domingo, 27 de mayo de 2012

Baraka

Vi este documental hace casi veinte años por recomendación de un compañero de la Facultad. Hoy, a través de Caralibro, me lo ha recordado.  Como no puedo entretenerme en verlo, que la obligación me llama y no voy a hacerme la sueca,  lo pondré como música de fondo mientras estudio.






Si no lo habéis visto, aprovechad youtube y disfrutad de él. Es bello.

sábado, 26 de mayo de 2012

Tu mirada me hace grande

Necesito verte aquí
tu mirada me hace grande
y que estemos los dos solos
dando tumbos por Madrid.
Sin nada que decir,
porque nada es importante
cuando hacemos los recuerdos
por las calles de Madrid.


A veces la nostalgia pega cuando menos te lo esperas. Y pega duro, la muy zorra.

jueves, 17 de mayo de 2012

Desvariando



Sé que puse esta canción en otra ocasión, porque recuerdo que al socio no le gustó. Pero me gusta y junto a un par de canciones más del mismo cantante, creo que me definen bastante bien. Este cúmulo de contradicciones con patas que soy. ¿Cómo era? Esa tristeza vestida de Carnaval (la de chorradas que se dicen bajo los efectos del alcohol).

Ayer, de regreso a casa tras una larga jornada laboral, iba pensando en la vida. Concretamente en la mía, que es la que tengo más a mano. Iba haciendo balance y el resultado no era demasiado positivo. Quise justificar lo negativo de mi análisis por el cansancio. O por el japonés. O por el magnesio bajo. O por las hormonas. O por la conjunción astral. O por... (Póngase aquí el sonido de una pedorreta y diríjase hacia mi persona).

Me suena ya todo a excusas y parezco una entidad bancaria española cualquiera falseando el valor de sus activos.  La realidad es que con casi 37 años siento que he fracasado en lo que yo considero importante. No en todo, pero sí en la mayoría de las cosas. Y que eso no va a cambiar por mucha esperanza que me digan que tenga. Así que o se asumen esos fracasos, se integran en la vida y se vive o se anquilosa uno dándole vueltas una y otra vez y se sobrevive, amargando la existencia propia y ajena. Cuesta dejar el tiovivo. Y más aún asumir las carencias y los errores sin tratar de penitenciar por ellos.

Pero bueno, crecer supone eso. Y con cada sueño roto y cada pequeño fracaso, dejar de ser un poco más un ent y ser un poco más un ucorno.

jueves, 3 de mayo de 2012

Congoja

La tarde está desapacible. Un momento antes brillaba el sol y al rato, se encapotó el cielo y comenzó a levantarse un viento bastante fresco. Quizás, demasiado fresco para como voy vestida. Me encojo un poco sobre mí misma, para resguardarme del fresco y también de la congoja que siento.

No me asustan los muertos, aunque cuando estoy estresada, los zombies pueblan mis pesadillas. Pero la muerte de un niño, me causa una congoja que me resulta difícil de controlar y de apaciguar. Quizás por eso estoy escribiendo esto. Porque el negro sobre blanco me ayuda a poner las cosas en perspectiva.

Después de estar con los padres, tía y abuelos del niño, por los que siento un gran afecto, pues son buena gente a los que la vida se empeña en dar sopapo tras sopapo, me mantengo un poco al margen. No conozco a nadie y sé que ellos tienen que cumplir con los demás visitantes que se han acercado a acompañarles en estos momentos.

Apoyada en la barandilla de la galería, me dedico a observar. Desde la muerte de mi abuela Teresa, hace ya muchos años, no había ido a ese tanatorio.Me sigue pareciendo igual de feo. Sí, los tanatorios no son precisamente la alegría de la huerta pero este en especial me parece horrible con tanto ladrillo visto y las salas que se abren a la galería y al ruido que viene de la vecina carretera de Toledo. No sé el resto, pero en esos momentos, yo necesito paz y tranquilidad.
Lo único que rompe esta fealdad es un arbolillo de flores moradas, escuálido, que se agita por el viento. La vida, terca, que siempre se impone.

Veo el ajetreo que hay entre los visitantes. Familiares y amigos que llevan tiempo sin verse se reencuentran en el tanatorio e intentan ponerse al día en esos momentos robados. ¿No será mejor buscar un rato en nuestras "ocupadas" vidas para ello? Si es que realmente queremos...

Miro a la madre, aturdida entre tanto mogollón. Los párpados hinchados del cansancio y de haber llorado por su peque. Me acerco a ella y le propongo ir a tomar un café o darse una vuelta para despejarse.

No sé si todo el mundo reacciona igual pero yo en esos momentos, sólo quiero compañía silenciosa, no tener a nadie que esté parloteando a mi lado. Sólo un abrazo o una mano amiga para hacernos sentir que esa oscuridad y ese miedo que surge con la muerte de alguien a quién queremos, no es tan oscura ni profunda. Que no estamos solos.
Quizás por eso, porque me quedo sin palabras y todas las que pueda decir me suenan vacías, puedo resultar fría pero yo no sé consolar de otra forma.

Vuelvo a casa acompañando a los abuelos del pequeño. La vida les ha bregado a base de bien y quizás por eso, puede parecer que lo han encajado mejor, fríamente. Pero sólo basta con mirarles a los ojos, para ver su pena. Quizás no por el niño, pues es lo mejor que podía pasar, pero si por el dolor de su hija y de sus otros nietos.

Llego a casa y veo a los nanos durmiendo tranquilamente. Me entran escalofríos al pensar en que puedo perderles como ha sucedido a la familia con la que acabo de estar, pero el miedo desaparece con una risa de Félix en sueños.

Lo dicho, la vida que es terca y siempre se impone.