lunes, 30 de junio de 2008

Tarde en la piscina

Me siento en el borde la piscina, con las piernas sumergidas en el agua. Cierro los ojos y con las yemas de mis dedos, acaricio la superficie, dibujando sin pensar en lo que hago, pues mi cabeza está en otra parte.

Oigo un rumor sordo de conversaciones a mi espalda, pero no soy capaz de entender lo que dicen. Y la verdad es que tampoco me importa. Seguramente, para quién me observe, pueda parecer que estoy tomando tranquilamente el sol, relajada. Pero mi cabeza es un hervidero de pensamientos, discutiendo conmigo misma, recordando, analizando, planificando...

Al revisar algunos recuerdos, siento como la melancolía se pega a mí como una segunda piel. Comienzan a caer lágrimas por mis mejillas. Es gracioso antes no me permitiría llorar en público y así mostrar que soy vulnerable. Ahora, lo único que me preocupa es que los que me quieren, al ver mis lágrimas, crean que estoy mal y se entristezcan. Porque yo sé que la melancolía es algo inherente a mí, como también lo es la risa, y no es mala. Sólo es otra faceta.

Hace calor y me pica la espalda por el sol. Me zambullo en el agua fría y las lágrimas se diluyen en el agua. Nado de forma mecánica, mientras sigo dando vueltas a mis cosas.

Después de unos largos, regreso al lugar en el que estaba sentada y apoyo mi barbilla sobre mis brazos, en el bordillo, descansando. Entre la quemazón de los ojos por el cloro y que no llevo las gafas, más que ver, intuyo las formas.

Ahí está mi abuela, tan menudita. Cuando hablaba con ella por teléfono la semana pasada, me contaba sus achaques y lo pachucha que estaba, que no salía de casa ni para ir a misa. Ahora la veo sentada en la sombra, charlando con una señora también mayor y no puedo evitar sonreír al sentirme una medicina de metro setenta. Y es que me imagino que no necesita últimamente más, para estar algo mejor, que tener a los suyos cerca. Me quedo un rato mirándola, con cariño, sin que ella se dé cuenta.

Vuelvo a sentir calor y me hundo hacia el fondo de la piscina, para nadar un rato y refrescarme. Cuando saco la cabeza del agua, creo ver a mi abuela en pie junto a mi tío, que ha venido a buscarla para regresar a casa. Salgo del agua para despedirme de ella y me llevo una regañina por estar tanto tiempo en el agua tan fría.
¡Que te vas a resfriar! ¿Has traído una chaqueta para ir luego a los fuegos?
Me entran unas ganas enormes de darle un abrazo de oso, pero entre que estoy empapada y lo frágil que la veo, me da miedo hacerle daño. Así que me contento con darle un par de besos enormes y sonoros en la mejilla.

Vuelvo a la piscina a intuir un poco el panorama.
Hay una niña, Marta (sé su nombre por las voces que pega su madre). Es muy pequeña, canijilla, con no más de cuatro años. En su figura destacan los enormes manguitos de color rosa. Le protesta a su madre porque quiere venir al agua conmigo y su madre no la deja porque el agua esta fría. Por fin, Marta se sale con la suya y viene al agua.
Echamos una carrera, que naturalmente pierdo. Al par de minutos, su madre la saca a la fuerza, porque tirita de frío. Pero la niña es cabezota (y me gusta), se zafa de la madre y vuelve al agua. Ha aprendido y no se acerca a la orilla, para que la madre no pueda cogerla y obliga a la madre, que da grititos ridículos por el frío, a meterse en el agua.

Van y vienen más vecinos, pero sigo con la piscina para mí y mis pensamientos. Sólo mi tranquilidad se ve perturbada por unos chavales que acaban de llegar de fiesta, visiblemente alcoholizados. Por suerte, se van pronto, pues el agua tan fría les puede quitar el pedo y según les oigo decir hay que beber hasta la inconsciencia.

Salgo a secarme al sol y a charlar con unos conocidos que viven en Bélgica. En un rato, entre risas, Gonzalo y yo arreglamos el país, Europa y si se descuidan, el mundo. Una alerta en el móvil me avisa de que falta poco para prepararme. Le pido a mi tía las llaves de la casa de su novio para subir a darme una ducha antes de irme al teatro, pero antes no me resisto a darme el último chapuzón.

