domingo, 19 de abril de 2009

Shopping

Ignorando los consejos de mi traumatólogo, que me recomendó reposo, me fui ayer de tiendas.

Fue desolador ir por la calle Atocha y comprobar como cada vez hay más locales comerciales cerrados. Escaparates cubiertos de suciedad por la polución o por las pintadas de unos niñatos imbéciles. El tramo que antes estaba lleno de tiendas de venta al por mayor de ropa y tejidos ahora está, lo que permanece abierto, ocupado por tiendas de chinos con unos maniquíes que dan miedo y que con todos mis respetos, son la sublimación del cutrerío y el mal gusto (Me gustaría averiguar quién ha sido la mente preclara que ha puesto de moda los zapatos de plástico para el verano...). Y la suciedad...Quizás es lo que más odie de Madrid, acostumbrada a Burgos, que es una ciudad mucho más limpia. ¿Será que entre tanta gente tenemos una nueva subespecie, el Homo sapiens porcinus? (He dudado mucho en ponerle lo de sapiens). En fin, que se me solivianta el alien.

Después de pasar por un par de tiendas de artículos infantiles (estreno sobrino el mes que viene), nos fuimos a un conocido centro comercial.
¡Malvados! No contentos con tener una tienda entera dedicada a libros, los sacan estos días a la calle, aprovechando la proximidad del Día del Libro. Ahí, tentando. Con lo fácilmente que yo me dejo tentar...
Con las nuevas adquisiciones para mi biblioteca, me dirijo a la zapatería, al stand de mi marca habitual. Uno de los dependientes, más mayor, está atendiendo a una señora; otros tres, más jóvenes, están de cháchara con los brazos cruzados. Me ven que estoy mirando los zapatos, eligiendo modelos, pero me ignoran y siguen con su conversación. Pasan varios minutos. Llevo tres zapatos en la mano, de los modelos que me gustan, pero ni se molestan en acercarse para traerme mi número y poder probármelos. Algo mosqueada, soy yo la que se acerca a ellos. Sí, sí enseguida. Frase que demuestra la relatividad del tiempo, pues para mí enseguida es en ese momento, pero para ellos no. Y es que en cuánto me doy media vuelta, vuelven a su conversación. Mosqueada, dejo los zapatos en su sitio y me dispongo a irme, cuando me intercepta el otro vendedor más mayor, que me pidió amablemente que esperara mientras me traía los zapatos (y lanzaba miradas furibundas a sus compañeros).
En la espera, recordé una discusión que mantuve hace poco con una conocida. Como buena facha (ella pretendía que fuera un insulto, pero viniendo de cierta gente, lo considero un piropo) que según ella soy, me declaro partidaria de liberalizar el mercado laboral. Quizás soy muy ingenua o tuve mucha suerte antes de montar la agencia, pero si haces ganar dinero al empresario y éste es medianamente inteligente, nada has de temer, ¿no?.

Cargada con las bolsas de mis compras y sorteando la marea de madrileños y turistas que llenaban las calles, mi madre, mi hermana y yo nos fuimos a comer. Mi hermana tenía antojo de hamburguesa y nos fuimos caminando hasta Chueca, para comernos una hamburguesa en el Home Burguer. Intento infructuoso, pues al no tener reserva, fue imposible conseguir mesa. (Sí, raro en una hamburguesería, pero es que las hamburguesas están muy ricas).
Entramos, dado que estábamos ya algo cansadas, en un restaurante cercano al Home Burguer. Una decoración muy moderna, camareros y ambiente muy fashion y lo que yo presuponía cocina de baja-media calidad y precios caros. Me equivoqué. No es Zalacaín, pero yo comí un taco de atún delicioso, la hamburguesa de mi hermana también estaba buena, el precio fue muy razonable, el ambiente era cálido y el camarero que nos atendió fue un encanto (qué pena que fuera gay).

Después de otro paseo y de esquivar una manifestación en la que propugnaban que la solución para la crisis era la 3ª República (perdón por la expresión, ¿pero qué tendrán que ver los cojones para comer trigo?), nos fuimos a casa, agotadas tras una larga jornada por Madrid.

La verdad es que fue divertido compartir ese tiempo con mi hermana y mi madre y la pena es que no viniera mi hermana pequeña. O los nanos.

4 comentarios:

Fran dijo...

A ti te va la marcha, ¿verdad? ¿Por qué sigues teniendo conversaciones con cierta clase de personas, fachilla mía?
¿Y cuándo dices que nos comemos una hamburguesa en el sitio ese de las hamburguesas tan ricas?

Turulato dijo...

¿Facha..., eh?. Pues con mi habitual delicadeza, atendí un día a las fundadas y sensatas opiniones de un "alternativo de mierda", con la frase: Te escucho, carajón presumido.

Que como me he cansado de repetir, cualquier persona merece todo mi respeto como tal, pero solo en cuanto a sus derechos esenciales; porque en muchos, el comportamiento corresponde al propio de una piara y sus opiniones son simples memeces.

Turulato dijo...

Y a propósito he dividido mi comentario en dos partes. Tratemos ahora de los derechos de los trabajadores...

Cuando mi hijo menor terminó su preparación le pregunté: ¿Te contratarías a ti mismo para representarte en un asunto?. Y me contestó: No.
Le pregunté: ¿Por qué?. Y me contestó: Porque en el mercado soy un diseño, pero sin contenido real; no tengo, aún, nada sólido que ofrecer a los compradores.

Entonces le dije: "Básate en esa realidad; quien te pague ahora, lo debe hacer como una inversión. Poca cantidad, esperar que crezcas, y solo cuando la calidad de lo que ofrezcas lo merezca, comprar el buen producto que elabores. Entonces podrás y deberás exigir, pero solo entonces".

Por contra, esta sociedad que se guía exclusivamente por unos inútiles hambrientos de poder, a los que les interesa una masa sin preparación, a la que puedan manejar a su gusto, embauca a los trabajadores adoctrinándoles en el sentido de que tienen solo derechos.

Vale. Se nos comen. Los emigrantes. Y con toda la razón y derecho. Ellos si que saben que el derecho, el tranajo y el dinero se ganan rompiéndose la crisma.

Blas de Lezo dijo...

Lo de ser facha por apoyar la liberalización del mercado laboral (teoria que tiene todo un arco iris de matices) es una coletilla, algo que se dice sin reflexionar, casi por quedar bien.
Fíjate que el gran "tio Jose" (Stalin) y Paquito (alias Franco) debían de estar de acuerdo porque el trabajo era sagrao. Eso si el INi era pedazo de empresa y no entremos en la competitividad de los porductos manufacturados en la extinta URSS que seguramente no ganaban subasta en un ebay de turno.

Hay una prueba elcuente entre el resto de Europa, empezando por nuestro vecino portugués hasta la fria y gélida Noruega.
¿Para cuándo sacudirse los complejos?

Un abrazo y a cuidarse. Blas