jueves, 31 de diciembre de 2009

Feliz año 2.010

Esta vez me adelanto yo a la socia para desearos, y sé que es un sentimiento compartido por ella, un feliz año 2.010.

Deseo que pasemos pronto la crisis, que tengamos mucha salud, amor y risas y que el año que está a punto de empezar seamos todos un poquito mejor personas.

Y en especial, a mi socia que alcance la felicidad que tanto se merece. ¡¡Y que te eches novio ya!! Que yo quiero ver a una niña guapetona como la de la foto de Reyes corriendo por ahí.

Un abrazo a todos

miércoles, 30 de diciembre de 2009

Me dejo liar

Como ya he comentado en alguna ocasión más, me gusta mucho cocinar. Me relaja y me ayuda a centrarme al mismo tiempo. Me gusta hacerlo para otros, con mimo y dedicación. Desde hacer la compra a servir la mesa... En mi casa se saben muy bien esa cantinela. Y la explotan.

Silvia, podías hacer unos tigres...
No, no, mejor unos mejillones a la vinagreta...
Eh, para mí mejor chipirones rellenos en su tinta...
No, yo quiero tarta de manzana.

Y como estos días tengo tiempo, pues lo hago y me dejo liar. Además, como me tiro todo el día entre fogones, hay un efecto colateral benéfico para mí. Que de tanto ver comida, pues no me apetece comer después. Y este año, me da que va a ser la primera Navidad que no voy a engordar ni un gramo (hasta puede que adelgace y todo...)

lunes, 28 de diciembre de 2009

Cambio de planes (pero ha sido estupendo)

Estas Navidades estoy muy moderada y no he cometido ningún exceso. Porque hoy, y quería reservarme para no cometer uno tras de otro, tocaba el día del exceso: la comida con los amiguetes de la complu. Arroz con bogavante en Parrondo, botella tras botella de vino y después copas en el Geographic o dónde se terciara. Todo aderezado con muchas risas.

Pero ayer me llamó Chiqui diciéndome que salvo él y yo, el resto estaban tocados. ¡Qué malo es hacerse mayor y no darse cuenta de que no nos recuperamos igual de los excesos! Yo tenía los billetes y otros compromisos, así que tenía que venir a Madrid de todas maneras, pero me sabía mal, cuando podemos quedar cualquier otro día, que él se viniera estando el tiempo como está.

Anoche llamé a J. que también iba a estar en Madrid y quedamos para comer. También hubo muchas risas, alguna proposición deshonesta que me estoy planteando el aceptar, pero nada de excesos en las cosas de la manduca.

Y por la noche, hasta hace un rato, el socio, su familia y yo hemos estado cenando e intercambiándonos los regalos que Papá Noel ha dejado en nuestras respectivas casas. ¡Cómo me ha gustado la cara de Diego (que está enorme y guapísimo), su niño, al ver su regalo! ¡¡Y lo que me ha gustado el mío!!
Me han "regañado", me ha caído una colleja (literal), nos hemos puesto al día con algunos cambios (su barba, mi pelo corto), nos hemos reído, he jugado con Diego, hemos cantado un villancico, nos hemos marcado un baile...

Más que un exceso de comida y bebida, que acaba en mi tripa irremediablemente, prefiero el exceso de hoy. De cariño, de risas, de abrazos. De lo que alimenta el espíritu (que el cuerpo tienen reservas).

Muchísimo mejor. Dónde va a parar...

domingo, 27 de diciembre de 2009

Castilla

Hace un rato, viniendo a Madrid, no logré dormirme en el autobus como es habitual. Así que apoyé mi nariz sobre el cristal y me dediqué a mirar el paisaje. Los campos estaban cubiertos de escarcha y aún había algunos jirones de niebla, lo que le daba un aspecto algo fantasmal, como si de un sueño se tratase.

He recordado una conversación que tuve en el viaje de trabajo por tierras castellanas el pasado mes de octubre. Varios de los asistentes empezaron a ensalzar el paisaje norteño, concretamente asturiano y a compararlo con el que veían. El castellano perdía. No tiene mar. No es tan verde. Es más rudo.

Dónde mis compañeros, al mirar los campos de Castilla, vieron aridez, yo ví vida. No es espectacular (o al menos no lo que entiende por espectacular por la mayoría), sino algo más intimista. La cornisa cantábrica conquista a primera vista. Castilla, no es tan apabullante y para quererla hay que descubrirla poco a poco.

Sé que en primavera esos campos se alfombran de flores y cereales, que mecidos por el viento, comienzan una danza, en la que se acarician mutuamente. Sólo hay que observar despacio, con calma.
En verano, tumbada al raso, con los grillos como banda sonora, vuelves tus ojos al cielo limpio de nubes y cuajado de estrellas. Y sueñas.
Esos mismos campos, con la llegada del otoño, se cubren con un manto de hojas, de tonos amarillos, ocres, rojizos...
En invierno, el viento que refresca las ideas y te hace sentir vivo, trae nubes con nieve, que visten los campos con una capa inmaculada.

