jueves, 15 de marzo de 2012

Charlando

Quería charlar contigo, como en esas tardes en el Pandora, contemplando atardeceres o en aquel otro café que está cerca del Congreso, con tu zumo de naranja, que acabábamos bebiendo a pachas y mi cola cao humeante sobre la mesa de mármol; mientras entre silencios y risas cómplices, nos hablábamos de lo menudo y de lo grande o simplemente, nos perdíamos el uno en los ojos del otro. Pero no es posible.
Así que quizás por eso, porque este es mi pequeño café, como los que nos gustaban, charlo por aquí.

Hoy escuché, por casualidad, aquella canción. Supongo que el cd acabaría en una bolsa de basura negra cuando todo pasó. No recuerdo haberlo recogido, aunque tampoco recuerdo mucho de esos días de niebla opresiva. Hubiera sido una extra perfecta para cualquier película de zombies.

Ahora no hay niebla. De hecho, brilla el sol, pero no uno de esos achicharrantes, sino del que reconforta y templa y que juega al escondite entre las nubes. Otros días, llueve mansamente para limpiar todo. Hasta he visto un arco iris y he vuelto a soñar al verlo. No sé, creo que ha pasado el tiempo de las tormentas, aunque nunca se sabe.

Y no sé si será por el japonés ese que vive en mi cuello o porque ya sabes como soy, pero a veces siento que una parte de mí traiciona tu memoria al haber llegado a este punto. Al poco, te oigo en mi cabeza diciendo uno de tus ¡¡Paparruchas!! mientras sonríes burlón. Sé que tienes razón, pero me acongoja la idea de que si te relego al olvido, no sigas viviendo.

El otro día dije que no sería nunca buena compañera. Si me llegas a escuchar me regañas y si te pones mano a mano con Roberto, con el que sé que te habrías llevado estupendamente, me habriáis puesto la cabeza como un bombo dándome argumentos convenciéndome de lo contrario. Y yo me habría callado, sabiendo que me equivoqué al decirlo, sonriendo al ver que mostráis más fe en mí que la que desmuestro yo en más de una ocasión. La verdad es que extraño esas regañiñas cariñosas, aunque escocieran.

Tengo muchas más cosas que contarte, pero por aquí, es imposible pues saltaría de una a otra sin sentido, aunque para nosotros lo tuviera y además, sé que las sabes.

Y prefiero compartir un ratito de silencio cómplice, después de esta charla contigo y conmigo misma.

3 comentarios:

Turulato dijo...

Sabes que he difundido a menudo la creencia aborigen australiana sobre la vida y el recuerdo; pero pudiera ser que no la haya sabido transmitir como es debido..

Te recuerdan para mantenerte vivo.. Pero eso no es todo; el hecho no termina ahí. Porque eso es solo lo que corresponde a quien mantenemos susurrando en el viento..

¿Es que, acaso, la creencia no afecta a quien mantiene a otro?. ¡CLARO QUE SI!. Solo quien vive mantiene la vida....

Y precisamente el viento nos susurra constantemente que desea que disfrutemos de la vida y desarrollemos toda nuestra potencia vital. Solo así, llenos de alegría y esperanza, seremos capaces de danzar ....

Fran dijo...

Me ha sorprendido. No por la melancolía que parece destilar, sino porque te muestres tan abiertamente sobre esto.

Silvia dijo...

Turulato, yo vivo y disfruto de la vida aunque no parezca muy espectacular mi existencia.

Fran, no es melancolía. Una suave tristeza quizás, pero no es malo. ¿Por qué no habría de mostrar tan abiertamente algo que me hizo feliz?

Un abrazo a ambos