jueves, 25 de febrero de 2010

Miguel Hernández

El martes me invitó un cliente a una representación teatral de una obra, Compañeros del alma, que él ha co-escrito y co-dirige.

La obra es un homenaje, dado que se conmemora este año el centenario de su nacimiento, a Miguel Hernández. En la obra se conjugan con acierto, sobriedad y gran sensibilidad; música en directo, representación teatral, audiovisuales y textos del poeta en un recorrido por su vida, acercando el poeta al público. Bueno, más que al poeta, al hombre. Algo que personalmente me gusta más.

No suelo leer demasiada poesía. Puedo leer algún poema suelto, pero reconozco que me cuesta leerme un poemario entero. Y me gusta. De hecho, al empezar ya hace muchos años con estos intentos de escribir que perpetro, me decanté por la poesía.

Como decía, me cuesta leerme un poemario entero. Salvo de unos pocos autores muy escogidos que me llegan especialmente. Y uno de ellos es Miguel Hernández.

Supongo que cuando todo el mundo piensa en Miguel, en lo primero que piensa es en las Nanas de la cebolla. Poema que les he leído a mis sobrinos en más de una ocasión y que aunque no sepan bien lo que significa, les gusta.
O quizás, piense en este otro poema. Ambos me gustan, junto a otros tantos.

Pero lo que acabó de cautivarme, de acercarme a él, fue el texto que transcribo. El que dicen que escribió sobre el lomo de una de las cabras que cuidaba, con poco más de 20 años. Para mí, lleno de ternura, humor y sensibilidad.


Alma de mis orielanos
¡digo!...orielanos de mi alma.
A vosotros me dirijo
desde esta carta "arrimada",
que escribo, teniendo por
mesa el lomo de una cabra,
en la milagrosa huerta
mientras cuido la manada,
tras saludaros lo mismo
que hacen todos en las cartas.
Y me dirijo a vosotros
Para... para... para... para
(¡Ay! Perdonádme un momento.
Voy a echarle una pedrada
a la "Luna que se ha ido
artera a un bancal de habas,
y el huertano dueño de ellas
me está gritando desgracias.
Bien. Ya la espanté). Prosigo:
¿Os decía?... ¡Ah, sí, sí...!. ¡Calla!
Que me dirijo a vosotros
(¡Rediós! ¡Otra vez la cabra
y el huertano que me grita!
Maldita sea la estampa
del animal que no quiere
que diga lo que empezaba.
¡"Luna"!. Ya se escapó). Sigamos.
Y me dirijo así, para
deciros que pienso hacer
con poesías de las dadas
a la luz y de las que están
sin ver la luz para nada
-que son bastantes- un libro.
¡Un libro, un libro! ¿os extraña?
Pues que no os extrañe. ¡Un libro!
Un bello libro que vaya
ilustrado por Penagos,
por Bartolazzi o Pedraza
y prologado por... ¡vamos!
por el primero que salga.
¿Qué me decís?... ¿Qué es locura?
¿Qué veis muy mal que lo haga?
¿Qué no puede ser? ¿Qué es mucha
mi presunción y mi audacia?
¿Qué me lo he creído...? ¡Cierto!
¡Me lo he creído! ¡Palabra!
Me he creído ser poeta
de estro tal que las nubes raya
y digno de contender
con Homero, con Petrarca,
con Virgilio, con Boscán,
con Dante y toda la escuadra
de clásicos que palpita
por ab-aeterno en las páginas...
-y a los que no conozco
más que de oídas... y gracias.
Me he creído que en mi mente
bullen imágenes claras
cual nuestro azul. - ¡Vaya símil!
Me he creído que de mi alma
la nube lechosa y pura
-¡Vaya fulgor de metáfora!-
puede dar continua lluvia
de versos de urdimbre mágica.
Me he creído... (Perdonadme,
que otra vez está en las habas
la "Luna" de mis pecados
y ahora no grita, no: rabia
el huertano. ¡"Luna"! ¡Toma!
¡Para que otra vez no vayas!)
Os repito: me he creído
Que ¡vamos!, que tengo pasta
de poeta. Que yo puedo
subir muy alto... sin alas.
Vosotros sabéis de sobra
lo que valgo. -¡Dios me valga!
Vosotros habéis leído
los versos que en las preclaras
-adjetivo muy usado,
pero pasa ¿verdad?, pasa
lo mismo que otros más viejos-
revistas de nuestra patria
chica, vengo publicando
con muchas y gruesas faltas
de prosodia y de sintaxis,
de ritmo y de consonancia,
en las que hay imitaciones
harto serviles y bajas,
reminiscencias y plagios
y hasta estrofitas copiadas.
Vosotros tras de leerlos
me habéis dicho: "Pastor, ¡vaya!
eres ya todo un poeta".
Y así, con toda mi alma
me lo he creído y con toda
ella, quiero imprimir para
la florida primavera,
cuando todo ríe y habla,
cuando todo sueña y trina,
cuando todo brilla y canta,
un libro que me dé ánimos
para seguir mi sonata
pastoril y me dé gozo
de unos pétalos de fama,
Orielanos mis paisanos:
-dos hemistiquios que hermanan-
al deciros en mi mal
compuesta y rimada carta,
que pienso tejer un libro
con mis rimas poco gayas,
y poco... ¡bien! No es tan sólo
para que ninguno yazga
ignorante. Es por... por... por...
(Aguardad que dé a la cabra,
que otra vez se fue el habado
bancal y el huertano rabia.
¡"Luna"! ¡"Luna"!... ¡Toma, perro!
¡Por volver a las andadas!)
Decía, que es por... por... por...
porque valdría mucha plata
editar el libro... y yo
no puedo valerlo en nada.
¿Me entendéis?... Que yo me he dicho,
digo ¡Ah, si me ayudaran
los oriolanos, salvado,
salvado del todo estaba!
¿Me entendéis?...¿No?... ¡Santo Dios!
Hablaré más a las claras.
Que os pido, ¡eso es!, que os pido
una peseta - no falsa -,
un duro, ¡lo que queráis!
para poder ver mis ansias
satisfechas... ¿Me daréis
lo que si no me causara
vergüenza hasta de rodillas
os pidieran mis palabras...?
Confiando en que querréis
tener un artista - en mantas
o mantillas aún, y humilde
y modesto hasta Managua-,
se despide de vosotros,
anticipándoos las gracias,
este pastor a quien viene
a soltar cuatro guantadas
un huertano porque están
en un sembrado sus cabras.

