lunes, 19 de diciembre de 2011

Otro fragmento

Como comentaba en el artículo anterior, Forastero en tierra extraña es uno de mis libros favoritos y cuya lectura ha marcado mucho mi existencia. Con las distintas relecturas, supongo que porque yo voy cambiando también, descubro cosas nuevas y me planteo otras.

Hoy quiero poner un fragmento en el que Patty, la mujer tatuada que acaba siendo una especie de madre de la familia de agua del protagonista, habla del Amor y de Dios.

"¡Así es! Dios quiere que seamos Felices y nos dice cómo: "¡Amaos los unos a los otros!". Ama a la serpiente, si el pobre animal necesita amor. Ama a tu semejante, si ha visto la luz y hay amor en su corazón... y utiliza el dorso de tu mano sólo contra los pecadores y los corruptores al servicio de Satanás, que desean apartarte del camino recto para hundirte en el pozo. Y al decir "amor", no se refiere al insípido amor de la vieja solterona que no se atreve a levantar los ojos del libro de himnos por miedo a ver la tentación de la carne. Si Dios odiara la carne, ¿por qué habría creado tanta?.
Dios no es remilgago. Creó el Gran Cañón y los cometas que surcan el cielo y los ciclones y los sementales y los terremotos... ¿Puede un Dios capaz de crear todo esto volver la cabeza y prácticamente mojarse los pantalones sólo porque alguna pequeña hembra se incline sobre un macho y un hombre capte el atisbo de una teta? Tú sabes que no, cariño...¡y yo también!. Cuando Dios nos dice que nos amemos, no suspende sobre nosotros ningún cartel de advertencia: habla en serio. Hay que amar a los niños pequeños, que siempre necesitan que se les cambien los pañales, y hay que amar a los hombres fuertes y sudorosos para que nazcan más niños pequeños a los que querer... y entretanto, seguir amando, porque, ¡es tan bueno amar!.
Por supuesto que eso no significa que una tenga que andar por ahí jugueteando con el amor, del mismo modo que tener una botela de whisky de centeno no significa que uno tenga la obligación de emborracharse y liarse a mamporros con un poli. No puedes vender amor ni comprar Felicidad; son artículos que no llevan etiqueta con el precio... y si crees que sí la llevan, entonces las puertas del infierno están abiertas para ti. Pero si te entregas con el corazón abierto y recibes eso de lo que Dios posee una reserva inagotable, el demonio no puede tocarte"....

4 comentarios:

Turulato dijo...

Así es. ¡Pero qué difícil vivirlo con decoro!.

Silvia dijo...

Si asimilas (un término que se repite a lo largo de la novela y que tiene suma importancia) el amor como lo cuenta aquí, el decoro necesariamente surge solo.
Nosotros, que somos mucho más imperfectos que los personajes de la novela pues somos de carne y hueso y tenemos nuestro equipaje, lo complicamos un poco más. Y sé, porque así lo percibo, que tiene que ser mucho más sencillo.

Fran dijo...

Cuando me hablaste del libro y de lo importante que era para ti, me lo leí. Bueno, lo intenté porque no me gustó mucho y lo dejé aparcado.
A mí el movimiento hippie, que me dijiste que se inspiró en este libro, no me gusta. Soy más clásico.

Silvia dijo...

Fran, las comunas hippies, en algunas casos, son la versión guarra del Nido del que habla en el libro.

Quedarse sólo con lo del amor libre es simplificarlo. No es sólo follar por follar, sino que entre los personajes hay un mayor nivel de compromiso. No sé como explicarlo, pero es libre en su mayor extensión y lo que eso comporta: responsabilidad.