Puente en Zaragoza
Las Autoridades Sanitarias advierten:
La combinación de Silvia, noche y pop español de los años 80 y 90 supone un grave peligro para su salud y la de sus acompañantes (y unas cuántas risas durante el proceso).
Les aconsejamos que no la dejen acercarse a una barra si empiezan con los chupitos o su hígado sufrirá las consecuencias.
El viernes habíamos estado en la Expo 2.008 de Zaragoza. Calor, aunque no demasiado (y aún así, acabé con los brazos colorados por franjas); colas para fomentar la paciencia, algún fallo organizativo que complicaba la vida a los visitantes...y un día de disfrute y cansancio (que se sumó al de la semana durísima de trabajo) en el que acabé andando como las muñecas de Famosa.
Aunque esa noche nos recogimos temprano (que no pronto) y con un poquito de alcohol en el cuerpo, gracias a mi insomnio (que hizo que me releyera Luces de Bohemia) dormí más bien poco y el sábado estaba hecha polvo, sin sentirme las piernas como Rambo y con ganas de tirarme en el primer trozo de césped que me encontrara a dormir como un ceporro.
Un buen almuerzo y una agradable tarde disfrutando de buena conversación y mojitos me despejaron, pero durante la cena, sentada, volví a sentir un gran cansancio y me temía que pronto querría retirarme. En el primer bar, se me cerraban los ojos. La música no contribuía demasiado y me sentía tentada de cambiar mi ron con cola light por un gotero de café en vena. Al llegar al segundo, sólo quería sentarme, apoyar la cabeza en la barra y dormir. Ni siquiera pedí algo para beber porque levantar el vaso me suponía un esfuerzo enorme que no estaba dispuesta a realizar.
Pero entonces, pasó.
Si diez segundos antes me dormía por los rincones, sonó una canción y acabé pegando botes y haciendo el gamba, olvidando el dolor de piernas. Y como la música que seguía me gustaba, yo seguía cantando (bueno, si a eso que yo hago se le puede llamar cantar) y bailando, mojando el calor con una Coronita bien fresca.
Lo "malo" (y que inspiró la advertencia del principio) fue el malentendido. Sonaba el último single de Tequila y cuando se lo comenté a uno de mis acompañantes, entendió que decía que me apetecía un tequila. Y empezamos con los chupitos y mis reencuentros.
Primero fue el tequila, que haría cosa de diez años que no me tomaba uno a palo seco. Después, la sugerencia del cua-cua (Cointreau y licor 43) que era algo que yo bebía cuando tenía 16-17 años. Y ya que estábamos con los chupitos, que el cua-cua me resulta empalagoso y que cada uno pidió de lo que le gustaba, yo me marqué una ronda de mi viejo amigo Jack (Daniels).
El camarero, majísimo él (y que estaba para mojar pan), además de hacerme precio especial en chupitos y copas, se unió a la fiesta invitándonos a una ronda. Yo a él... y entramos en una dinámica que mi hígado lamentará y que culminamos haciendo en la fase de Cantos y bailes (véase este artículo en este mismo blog) una "coreografía" al son del New York, New York de Frank Sinatra.
Al cambiar de bar y de música, volvió el cansancio y las ganas de pillar una cama. Creo que antes de que mi cabeza tocara la almohada, ya estaba dormida. Dormí pocas horas (las justas para metabolizar el alcohol y no tener ni rastro de sus estragos en mi organismo, que yo ignoro lo que es una resaca), los ojos me escocían por el sueño y por pasarme de horas con las lentillas y las piernas seguían doliéndome.
Mientras me tomaba el aperitivo en una terracita al sol, sabía que esta semana iba a pagar el exceso. Aunque sólo por las risas y los números musicales de la noche anterior, merecía la pena la factura.
6 comentarios:
Doy fe, pues lo he vivido, de que eres capaz de pasar de fase marmota a juerguista irredenta en sólo unos segundos al escuchar ciertas músicas. Y esa activación suele suponer que te quedes de juerga hasta las mil...
Ya era hora de que advirtieras del peligro que tienes, que nos perviertes y nos emborrachas. Y la mayoría de los mortales tenemos resacas.
Disfruta siempre, pero que las facturas no sean muy elevadas, que los años se notan.
Muchos besos
Frannnnnnn, haz algo... esta mujer muta :-P
Querida mía, yo desde la distancia no puedo hacer nada salvo solidarizarme. Tendrás que ser tú la que controles las mutaciones. Que la Fuerza y el Alkazelzer te acompañen...
Y recuerda, ella no tiene resacas, pero el resto de los mortales solemos tenerlas.
Doy Fe de tu última frase :-P
Pobres mortales, jeje.
Aynara, estoy viendo la escena.
Tú y el resto de los juerguistas, con gafas de sol y malestar general causado por la resaca, con los aliens de cada uno bullendo en el estómago al ver los zumos, aguas o infusiones que son lo único que toleráis.
Y frente a vosotros, Silvia con sueño, sin gafas de sol y tomando el sol sonriente, con un vino en la mano, intentando animaros para ir a tomar el aperitivo o daros un garbeo.
Si es que tiene un peligro...
A ver, par de dos.
Cansadica estoy de leer que soy yo la que os lleva por el mal camino y os emborracha.
¡¡Falacias y maledicencias!! ¡¡Tratáis de pervertirme a mí, pobre angelito!! (y porque sois vosotros los que me pervertís, acabáis castigados con eso llamado resaca jejeje).
Vosotros (y otros como vosotros) sois el mutágeno que hace que yo acabe de juerga y bebiendo ron.
Que cuando vosotros no podéis o no queréis beber, yo no acabo con el puntillo o cogorza y me tomo agüitas minerales, tés y zumitos varios.
¿Acabé con el puntillo el viernes en el concierto de El Canto de El Loco (que estuvo genial)? Noooo. ¿Por qué? Porque Aynara no bebía porque conducía y no provocó mi mutación.
Sois vosotros los que tenéis el peligro, cachis en la mar.
Besitos
P.S. Aynara, recuérdale al maño que cuando quiera le damos la revancha.
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