lunes, 30 de noviembre de 2009

Un poco pardillo

Lo he dicho en el comentario al artículo anterior, pero es que ésto me ha resultado muy divertido.
Yo sería igual que la protagonista, pero de todos modos, mis disculpas si alguna se ofende, que no es mi intención, sino sólo reírnos un rato de nosotros mismos. Además, como me ha chivado la socia, reírse a mandíbula batiente adelgaza.



domingo, 29 de noviembre de 2009

Sobre la depilación y la pubilicidad

A partir del minuto 3:30 este monólogo es buenísimo. ¡¡Lo qué me he podido reír!!



El asunto de la depilación, me ha recordado una conversación en la que un amigo nos llamaba quejicas a todas las chicas de la panda...hasta que le depilamos. Reconozco que ni la Inquisición fue tan cruel. ¡Qué mala leche concentrada!

Creo que he encontrado la canción perfecta...

...para resumir mi vida sentimental de los últimos tiempos. Es que viene que ni pintada. Porque cuando no está "undecided" la otra parte, lo estoy yo.


Ella Fitzgerald - Undecided

Disfrutando del fin de semana

El viernes reinauguraron un bar en mi barrio.
Hace años, era un bar de raciones que frecuentaba mucho, hasta que los anteriores dueños empezaron a escatimar con las raciones, a realizar prácticas comerciales que a mí no me gustaban ni un pelo y a aumentar los precios. Ahora lo ha cogido un conocido de mi padre, gallego, que pretende traer productos directamente de Galicia y ofrecernos muestras de la cocina de su tierra.

El viernes, al salir de la oficina, me acerqué al bar a tomar algo. Había música en vivo (rancheras, boleros y similares) y un ambiente bastante divertido. Además, me encontré con unos clientes y acabé con las mejillas sonrosadas, la sonrisilla perenne en la cara (con sólo dos vinos. Quién me ha visto y quién me ve) y coreando boleros y rancheras. Ah y empachada. Porque aunque yo sólo me centré en las cosas más sanas (mejillones al vapor, navajas a la plancha y similares) no dejaban de traer platos de aperitivos a la mesa.

Ayer quedé con una amiga. Quería que fuera algo en plan tranqui, pero le comenté lo del bar y quiso probarlo. Varias horas después, acabé tomándome una taciña de queimada (invitada por otros clientes) y con el mismo empacho a base de moluscos y mariscos.

Hoy mi madre, al levantarse, comentó que nos invitaba a tomar un lacón con grelos en el bar. Pero al llegar, el dueño se disculpó diciéndonos que había tenido más clientela de lo esperado (buena y abundante comida y buen precio garantizan éxito en estos lares) y que no le quedaba mucho que ofrecer, pero que confiarámos en él. Y así hicimos. Tanto nosotros como otros clientes (los mismos que también estaban el viernes).

Mientras esperábamos, nos han ofrecido una buena ración de tomate natural con matrimonios (un boquerón en vinagre y una anchoa en salazón) que estaban deliciosos (y que es algo que me encanta).
Después, mis progenitores han tirado a por los productos de la tierra (una ternera a la piedra deliciosa) y yo me he decantado, otra vez, por los productos del mar liándome mano a mano con unas almejas a la marinera (a la gallega, con pimentón picante).

En los cafés y entre risas, nos hemos juntado con la mesa de al lado y el dueño nos ha ofrecido unos orujos de hierbas caseros (yo sólo me mojé los labios).

Yo me he subido a casa, pues quería estudiar un rato, pero ahí les dejé a todos esperando a que empezara el Madrid - Barça.

La verdad es que los nuevos dueños son muy agradables, currantes y espero que les vaya estupendamente. A mí, con las almejas y los mejillones, me han ganado como cliente (y con la promesa de hacerme una empanada de zamburiñas y en verano, una de xoubas)

viernes, 27 de noviembre de 2009

Día de matanza

Hace un momento me ha llegado una oferta por e-mail "Matanza 3 días. Incluye un día de matanza ibérica". Sé que ahora las leyes de protección de los animales, obligan a que el animal esté sedado/aturdido para que sufra menos. Aunque seguramente eso no se haga en estas matanzas de tipo "tradicional" y en algunos momentos, no es un espectáculo agradable.

