miércoles, 29 de septiembre de 2010

Desde el pasado

La llegada de los peques a casa ha provocado que tenga que reubicar mis trastos.

Este fin de semana, en una de las cajas que aún no he visto dónde colocarla (que tengo que jugar al tetris con el espacio) apareció una vieja insignia de la Cruz Roja, de cuando pertenecía a sus Juventudes.

En mi barrio, cuando era niña, había un par de movimientos asociativos juveniles: el Movimiento Junior, vinculado a la Iglesia Católica y la Juventud de la Cruz Roja. Mis padres optaron por la segunda como el lugar en el que iba a pasar las tardes de los sábados (y muchos domingos).

Nunca les estaré suficientemente agradecida. Me encantó. Aprendí un montón de cosas divertidas y útiles y creo que contribuyó mucho a mi formación como persona. El tener que dejar de ir, por motivos de fuerza mayor, me resultó doloroso en su momento y en cuanto empecé a trabajar y a pesar de la mala fama que adquirió por una corruptela, contribuyo con lo que puedo a la organización.

Víctor, nuestro monitor, nos enseñó una canción, una especie de himno. Recuerdo una excursión a Cercedilla en la que la cantábamos a voz en grito mientras íbamos marchando por la Calzada Romana. Me acuerdo, salvo de un par de frases, a pesar de que han pasado más de veinte años. Supongo que hay cosas que se quedan grabadas y que procuras poner en práctica.

Servir es nuestro lema
y hacer un mundo mejor
la Juventud Cruz Roja
lo hará con el corazón.
No importan razas ni colores
ideas o religión,
unidos bajo el mismo signo
hermanos todos son.
No llores el pasado
lucha por el porvenir
la Juventud Cruz Roja
....
No importan razas ni colores
ni ideas o religión
unidos bajo el mismo signo
hermanos todos son.

miércoles, 22 de septiembre de 2010

Gorda

Gracias al Caralibro, leí esta noticia.


Lo que me asustó no fue la noticia en sí. Aunque decepcionante, era esperable, pues por muchos intentos vacuos por normalizar las tallas, ciertos diseñadores tratan de imponer la imagen de una mujer delgada y claramente andrógina (o directamente asexuada).

Lo que me asustó y entristeció fueron los comentarios. ¡Qué de descerebrados sueltos hay por el mundo!. Gordos y flacos, porque vamos, que de inquina concentrada.

Yo estoy gorda. Mentiría si dijera que me gusta estar como estoy, pero padezco una enfermedad llamada obesidad, causada por múltiples factores. No importa, no se tiene en cuenta. El 99% de la gente con la que me cruzo pensará que estoy así porque quiero, que me pongo hasta las trancas a comer o que mi dieta se sustenta en las patatas fritas o los bollos. O que soy una vaga sin fuerza de voluntad.
Como otras enfermedades "de larga duración", es limitativa en tu vida personal y laboral (el aspecto que prima en ocasiones más que la capacitación profesional).

Es tal la presión que sufres en tu entorno, que llega un momento en que obvias que es una enfermedad y que la tienes que tratar como tal e interiorizas la culpa de estar como estás. Cosa no muy práctica porque puedes sufrir de ansiedad o caer en enfermedades como la bulimia o la anorexia.

Una buena amiga de la infancia es extremadamente delgada. Tanto, que estuvo a dieta pero para engordar. Más de una vez y de dos, he oído comentar de ella que es anoréxica. Nada más alejado de la realidad. Come como una lima, bastante más que yo y siempre ha sido así. No hace ningún tipo de ejercicio, salvo levantamiento de vidrios.
Aunque quizás menos limitativa que mi obesidad, su delgadez excesiva también le ocasiona problemas.

¿Qué pretendo con este artículo? Puede parecer una queja, pero no es esa mi intención. Quizás es una forma de ordenar mis pensamientos y de intentar mostrar distintos puntos de vista. Sería más sencillo y agradable para todos, que antes de juzgar a la ligera como hacen muchos de los comentaristas de la noticia, mostrar un poco de empatía con otros. Tanto gordos como delgados.

martes, 21 de septiembre de 2010

Noche

La sábana tirada en el suelo, agotada sobre la cama, empapada en sudor y con el pelo pegado a la frente. Si por lo menos ese agotamiento fuera por una buena compañía... Pero no, acabo de despertar de una pesadilla.