Mientras espero a que llegue mi acompañante a buscarme para irme al teatro, oigo voces desde la piscina. Parece que Marta ha vuelto a escaparse del cuidado de su madre y ha vuelto al agua. No puedo evitar reírme.

Fue una buena tarde, equilibrada. De las que hacía tiempo que necesitaba.

viernes, 27 de junio de 2008

Llega la operación bikini a la Comunidad de Madrid

En épocas de vacas flacas, mi "querida" Espe "la que no llego a fin de mes con mi sueldo de casi nueve mil euros al mes" ha decidido prescindir de algunos consejeros para "adelgazar los gastos de la comunidad de Madrid".

Si es lo que pasa por irse a la playa. Que una se mira en ojos de otros y le entran las inseguridades con los michelines. Y ella este fin de semana pasado en Valencia, vió que tenía un par de ellos (Lamela y Prada) y eso no puede ser.

Espe, no desesperes. Que entre tus dietas en la Comunidad de Madrid y lo que nos ajustamos el cinturón los otros, Madrid te va a quedar con un tipín...

Lo que me pregunto es, ¿por qué será que adelgazamos económicamente siempre por el mismo lado (por el del ciudadano de a pie)?

Calor

Tenía calor y había agotado las reservas de agua fría de la nevera. La cerveza no está entre mis bebidas favoritas y las bebidas con gas o edulcoradas las estoy dejando, así que no tocaba más que esperar a que se enfriara una de las botellas de agua.

En la espera, escuchaba de fondo a un cocinero de la televisión. Batido de capuccino.
Miré la batidora de vaso. Al estar sola en casa, no iba a molestar a nadie si me ponía a hacer ruido. Y el café no me iba a despejar más que los que estaban lanzando petardos en la calle, celebrando el triunfo de "La Roja".

Cogí el Jamaica Blue Mountain que me trajo una cliente de Jamaica, enchufé el molinillo de café y la cocina se llenó en un momento del delicioso aroma del café recién molido y más tarde, del café recién hecho.

Unos pocos hielos en la jarra de la batidora, que parecía que eso estaba muy cargado, y el café templado.
Con un chorro de leche fría mucho mejor.
Eso parecía tener buena pinta...
¿Qué tal un poquito de ron? Un poquito más que este añejo está muy rico. Ups, se me ha ido la mano. Bueno, el ron y el café casan muy bien, así que no problema.
Acabado.

Me sirvo un vaso y le echo una pizca de cacao en polvo por encima. Está cremoso, es dulce, pero también refrescante. Con el vaso en la mano, miro la jarra de la batidora.

¿Y que hago con todo lo que queda en la jarra? He hecho demasiada cantidad y estas cosas están ricas recién preparadas, que si no, se aguan. Y si lo dejo mucho, va a costar fregar más la jarra si se reseca. Además, con este calor entra de bien...

Menos mal que no tengo resacas y sí una buena filmoteca...
Porque me da a mí, que va a ser una noche muy larga.

*Editado: La noche fue larga, aunque menos de lo esperado, pero no a causa del batido. ¡Maldito calor! ¡Y maldita la sordera de algunos que les hace berrear de ese modo a las tantas de la madrugada!

jueves, 26 de junio de 2008

Enano cabrón

Ayer, al salir de la oficina, me encontré con un cliente y estuvimos charlando un rato. Entre el popurrí de temas que tocamos estaban nuestros estudios. Es unos años mayor que yo, pero estudiamos en el mismo colegio e instituto y tuvimos profesores comunes. Y ambos coincidimos en nuestra apreciación del director de nuestro colegio, don Tomás.

Era un hombre bajito (como mucho el metro sesenta), con cara de mala leche. Si el rostro es el reflejo del alma, a él le quedó niquelado. Porque era un cobarde malnacido y no se molestaba en ocultarlo.
En una época que supongo que a algunos les pilló con el paso cambiado y no sabían muy bien que hacer o esperar, él se quedó anquilosado en el pasado (allá por la época victoriana) y se permitía toda clase de abusos de autoridad, que le habrían resultado eficaces anteriormente.