Pero Castilla no es sólo meseta y campos en los que perder la vista hasta el horizonte. También hay verde, ese que tanto nos epata a los de ciudad. Aunque me faltan muchos rincones por descubrir, me vienen a la mente los Ancares o el Bierzo en León; la Montaña Palentina; el cañón del río Lobos, la Laguna Negra o la sierra de la Demanda entre Burgos y Soria o el parque del Alto Ebro o el desfiladero de Pancorbo en Burgos.

Yo no soy ni Machado ni Azorín (ya me gustaría) pero mientras volvía a casa, las palabras para este ¿artículo? ¿homenaje? me llenaban la cabeza solas.
Así que, con peor o mejor fortuna, aquí está.

sábado, 26 de diciembre de 2009

A través de la ventana

Se subió las solapas del abrigo, intentando protegerse de la nieve, mientras caminaba por la calle vacía. En el bolsillo, la invitación que había recibido por correo. Aunque pensaba que la había recibido por error, ahí estaba. Camino de la casa al final de la calle.

En mitad de la noche, podía ver, a lo lejos, la luz que salía de las ventanas de la casa a la que iba. Deslumbraba en mitad de la noche. La nieve crujía bajo sus pies al acercarse a la ventana.

Desde fuera, a través del hueco que dejaba la cortina, podía observar lo que sucedía dentro de la casa. En el salón, junto a la mesa engalanada para la cena, había varias personas. Algunas de ellas, personas a las que quería. Todos charlaban animadamente, reían, se abrazaban...

Se acercó a la puerta, decidido a llamar y participar de la fiesta. Volvió un momento su vista hacia la ventana. Y detuvo su mano a medio camino del timbre. Toda la escena que se vislumbraba a través del cristal, desprendía calor, alegría y ternura. Se alegró por ellos desde lo más profundo de su corazón pero...Algo en su fuero interno le hacía sentirse un intruso y se sentía culpable por esa intromisón. Ese no era su momento y lo sabía.

Sacó la invitación del bolsillo de su abrigo y sonrió con algo de tristeza, mientras garabateaba unas palabras. Deslizó la nota bajo la puerta y se dió media vuelta. Mejor retirarse sin llamar la atención.

Comenzó a caminar con las manos en los bolsillos. Quizás, algún día, también tuviera su momento pensaba mientras se perdía en mitad de la noche.

viernes, 25 de diciembre de 2009

Día de Navidad

Seguramente fuera el calor de estar todo el día entre fogones, cerca del horno. Aunque yo prefiero creer que es el calor navideño y la alegría de la noche. El caso es que al salir a la calle, a pesar de las bajas temperaturas, yo no sentía frío.

Puse como excusa que había quedado, cuando lo único que quería era un momento a solas conmigo misma. Sin darme cuenta, mis pasos me llevaron hasta la iglesia de mi barrio. Este año no estaba ella para acompañarla y tratar de protegerla con mi cuerpo del frío, pero aún así fui.

La iglesia estaba bastante llena. Sobre todo, mujeres mayores, algunas acompañadas de sus nietos. Rostros familiares, vistos otras tantas Nochebuenas. Me senté al fondo, alejada un poco de todos.

Mientras esperaba a que comenzara el oficio, dejé que mi mirada vagara por la nave de la iglesia. Es una iglesia sencilla, de barrio. No hay oropeles ni grandes obras de arte colgadas de sus paredes, quizás hacía algo de frío, pero es acogedora.
No me considero una persona religiosa, pero las iglesias, los monasterios, tienen algo que me relaja.

Si soy sincera, no presté demasiada atención al oficio, pues mi cabeza estaba en otra parte. Es como si con cada parpadeo, al abrir nuevamente los ojos, contemplara una escena de mi pasado. Una especie de extraño Cuento de Navidad.

Al salir, la lluvia caía mansamente. Mientras todos desplegaban sus paraguas, yo me quité las gafas, las metí en el bolsillo de la chaqueta y salí a pasear bajo la lluvia. Dejando que las gotas bajaran por mi cara, arrastrando algunas lágrimas que se deslizaban por mis mejillas. Estuve paseando bajo la lluvia no sé por cuanto tiempo, hasta que llegué a casa empapada.

Después de la "bronca" de mi progenitora, estuve jugando con ellos un rato a las cartas antes de irme a la cama. Tenía sueño, pues dormí mal la noche anterior, pero tenía que aguantar despierta. Al poco rato, todos se acostaron. Esperé un poco más a que todos estuvieran dormidos para llevar a cabo mi plan.

En mi casa es tradición intercambiarnos regalos después de la cena de Nochebuena. y así hicimos. Pero este año, me propuse que estas Navidades, a pesar de las ausencias, mi familia no perdiera la esperanza y la capacidad de disfrutar.

Me levanté en silencio, en medio de la noche. Y me fui hasta mi escondrijo del que saqué una bolsa con regalitos, para mí también (por no levantar sospechas), que dejé bajo el árbol de Navidad.

Esta mañana me he despertado de las últimas y sonreían. Preguntaban que quién era el responsable, pero yo me hecho la tonta. Y me he sorprendido al abrir mi paquete (espero que la actuación fuera creíble).