Yo participé en un par de matanzas de cerdos cuando era pequeña.

Aún recuerdo la primera.
Los chillidos del animal se te meten hasta el tuétano y me acojoné. Pero a pesar de los chillidos y del olor a pelo quemado, me gustó.
Porque aunque en ese momento no lo percibí así, creo que fue una especie de ritual iniciático. No creo que tuviera ni seis años, pero ya era lo suficientemente mayor para tener una responsabilidad "importante".
Me hicieron cargo de un barreño de sangre y una cuchara de madera. Y mi cometido era hacer que la sangre no se coagulara. Tarea en la que me esmeré, removiendo constantemente, hasta que me dolieron los brazos. Más tarde, ayudé a mezclar la sangre con la cebolla, el arroz y las especias y ví como cosían y cocían las morcillas mientras me comía algo que mi abuelo Manuel, recordando sus orígenes, preparaba: filloas de sangre.

Pero la tarea continuaba al día siguiente. Recuerdo a Jose (el vecino propietario del cerdo) y a mi abuelo despedazando al cerdo, separando las partes que se iban a adobar, las que se iban a ahumar, las que iban para el picadillo de los chorizos... Todos los presentes, hasta la mocosa que era yo, trabajando coordinados.

Habrá quién al leer esto, piense que es una barbaridad que una niña pequeña participe en eso, que se puede traumatizar. Yo pienso en la de millones de niños que habrán participado antes y después que yo y no creo que estén todos traumatizados (yo no lo estoy y es algo en lo que me sentí orgullosa de participar).

jueves, 26 de noviembre de 2009

Cabreo

Al empezar el día, prometía ser un gran día. Debe ser que el destino no es alguien de palabra o que mi intuición es la de una zarigüeya.

Acabo de regresar de comisaría de presentar una denuncia por hurto. Abundan los robos al descuido y esta mañana me ha tocado a mí. Además de la pérdida de lo robado, me he llevado un precioso golpe en la cadera que aún me duele. Como me duele el amor propio. Pasada el disgusto inicial y después de cancelar un talonario de cheques que se han llevado (entre otras cosas) he comenzado con los papeleos.

Primer asunto: llamada a la policía. La persona que me atiende, muy amablemente, me dice que tengo que ir a una comisaría a presentar una denuncia. Al preguntarle si lo puedo hacer por teléfono me dice que mejor que vaya allí, ya que los ladrones, tal y como le he dicho, han toqueteado cosas y pueden mandarme a la científica para que compruebe huellas. Yo que soy muy obediente, cierro la oficina y me voy a comisaría.

Ahí comienza el "chiste".
- Buenas tardes, vengo a poner una denuncia por robo (y le explico brevemente al policía de la puerta lo que me ha pasado)
- Pues mire, pase a esa cabina y en el teléfono marque A para presentar la denuncia.
O sea, que no puedo hacer la denuncia por teléfono y según llego a comisaría, lo hago desde allí. Ha habido un momento "gracioso" cuando le he deletreado fonéticamente el nombre de mi empresa al agente que me ha atendido y se ha oído el silencio al otro lado de la línea, cómo si se dijera ¡Dios, qué nombre más raro ese de India-November-Tango...!

Una vez tramitada la denuncia por teléfono, me dicen que tengo que esperar a que me llamen, pasar y firmarla. Bueno, será ahí dónde me dicen lo de la científica...
Después de una larga espera, entreteniéndome con los sudokus del móvil, paso a firmar la denuncia. Vuelvo a decir lo de las huellas, a decirle que esas personas han venido en otra ocasión acompañadas de una tercera (cuyos datos tengo) y me dicen que no, que en los folletos no se quedan (tengo uno de los folletos en la mano, pues para no quedarse se notan un montón en el papel este satinado...) y que me van a enseñar unas fotos a ver si reconozco a los ladrones.

Vuelvo a la sala de espera que lleva con las mismas manchas en la pared de hace casi cinco años (cuando fui a denunciar el atraco a mano armada). Y más sudokus mientras espero. Me suben arriba a ver fotos de delincuentes.
No veo a los que me han robado, pero reconozco unas cuántas caras de personas que han pasado por la oficina (mientras escribo ésto, uno de los que he visto en el cuaderno por un delito de robo con violencia se acaba de ir). Y como hace cuatro años, me vuelvo a preguntar que se necesita para adquirir un arma de fuego o si son legales las pistolas eléctricas. Porque jode mucho matarse a trabajar, para que llegue cualquier hijo de p... y tire todos tus esfuerzos por la borda.