Recuerdo la envidia que sentía por dos compañeros de clase, resultones ellos y que tenían a casi todas las chicas de clase detrás de ellos.
Cosa que cabreaba al director, que se creía una especie de Adonis ante el que las mujeres, que éramos poco más que objetos sexuales o decorativos, caeríamos rendidas a sus pies.

Recuerdo como humillaba a estos compañeros en clase constantemente, riéndose de sus fallos o como les daba puñetazos (en broma según él, pero que dejaban cardenales) en el brazo. En una ocasión, cogió por el cuello a uno y lo empujó contra la pared ante nuestra mirada atónita y asustada. En otra clase, rompió una regla de plástico de un golpe en la espalda de un compañero y más abusos de este tipo. Y por lo visto, cuando fue mi profesor ya se había moderado, que antes era peor.
Nosotros éramos niños y teníamos miedo. La autoridad nos imponía y además, muchos padres, acostumbrados a su (des)educación pensaban que si te daban es porque algo habías hecho. Pero una parte de crecer es enfrentarse a los miedos y al cabo del tiempo, nos interpusimos ante ese abuso, parando los golpes o protegiendo a los compañeros y alguno se llevó un pescozón por eso.

Yo tuve suerte. Jamás recibí un golpe y una vez que me levantó la mano, le encaré dispuesta a devolverle el golpe.
A mí me tocaba humillación y más de una y de dos veces, tuve que contener las lágrimas en clase para no darle una satisfacción.
Aunque también tuve mi pequeño triunfo. Hace poco, charlando con otra amiga, me recordó el día que le salió el tiro por la culata y la expresión que se le quedó de rabia mal contenida. "Todos pensábamos que se levantaba y te cruzaba la cara de un guantazo..." me dijo mi amiga. Y lo mejor, es que yo no lo hice a propósito, sino del modo más inocente que pude.

Como dije en un artículo hace mucho tiempo, tuve grandes profesores y grandes seres humanos de los que aprendí mucho. Otros más mediocres que me dejaron indiferentes.
Pero hubo otros, como el enano cabrón, que con su inquina y su odio, me enseñaron algo importante: quello en lo que no me quiero convertir.

miércoles, 25 de junio de 2008

Diálogo con Hyde

- Quizás debería creer en todas esas supercherías y rituales, haber hecho una hoguera y quemado aquello malo de mi vida, de lo que me quiero deshacer.
- ¿Y por qué no lo hiciste? Eso no hace mal a nadie...
- Porque me da que prenderse fuego a lo bonzo, tiene que ser tremendamente doloroso.

Porque es mejor reír que llorar...

Gracias al último artículo de Café con pólvora , recordé a Les Luthiers y las risas que me he echado gracias a ellos.

Como prefiero llorar de alegría que no de tristeza (y hoy estoy más próxima a lo segundo), busqué uno de mis temas favoritos. Y es que entre la compañia que fue inmejorable y ese "¡¡Nos descubrieron!! ¡¡Por fin, nos descubrieron!!" hizo que empezara a gustarme este genial grupo.






Les Luthiers - Cantata del Adelantado Don Rodrigo Díaz de Carreras, de sus hazañas en tierras indias, de los singulares acontecimientos en los que se vió envuelto y de como se desenvolvió

Una de Coldplay


Coldplay - Fix you


¿Y si hay una niebla tan espesa que no te deja ver las luces?

jueves, 19 de junio de 2008

El himno español

Hace unos meses, se planteó que el himno español tuviera letra para que los deportistas no tarareasen un "chunda, chunda" cuando ganan algo.

Hubo propuestas, salió una escogida pero que echaron para atrás y cayó en el olvido.
A mí la verdad es que me gusta tal y cómo está, sin letra. Y no entiendo muy bien porque algunos se sentían acomplejados porque nuestro himno no tenía letra y de otros países sí...

Hoy trasteando por internet, encontré la propuesta de himno de Gomaespuma.
Y la verdad es que, de lo oído, es la que más me gusta, porque creo que refleja una de las cosas (hay muchas más, aunque algunos se empeñen en lo contrario) que nos une: el buen papeo.