Y es que en Navidad, también hay que soñar un poco.

martes, 22 de diciembre de 2009

La bolsa de canicas

Cuando era pequeña mi abuelo me hizo con un recorte de piel, una bolsa para guardar las canicas. Me gustaba mucho jugar a las canicas y no se me daba mal, con lo que el número de mis canicas (pues si ganabas, le ganabas canicas al rival) aumentaba. La piel de la bolsa se iba desgastando y era cada vez más frágil, hasta que un día, no aguantó más y se rompió. Todas las canicas cayeron desparramadas por el suelo y perdí alguna en el proceso.

Hoy he recordado esa vieja bolsa al ver un niño con unas canicas. No porque me apetezca jugar a las canicas, sino porque he pensado en el dolor y en lo que nos puede romper.

Hace unos días, pensaba en que cuando estás sólo sacas el dolor a relucir más fácilmente. Gimes, gritas, gruñes, te retuerces, te encabronas... Lo que sea para buscar algo de alivio. Porque salvo a ti misma, tu dolor no le importa a nadie. Y tampoco le hace daño a nadie, salvo a ti.

Pero cuando te importa algo más que tu propio ombligo, procuras aguantar. Vas acumulando, como si fuera mi vieja bolsa de canicas, los dolores, lamiéndote las heridas en silencio.
Cuesta horrores porque, y hablo por mí (como he estado haciendo desde el principio), el dolor y el miedo no andan demasiado alejados. De vez en cuando, dejas escapar alguna que sabes que, intimamente, no es para tanto.

Hasta que un día, una simple "canica", pequeña, hace que una se rompa. Quizás no haya ningún motivo (aunque, ¿a quién queremos engañar?. Siempre lo hay). O quizás sean todos. El hecho es que todos los dolores y los silencios acumulados se desparraman y braman.

¿Qué hacer? Yo no soy quién para juzgar las reacciones de nadie y esto no deja de ser sino otro ejercicio de egocentrismo. Yo recurro al "silencio". No es que deje de hablar, pues eso (en alguien que habla hasta por los codos) llamaría la atención sobre mí y no quiero. Sólo quiero irme a mi agujero, lamerme las heridas y gritar mi rabia sola para no herir a nadie. Pero me comporto como una trilera, desviando la atención para que nadie sepa que sucede. Aunque me muera de ganas de sentirme acogida y protegida. Quizás, porque en el fondo, no encuentre mi sitio para estar protegida. O quizás, porque como me dijeron hace muchos años, no basta con querer creer.

Supongo que esto será cosa del japonés que vive en mi cuello. O que los viajes en autóbus, contemplando un Madrid lluvioso, dan mucho de sí...

Reyes Magos


Me encontré esto trasteando por casa.

No lo recuerdo pues apenas tenía dos años y medio, pero me da a mí en la nariz que ese señor de barba no me inspiraba mucha confianza.

Ahora, lo que más me gusta, es ejercer de ellos.

¡Feliz Navidad!

lunes, 21 de diciembre de 2009

Juguetes infantiles

El sábado, no sé si porque inhalé pintura en la oficina por la mañana o porque soy pelín masoca, acabé yendo con mis tres sobrinos a la planta de juguetes de un conocido centro comercial. Además de hacer deporte (¿Quién quiere gimnasio pudiendo correr detrás de tres niños pequeños sobrados de energías?), tuve tiempo para la añoranza pues ví algunos de "mis juguetes".

Según mis padres, yo era una niña muy tranquila y poco caprichosa, a la que le dabas un libro o uno de sus juguetes y era capaz de entretenerse sola. Ni una voz más alta que otra, ni una queja. Nada. No había Silvia en horas.

Con dos o tres años, iba a todas partes con Rufo. Rufo era un perro de plástico, con gorro de Sherlock Holmes y grandes orejas marrones, al que llevaba a rastras por todos lados. No me separaba de él ni a sol ni a sombra. Hasta que un día, uno de mis primos, que quería mi perro y era (es) un puñetero envidioso decidió romperlo. He de decir que pasada la llorera inicial, yo le rompí la cara.

Más tarde y coincidiendo con mi única (y espero que siga así) estancia en un hospital, me regalaron unos clicks, unos Barriguitas y una muñeca Nancy negra.
Esta última duró hasta que mi hermana pequeña decidió amputarle una pierna, cosa que me fastidió muchísimo, porque mi muñeca era distinta. Todas las de mis amigas tenían larga melena rubia. Y en mi caso, la que tenía la larga melena era yo.

Los Barriguitas me sirvieron, junto a la Nenuco de mi hermana, a fomentar mi vocación. Los sentaba a todos en el suelo de la habitación, detrás mía, y les iba explicando, con un boli en plan micrófono, el viaje que estábamos realizando.
"Aquí a su derecha tienen la Catedral de Burgos..."

La verdad es que esas muñecas eran muchísimo más bonitas antes, porque ahora, entre los ojos esos tan raros (parecen extraterrestres) y tan pintadas...