3 comentarios:

Fran dijo...

Me gusta la canción de Serrat con el poema de las Nanas de la cebolla, pero poco más conozco de Hernández.
Ahora este poema, que me gusta.

Se te nota que disfrutaste como una enana con la representación. Eso me gusta aún más. Ya me lo contarás cuando hablemos largo y tendido.

Un abrazo

Blas de Lezo dijo...

Hola, hace lunas que por aquí y por otros puertos no recalo. Decirte que la poesía es el lenguaje mas eterno que jamás nadie pueda poseer.
Tengo la suerte de que me brotan de vez en cuando algunos versos, sobre todo en momentos altos y bajos del sentir humano. Puedo decirte que me permiten decir lo que deseo sin más, sin explicaciones y que seguramente al que lo lea le dirán lo que a él ese mismo sus sentimientos le dicten sobre los mismos versos.

De verdad, aunque cueste al principio lee poesía, acabarás por necesitarla.

Os paso un poema de Miguel Hernández que seguro lo habéis oído también de boca de Serrat.

Un beso con poesía. Blas



Para la libertad sangro, lucho, pervivo.
Para la libertad, mis ojos y mis manos,
como un árbol caudal, generoso y cautivo,
doy a los cirujanos.

Para la libertad siento más corazones
que arenas en mi pecho; dan espuma mis venas
y entro en los hospitales, y entro en los algodones
como en las azucenas.

Porque donde unas cuencas vacías amanezcan
ella pondrá dos piedras de futura mirada
y hará que nuevos brazos y nuevas piernas crezcan
en la carne talada.

Retoñarán aladas de savia sin otoño
reliquias de mi cuerpo que pierdo en cada herida
Porque soy como el árbol talado, que retoño:
porque aún tengo la vida.

Turulato dijo...

Tarde para alabar a Hernández, que hacerlo en España es llamar a muerto. Así que momento para agradecer a quien le recuerda, pues mientras alguien sueñe con sus palabras aleteará su espíritu