque les deprimen; a otros, porque tienen que estar con una familia con la que no se llevan bien y a una gran parte, porque no les parece más que una fiesta comercial dónde dar rienda suelta a nuestro consumismo. Y en parte tienen razón. Uno se deprime al sentirse sólo o echar de menos a los que ya no están; hay miembros de tu familia a los que no soportas y te toca "tragar" esos días y es un gasto extra entre regalos, comida (¿por qué nos cebamos en esas fechas?) y seguramente innecesario...Pero no lo puedo (ni quiero) remediar, me encantan.

Siempre las he pasado en Burgos, con mi familia materna. Nos íbamos el día 24 muy temprano (el 23 era el cumpleaños de mi abuelo paterno y lo pasaba con él) y volvíamos a Madrid para celebrar los Reyes con la familia de mi padre.
Ahora, desde que trabajo, tengo que volverme para abrir la oficina entre Navidades y Nochevieja y no las disfruto tanto como antes, pero los días que tengo los "estrujo" al máximo.

Empiezo con los preparativos un par de semanas antes. Adorno el escaparate de la oficina, escribo los christmas que vamos a mandar, hago las compras de Papa Noel y de Reyes y me escapo, normalmente un sábado por la mañana, a la Plaza mayor al mercadillo navideño. El año pasado me llevé por primera vez a mi sobrina mayor (éste año toca también con la pequeña). Hicimos compras (en mi casa no disfrutaron con ellas: una zambomba para ella y una pandereta para su hermana pequeña. ¡Qué poco espíritu navideño!), le expliqué qué era el Belén, vimos el iluminado de las calles, pasamos por Cortilandia y acabamos tomándonos un chocolate con churros para combatir el frío. Cuando llegamos a casa, a adornar el árbol... ¡Qué bien me lo pasé! (ese fue uno de los momentos más felices de mi vida en los últimos años).

Y el 23 por la noche, viaje a Burgos para empezar temprano al día siguiente.
Compras la mañana del 24, vinos con los amigos para felicitarse las fiestas, ese espíritu de buen rollito que tiene todo el mundo esos días, las discusiones entre los fogones de mi tío, mi tía y yo mientras hacemos la cena, mi padre picoteando (y siendo abroncado por los tres "chefs"), mi madre dormida en el salón, juegos con mis sobrinas en la nieve (si ha habido suerte y ha caído) y todos esperando impacientes a que lleguen mi hermana Raquel y mi cuñado (bueno, a mi cuñado no lo esperamos, pero nos toca sufrirlo que va en el lote) que suelen venir ese día desde Madrid y la hora de la cena.

¡Qué risas!. Las gracias de mis sobrinas, los puntillos que se suelen coger mis dos cuñados con el vino, las bromas de mi padre, mi abuela protestando porque mi hermana y yo le echamos comida en el plato (que si no, come como los pajarillos), mi madre y mi tío picándose, los villancicos desafinados y con tintes etílicos, mi mano a mano particular con el lechazo y el Ribera del Duero, el ruido de fondo de los petardos que tira mi vecino por la ventana, los regalos, los niños del portal pasando por la casa de los vecinos para que les den el aguinaldo, el acompañar a mi abuela a Misa del Gallo (si no hace mucho frío para que vaya)...¡Y cómo no! La "jartá" a llorar todos los años viendo ¡Qué bello es vivir! (que si no la echan en televisión, me llevo yo el DVD y la vemos)

Supongo que por todo esto, esos momentos de alegría (y los menos alegres) con mi familia y la cantidad de recuerdos entrañables que han generado, me gustan tanto las Navidades. Y hoy, por algo aparentemente tan tonto como un trozo de cartulina con unos dibujos navideños, se ha despertado en mi el espíritu de esos días. Espíritu, que por otra parte, no estaria mal que durara algo más que esos días...

martes, 7 de noviembre de 2006

Para el druida con todo mi cariño (por si te animas...)

El verano pasado mi hijo Alejandro, cumplió 4 años y, cuando sopló las velas, mi mujer y yo le dijimos:
-Cariño, pide un deseo. A ver, ¿qué has pedido?
Y el niño nos mira así, todo ilusionado, y nos dice:
-Una play station o un hermanito.
Y mi mujer y yo nos miramos y dijimos: "Joder, la playsteixon esa son ochenta mil." Así que fuimos a por la parejita. Si lo llego a saber, va ella sola...

Hay que ver lo rápido que se queda embarazada una novia, y lo que cuesta dejar embarazada a tu mujer. Es verdad: tú llevas un mes saliendo con una chica, estás parado, le caes mal a sus padres, no te quitas el condón ni para ducharte. ¡Y la dejas embarazada a la primera!
Ahora, como vayáis a por el niño... Es mas fácil sacarla de España de tanto empujar, que dejarla embarazada.

Eso si, os ponéis los dos muy melosos: Velitas, incienso, música de saxofón porque piensas: vamos a hacerlo con mucho cariño para que sea fruto del amor. Después de seis meses sin que se quede embarazada dices: "a ver si va a ser mejor que sea fruto de un polvo".
Sí, porque pasa como con el fútbol. Jugar bonito le gusta a todo el mundo,pero lo que cuenta es meter gol. Así que vais a consultar al ginecólogo. Y el tío te dice:
-Esto es normal. Tenéis que insistir más.
Total, que te receta los polvos como si fueran Frenadol: Tres al día cada 6 horas.