Aun así, me sigo quedando con la versión instrumental.

Grease


Como dicen estos días en las noticias, se celebra el 30º aniversario del estreno de la película Grease.

Quizás no pase a la historia del cine por ser una obra maestra, pero es muy entretenida. Es de esas películas, que aunque las hayas visto treinta y siete veces, acabas echando un vistazo en su enésima emisión por televisión y de la que casi todo el mundo, puede tararear algún fragmento.

No recuerdo la primera vez que la ví, pero seguramente siendo muy pequeña. Y como todos los musicales, dado mi nulo talento para el cante y el baile, me encantaría y lo vería fascinada, con los ojos abiertos como platos.
Lo que sí recuerdo es haber jugado de pequeña a imitar con la pandilla del barrio alguna escena de la película y ahora sonrío al vernos a mis hermanas y a mí, de pie sobre la cama de mis padres, haciendo el número de "Grease Lightning".

Esa canción seguramente sea de las más conocidas junto al Summer Nights, aunque quizás la más conocida e imitada sea You're the one that I want.
Pero yo hoy quiero compartir una que quizás es más desconocida pero que, desde mi humilde punto de vista, es la mejor de toda la película (cantada por el mejor personaje) y que me encanta. Supongo que siempre sentí simpatía por los personajes algo marginales



Y si alguno tiene por ahí el frasco de gomina, se prepara el tupé y quiere mover el esqueleto, le dejo un número de baile con mucha marcha.

domingo, 15 de junio de 2008

Sábado en Madrid

Después de la sesión de peluquería y de un almuerzo agradable con un cliente, tocaba aprovechar un regalo que me habían hecho en la oficina y fui con una amiga a ver la obra de teatro Que viene Richi, la versión española de la obra The Nerd de Larry Shue, que os recomiendo si podéis ir a verla.


Interpretada por Ángel Martín (el presentador de Sé lo que hicistéis en la Sexta) y Secun de la Rosa (conocido por su participación en "El otro lado de la cama" y la serie Aída, dónde interpreta al hermano gay de Mauricio) cuenta la historia de Guillermo, un joven arquitecto que recibe la visita inesperada de Richi, un compañero del ejército que le salvó la vida...y que ha regresado para trastocársela. Y como lo divertido y pintoresco acaba convirtiéndose en un infierno particular...y desternillante.
Porque no será una gran obra, pero con esta comedia de enredos yo me reí a carcajadas hasta que las lágrimas me corrieron por las mejillas.

Al salir de la obra, disfrutamos de una agradable noche madrileña...como los miles de personas que estaban sentadas en las terrazas y alegraban las calles. Como el bar al que íbamos a ir estaba llenísimo, nos dimos un paseo hasta las cercanías del Palacio Real y cenamos tranquilamente en Las Tres Manolas. ¡Qué rico que está el bacalao con alioli de miel y cómo me gusta el maître!

Después de la cena, una conversación agradable (en la que hablamos desde hombres a política, aliñado con idas de olla) y una copa de calentamiento antes de salvar al mundo (otra de mis idas de olla) eliminando a unos cuántos mojitos en el Cuando salí de Cuba.
¡¡Yo quiero aprender a bailar así!! ¡¡Qué forma de mover las caderas!! ¡¡Ese trasero tenía un movimiento hipnótico!! Chicos, no sabéis lo que aumenta vuestro atractivo si sabéis bailar...

Como casi todas las noches de sábado en Madrid, lo complicado es conseguir un taxi a ciertas horas. Aprovechando lo agradable de la noche, un paseo Gran Vía abajo con conversaciones divertidas y algún momento surrealista (como que te pregunten la hora, te mires la muñeca desnuda,pero con la marca del reloj, y les des la hora a ojo de buen cubero, fallando sólo por siete minutos) hasta lograr un taxi frente al Ritz.

