Verdugo y vecino de planta
Esta mañana, casi al tiempo, he recibido un correo electrónico de una amiga con esta noticia del ABC y la he visto en un foro de amiguetes que suelo leer.
Que cada uno saque sus propias conclusiones...
Verdugo y vecino de planta
POR BLANCA TORQUEMADA
MADRID. Sólo un puñado de ciudadanos íntegros plantó cara hace dos meses a la excarcelación «de facto» del asesino José Ignacio De Juana Chaos en las puertas del hospital Donostia de San Sebastián, donde el etarra recibe cuidados médicos después del éxito de su huelga de hambre. Estaban los de siempre (la familia Múgica, Carlos Martínez Gorriarán, algunos miembros de Covite, la madre de Joseba Pagaza y pocos más), cuando una de aquellas personas llamó la atención de los fotógrafos, que la «atraparon» con sus objetivos; se trataba de una mujer de aspecto frágil, postrada en una silla de ruedas. Víctima del terrorismo, enferma de leucemia y vecina de planta de De Juana en el centro sanitario. Ninguno de sus amigos la había informado sobre esta convocatoria de protesta, por respeto a la extrema debilidad que le causa la continua agresión de la quimioterapia, pero ella se enteró y rogó que la bajaran. Tenía que estar allí.
A María (nombre figurado) ETA le hizo añicos los esquemas vitales (la familia, el trabajo en su bar, las ilusiones cotidianas, las preocupaciones menudas) el día que asesinó a su hermano, dependiente de una tienda de bicicletas, en 1997. La banda criminal le había señalado como delator de Valentín Lasarte y lo mató de un disparo en la nuca tres meses después de la detención de ese etarra, el más estrecho colaborador de «Txapote» en su orgía de odio y de sangre. Juntos perpetraron los asesinatos de Gregorio Ordóñez y del policía Alfonso Morcillo, entre otros.
La familia de la víctima se rebeló, y a las tres semanas alzó la voz: «Sepa la opinión pública vasca -dijo uno de sus hermanos, en rueda de prensa- que ETA mata, primero con la bala y, después, con la calumnia, sabedores de que los muertos no pueden defenderse». Y de que los vivos (pudo añadir, aunque no lo hizo) miran hacia otro lado y se emboscan en la indiferencia.
Tras el abismo del atentado, María no quiso echar el sufrimiento en su desván interior para, mal que bien, salir adelante. En su bar, empezó a hablar alto y claro, a decir cuáles de los parroquianos eran cómplices de tanta ignominia, a luchar modestamente contra la lacra de la impunidad social y la justificación de los asesinos. Lo pagó caro. En vez de encontrar la solidaridad de sus vecinos, se dio de bruces con el vacío y con la ruina. Tuvo que cerrar el establecimiento, y poco después enfermó.
El martes de la semana pasada tres de sus amigos de Covite estuvieron con María en el hospital. Los médicos sólo le estan dando «altas condicionadas» algunos fines de semana, apenas un leve respiro en su durísimo tratamiento. A diferencia de De Juana, ella no puede pasear, no está fuerte para sostenerse en pie.
Cuando salieron, los visitantes temieron toparse con el etarra, y así sucedió, a los pocos segundos. Con apariencia saludable y férreamente escoltado por tres ertzainas, el asesino volvía en esos momentos de dar una vuelta por los alrededores del centro sanitario. Se mostró escrutador y desafiante, y «marcó» con la mirada especialmente a una de estas personas, a la que seguramente identificó porque ha aparecido alguna vez en la prensa y en la televisión.
La habitación del «reo», en la planta cuarta y a pocos metros de la de María, está al fondo de un pasillo en forma de ele, resguardada del trasiego. En la puerta hay permanentemente un escolta más, sentado en un sillón. Todo un despliegue que supone ocho turnos de trabajo al día (cuatro de mañana, otros tantos de tarde y dos de noche) para brindar protección al asesino, mientras se perpetúa la condena de las víctimas a respirar el mismo aire que sus verdugos.
5 comentarios:
A mí no es que me agrade que ese malnacido esté suelto (que realmente, no lo está), pero creo que el Estado debe ser el primero en cumplir con las leyes y la otra opción para De Juana, que habría sido dejarlo morir, supondría un delito.
La alimentación indefinida por vía intravenosa que defendián algunos, no era viable. Los médicos que lo atendían decían que el reo podría sufrir graves efectos secundarios e incluso la muerte si se persistía con la alimentación artificial. Ante esa situación, no creo que cupieran muchas otras posibilidades que ingresarlo en un hospital (de acuerdo con las leyes, claro está).
Una cosa es lo que a cada cual le gustaría hacer y otra cosa es lo que se debe hacer.
Blagdaros, como viejo profesor de Derecho debo manifestar que su afirmación de que el posible desenlace de la situación de De Juana supondría un delito, es radicalmente errónea.
Como sintetiza el antiguo brocardo Nulla poena sine lege y a tenor de nuestro Código Penal -actual y anteriores, unánimes- Son delitos o faltas las acciones y omisiones dolosas o imprudentes penadas por la Ley. (Capitulo I, artículo 10). Exclusivamente.
Y para que la Ley Penal sancione es precisa la tipificación del supuesto, dado que en Derecho Penal está prohibida la aplicación por analogía.
De Juana estaba condenado por sentencia firme y está sujeto a procedimiento; en su situación procesal depende de Instituciones Penitenciarias, órgano administrativo del Ministerio de Justicia -o del correspondiente autonómico en su caso-, que debe disponer lo preciso para el cumplimiento de la sentencia, según el pertinente reglamento.