Pero sin lugar a dudas, los clicks fueron mi juguete favorito. Me tiraba las horas muertas sentada en el suelo, sola o acompañada, inventando historias o reviviendo historias que leía en libros (una de mis favoritos era "Dos años de vacaciones" de Julio Verne).
Este sábado, con mis sobrinos, volví a jugar con ellos. Montamos la casa y la clínica veterinaria que les regalé a los niños y estuvimos hasta las tantas jugando. Lo que me pude reír con mi sobrino (que hoy cumple tres años) que cogía su mosquetero e intentaba hablar, como hacía yo, con acento francés.

Mientras ellos jugaban y me pedían que sacara mis clicks (pues conservo aún alguno por si, cada vez lo veo más improbable, tengo un niño o me da por tener una regresión infantil), recordaba las tardes de invierno jugando ante las miradas de mis abuelos o de mis padres, compartiendo el tiempo con mis hermanas o amigos; soñando a que encontrábamos un tesoro, conquistábamos un castillo o montábamos una colonia en una isla desierta...

Nos creíamos tan poderosos. Éramos tan inocentes...

miércoles, 16 de diciembre de 2009

¡Ay, qué lastima de hija!

Escena
Una joven, subida en una plataforma, mueve los brazos, cuán pajarraco frente a la televisión mientras repite ¡¡Qué me caigo, qué me caigo!!.
En ese momento, entra su madre en la sala y se la queda observando.

Madre: - ¿Qué haces?
Joven: - Estoy volando
Madre: -¿Qué estás qué?
Joven: - Volando.
Madre (riéndose): - ¡Ay, qué lastima de hija!

A pesar de lo rídiculo que queda una a veces en ciertas posturas, pasas un rato divertidísimo con la Wii.

Otro sobre la Navidad

Hace un rato, estaba preparando unos osos de peluche que espero que dibujen una sonrisa en la cara de algún niño. Mi madre se acercó a ayudarme y mientras preparaba mi particular saco de Mamá Noel, hemos empezado a charlar.

Sé que este año, al fallecer mi abuela no siente las Navidades como otros años. Para mí tampoco van a ser iguales y creo que será un punto de inflexión en como las siento. No me van a dejar de gustar, pero al menos este año, siento que cierta ingenuidad infantil que aún conservaba va desapareciendo y que gana espacio la melancolía. Pero también crece, aunque a veces esté un poco imbécil, una sensación de serenidad y de paz. (que no sé muy bien definir).

Quizás mi madre ha percibido eso, no lo sé. Sólo sé que me ha pedido que intente que las Navidades sean un poco como siempre y que como ve que yo sigo con ilusión, trate de contagiarles un poco, que están mustios. Será porque, aunque ellos no iban a hacerlo y no tenían muchas ganas, yo he montado el árbol (mañana acabaré de decorarlo con mis sobrinos) y el Belén. Y si es necesario y a riesgo de un nuevo diluvio, les canto un villancico (y les pido el aguinaldo).

Este año, más que nunca, me apetece estar con la familia y sintiéndome cerca, a pesar de la distancia, de aquellos a los que quiero. Disfrutando de ellos (ya sería genial si también de los peques) con cualquier chorrada y sintiendo suave esperanza.

Los regalos, las comilonas...es sólo atrezzo.



Faltaba mi villancico favorito. Feliz Navidad.

lunes, 14 de diciembre de 2009

And the winner is...(Canción: Misty)

Como el socio no quiere estar en el caralibro, pero es un pelín cotilla y sé que le gusta la música, le voy poniendo alguna de las canciones que oigo (oímos) por aquellos lares e intercambiamos impresiones. Ésta aún no la puse, pues tengo dos versiones, ambas buenas.

Yo tengo claro cuál es mi "caballo ganador", pero después de un rato discutiendo, Fran y yo no nos ponemos de acuerdo (para no variar). Así que, dado que ambas son buenas (y creemos que váis a disfrutar), lo sometemos al escrutinio popular.


Ella Fitzgerald


Sarah Vaughan

Solidaridad navideña

Como ya es sabido para el que visite estos lares, a mí me gusta la Navidad. La clásica y, preferiblemente, blanca Navidad. La de estar con la familia y los seres queridos y la del intentar ser menos cazurros y mejores personas.

En mi parroquia, e imagino que en la mayoría, se realizan colectas de alimentos para la gente más necesitada (que han aumentado especialmente este año).
En el gimnasio al que he comenzado a asistir, además, harán una colecta de juguetes (me lo he pasado teta comprando puzzles y clicks de Playmóbil para llevar) y creo, al menos el año pasado lo hicieron, en Starbuck's recogen libros.

Hace un rato, haciendo la compra en el super, se lo comenté a una conocida. Y me ha tocado sermón (¿pero por qué a mí?) sobre lo hipócritas que somos al ser sólo solidarios en esta época del año. No tenía ni tiempo ni ganas para discutir, pero me ha fastidiado.

Si yo soy solidaria o no el resto del año, es asunto mío. Con saber que yo actúo como debo, me vale y no necesito colgarme ninguna medalla.
Claro que me gustaría que la gente fuera buena y solidaria todo el año, pero soy realista. Y mira, si es una vez al año, mejor es que ninguna.
Además, yo no pretendo imponer la solidaridad (que impuesta deja de ser solidaridad) a nadie, así que cada uno actúe como quiera.

