La compañía más fiel
- Hace mucho tiempo que no venía a verte.
- Pues la verdad, te podías haber ahorrado la visita.
- ¡Qué poco me quieres para lo que hace que nos conocemos! Y para lo que nos parecemos...
- Ni de coña.
- Nos parecemos muchísimo y no sólo físicamente. Sólo que yo tengo una mente mucho más abierta.
- No, lo que careces es de moral.
- ¡Acabáramos! Tengo moral. La mia. La que desearías tener pero no te atreves. Pero no te preocupes, para eso estoy yo aquí.
- ¿Para fastidiarme la existencia y romper la paz que tanto me cuesta lograr?
- No, para abrirte nuevos caminos que te lleven a esa paz. Tienes un problema con alguien y tendrías que actúar. Pero no con esa mierda de corrección política. Ni con moderación. ¿Desde cuándo eres tú una persona moderada?
- Desde que no nos veíamos. Los años me van atemperando y...
- ¡Y una leche! Pero vayamos al meollo del asunto. Como te decía, tienes un problema con alguien. Y mediante tu corrección y el hacer las cosas como se debe, lo único que logras es cogerte unos cabreos monumentales y no solucionar tu problema. Yo te propongo que recurramos a la vía expeditiva. Muerto el perro, se acabó la rabia.
- ¿Pero tú te pinchas? ¡¡¡Estamos hablando de deshacernos de un ser humano!!!
- No, no, no... te confundes. Ese alguien no es un ser humano. Al menos, no para mí. No llega a esa categoría.
- ¡No puedo creer lo que dices! Eso que dices es una inmoralidad, es inhumano. Va en contra de todo lo que creo, cobrarse la vida de un ser humano, así, fríamente.
- ¡Oh, qué bien te queda esa pose de víctima ofendida! Pero cuéntaselo a otro, que nos conocemos. No te frena la moral, sino el miedo.
- ¿El miedo? Será el de convertirme en alguien como tú.
- No, el miedo a las consecuencias que sufrirías si te pillan. Yo...¿por qué crees que tengo ese atractivo?
- ¿Atractivo? Más bien repulsión...
- No, no. Mi atractivo es como el de Drácula. Seduce aunque os repela. Y es que para mí no hay consecuencias y si las hay, ¡qué más da!. Lo que todos deseamos. Pero, y tú, ¿y si no hubiera consecuencias? ¿Y si pudieras hacerlo sin temor a represalias? ¿No te dejarías llevar? Venga, confiesa...
- Siempre hay consecuencias.
- Sabes que yo te ofrezco que no las haya. O que no importen. Sólo cumple tu deseo y soluciona tus problemas. Vuelve a dormir tranquilamente por las noches a cambio de la vida de una sabandija, de una cucaracha. Adiós cabreos, adiós insomnios, adiós a las lágrimas de aquellos a los que quieres. Una llamada de teléfono y todo termina.
- Nooo, no me tientes.
- ¿Titubeas? Venga, déjate llevar. Como aquella vez hace tantos años. ¿Recuerdas? Esa excitación, ese poder que se siente al no temer ninguna consecuencia, al saberte por encima de otros...
- Basta... por favor, no me tientes. Escojo ser buena persona.
- Más bien, tener miedo. Pero bueno, yo puedo esperar. Tenemos muchas más noches de insomnio por delante. Y muchas mañanas más cuando te contemples en el espejo. Estaré ahí.
Tu compañía más fiel.