Hoy noto el cansancio de ayer (porque además una llamada inoportuna me ha despertado muy temprano), pero sé que las risas, me habrán alargado la vida unos cuatro o cinco años. Y eso es lo que cuenta, ¿no?

sábado, 14 de junio de 2008

Y yo con estos pelos

Creo que equivoqué mi profesión y tenía que haberme dedicado a la peluquería. No porque tenga estilo peinando (que no mucho, la verdad) sino por una cuestión meramente económica. Me crece mucho el pelo y si no quiero parecer un perro de lanas inglés (por el flequillo) tengo que ir al menos cada tres semanas a la peluquería.

Hoy tocaba (que además el pelo da calor) así que después de la oficina y antes de quedar a comer con un cliente con el que me llevo muy bien, he pasado por chapa y pintura.

Ir a la peluquería, como decía un monólogo por ahí, es toda una aventura o una película de terror. Yo tengo un problema (entre tantos). Cada vez que me lavan la cabeza, me quedo tan relajada y medio dormida (o dormida del todo, que también me ha pasado) que hacen con mi pelo lo que quieren. Y claro, alguna vez me he despertado para comprobar con horror a la extraña con pelos raros que me contemplaba al otro lado del espejo. Y es que a veces, creo que los peluqueros y yo hablamos idiomas distintos.

Porque vamos a ver. Si tú le dices, quiero algo que esté peinado, pero que parezca natural y no recién salida de la peluquería, ¿cómo acabas pareciendo una mezcla entre una muñeca manga, Esperanza Aguirre y el peinado de Tormenta en la película X-Men 3?

Hay misterios en nuestro día a día que parecen insondables.

(Otro a estudiar sería el bloqueo que tiene el hombre medio y que le impide fijarse en los cambios de peinado de las mujeres de su entorno.
- Anda, te veo muy cambiada, más joven. ¿Te has hecho algo? Un lifting, jajaja. ¡Ya está! No llevas gafas.)

viernes, 13 de junio de 2008

Leyendo el periódico un rato

- ¿Qué haces, insensata? ¡Suelta ese periódico ahora mismo! ¿No te he dicho ya muchas veces que leer la prensa te sube la tensión?
- Ya, pero...Es que hay que estar informada de lo que sucede en el mundo.
- ¿Es qué no aprendes? ¿No quieren qué os convirtáis en zotes? Y tú, ¡hala!, llevando la contraria. Mira que si no lo haces, te vas a convertir en un bicho raro...
- ¡Cómo si no lo fuera ya! Fíjate, estoy peleándome conmigo misma...
- Rarita si que eres, sí... Yo me lo haría mirar por un loquero.
- Sí, pero se te acabaría eso de ocuparme las neuronas, bonita.
- Estoo...lee y calla. Que no veas lo difícil que se ha puesto ocupar un cerebro que funcione...

- Ayer decía a los chicos que deberíamos exigirles a nuestros políticos un nivel mínimo de inglés para que no hagan el ridículo cuando se van de gira por esos mundos de Dios.
- Tú pides mucho...
- Pues sí, me estoy dando cuenta de ello. Porque primero hay que pedirles un nivel mínimo de español y de cultura general.
- ¿?
- ¿Ves? Tanto dormir últimamente que no te enteras de lo que pasa en el mundo. Mira los comentarios que trae la comparecencia de la ministra de "igual da".
- Ah, lo del famoso teléfono para los maltratadores. ¿Para cuándo controles de alcoholemia y drogas a los políticos? Es que tienen unas ideas...
- La solución a ese grave problema, fíjate tú. Pero no, no es eso. Es el famoso miembras y su rídicula pretensión que un término así podría admitirlo la Academia de la Lengua. Aunque lo mejor fue la excusa esa de que había oído un término similar en un viaje a Latinoamérica...
- Míralo por el lado "bueno". Ya le hemos encontrado utilidad al ministerio de marras. Además de gastarse nuestro dinero, claro. Mientras se habla de sus payasadas, no se habla de cosas realmente importantes.
- No, si hablar no se habla. Se tergiversa el lenguaje. Que los trasvases no son trasvases y las crisis tampoco. ¿Sabes? Esa manipulación del lenguaje tiene un tufillo a totalitarismo que me da un mal rollo...
- Mejor no lo pienses. Mira, algo para que no te suba la tensión...
- A ver, a ver. Bush afirma que respetará la decisión del Supremo sobre los presos de Guantánamo" . Pues sí, es una buena noticia. Ha llegado algo tarde, pero es bueno.