Aunque aún faltan unos cuántos días para la Nochebuena, os deseo de todo corazón que seáis todo lo felices que os dejéis y que disfrutéis de ella como más os guste. Feliz Navidad.

sábado, 12 de diciembre de 2009

Me han dedicado una canción

Hace un rato regresé del bar del que he hablado en un par de ocasiones últimamente. Había visto a la mujer y le prometí que le llevaría un hijo de mi planta de aloe vera para que lo emplee en la cicatriz y que se le disimule un poco.

Y ya que tenía que ir, quedé a tomar un vino con un amigo. Al ser fin de semana, había música en vivo. Un grupo tocaba boleros, rancheras... y el público canturreaba y aplaudía con más o menos entusiasmo.
El cantante se ha acercado a nuestra mesa y me ha cantado una canción. Sobra decir que me he puesto colorada como un tomate.

Aunque no soy malagueña y no sé si tengo salero, dicen que sí tengo los ojos bonitos. Y me ha gustado. A pesar del sonrojo.

viernes, 11 de diciembre de 2009

Estado de ánimo

No tiene nada que ver con la música que escucho últimamente, pero me acaban de contar algo y mi ánimo ha cambiado de modo radical. El inicio de esta pieza lo reflejaría perfectamente.

Dicen que la música amansa a las fieras. A ver si es verdad. Porque ahora mismo lo que más deseo, y sé que no soy la única por estos lares, es coger un bidón de gasolina y prender fuego a un bloque, a ver si sus habitantes se van a joder a otro lado.

miércoles, 9 de diciembre de 2009

Ultramarinos

Me encantan esas tiendas de ultramarinos de toda la vida. Las del mostrador de madera y mármol, en las que conviven conservas o bebidas con embutidos u otros productos frescos. Como también me gustan las fruterías pequeñas, en las que la fruta no acaba toda sobada por cada cliente.

En Burgos, como bien he podido comprobar estos días, aún sobreviven esas pequeñas tiendas. Aunque no todas se dedican a los productos gourmet, como tienden a hacer para sobrevivir. No tendrán la variedad que hay en una gran superficie, pero cuando le pregunto acerca de la carne de pimiento choricero, el dependiente no me mira como si acabara de aterrizar de Marte.

El lunes estuve en una de esas tiendas. Nada más entrar, se me abrió el apetito al oler tan bien a embutido del bueno (salvo cecina y poco más, llevo mucho tiempo sin comer embutido). Mientras esperaba mi turno, iba mirando los productos que había en la tienda, embriagándome con los olores y además de la cecina, mi compra original, alguna cosa más cayó.

Mis abuelas (las dos) siempre me regañaban cuando me gastaba el dinero y les llevaba algo de esas tiendas, algún capricho que sé que les gustaba. Las dos decían Deja de gastarte el dinero en otros y piensa más en ti. Consejo que ignoraba porque la expresión de la cara, al abrir un paquete con algo que les gustaba, merece la pena (aunque luego no tuviera para salir y me quedara en casa).
Además, con ambas, pero sobre todo con mi abuela Socorro, era especial. Porque a pesar de sus circunstancias vitales, tenían una mente muy abierta y siempre probaban los experimentos que traía.

No sé que me pasa últimamente, pero algo tan tonto como una tienda, abre la caja de Pandora de los recuerdos.

Hurt

Llevo un mes de diciembre muy musical, escuchando principalmente música negra y oldies, que es lo que me pide el cuerpo.

Esta mañana pensaba en una canción. Era capaz de tararearla, pero incapaz de recordar el nombre de la cantante que la interpreta. Como recordaba el título, Hurt, lo puse en youtube, a ver si encontraba cuál era para ver el nombre. Al final, encontré la canción. Hurt, de Timi Yuro, que sale en la banda sonora de la película de Scorsese, Casino. Os la dejo por aquí, para que la escuchéis.



Pero lo mejor fue que volví a escuchar una canción que descubrí gracias a mi amigo Carlos y que logra ponerme los pelos de punta (el vídeo, por lo visto, está rodado unos meses antes de su muerte). He optado por el vídeo con subtítulos, aunque recomiendo escucharla primero sin leerlos. Porque el alma de esa canción se entiende perfectamente.

lunes, 7 de diciembre de 2009

Misa

Hoy hace veinte años que falleció mi abuelo Manuel. Mi abuela tenía costumbre de dar una misa por él en la iglesia del barrio y mi madre y mi tía, han decidido seguir con esa práctica.

Ignoro el motivo, pero la misa ha sido en la capilla anexa. Es pequeña y acogedora, de paredes color crema, salvo la que está detrás del altar, que es de color azul cielo. Junto al altar, había dos floreros llenos de rosas silvestres, que daban a la capilla un olor especial y agradable. Al llegar la capilla estaba prácticamente llena de feligreses. Más concretamente, de feligresas, pues salvo el sacerdote, lo demás éramos todo mujeres.