Segundo asunto: el seguro. A veces pienso que de honrada soy gilipollas. Ellos dicen que es un hurto y que no pagan y yo les digo que si uno de ellos no se hubiera chocado intencionadamente conmigo (y yo no me hubiera golpeado la cadera) no me habría despistado. Y que han ejercido violencia sobre mí. Les he enviado la denuncia, a ver que me dicen.
Cuando el atraco a mano armada, una de las señoritas que me atendió por teléfono de la anterior aseguradora no quería entender que, aunque no hayan forzado la caja fuerte y yo haya entregado "voluntariamente" el dinero hay violencia si te apuntan con una pistola en la cabeza. Ya en ese momento, un colega policía, totalmente off the record, me dijo que lo mejor era exagerar (=mentir) porque los seguros se agarran a un clavo ardiendo para no pagar.

Ahora estoy de vuelta en la oficina, retomando mi rutina pero estoy cabreada y me cuesta. Tengo la sensación de que ese Estado que debería protegerme a mí (que hago las cosas como se deben y pago religiosamente) protege a los delincuentes, mientras que a mí me deja con el culo al aire (sensación acrecentada desde que soy autónoma).

En fin, este desahogo es algo inútil, pues nada soluciona. Me vuelvo a dejarme los cuernos para salir adelante.

miércoles, 25 de noviembre de 2009

Interesante

Hace un rato, tomando un té en el bar, he tenido la oportunidad de leer en El Mundo (no encuentro el enlace al artículo y mi escáner está kaput) una entrevista con Nasr Hamid Abu Zayd, un teólogo islámico reformista. Lo que cuenta está lleno de sentido común y de sus palabras, podrían aprender tanto dirigentes islámicos como occidentales y extrapolarlo a sus pueblos (anda que no pido...)

Creo que le voy a pedir a los Reyes su libro (que engrosará la lista de lecturas pendientes) "El Corán y el futuro del islam". Y ya que estamos, el último de Amin Maalouf, "El desajuste del mundo".

lunes, 23 de noviembre de 2009

De taxis y relaciones

- ¿Sabes? Me he dado cuenta de que muchas relaciones son como coger un taxi en Madrid un sábado de madrugada.
- ¿Ein?
- Sí, tienes frío y dolor de pies después de una noche de juerga. Te tiras un buen rato en un lado de la Gran Vía. Por tu lado no pasa ningún taxi libre, mientras que por el otro lado, no dejan de pasar taxis vacíos.
- ¿Y?
- Cuando estás en mitad de la calle, cruzando para cambiar de lado, pasa uno vacío que una persona que acaba de llegar coge. Entre reniegos, llegas al otro lado, con la esperanza de llegar pronto a casa. Entonces, imagino que por obra y gracia de Murphy, todos los taxis que hasta ese momento llegaban vacíos, desaparecen para aparecer por el lado que ocupabas antes.
- ¿Y eso de quedarse en el medio para poder optar a ambos lados?
- Mmm, mejor no. Es que esa es la parte en la que te arrolla el autobus o un conductor borracho...
- ¿Y entonces?
- Puedes optar por seguir esperando, que es lo que realmente quieres. Pero cuando te duelen los pies o tienes frío, muchas veces te planteas si no irás mejor en el búho. No es lo que realmente deseas, pero al menos, no pasas frío y te acostumbras a esa pseudocomodidad.
- ¡Qué triste lo pintas!
- Ya ves. También puedes comenzar a caminar hacia casa, a pesar del dolor de pies o del frío, con la esperanza de encontrar un taxi despistado por el camino.
- ¿Y a ti cómo se te ocurren estas cosas?
- Es que mientras esperas a que pase un taxi, te da tiempo a pensar muchas tonterías...

domingo, 22 de noviembre de 2009

The fog of war

Hace unos días, se ha conmemorado el aniversario de la caída del muro de Berlín. Por aquel entonces, yo estaba cursando primero de B.U.P. y mi profesora de historia nos había mandando hacer un trabajo sobre una noticia política que creyésemos que podría tener repercusión en la historia. Teníamos que seguir esa noticia en distintos periódicos (para ver los diferentes enfoques editoriales). Mi elección fue la Perestroika y la apertura económica y política de los países del Este de Europa. Como esa misma profesora nos enseñó, los hechos no están aislados, sino que tienen un contexto previo, con lo que, para entender mejor mi trabajo, tuve que estudiar sobre la Guerra Fría (aunque no muy ampliamente, siento decir).

