jueves, 4 de marzo de 2010

Danzando

Aunque aún me falta saber como colocar los brazos y me veo un poco (bastante) torpe, voy avanzando en las clases de danzas orientales a las que asisto (cuando me dejan mis obligaciones).

En este mes, hemos tenido algunas incorporaciones. Dos niñas de apenas diez años que se mueven con gracia y soltura, que vienen a clase acompañadas por sus madres, una de las cuáles dice que ya había asistido a clases (Momento víbora on: que no se le notan en absoluto. Momento víbora off).

Ayer, mientras practicábamos el paso corto lateral con twist de cintura, comentaban que podíamos hacer una coreografía de fin de curso. Alguna incluso sugirió que la podríamos hacer con público.

Veo que aún nos falta mucha soltura para poder hacer una coreografía (y eso del público, la verdad es que me aterra), pero me da que nos vamos a reír un montón en el intento.

Ha sido una gran idea apuntarme a esto, la verdad.

3 comentarios:

Fran dijo...

A ver, no eres la Pavlova pero tampoco tan torpe como te ves.
¿Te acuerdas de una noche en cierta playa con el Sarandonga de Lolita? Que nos quedamos flipando contigo y la granaína cuando os arrancastéis con ese ritmillo, esa cara de alegría y esos caderazos.

Si esa exhibición es con público, ya informarás. Y sobre todo, no te rajarás, ¿no?

Silvia dijo...

¿Hablas de la noche en que mi sangre se convirtió en rebujito?

Fran dijo...

Sí, ese. En el que tu sangre y la del resto de los presentes, transmutó en rebujito.
Al día siguiente todos con resaca viendo hoteles y tú tan fresca.