Los protagonistas indiscutibles: los zombies. Son los que pueblan mis pesadillas cuando algo me preocupa o me duele especialmente. Mis pesadillas son dignas de la filmografía de George A. Romero.

Oigo a una de mis sobrinas agitarse en sueños, pero pronto vuelve el silencio, sólo roto por el tic tac de su despertador de Hello Kitty. Avanza inexorable. Intento dormir pero no hay manera. Aún demasiado inquieta.

Así que me concentro en mi rincón. Clavo mi mirada en la penumbra en la esquina de mi habitación, la que se ve desde mi cama. ¡Qué de noches en mudas conversaciones con la mirada, a veces anegada en lágrimas, fija en esa confluencia de paredes! El día menos pensado sale mi particular perro de Tíndalos de ahí y me devora. Pues se va a poner las botas...

¿En qué pienso? En todo y en nada. Mi mente salta de un lado a otro. Sueño, recuerdo, imagino, discuto... me centro en un tema para cambiar al rato a otro radicalmente distinto y volver al anterior un par de minutos después. Y la inquietud, en vez de desaparecer, se acrecienta.

La cabeza parece a punto de estallarme, pero hay suerte y hay una válvula de escape.

Esta vez oigo a mi otra sobrina. Parece que me dice algo y me levanto de la cama. Y al hacerlo, me clavo en el pie uno de los coches de juguete de mi sobrino, que no ha recogido. Lo de mi sobrina sólo ha sido que hablaba en sueños, pero ese pequeño cochecillo de metal logra que me centre en él. En como mi sobrino empleaba mis piernas y brazos, unas horas antes, como autopistas en las que competían sus coches. Y me calmo, hasta caer dormida de nuevo con el cochecillo en la mano.

Pero hay noches en las que los zombies son demasiado insistentes...

lunes, 20 de septiembre de 2010

Me gustan la gaviota y el barco

Joseph M.W. Turner - Port Ruysdael
1827 - Oléo sobre lienzo - 92,1 x 122,6 cm.
Yale Center for British Art, Paul Mellon Collection


domingo, 19 de septiembre de 2010

Para los tesoros que no saben que lo son

A veces, hay quién no sé da cuenta de la importancia que tiene en la vida de otros.

miércoles, 15 de septiembre de 2010

Ganas de vacaciones

Un mes... Falta un mes para irme unos días de desconexión a Tenerife y no me había dado cuenta hasta ahora de lo largos que son los días.

Por delante, citas con los médicos (o no voy nunca o me cojo un bono), mis abuelillos imserseros, trámites de la UNED y lo que vaya surgiendo...Vamos, básicamente, lo que es vivir.

Hoy estuve hablando con la amiga con la que voy. La idea es no hacer nada. Como mucho, transmutar en cangrejillo, comer papas con mojo y flotar en el mar y en la piscina, con una copa en la mano (agua mineral en mi caso). Pero como me conozco (y a mi amiga, que me lía), llegaré a Madrid más cansada de lo que me voy, pero con los días vividos y disfrutados a tope.

Me veo este mes como los presos de las películas, pintando con tiza en la pared los días que van transcurriendo.

Huelga general

El domingo estando en el Rastro con la familia, un par de sindicalistas se nos acercaron a mi hermana y a mí para cantarnos las bondades de la huelga general del próximo 29 de septiembre (y los malos que son los bancos, los empresarios y el mundo mundial). Como estaba con los niños y no tenía ganas de discutir y amargarme una mañana tan estupenda, me limité a decirle una verdad como un templo para que me dejaran tranquila: para su sindicato, yo y los que somos como yo (autónomos), ni siquiera existimos, así que ahora no me vinieran a dar el coñazo ni a pedir favores.

En nuestro foro profesional volvió a salir ese tema. La mayoría de los compañeros que hablaron, de Andalucía, comentaron que tendrían que cerrar por las amenazas veladas (y no tan veladas) que habían sufrido por parte de sindicalistas y afines. Trabajando cara al público y con negocio propio, te toca tragarte muchos sapos pero esos matones merecen más de un corte y de dos (y una denuncia en la comisaría más cercana).