Me siento en el último banco, contemplando el panorama. Hay rostros familiares, de vecinas y amigas de mi abuela, que saludan a mi tía y a mi madre. Supongo que como no nos parecemos en nada, no me relacionan con ellas. Casi mejor así, porque no tengo muchas ganas de socializar.

Las feligresas comienzan a cantar y veo aparecer al sacerdote. No es el párroco de la iglesia, el que celebró el funeral de mi abuela, sino un hombre mayor. Su rostro tiene una expresión afable, de bondad, sensación que aumenta al ver la sonrisa franca que ilumina su rostro. Se dirige al altar y enciende un micrófono. La verdad es que me intriga, pues con el tamaño de la capilla, a viva voz se escucharía perfectamente. Cuando comienza a oficiar, entiendo el porqué del micrófono. En algún momento de su existencia, le sometieron a una laringectomía.

Al poco de comenzar la misa, más pausada debido al esfuerzo que le supone al sacerdote hablar, entra una feligresa con una niña pequeña. Supongo que es una abuela haciéndose cargo de la nieta mientras los padres trabajan.
Se sientan una fila por delante mía y eso me permite observarla tranquilamente.
Tendrá poco más de tres años y el flequillo rubio le cae sobre los ojos, que miran curiosos de un lado a otro. Cuando su mirada se cruza con la mía, nos sonreímos.
La misa continúa. Mi atención se ecuentra dividida entre el oficiante, que pulsa alguna tecla en mi interior que me hace sentir relajada y la niña, que comienza a impacientarse.

Se levanta, se sienta, mira a su abuela que reza fervorosamente y como ésta le ignora, me mira a mí, que la he sonreído al llegar.
Me hace una mueca. Como no me parece el sitio apropiado para devolverle una mueca, le devuelvo una sonrisa y con la cabeza le señalo el altar y al oficiante. Cuando las mujeres cantan, la oigo cantar...una canción infantil. Y mi sonrisa aumenta.
Llega el momento de darnos la paz. Supongo que la niña no se espera, pues ni su abuela lo ha hecho, que yo me acerque a ella, con una sonrisa y la mano extendida. Al principio, me mira con recelo, pero finalmente, me da la mano. ¡Es tan pequeñita y está algo fría!. Al momento, su abuela se da cuenta y también le da la paz.
Cuando su abuela se levanta para ir a comulgar, la niña quiere seguirla, intrigada, pero ante la prohibición de su abuela, se sienta en el banco. Y comienza a jugar con la estampa, moviéndola de un lado a otro, como si el santo se pasease por encima del banco.
La señora que se sienta a su lado le lanza una mirada reprobadora. Mirada reprobadora que le devuelvo a la señora. ¡Leñe, que sólo es una niña!.

Al finalizar la ceremonia, mi tía y mi madre van a hablar con el sacerdote, mientras yo salgo a la calle. La niña, al salir, se despide de mí con una sonrisa.

La verdad es que la melancolía con la que me he levantado se ha evaporado gracias a esa niña y al oficio tan bonito e intimista.

domingo, 6 de diciembre de 2009

Llueve

Hoy ha amanecido lluvioso en Burgos. La casa permanece en silencio, sólo roto por el sonido de mis dedos al deslizarse por las teclas. De vez en cuando, alzo la vista para mirar por la ventana. Me gusta el verdor del campo que tengo frente a mí y el ver como las gotas de lluvia echan carreras por el cristal.

Siento una mezcla de sosiego, melancolía y hasta alegría, que no sé muy bien explicar, pero que me gusta.

Estoy en la habitación de mi abuela, pues he sido la única a la que no le ha dado reparos dormir en ella. Está tan impregnada de ella, de pequeños detalles que me la recuerdan, que ésto hace que la sienta mucho más cerca. Como que no hubiera fallecido y esté en la casa vieja dando de comer a las gallinas.
Hasta el color de las paredes, azul, que eligió porque a ambas nos gustaba (mi habitación es de un azul casi igual a éste) me hace pensar en ella. En algunos momentos, recuerdo o me fijo en algo y se me anegan los ojos en lágrimas. Pero no pasa nada, es bueno añorar a los que ya no están. Mientras eso sucede, aún viven.

La lluvia arrecia fuera y mientras hago ganas para ir a la piscina, me vuelvo a sumergir en ese cóctel de sentimientos que no sé explicar.

sábado, 5 de diciembre de 2009

¡¡Qué gusto!!

He salido a hacer la compra y dar un paseo por Burgos.

Las luces navideñas que he visto son tradicionales, con sus estrellas, campanas y árboles de Navidad. Y lo mejor, es que en la mayoría de los escaparates, hay un Belén. ¡¡Por fin!!

Aún falta unos días, pero toda Navidad que se precie, necesita un villancico (aunque sea en sajón)

jueves, 3 de diciembre de 2009

Algo de cine

Turulato hace este comentario en el artículo Speakeasy:

Y otro.. En plena matanza hacían películas plenas de ilusión, que cantaban a la vida. Nosotros, en unos tiempos en los que nuestra vida material es incomparablemente mejor y cuyos problemas son ínfimos en relación a los de una guerra, hacemos películas sin luz, tenebristas, y carentes de esperanza.
Curioso.