- ¿Tú crees que algún día nuestra democracia se hará mayor como la de otros países? ¿Y qué nos mereceremos mejores políticos que los que tenemos ahora?
- Podrías preguntarme algo más sencillo. Como el sentido de la vida o que te hablara sobre la fisión nuclear...
- Me "encanta" tu optimismo.

jueves, 12 de junio de 2008

Fin de semana de desconexión

Este fin de semana pasado, tuvieron lugar las Segundas Jornadas Gastronómicas Peladillas. ¿Qué qué es eso? Una excusa como otra cualquiera para quedar con los amigos, irnos a una casa rural, comer, beber, reírnos y disfrutar de la compañía.

El paraje elegido, como en la ocasión anterior, unas casas rurales en el Valle de las Iruelas, cerca de El Tiemblo, en Ávila.

(Esta es la vista desde la puerta de nuestra casa)

Llegamos el viernes por la noche, después de recoger a Carlos que venía desde Londres. Como llegamos muy tarde, pensábamos que nos iba tocar dormir al raso (no hacía mala noche para ello), pero tuvimos suerte y nos estaban esperando e inauguramos oficialmente las jornadas, dándole buenos tientos a la paletilla ibérica y a las botellas de ron.
Fue una maravilla contemplar un cielo así de cuajado de estrellas y tuve la oportunidad de charlar con alguna, aunque fue una conversación breve.

Fue una noche tranquila, entre risas, conversaciones interesantes, exaltación de la amistad y tras la cuál acabamos Nacho, Carlos y yo, a las siete de la mañana, con los pantalones remangados y metidos en el Embalse del Burguillo (el agua estaba buenísima). Nos fuimos a dormir cuando los vecinos (y sus niños) se levantaban a desayunar.

Yo sólo conseguí dormir veintiséis minutos, así que aproveché para recoger un poco y sentarme al solecillo, con un vaso de leche fría, a pensar en algunas cosas que se dijeron y en los últimos acontecimientos de mi vida.

(El embalse del Burguillo. Más lleno de agua que en febrero)

Por la mañana, esperábamos la llegada del resto y de la carnaza que iba a ser nuestro almuerzo ese día...
Bajamos a comprar al pueblo algunas provisiones que nos faltaban y volvimos a casa a tomarnos el aperitivo y esperar a que todos fueran llegando.

¿A quién se le ocurrió dejarme a mí, urbanita de pro, a cargo de la barbacoa? Para ser mi segunda barbacoa en toda mi vida, me quedó bien. Y la idea del pan tostadito con ajo y tomate triunfó bastante.

Disfrutamos de una buena comida al solecito, Carlos y yo empezamos a transmutar en cangrejitos y nos reímos muchos entre chuleta y chuleta. Y bueno, hay que ver lo "monos" que están Carlos y Anaime posando con uno de los cascos de la obra de Chiqui.

Por la tarde, después del café y una copa en el bar del complejo, sesión de juegos de mesa. ¿Alguno ha jugado al Doom en ordenador? Pues en tablero. ¡Por Dios, qué estrés! ¡Qué de bichos y qué pocas balas!

Por la noche, otra barbacoa a la luz de las estrellas, más risas y a recogerse no muy tarde, que ya estamos mayores (aunque unos más que otros).

El domingo amaneció nublado y frío. Decidimos irnos pronto para que no nos pillara atasco y como no habíamos comido bastante, pues a tomarnos un arrocito con bogavante a Casa Parrondo. Y por la tarde, llevar a Carlos a hacer turismo por su ciudad, para que no se le olvide y tomarnos unos chismes por ahí.

(Mi "platito" de Casa Parrondo. Una oda a la gula)

Llegué a casa empachada y con mucho sueño, pero fue una cura excelente para el estrés de la semana y disfruté como una niña chica con mis amigos, entre piques y risas.

La próxima, creo que será en las fiestas de Sigüenza. Y bueno, habrá que hacer las terceras jornadas, esta vez en otoño.

miércoles, 11 de junio de 2008

Ya desde pequeñitos...