Yo no voy a secundar la huelga. Los sindicatos de este país me parecen unos fantoches y esta huelga una pantomima. No creo que tenga problemas (ventajas de estar en la periferia) pero tengo bien claro que no voy a permitir chantajes ni amenazas.

Si ellos ejercitan su derecho a la huelga, que es respetable; ellos tendrán que respetar el mío a ganarme la vida.

Why




Me he despertado con esta canción sonando insistentemente en mi cabeza.
¿Por qué, si soy una epicúrea escéptica como me dijeron ayer, sigo creyendo en ti aunque todo parezca apuntar a lo contrario?

jueves, 9 de septiembre de 2010

Mañana de jueves

Esta mañana me levanté de buen humor tras una larga noche de sueño reparador. Estuve un rato estudiando en la cama hasta que se levantó una de mis sobrinas y desayunamos juntas un tazón con cereales.


Al ir a la ducha, empezó a oscurecerse la mañana. No me sentó nada bien ducharme con agua fría con el resfriado que tengo. Y es que a la caldera nueva le dió por ponerse en huelga.
Salí de casa con el día un poco torcido y sin poder parar de estornudar. Mientras iba hacia la parada del autobús, ví a una de las personas más coñazo que conozco y que tengo la desgracia de padecer.
¡Ya está! Me coloco bien visible el cable de los auriculares y clavo mi mirada en los apuntes, para dar la sensación de estar abstraída y ocupada en mis asuntos. Dió exactamente igual porque hay personas que no captan esta clase de señales. Y la persona coñazo de esta mañana es de ese tipo de personas.

Con la cabeza aún más como un bombo y el día más negro, me he montado en otro autobús. ¡Cuánto daño han hecho Carlos Sáinz y Fernando Alonso a algunos conductores de la E.M.T.!
Se creen que llevan un Fórmula 1 y pasa lo que pasa. Ha dado tal frenazo que más de un par de gafas ha volado, junto a periódicos y libros, por los aires. Y varios pasajeros. Entre ellos, la que esto suscribe que ha frenado con el puño derecho contra la pared y sobre la que ha frenado un tiarrón de casi metro noventa y más de cien kilos de peso. (Señor, si alguna vez te he pedido que me cayera del cielo un tío así no era para que te lo tomaras en sentido literal)

Considerablemente de peor humor, he llegado al lugar de mi último examen. Como tenía tiempo, me fui al bar a tomarme un vaso de leche y a leer el periódico a ver si me relajaba.
El camarero, Esperanzista convencido ha comenzado a darme un mitín político sobre las bondades de la presidenta de mi Comunidad. Entre que tenía el día torcido y que he sufrido las "bondades" del gobierno regional en materia de educación, no tenía muchas ganas de hablar y así se lo he dicho. De buenas al principio, con peor cara a la tercera vez y de malas al final.

Dicen por ahí que cuanto más atractivo te ves a ti mismo, más atractivo ven otros en ti. Creo que con los malos días pasa algo parecido. El mal humor sólo atrae mal humor.

Así que por el bien de mi mano derecha que es la que sufre los estragos de esa clase de días, me he obligado a mi misma a relajarme. Antes de entrar al examen, me he puesto las Variaciones Goldberg interpretadas por Glenn Gould, que es una pieza que me relaja y hace que me centre.

El examen salió como un churro como era de esperar, pero yo salí tranquila y sonriente, con ganas de disfrutar de mi primera mañana libre en meses. Y va a ser que esto del karma funciona, porque en el metro camino del Prado, se ha sentado a mi lado un chico que olía a gloria bendita y con unas manos preciosas.
(Por cierto, os recomiendo la visita de la exposición, que está hasta el día 19. He ido en varias ocasiones y siempre mereció la pena).

Ahora estoy sentada con el netbook, con una taza de Rooibos humeante, en un sillón comodísimo del Starbuck's de Neptuno, viendo a madrileños y turistas pasar mientras escribo e imagino. Cuando acabe, me iré a leer un rato, al sol, debajo de un árbol del Retiro, antes de irme a comer con una amiga a un japonés.

Seguramente acabe siendo un buen día.