Cuando llevas dos meses a este ritmo, te quieres morir. Lo peor es la semana de ovulación. Porque, por lo visto en esos días sube la temperatura y eso aumenta la fertilidad. Así que mi mujer está todo el día con el termómetro. Y claro, de repente, estás en medio de una reunión y suena el teléfono:
-Cariño, me ha subido. Vente corriendo. Tiene que ser ahora mismo.
Y a ver como se lo explicas a tu jefe:
-Mire, me tengo que ir.., es que a mi mujer le ha subido la temperatura.
-¿Y no puede atenderla un médico?
-Hombre... es que preferiría que el niño fuera mío.

Y llegas a casa y te la encuentras ya desnuda y preparada, que dices:
-Jo, yo así no puedo! Esto es como comer pipas peladas.!

Y es que ella no piensa en otra cosa. ¡Coño, que parece un tío! Y yo me siento como una máquina. Vamos, que cuando terminamos me dan ganas de decirle: "su espermatozoide, gracias".
Y, encima, todo el mundo te da consejos: hacerlo en la postura del misionero, con luna llena, que ella se ponga un cojín debajo y que después de hacerlo se pegue media hora tumbada con los pies en alto.
Joder! La pobre! Es la primera vez que soy yo el que tiene que decirle a ella:
¡Aguanta, aguanta un poco más!.

Al final, cuando vimos que no había forma, volvimos al médico, y va y me dice:
-Bueno, pues lo mejor va a ser que se haga un análisis de semen, porque puede que tenga usted pocos espermatozoides..
Que tú piensas: "¡Coño, seis meses. a seis polvos diarios.! ¡lo que me extraña es que me quede alguno!".
Y el médico:
-Aunque también podría tratarse de astenospermia. Lo que se conoce como espermatozoides vagos
-¡Buah.! ¡Pues va a ser eso! - dice tu mujer - Porque se pasa el día tocándose los huevos.
Y el otro:
-Usted no se preocupe, que si es eso, podemos extraerlos e implantarlos en el óvulo.
¡Si hombre.! Una cosa es que sean vagos y otra ponerles taxi para recorrer doce centímetros.!

Y el médico:
-Es que esto es muy difícil. tenga en cuenta que de millones de espermatozoides sólo puede ganar uno.
-¡Mira, como en Gran hermano!


El caso es que tienes que hacerte el análisis. Te meten en una habitación con un vasito y un montón de revistas porno. Y tú te sientas allí, a ver si se anima. Pero estás mirando un montón de fotos de tías en pelotas y lo único que piensas es: "huy. fíjate ésta. Con las caderas tan estrechas va a tener problemas en el parto, eh?" "Huy...esta otra con toda la silicona que se ha metido...¡a ver como amamanta al niño!"
Y encima, mi mujer desde fuera:
-Cariño, ¿has terminado ya? ¡En casa no aguantas tanto!
Total, que al final, con mucha buena voluntad, consigues llenar el vasito. Pero luego te pasas toda la semana jodido mientras esperas los resultados.

Lo peor de todo es que empiezas a dudar de que el niño que ya tienes sea tuyo. Miras al niño y piensas: "Si, de acuerdo, Alejandrito es clavado a mí, pero yo tengo una cara muy corriente...". Y te acuerdas de esa insistencia de tu mujer en ponerle Alejandro. ¿Qué pasa, que Santi no es bonito?. Y ya para colmo es cuando llega tu suegra y le dice:
-Ay, ¡qué niño tan listo.! ¿A quien habrá salido?
Que ahí ya dices: ¡Coño, es verdad! ¡A ver si tampoco va a ser de mi mujer!Pero de pronto reaccionas: ¡¡Joder, me estoy emparanoiando!! ¡Alejandro es mío!
Hay que tener en cuenta que, en aquel tiempo, dejarla embarazada era más fácil: yo estaba en paro, mis suegros me odiaban, me ponía condón. ¡Coño, lo teníamos todo a favor!

Al final nos dieron los resultados y por lo visto, no me pasa nada. Lo que tengo es estrés. Así que le he comprado al niño la Playstation, a ver si jugando me relajo un poco.

jueves, 2 de noviembre de 2006

Dejarse llevar...

Hay veces que nos ponemos tristes o melancólicos y las lágrimas luchan por escaparse de nuestros ojos. La mayoría de las veces, intentamos no dejarnos vencer por esa tristeza y combatirla, convencernos a nosotros mismos de la futilidad de esas lágrimas y de lo bonito que es vivir la vida con alegría (la,la,la...)

Pero hay ocasiones en las que sabes que es inútil nadar contracorriente y lo mejor es dejarse llevar. Permitir que las lágrimas se deslicen libremente por tus mejillas, huyendo de la cárcel de tus ojos, para que se lleven consigo esa melancolía...

La primera, la más valiente, se escapó cuando Billie Holiday rompió el silencio de la habitación con su inconfundible voz en su Day in, day out. Le siguieron más, despacito, como una procesión, amparadas en la oscuridad y acariciadas por la voz de Billie. Y cuando los últimos acordes de Our love is here to stay se callaron, un torrente de lágrimas ocupó el silencio en su lugar.

Pero poco a poco fueron menos las que alimentaban ese torrente y todo se calmó. Como la lluvia que limpia las calles de la ciudad, las fugitivas se llevaron con ellas parte de esa melancolía...No del todo. Siempre queda una parte. Esa parte que me acompaña y que forma parte de la persona que soy.

Además, ciertas cosas...



They can't take that away from me - Billie Holiday