Este mediodía estaba jugando con mi sobrino Félix. Le tenía sobre mis rodillas, haciéndole cosquillas y gugus porque me gusta muchísimo su risa.

En un momento, el niño se incorpora, agarra mi camiseta por el cuello y la baja, dejando a la vista buena parte de mi escote. Se queda contemplandolo y con una sonrisa de oreja a oreja, va a echarle mano y suelta un sonoro ¡¡¡Oooohhhhhh!!!.

Pronto empieza...

martes, 10 de junio de 2008

Nacionalismo madrileño

Este fin de semana, hablábamos mis amigos y yo de los problemas que ciertas políticas lingüísticas, basadas en nacionalismos excluyentes, están creando en las sociedades que las promueven.
Quizás ahora no se den cuenta de que tienen un problema, pero veamos dentro de unos años esas generaciones a las que solo se les enseña a mirar el terruño, como lo llevan en un mundo cada vez más global.

Durante la conversación y entre risas, salió una idea a la que llevo dando vueltas un tiempo: el nacionalismo madrileño.

Hace meses, no recuerdo con qué noticia, me sorprendió y me fastidió la inquina de muchos comentaristas (la gran mayoría se proclamaban nacionalistas de sus respectivas regiones) contra los madrileños, a los que nos tildaban, entre otras cosas, de parásitos del resto de los españoles.

Pensando sobre el tema, me dí cuenta de que somos de las pocas regiones que no tenemos un movimiento político regionalista.
Así que, aprovechando el aniversario del alzamiento en Madrid contra los franceses (en el que participaron españoles de todas las regiones) estoy pensando en las bases del nacionalismo madrileño, cuán Sabino Arana de la capital (aunque yo en guapa y simpática).

La primera y fundamental premisa sobre la que se fundamenta es que es un nacionalismo no excluyente.
Puede haber nacido en Quito, Vitoria, Kuala Lumpur, Alcalá, Lérida o Badajoz y ser madrileño. Si vive aquí, le gusta (y lo odia al tiempo, como todo buen madrileño) y quiere serlo, enhorabuena. Ya es madrileño.
Y no le vamos a pedir que renuncie a su lugar de origen, porque casi todos los madrileños tenemos "pueblo" del que estamos orgullosos.

Todo buen madrileño tiene ese tonillo chuleta en la voz, un humor muy peculiar y un habla cada vez más rápida y en ocasiones, inteligible. No se preocupe. Eso se adquiere con los años y se habrá convertido en un verdadero madrileño cuando le exasperen lo que usted creerá lentitud de los camareros de su lugar de origen (influido por el "cagaprisismo" madrileño).
Tampoco se preocupe por aspectos étnicos como el RH, pues aquí cada uno lo tiene como le sale de un pie, faltaría más.

Y sobre todo, recuerde. De Madrid al cielo (si las obras no le obstaculizan el paso...)


Lo sorprendente de estas idas de olla mías, es que las tengo completamente sobria...

viernes, 6 de junio de 2008

Un pequeño motivo de orgullo

Hace unos días a la empresa para la que trabajo (y de la que soy socia), el Instituto de Comércio Exterior de Portugal (ICEP), a través de la oficina de turismo que tiene aquí en Madrid, le entregó una mención por su labor de promoción de la región Centro de Portugal.
No fue un gran premio cargado de frases grandilocuentes y placas conmemorativas que acaban vete tú a saber que rincón de la oficina, pero para mí fue un gran detalle.
Primero, porque mi empresa es chiquirritina y estaban otras más grandes del sector con más poderío. Y segundo, pero no menos importante, porque lo estamos haciendo bien promocionando un destino que para mí, y para el resto de los integrantes de la empresa, es como nuestro segundo hogar.

Bien es sabido por quién me conoce, que si algún día me pierdo, uno de los sitios en los que pueden empezar a buscarme es en Lisboa (Si no me encuentran ahí, quizás me haya ido a tomar un travesseiro a Doña Piriquita en Sintra o esté extasiada mirando las Capelas Imperfeitas em Batalha. O cenando con mi amigo Isaac en Sesimbra. Mientras buscan, abran bien los ojos y disfruten)

También es sabido que me duele el trato vejatorio que algunos de mis compatriotas (demasiados diría yo) tienen hacia el país vecino. Me joden esos comentarios despectivos, motivados por la más absoluta de las ignorancias y por un complejo de superioridad que no sé muy bien de dónde sale (últimamente creo que somos superiores en imbecilidad, pero eso no es motivo de orgullo).

