lunes, 2 de abril de 2012

Juguete roto

A veces me siento como una cínica cuando trato contigo. Frente a frente, me cuesta más controlar mi expresividad pero aún así, creo que he logrado no transmitírtelo.

No, no es que lo que te diga sea mentira. Para nada. Pero sí que es cierto que no creo nada de tus palabras cariñosas. O más bien, que sé que tienen fecha de caducidad. Hasta que te dé la próxima ventolera. Hubo un tiempo en que las creía pero vi que eran como las promesas de portarse bien de los niños pequeños, que les duran más bien poco. Estoy segura de que tu intención es buena, pero el infierno está asfaltado de buenas intenciones.

Sé que no puedo exigirte que me quieras y que muestres una cierta coherencia entre tu "discurso" y tus acciones/omisiones.
A veces, dolida, quisiera hacerte un corte de mangas y mandarte a hacer puñetas, echarte de mi vida a patadas y no volver a saber de ti. Entonces llegas, me abrazas y me haces sentir otra vez especial, que formo parte de tu vida como tú de la mía.
Hasta la siguiente ventolera.

Cada vez se me hace más duro aguantarlo. Pero, ¿sabes? el otro día se lo dije a una amiga, llegará el día que me quiera más a mí que lo que te quiero a ti. Y entonces, esta muñeca rota a la que tanto querías pero que dejaste tirada en un rincón se irá a jugar con otro niño.

Niño... Y ahora no es palabra cariñosa, sino simple constatación de la realidad.

3 comentarios:

Silvia dijo...

Fran, antes de que lo preguntes, No, no soy yo. Es el extracto-resumen de varias conversaciones con distintas personas que he tenido estos días en las que todas me transmitieron lo mismo.
Hoy me he acordado al leer unas palabras de Turulato sobre lo pésimamente que empleamos el lenguaje. Ya ni te cuento, si lo que quieren transmitir son sentimientos.

Turulato dijo...

Estaba claro. Te he leído lo suficiente como para intuir que vas mezclando vidas. Expones algo muy interesante para entender como funcionan las parejas: que equilibrio interno tienen.

No existe ni puede existir igualdad entre ambos; en cada aspecto predominará uno u otro en el grado que sea. El problema no es la desigualdad sino en que grado y en que áreas existe. Posiblemente el mayor peligro para la salud de una pareja resida en que uno, o ambos, no se quieran a si mismos y se cuelguen del otro; no de su amor, sino del otro como soporte existencial.

Silvia dijo...

Ese es uno de los aspectos, pero por otro, está el nivel de compromiso, que si no es similar, se acaba cargando una pareja.

Tengo la sensación de que todo está descafeinado. ¿Son los sentimientos "light"?. O más bien, ¿infantilizado?

La mayoría de las amigas con las que he hablado y yo misma muchas veces, tenemos la sensación de tratar no con hombres, sino con adolescentes y niños de treinta y tantos años (o cuarenta o cincuenta o más mayores, que yo conozco a algunos que ya peinan muchas canas). Y que en sus relaciones, buscan adolescentes como ellos, para jugar, sin pensar en el daño que causan.

Mis amigas se tronchaban cuando decía que visto lo visto, yo creo que me voy a pasar a los yogurines. Van a tener la misma edad mental que algunos de mis coetáneos, pero al menos, me darán más marcha en la cama, que tienen más energías. ¿Qué no saben? Ya les enseñaré y seguro que alguna con la que se crucen, me lo agradece en el futuro...