Anoche estaba haciendo zapping, buscando algo ligero frente a lo que caer dormida. Pero al llegar a Ctk, me llamó la atención la película que emitían (y que da título a este artículo). Estaban hablando Robert S. McNamara. Y recordé ese trabajo de hace veinte años y la crisis de los misiles de Cuba. Me hubiera gustado ver el documental entero, pero Morfeo es un amante muy exigente últimamente.

Así que he aprovechado su redifusión y lo he visto esta mañana.
No sabía apenas nada de la carrera de McNamara, salvo el episodio que mencioné anteriormente. Pero es que además de Secretario de Defensa (y tener una participación importante en la guerra de Vietnam), fue asesor de la Fuerza Aérea en la II Guerra Mundial, presidente de la Ford y presidente del Banco Mundial durante trece años.
La verdad es que ha sido muy interesante poder escuchar, por boca de uno de sus protagonistas, su visión de algunos hechos históricos en los que se vió involucrado.

Recomiendo su visionado (en google videos, está en versión original subtitulada) para todo aquel que le interese un poco el mundo en el que vive.

jueves, 19 de noviembre de 2009

El autobús

Estos días tengo que desplazarme al centro de Madrid. Aunque el metro es más rápido, prefiero el autobús. Me permite ver la ciudad y las nuevas zanjas que nacen a lo largo y ancho de ella (¿Por qué esa manía de cambiar aceras y hacerlas más anchas? ¡Cómo que no tuviéramos cosas importantes en las que gastar el dinero en vez de en chorradas!), observar a mis conciudadanos y encima, me da el solecito.

Como he dicho, me gusta observar. Aunque alguna vez, no me contento con satisfacer mis ansías voyeurs e intervengo. Y mis intervenciones suelen coincidir con cosas que me enervan especialmente. Como el otro día.

Estaba sentada en el autobus y en una de las paradas, subió una mujer con muletas. Muy arreglada, con muchas joyas, muy pintada y medio litro de perfume pero que entró como un elefante en una cacharrería, arrollando a la mujer que iba delante de ella. Como es lógico, le cedí mi asiento.

Según iba avanzando en su trayecto, el autobus se iba llenando y transformándose en una lata de sardinas. (Inciso: los autobuses tienen un aforo de plazas sentadas y de pie, ¿por qué nunca se respeta y se cargan hasta los topes? ¿Tendrá que haber un accidente grave para que se tomen medidas y como siempre se actúe a posteriori?).

En una de las paradas, subió un anciano con bastón. La señora a la que yo había cedido el sitio comenzó a increpar a una chica sudamericana, vestida con ropas sencillas, que estaba sentada en uno de los asientos reservados. La chica, en voz baja y muy educadamente, le respondió que ella estaba embarazada (se le notaba la tripita) y que también tenía derecho a ocupar ese asiento. Finalmente, otra señora mayor, le cedió el asiento al señor y ahí tenía que haber acabado todo.

Pero no.
Sé que si en lugar de la chica, hubiera sido yo, la señora no habría continuado increpándola ni ofendiéndola. ¿Por qué? Pues porque mi piel es blanca, ese día iba muy arreglada y además, tengo un acentazo de Madrid que tira de espaldas.

Con la voz de fondo de la bruja, por no emplear otro calificativo más injurioso y sobre todo, con el silencio cobarde del resto del autobús (yo incluida) se me iba llenando la boca de bilis.
Hasta que no aguanté más, conecté con mi lado más monárquico y le dije un "¿Por qué no se calla?". Reconozco que me hubiera gustado decirle otra cosa, pero aún me pueden las formas.

Sé que mi tono de voz tuvo que ser duro y creo que mi expresión iría a juego, pues la señora enmudeció en el momento. Hizo ademán de replicarme, pero se calló. Algo sensato por su parte, porque sólo necesitaba una excusa para que me alegrara el día y soltarle toda la bilis encima.