Cuando me encuentro con una de esas personas cargadas de prejuicios en el trabajo, intento convencerles de que no es así. Que ni son tan atrasados como la gente se cree y que sí hay atractivos dignos de mención como en otras grandes capitales europeas. Abrir sus miras y camelarles para que no se pierdan un tesoro que está al alcance de su mano.

He de decir que la inmensa mayoría de los que me hicieron caso, volvieron encantados de su viaje y han repetido con el país vecino.
(Al escribir esto, recuerdo que uno de los primeros viajes que vendí hace ya muchos años, fue a Portugal, a la región de la Serra da Estrela. Durante días, iba hinchada por la calle cuán pavo, porque la señora (de la que aún recuerdo el nombre) vino a felicitarme por las vacaciones tan maravillosas que le había vendido. Creo que ese fue uno de los motivos por los que me enganché aún más a mi trabajo).

¿Por qué escribo todo esto? Supongo que porque hoy, más de quince años después de esa señora, otra mujer, de las que más me costó convencer, vino a felicitarme por un viaje que le preparé por la Región de los Templarios. Y se ha llevado "puesto" uno a Madeira para el mes que viene.

¡¡He acabado los exámenes!!

Pues eso. Habrá buenas y no tan buenas notas, pero estoy bastante satisfecha dadas las circunstancias. Y en septiembre, a por las que queden, que como dice Fran, son pocas y cobardes.

Dentro de unas horas, me voy a una casa rural en Ávila a disfrutar del fin de semana con mis amigos. Al regresar, vuelta al trabajo y a la rutina de estudio (que tengo dos cursos del trabajo pendientes), aunque algo más relajadamente.

¡Sed buenos y dichosos!

miércoles, 4 de junio de 2008

Las nubes se van abriendo

Poquísimas horas de sueño, con sesión de llantos infantiles incluida; cansancio acumulado; otro examen más; algunos asuntos pendientes de la oficina que tendrían que esperar (aunque mis neuronas siguieran meneándolos)...Y sobre todo, el tener que enfrentarme a un asunto que, desde principios de año, me preocupaba y no me estaba resultando precisamente agradable.

Con este panorama, todo parecía apuntar a que el día de hoy sería un día de mierda. Pues no sé si, como dice un amigo, la vida te da en los morros cuando menos te lo esperas o que me voy haciendo ya mayor y las cosas se ven de distinto modo.

No sé si ganaré o perderé en ese asunto pendiente. Al salir, he estado descolocada unos minutos porque aunque la razón esté de mi lado, no siempre el mundo es razonable y constatar eso siempre desconcierta.
Mientras paseaba por la Castellana, en busca del tercer café de la mañana, iba dándole vueltas al asunto. Hasta que frente a un semáforo, me he fijado en el cielo.

Brillante. Sin rastros de nubes. Y los rayos de sol, reconfortándome.

Hasta ese momento, consideraba que el haber llegado a esta situación era un fracaso personal por no haberme esforzado más por parar una dinámica tan dañina. ¡Tonta de mí!. Como bien me han repetido, yo hice todo lo que estuvo en mi mano (y a veces, más) porque no pasara y a partir de ahí, no se me puede exigir más. Que cada palo aguante su propia vela.

Ese pensamiento, junto el solecito, ha hecho que mis propias nubes se despejaran. Lo que yo veía un fracaso, es una experiencia y como yo las entiendo, las experiencias siempre son ganancias.

La verdad es que últimamente la vida o quizás yo misma, me está (estoy) dando la oportunidad de revisar algunos planteamientos. Lo de hoy, una encuestilla indiscreta de la que han salido conversaciones muy esclarecedoras; algunos encuentros (y desencuentros)...

Aunque a veces me equivoque (y me mortifique por ello) estoy en el buen camino. Y me gusta.

(Y además, el examen de esta tarde, notable como mínimo)