Mala noche
- ¿Qué haces tú aquí?
- Sshhh, que le vas a despertar.
- ¡Cuánta consideración por tu parte!
- Es que forma parte de mi encanto...
- Será que yo no veo ese encanto por ningún lado.
- Mentirosilla... Déjame un hueco debajo del edredón.
- Ni de coña. Yo no te he invitado a...
- ¿No? Te va a crecer la nariz como a Pinocho. Me echabas de menos y aquí estoy.
- ¿Qué te echaba de menos? No. Y además, no eres mi tipo para hacer un trío.
- Sosa. ¿Miedo de que él se enfade?
- En absoluto. No es celoso.
- ¿Segura de eso? Todos dicen lo mismo y luego sólo hay que ver las noticias.
- Segurísima. Por ese lado, nada puedes hacer. Comprendió hace tiempo que la única manera en la que permanecería a su lado es dejándome ser libre.
- Y si no, yo se lo haría comprender.
- ¡Déjate de tonterías, imbécil!. No te acerques a él. Te lo advierto.
- Vaya, vaya, si sacas las uñas. ¡Cómo me pone!
- ¿A qué has venido? ¿A martirizarme? ¿A no dejarme descansar? Pues te podías ir a la mierda...
- Tsk, tsk... Estás muy tensa. ¿Tan poco te atiende?
- Basta ya de gilipolleces y contéstame. Y te he dicho que ni le menciones.
- Sencillo, querida. He venido porque tú querías que viniese. Porque me echabas de menos.
- Eso no es cierto.
- Veo que soy una buena influencia para ti y no dejas de mentir. Pero haznos un favor y deja de mentirte a ti misma. Me echabas de menos y lo sabes.
- ¿No será eso lo que te sucede a ti? ¿Qué no puedes vivir sin mí?
- Lo nuestro es amor. Ja, ja, ja. Bailemos para celebrarlo.
- Suéltame. Eso no es amor. Es parasitismo.
- Error. Es una simbiosis. Yo te necesito como tú a mí.
- ¡Cuánta ternura! Me emocionaría si eso fuera cierto...
- El cinismo no es lo tuyo. Mejor déjalo para mí.
- Es tarde. Tengo sueño. Quiero dormir acurrucada a su lado. Tú no dejas de darme el follón. Y aún no sé a que demonios has venido.
- A quedarme.
- De eso ni hablar. Soy feliz a su lado y no voy a permitir que lo jodas. Vete, gilipollas. No quiero ni que te conozca siquiera.
- Voy a tener que lavarte esa boca con jabón, jajaja. ¿Tan ingenua eres para creer que no me conoce?
- Imposible. He procurado que tú no aparecieras. Diluir tu influencia sobre mí, que desaparecieras.
- No, no, no, querida. Nuestra unión ha sido, es y será. Soy tu amante más fiel. Así que alegra esa cara y déjame un hueco. ¿O tienes miedo a qué yo le guste más?
- ¡Qué no! ¡He dicho que te vayas!
- ¡Eh, eh! No hace falta que empujes. Así no te libras de mí.
- Por favor, déjame.
- Vaya, vaya, ahora lo intentas con suavidad. Me enterneces.
- ¡Cómo que tú pudieras sentir eso!.
- Nos diferenciamos menos de lo que crees. Fíjate. El mismo color de pelo, el mismo tono de piel, el mismo color de ojos aunque con distinto brillo...
- Sí, sí. Estamos de un bueno...
- Sólo que dónde tú aprietas la mandíbula, yo las abro para morder...
- Por favor, vete.
- Venga, suplica un poco más.
- Que te den.
- Con ese carácter nunca llegarás a nada bueno. Eres más inteligente que todo esto. ¿No te das cuenta de que siempre estaré ahí? Acechando para colarme en tu descanso, intentando traerte a mi terreno, ocupando el tuyo...
- VETE.
- Cariño, despierta. Tranquila, tranquila. ¿Estás bien?
- ¿Eh? Sí... sí...
- No hacías más que hablar dormida y te agitabas nerviosa.
- Sólo era un mal sueño.
- Me preocupaste. Anda, acurrúcate a mi lado. ¿Con quién discutías?
- Con una vieja conocida a la que veo todas las mañanas.
2 comentarios:
Espero que sólo sea ficción y sigas con tu historia de amor con Morfeo.
Un abrazo
Duro combate onírico. Me da que el día va a ser duro. Espero que no sea cierto y se la acabe encontrando según empiece a limpiarse los dientes frente al espejo porque entonces la tortura va a ser bastante cruel.
un beso, Blas
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