Me imagino (corrígeme si me equivoco) que con la matanza, te referirás a la Segunda Guerra Mundial. (porque como no te refieras a eso, la que se ha montado una película soy yo)

Ya he confesado en este blog mi pasión por el cine norteamericano "clásico". Y tirando de internet, he podido comprobar las fechas de estreno de algunas de mis favoritas.

Siento especial debilidad por el cine de Frank Capra, que me da esperanza en esa especie animal de la que formo parte.
¡Qué bello es vivir!, que habré visto más de treinta veces, es de 1.946 (posguerra), pero otras películas como Juan Nadie (1941) o Arsénico por compasión (1944), son estrenadas cuando los norteamericanos se iban dejando muerta a parte de su juventud por esos mundos de Dios. Por cierto, de Capra son interesantes la serie de documentales propagandísticos que rodó en plena guerra.

La filmografía de Wilder en esos años, dista mucho de las comedias por las que es más conocido. Hay que entender que tuvo que huir de Berlín y que perdió a su madre en Auschwitz. En esos años, rodó Cinco tumbas al Cairo (1943), Perdición (1944, de la que algún día hablaré, porque es una obra maestra y sale la mejor femme fatale de la historia del cine) y Días sin huella(1945), de la que ya hablé en este blog.

Lubitsch, otro gran maestro del cine y que apoyó a muchos actores y directores que huyeron de los nazis, rodó excelentes comedias. La más conocida, ambientada en la Polonia ocupada es Ser o no ser (1942), pero también destacan Lo que piensan las mujeres (1941) o El diablo dijo no (1943).

Cukor, excelente director de actrices, rodó en 1940 Historias de Filadelfia (otra de mis grandes favoritas), Disney estrenó en el 42 Dumbo y en el 43, Bambi (que me traumatizó la primera vez que la ví), Curtiz estrenó en el 42 un drama con la guerra como transfondo, Casablanca y sin olvidar la gran sátira de Hitler que es El gran dictador (1940) de Chaplin (si podéis ver la escena en la que Hynkel (Hitler) y Napaloni (Mussolini) se conocen. La tenéis aquí)

Aquí sólo he mencionado a algunos, pero en todos, hasta en los dramas de Wilder (aunque más cubiertos por sombras) se ve esa luz y esos cantos a la vida.
De todas formas, siendo justos, según van llegando bolsas de cadáveres y noticias sobre lo que sucede en Europa, el cine se va oscureciendo (para muestra, Tener o no tener, Laura o las mencionadas de Wilder)

Más que de cine, hablamos de valores y de una forma de enfocar la vida. Y aunque nuestra sociedad en algunos casos flaquea, siempre hay algunas islas y refugios por los que conservar la esperanza. En el cine y en el día a día.
Turulato, como en el día a día seguro que conoces algunas de esas islas, me permito recomendarte algunas películas que tienen esa luz de la que hablas. Así, me viene a la mente la deliciosa Up. O Pequeña Miss Sunshine. O la archiconocida Amelie (aunque a mí no me apasiona tanto como a la mayoría de gente que conozco).
También incluiría una película como Cartas desde Iwo Jima, a pesar de que en un primer momento, entre matanza y matanza, no se pueda creer que da pie a la esperanza.

Manifiesto "En defensa de los derechos fundamentales en internet"

Ante la inclusión en el Anteproyecto de Ley de Economía sostenible de modificaciones legislativas que afectan al libre ejercicio de las libertades de expresión, información y el derecho de acceso a la cultura a través de Internet, los periodistas, bloggers, usuarios, profesionales y creadores de internet manifestamos nuestra firme oposición al proyecto, y declaramos que…

1.- Los derechos de autor no pueden situarse por encima de los derechos fundamentales de los ciudadanos, como el derecho a la privacidad, a la seguridad, a la presunción de inocencia, a la tutela judicial efectiva y a la libertad de expresión.

2.- La suspensión de derechos fundamentales es y debe seguir siendo competencia exclusiva del poder judicial. Ni un cierre sin sentencia. Este anteproyecto, en contra de lo establecido en el artículo 20.5 de la Constitución, pone en manos de un órgano no judicial – un organismo dependiente del ministerio de Cultura -, la potestad de impedir a los ciudadanos españoles el acceso a cualquier página web.

3.- La nueva legislación creará inseguridad jurídica en todo el sector tecnológico español, perjudicando uno de los pocos campos de desarrollo y futuro de nuestra economía, entorpeciendo la creación de empresas, introduciendo trabas a la libre competencia y ralentizando su proyección internacional.

4.- La nueva legislación propuesta amenaza a los nuevos creadores y entorpece la creación cultural. Con Internet y los sucesivos avances tecnológicos se ha democratizado extraordinariamente la creación y emisión de contenidos de todo tipo, que ya no provienen prevalentemente de las industrias culturales tradicionales, sino de multitud de fuentes diferentes.

