Pensamiento
El sábado, en otro fin de semana de corre-corre (a ver si me digo un poco más alto eso de no estresarme, porque para mí, que me estoy quedando teniente), tuve tiempo de ir al Prado, para participar en la actividad "Una obra. Un artista".
El cuadro elegido el mes pasado era el Hipómenes y Atalanta de Guido Reni, que podéis ver más abajo (aunque la foto no le hace justicia y merece una escapadita al Prado para verlo al natural).
Yo no voy a hablaros de aspectos artísticos o estílisticos, pues no sé (Turulato, ¿te animas?), pero sí de algo de lo que observé en esa visita y que me hizo cavilar.
Si alguno no conoce la leyenda de Hipómenes y Atalanta (que según una de las versiones del mito, son los leones que tiran del carro de la diosa Cibeles) le recomiendo la lectura de Las Metamorfosis de Ovidio (aquí lo podéis encontrar). Según este mito, Hipómenes está enamorado de Atalanta. Y así nos lo contaron en la actividad.
En el transcurso de la misma, además de observar el cuadro, observaba a los observantes. Y todos estaban de acuerdo en la fidelidad de la obra al mito. Y sí, es como si se hubiera congelado el tiempo durante la carrera. Hipómenes acaba de lanzar una de las manzanas y Atalanta, que se quería dejar ganar, se inclina a recogerla. Pero...
Yo alzaba la vista, miraba la cara de Hipómenes, miraba al respetable, volvía a mirar a Hipómenes y por más que lo intentaba, en ese gesto de desdén que es su rostro, no veía ni rastro de enamoramiento. (Desde antes de que empezara la actividad y conociendo la historia, pensaba que a mí un enamorado me mira con esa cara y que le aguante su madre).
De regreso a casa, pensando, me preguntaba si la psicología de los personajes, sus motivaciones, no eran importantes en el mito y en su representación.
¿Es que sólo importan las acciones y no los motivos que las impulsan?
Nota: Atalanta, siendo uno de los personajes menos conocidos por "el gran público" siempre me gustó. No era la típica mujer engañada o seducida por un Dios o la causante de todos los males, sino que tenía carácter y personalidad propia.
6 comentarios:
Buenas noches bodeguera. He dejado bien claro en el último artículo sobre pintura que lo más importante es saber mirar y para lograrlo, como para vivir, emplear la capacidad de preguntarnos cosas, de plantearnos dudas. Y eso lo haces como pocos ante un cuadro o una escultura, que yo sepa.
Así que siguiendo el camino que marcas, planteo una cuestión. Como sabemos el Arte ha ido unido al mecenazgo y quien paga, manda. Durante muchísimo tiempo pagaban los nobles y la Iglesia, que especialmente en Italia podían ser una misma cosa.
¿Qué camino le quedaba al artista que quería personalizar su obra más allá de su técnica y estilo?. Las claves, sus guiños al espectador, donde dando una revolera al comitente, planteaba su idea....
Pues a contemplar y a pensar, como hace Silvia, que estoy resacoso y no veo un palmo más allá de mis narices.
En la charla, nos dijeron que Reni tenía cierta fama de misógino (y también de de ludópata).
Quizás fuera eso, pero no sé. Me da ue hay algo más, pero no acabo de ver el que. Tendré que seguir observando, a ver que más me cuenta...
¿Resacoso? ¿Quieres un cafecito? O mejor, un buen Bloody Mary para quitar mejor la resaca (dicen que funciona, pero no sé)
Si quieres unas aspirinas, Turulato, te las hacemos llegar.
Con lo que has dicho, seguro que tienes a Silvia contemplando el cuadro y buscando información sobre el artista para intentar comprender...
Silvia, cada vez estoy más convencido de que la profesión de detective te iría que ni pintada. Te pirran estos misterios, ¿a qué sí?
Fran, a ratos perdidos si que voy buscando información porque no me quiero llevar por el prejuicio de que era un misógino (sin contrastarlo). El problema es que son ratos perdidos, porque después de trabajar y estudiar, cuando llego a casa lo que más me apetece es caer k.o. en la cama.
Me gusta entender. Esto u otras cosas, pero no sé si serviría como detective. Me disipo demasiado.
Ganas tengo de llegar a casa y desconectar...
El rostro displicente del Hipómenes, creo yo, puede mostrar también algo de su carácter: predomina en él soberbia. Quizá pudo más esta pasión que la amorosa en su afán por vencer a Atalanta. Su deseo era más el de la posesión de lo prohibido que el del Amor. Soberbia para con los dioses: su falta de piedad será castigada. Y en su Destino cae también Atalanta. Atalanta, sin embargo, cede, aún a sabiendas de su poderío, y cede en la carera solo porque Eros se lo mandaba. Se rezaga a sabiendas, entretenida con la manzana. Pero el Hado es el Hado.
Lo que más me gusta del cuadro, además de la belleza de Atalanta (mucho mejor, por cierto, que la de Hipómenes, a mi juicio) es el movimiento, la composición curvilínea.
Pero sigue investigando, Silvia, y cuéntanos.
No me gusta el rostro de Hipómenes. No es sólo la expresión, es que es demasiado femenino y algo infantil para un hombre.
Sigue habiendo algo, que no logro desentrañar, pero no creo que sea soberbia.
Veo que en la mirada de él hay más duda que desdén. ¿Y si se ha equivocado? ¿Y si ella, como pudiera pensar, no se ha enamorado de él? ¿Y si las virtudes, además de la Belleza, que le suponía a Atalanta no son mas que un error y no hay más que simple codicia? Ella no tiene necesidad alguna de caer en la triquiñuela. Podría dejarse ganar, simplemente.
Me gusta el movimiento, pero también me gusta la composición geométrica de toda la obra. Los triángulos que hay y la armonía que se logra.
La hipótesis de la misoginia que me planteé en un principio la pongo un poco en duda. En un momento de su vida, tuvo como ayudante a la pintora Elisabetta Sirani, con la que está enterrado. Y no sé, pero no me acaba de cuadrar la fama de misógino con lo de tener una mujer como ayudante. ¿Vencería el talento de la Sirani la misoginia de Reni?
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