En la siguiente parada, tal y como se llenó, el autobús se medio vació y bajó la mujer. Antes de acercarse a la puerta, nos miró a la chica embarazada y a mí con desprecio. La verdad es que que me desprecie una persona así, como que me gusta.

Una vez con ella fuera, comenzaron los comentarios de los que hasta ese momento habían permanecido en silencio. Hubiera continuado segregando bilis, si no hubiera entrado una niña pequeña a la que cedí mi recién recuperado asiento y que me respondió con una sonrisa enorme y preciosa.

miércoles, 18 de noviembre de 2009

Cómo hemos cambiado

Gracias al "Feisbuk", además de a compañeros de la E.G.B. he encontrado a una compañera de la facultad a la que hacía al menos diez años que no veía.
Una de las cosas que me ha dicho ha sido "Te veo muuuuyyy formal con el pelo corto".
(Ella me conoció en una época juerguista, siempre de cachondeo, en la que solía estar con un cigarro en la boca y una copa en la mano).

Hace no mucho comentaba que no me reconocía, tal y como soy ahora, en la Silvia de hace unos años. Sí, hay una esencia que no cambia y que creo que me define, pero otras. (A modo de anécdota, mientras escribo voy dando pequeños sorbos a mi taza de té Pur-eh. Durante muchos años, me acercabas una infusión a menos de un metro y torcía el gesto en señal de asco).

La verdad es que me gusta el cambio. Hay cosas de mí que aún no me gustan, pero sólo es cuestión de cambiarlas con esfuerzo y paciencia.

Lo negativo de este cambio es que siento que mi camino diverge de personas a las que quiero. O ellos no han cambiado o sus cambios no se acoplan a los míos.
Y aunque persiste el cariño, sé (supongo que ellos también) que estas relaciones se agostarán, pues no crecen y sólo se basan en experiencias pasadas.

Quizás, dentro de unos años, nuestros caminos vuelvan a converger. O no y sonreiré al recordar batallitas y viejas amistades como hago ahora.

miércoles, 11 de noviembre de 2009

Una de recuerdos musicales

Hace un rato largo, estaba en un bar tomando algo. En la enorme pantalla plana, tenían puestos vídeos musicales, a los que no prestaba demasiada atención.

Pero entonces han sonado los primeros acordes... Yo no suelo cantar. Lo hago fatal y tengo mucho sentido del ridículo. Pero me he olvidado del mundo, me he dedicado a sentir (pues para mi esta canción despierta ciertos recuerdos) y a "cantar".


Los piratas - Promesas que no valen nada


Esta canción acaba con una estrofa de esta otra (que también es de las que "canto"), que abre otro recuerdo (hoy toca sección: mi vida sentimental).


Miguel Ríos & Manolo García - Insurrección

Lo malo de que se abra la caja de Pandora de los recuerdos, es que cuesta un rato cerrarla. Así que ahora estoy, con los cascos puestos, oyendo música y "cantando" (si a la aberración que yo hago se le puede llamar cantar).

martes, 10 de noviembre de 2009

A cada cerdo le llega su San Martín

Hace un momento, estaba en el bar tomándome un té. El día está gris y yo estoy triste, así que me distraigo contemplando el paisanaje.

Señoras que van de un lado a otro haciendo la compra, dos jubilados hablan frente al bar, arreglando el país; el chico del Top Manta habla con el vigilante jurado del DIA. Dos de mis jubiladas que se me acercan a preguntar como va su lista de espera del IMSERSO (A ver si se enteran, que es muy simple. Delante del ordenador = trabajo; con la boca llena de té y el periódico abierto a mi lado = no trabajo).
La brisa, además de fresco, me trae el sonido de percusión africana que llega del bloque de enfrente. Junto a la zapatería, una gitana con un carro de la compra. Lleno de cosméticos y perfumes robados que le ofrece a las señoras que se le acercan. A mí ni se le ocurre. Entre nosotras lo único que se cruzan son miradas de desprecio y de resquemor mal disimulado. Creo que no le sentó muy bien que rechazara su ofrecimiento llamándola ladrona y mirándola con desprecio.