5.- Los autores, como todos los trabajadores, tienen derecho a vivir de su trabajo con nuevas ideas creativas, modelos de negocio y actividades asociadas a sus creaciones. Intentar sostener con cambios legislativos a una industria obsoleta que no sabe adaptarse a este nuevo entorno no es ni justo ni realista. Si su modelo de negocio se basaba en el control de las copias de las obras y en Internet no es posible sin vulnerar derechos fundamentales, deberían buscar otro modelo.

6.- Consideramos que las industrias culturales necesitan para sobrevivir alternativas modernas, eficaces, creíbles y asequibles y que se adecuen a los nuevos usos sociales, en lugar de limitaciones tan desproporcionadas como ineficaces para el fin que dicen perseguir.

7.- Internet debe funcionar de forma libre y sin interferencias políticas auspiciadas por sectores que pretenden perpetuar obsoletos modelos de negocio e imposibilitar que el saber humano siga siendo libre.

8.- Exigimos que el Gobierno garantice por ley la neutralidad de la Red en España, ante cualquier presión que pueda producirse, como marco para el desarrollo de una economía sostenible y realista de cara al futuro.

9.- Proponemos una verdadera reforma del derecho de propiedad intelectual orientada a su fin: devolver a la sociedad el conocimiento, promover el dominio público y limitar los abusos de las entidades gestoras.

10.- En democracia las leyes y sus modificaciones deben aprobarse tras el oportuno debate público y habiendo consultado previamente a todas las partes implicadas. No es de recibo que se realicen cambios legislativos que afectan a derechos fundamentales en una ley no orgánica y que versa sobre otra materia.

Este manifiesto, elaborado de forma conjunta por varios autores, es de todos y de ninguno. Si quieres sumarte a él, difúndelo por Internet.

Speakeasy

Anoche en las noticias, ví una sobre la proliferación de restaurantes clandestinos. Me gustaría probar uno de estos, la verdad, pues me da que tiene que ser una experiencia divertida. Y me llamó la atención uno de Barcelona que se llamaba Speakeasy.

Si alguno no lo sabe, los speakeasy eran los locales clandestinos en los que se servía alcohol durante la época de la Prohibición en los Estados Unidos. Los de más nivel, que normalmente controlaban las familias mafiosas, tenían actuaciones en directo. Charleston, Jazz...

No sé muy bien porque, pero ese período y ese lugar de la historia, me fascinan. Quizás porque siempre quise saber bailar o porque siempre quise tener una Thompson metida en un estuche de violín (mirad aquí). O más bien, porque esa clase de música y esos garitos, dónde tomarse un buen cóctel, me han gustado siempre y más desde que ví la película Cotton Club.

¡¡Cómo me hubiera gustado estar en el Cotton Club en esa época!!. Y es que en ese mítico garito, actuaron y se dieron a conocer grandes figuras como Ella Fitzgerald, Louis Armstrong, Count Bassie, Cab Calloway o Duke Ellington entre otros.

Con la película que menciono más arriba (y con Blues Brothers) nació esa afición por la música con swing y alma (y con la película sobre Glen Miller interpretada por James Stewart, que la olvidaba). Además, el compartir mi vida con una persona, que era un auténtico fanático del jazz y el blues, no hizo sino acrecentarla (yo a él le contagié el gusto por el soul, que es lo que yo más escuchaba).

Hoy tengo uno de esos días, en los que gustosamente cerraría la oficina y me iría a un garito lleno de humo (a pesar de lo poco que le gusta a mis bronquios). Sentada en una mesa con un Long Island Iced Tea frente a mí y el cuaderno para escribir mis idas de olla, mientras suena algo como lo que sigue. Y si luego, vamos cambiando a Ella Fitzgerald o de Billie Holiday, estupendo.

martes, 1 de diciembre de 2009

Navidad, Navidad...laica Navidad

Navidad (según la RAE): Natividad de Nuestro Señor Jesucristo.
Con lo que no hay que ser un lumbreras para entender que es una celebración con connotaciones religiosas. Entonces, ¿a qué viene esa moda de las navidades laicas?

Me explico.
Hace unos días, estaba en un centro comercial con mis sobrinos y ya estaba la decoración "navideña". Un árbol, luces, renos...pero ni un sólo Belén. Eso sí, osos polares y pingüinos a patadas, que todo el mundo sabe que son elementos propios de las Navidades...de Groenlandia (supongo).

Ayer, al salir del dentista, doy un paseo por Madrid para hacer algunas compras navideñas. Me fijo en la decoración en Gran Vía. Luces que simulan el skyline ¿madrileño?. ¿Será que también a Belén ha llegado la especulación inmobiliaria?
En Fuencarral, hojas otoñales (alguien del ayuntamiento se perdió el episodio de Barrio Sésamo dónde explicaban las estaciones del año...)
En la calle Mayor, decorado con mariposas. Que como todo el mundo sabe es un animal típicamente invernal.

La verdad es que, aunque quizás sean menos fashion que el árbol navideño de Ágatha Ruiz de la Prada que adorna la Puerta del Sol, echo de menos los típicos belenes, con sus pastorcitos, su riachuelo y demás. Y es que a mí, ¡qué se le va a hacer! me gusta la Navidad y que las cosas sean lo que de verdad son.