viernes, 5 de marzo de 2010

Puntualidad

Hace unos años, tuve una relación con una persona que, prácticamente siempre, llegaba tarde. Su reacción para que, mosqueada, no le regañase, era echarme la bronca. Supongo que era de los de la idea de "la mejor defensa, un buen ataque". Yo me pillaba unos cabreos de aúpa (cosa que daba igual).

Quizás a mí me han educado de un modo anticuado, pero la puntualidad y otras formalidades, son una muestra de respeto y deferencia hacia la otra persona. Y que las actitudes contrarias y reiteradas (porque entiendo, que no soy tan ogro, que a todos nos surgen imprevistos) indican muy poquito respeto hacia nuestro interlocutor.

Lo que más me fastidia es que a algunas de estas personas que se comportan así (y hablo de mi entorno) se les llena la boca hablando de conceptos como respeto y libertad.

¡Qué harta estoy de ciertas gilipolleces!

1 comentario:

Fran dijo...

Lo de ese pollo es muy fuerte. Echar la bronca cuando lo que hay que hacer es disculparse y procurar enmendar el error. O sea, no llegar tarde la próxima vez.

¿Descansarás este fin de semana o volverá a ser de corre-corre?