Estoy disfrutando de mi té cuando les veo acercarse. Un matrimonio al que "adoro". Hace tiempo vinieron a mi oficina de muy malos modos, para la cancelación de un viaje de unas sobrinas que incurría en gastos. Intentaron apabullarme con un "somos funcionarios y conocemos el entramado legal" (si me hubieran dicho, somos de la Camorra me habrían acojonado, pero con eso...) y cuando vieron que no lo lograban, recurrieron al insulto. Por suerte para las sobrinas, vinieron dos días más tarde sus padres, mucho más racionales y educados. Si hubiera sido por sus tíos y dado que tenía la razón y la legalidad de mi parte, no habría movido ni un solo dedo por ayudarles. Pero si se me piden las cosas de buenas maneras, como hicieron los padres (que siguen siendo mis clientes), me muevo.

Así que cuando los he visto, garantes de la honestidad y la legalidad, comprando a la gitana, he sonreído. Porque hay días que el destino, Dios o quién sea, se confabula para que te salga algo bien. Aprovechando que me pillaba camino de la oficina, he pasado por su lado.

"Buenos días, señores ladrones"

¡Qué a gusto me he quedado después de decir eso!. Sé que no está bien, que la venganza no es buena, pero es que de este par tuve que aguantar unas cuántas invectivas del todo injustas, que me dolieron en su momento. Y sé, por lo hablado con otros comerciantes del barrio, que no he sido la única a la que han tratado así.

Al llegar a la oficina, he comprobado que mañana es San Martín. Y recordé el dicho que da título a este artículo.
Desde mi experiencia, yo he pagado una por una, tarde o temprano, todas aquellas cosas que he líado o he hecho mal en mi vida. He tenido demasiados Sanmartines.

Desearía que con las recompensas, sobre todo para aquellos a los que quiero, sucediera lo mismo. Pero nadie ha dicho que la vida tenga que ser justa.

lunes, 9 de noviembre de 2009

Programación infantil

Si usan habitualemnte Google, se habrán dado cuenta (o no) que desde hace varios días en su doodle (el logotipo), aparecen distintos personajes de Barrio Sésamo. Epi, Blas, Coco, Elmo, Caponata o como hoy, el Conde Draco. Y es que mañana se conmemora el 40º aniversario de su primera emisión en Estados Unidos.

Yo tenía cuatro años cuando empezó a emitirse en España, con los entrañables Caponata y Perejil(sustituidos a principios de los ochenta por Espinete y Don Pimpón, que a saber que narices era Don Pimpón). Casi cualquier niño de mi generación ha pasado tardes de su infancia delante del televisor aprendiendo a contar con el conde Draco, cantando con Epi y Blas o viendo como Coco (a mi me encantaba como sheriff Coco con Jaca Paca) se hacía un lío con cerca y lejos o aquí y allá. Después, lo emulábamos en nuestros juegos o como en mi caso, luego se lo contaba, jugando con unas marionetas que tenía de Epi y Blas, a mi hermana mediana (por aquel entonces, un bebé de poco más de un año).

Hoy, al ser festivo en Madrid (y cogérmelo) no trabajo. Llevo todo el día en plan vaguete (aunque he estudiado algo) y después de comer, me he tirado en el sofá a ver la tele (bueno, a dormir la siesta).
Un día cualquiera, a estas horas, los niños ya habrían salido del colegio. Y hubieran encontrado este panorama tan maravilloso en la televisión (sólo he puesto la analógica): una telenovela, un documental de animales, un programa de cotilleos, otro programa de cotilleos e insultos, un reality dónde los chicos bailan...
Ni un sólo programa infantil, salvo en La Otra (la segunda cadena de Telemadrid) en la que están echando dibujos animados de los X-Men.

Desde que tengo sobrinos, me he puesto más al día de modas infantiles, juguetes, series...
Me sorprende ese interés en tratar a los niños como adultos materialistas, irresponsables y consentidos, pero sin contar con ninguna clase de criterio o valor moral. Lo que me choca es que percibo, quizás erroneámente, con una tendencia a infantilizar a la juventud. Bueno y no a los tan jóvenes, como si se quisiera, que viviéramos en una perpetua adolescencia (¡Dios, qué horror!).

Como en todo, tenemos nuestra parte de responsabilidad. Así que a los niños de mi entorno (y mientras sus progenitores me lo permitan) pienso seguir tratándoles como niños, jugando con ellos, enseñándoles y aprendiendo (que sí, que de los niños también se aprende). Y sentándome con ellos a contar murciélagos con el conde Draco.

viernes, 6 de noviembre de 2009

Una duda

Entre otras cosas "agradables", hoy me he desayunado (lo de desayunar es un decir) con esto

¿A estos valientes hijos de puta se les podría aplicar el agravante de "odio ideológico" como se ha aplicado recientemente en un juicio? ¿Qué criterios se siguen, si hay alguno racional, para aplicar los agravantes o eximientes en los juicios?
Si alguien lo sabe y me lo puede aclarar, que me lo diga, por favor.

jueves, 5 de noviembre de 2009

La música que me apetece escuchar hoy

Quizás sea un poco anticuada para mi edad, pero me da igual. Me encanta.


Ray Charles - Hit the road Jack!!


James Brown - It's a man's man's world


Ray Charles - What I'd say


Screamin Jay Hawkins - I put a spell on you
(La canción me gusta desde hace años, pero cuando ví este vídeo, la verdad es que aluciné)

martes, 3 de noviembre de 2009

Curiosidad

He visto en el Feisbuk, que ha aumentado mucho el número de fans de José Luis López Vázquez.

Y digo yo, ¿por qué no se hicieron fans antes? ¿Acaso se olvidaron que les gustaba la labor de ese actor y sólo su muerte se lo ha recordado? ¿No será otra moda más que dentro de cuatro días se olvidará? (Ojo, me consta que tengo contactos a los que les gustaba mucho como actor antes de todo esto)

En fin, que no hay nada como morirse para que te reconozcan méritos... Y lo gran persona que has sido (aunque hubieras sido, que no sé si es el caso, un joputa)

Porque no vas a ser tú la que siempre se acuerde


Es un hermoso nombre el de Silvia. Tiene una bella sonoridad. Suena a selva, suena a flor, suena a pajarillo. Y es las tres cosas a la vez. Evoca la frondosidad, la plenitud de vida y el misterio de la selva, la belleza de la flor y la alegría y libertad del pajarillo.

Silvia es el nombre que se disputan un buen puñado de plantas diversas entre sí. Es el nombre de un pájaro de la especie de las currucas. La más común en España es la curruca de cabeza negra (Sylvia atricapilla). Es una avecilla de pequeño tamaño y plumaje modesto, con el pico delicado y la cola medianamente larga, cuadrada, compuesta de 12 plumas. Se alimenta de insectos y larvas, aunque en el otoño pica a veces la fruta. Es una ave migratoria. Pasa el invierno en África. En la incubación de los huevos se alternan el padre y la madre. Una bella singularidad que se da en poquísimas especies.

Santa Silvia fue la madre de San Gregorio Magno, papa; un personaje clave en la historia de Occidente. No existe desafortunadamente una vida de Silvia y todo lo que existe concerniente a ella son unas pocas y escasas noticias. Aparentemente era de una familia distinguida como la de su marido. Silvia fue notoria por su gran piedad, y dió a sus hijos una excelente educación. Fundó un monasterio en el que vivió buena parte de su vida. Se dedicó a aliviar las penas y la pobreza del pueblo. Su hijo gustaba de hablar de ella en los sermones y ponerla como ejemplo a imitar.
El Papa San Gregorio Magno tenía un retrato en mosaico de sus padres, ejecutado en el monasterio de San Andrés, que es descrito minuciosamente por Juan Diacono (Johannes Diaconus ) (P.L., LXXV, 229-30). Silvia fue retratada sentada con la cara a la vista, y en la cual las arrugas de la edad no pudieron extinguir su belleza; los ojos eran grandes y azules, y la expresión graciosa y animada. El Papa Clemente VIII (1592 - 1605) inscribió su nombre el 3 de Noviembre en el Martirologio Romano. Es invocada por las embarazadas para un parto seguro.


Santa, lo que se dice Santa, tú como que no. Muchas felicidades y que tengas un día estupendo.

lunes, 2 de noviembre de 2009

Humor inglés

He visto un trocito en televisión. Está en inglés, con subtítulos en inglés.
Es buenísimo.