De incurrir alguien en ilícito penal sería un individuo, un funcionario o autoridad, pues aquel lo cometen personas responsables, a quienes se pueda imputar, nunca colectivos, que se consideran irresponsables.
¿El Estado?; ¿va a procesar a todos los funcionarios públicos y autoridades de golpe, como autores simultáneos de un único ilícito penal?.
De lo anterior se deduce que sólo podría responsabilizarse al Excmo. Sr. Ministro de Justicia, en aplicación del principio constitucional de jerarquía administrativa.
Bien. ¿De qué ilícito penal?.Quizá procediese usted a tenor de lo dispuesto en el Libro II, Título I, del citado Código, artículo 142,1,.. El que por imprudencia grave causare la muerte de otro, será castigado, como reo de homicidio imprudente, con la pena de prisión de uno a cuatro años, para lo que es imprescindible que usted defienda que mantenerle en un hospital, sometido a toda clase de cuidados facultativos, pero respetando su decisión, tomada con plena libertad, de no ingerir alimentos, constituye una grave imprudencia.
Y no bastaría su opinión, pues debería ajustarse a los requisitos jurisprudenciales que delimitan que constituye una imprudencia grave.
O quizá proceda a tenor del artículo 143..El que induzca al suicidio de otro será castigado con la pena de prisión de cuatro a ocho años, considerando que el comportamiento de aquella autoridad, manteniéndole en prisión, en cumplimiento de lo decidido en aplicación de la ley por un órgano judicial en el ejercicio legítimo de sus competencias, induce (RAE: Instigar, persuadir, mover a alguien) a De Juana a suicidarse.
Porque observe que el Derecho Penal castiga aquello que produce la muerte de otro, pero no al suicida -cosa harto difícil, por otro lado-.
En Derecho Comparado, especialmente en el anglosajón y los que siguen el sistema del precedente, los ejemplos son imnumerables. Recuerde lo sucedido con aquellas personas que, ante una enfermedad incurable, solicitan acabar su existencia. El órgano judicial contempla sí el deseo de una persona de acabar su existencia puede ser tolerado por el Derecho. No más. Ocurra lo que ocurra. Sí puede respetarse su voluntad, muere; sí no, la Ley, en nombre de todos nosotros -que para ello votamos y debe exigírsenos que asumamos las consecuencias, tanto más cuanto menos nos gusten- fuerza su decisión, aunque esto quizá no evite su muerte.
En el Reino Unido, al que causaría sonrojo que España diese lecciones de libertad desde el siglo XVII, hubo un caso muy parecido. Está en las hemerotecas.
Quizá el problema español se reduzca a falta de profesionalidad. Durante tantos años ha primado el criterio de quien mandaba que no estamos habituados a seguir lo que dispone el profesional.
Aquí, la mayoría confunde su deseo con lo posible y conveniente; "sí esto creo, así debe ocurrir".
Basta prestar oído para darse cuenta de que el español sabe de todo, con fundamento.
Y claro. Quien dirige se da cuenta de que apartando a los profesionales y técnicos de sus asuntos, y acostumbrando a la masa a que se guíe por opiniones, por la prensa, "lleva al ganado al redil que le interesa".
Y no. Porque es imposible actuar en Derecho sin Juristas. Cuando el Derecho se trufa de política y poder, sobreviene, más tarde o temprano, la Tiranía.
Pues yo creo que si hay imprudencia grave en el que, sabiendo que seguir manteniéndole alimentado por vía intravenosa le va a causar serios daños para su salud e incluso, la muerte, lo sigue haciendo.
Esto en cuanto al código penal (y por tanto, en cuanto a lo tipificable como delito).
La pregunta es, ¿si no se tratase de De Juana Chaos, pensarían ustedes lo mismo?. Lo dudo.
De hecho, esta forma de actuar ya se ha dado en varias ocasiones y nadie ha puesto el grito en el cielo. No, reconozcámoslo, el problema no es lo que se está haciendo, el problema es que se trata de De Juana Chaos.
Pero por otro lado, no hay que olvidar que la Constitución, para bien y para mal, recoge el derecho a la protección de la salud (artículo 43) como principio rector de la política social y económica. Y ese derecho,para mí también implica proteger la salud de De Juana Chaos.
Para mí no cabe duda de que dejar morir a De Juana sería una barbaridad, por mucho que a algunos les hubiera encantado. Nos pondría a su nivel, si no por debajo de él.
Si al final lo dejan libre, y parece que puede ser así, sí que me parecerá algo inadmisible, pero que eviten que se muera, me parece algo más que razonable aunque haya que poner a cuatro policías vigilándole.
No es que sea yo el mayor admirador de este gobierno ni del anterior, pero creo que hay cosas como el derecho a la vida con los que no se debe jugar y en este país la clase política se está acostumbrando demasiado a hacerlo.
Ahora si hay que escoger entre ambos, me quedo con este, sin lugar a dudas.
Cuando me califico como jurista y después de haber sido juez, le aseguro que procuro ajustarme al máximo al Derecho y dejar de lado mis deseos personales.
Alguna vez tuve tentaciones en contrario y sentí con claridad lo próximo que estaba a ser injusto.
Eso he hecho en el comentario anterior. Y la misma postura mantendría en cualquier supuesto en que se diese identidad de razón. Créalo, ese tipo de idea, que no argumento, de presuponer cual sería mi comportamiento futuro, no sólo le muestra poco generoso sino que le aleja del Derecho, ámbito que nunca se aplica sobre el porvenir sino sobre conductas pasadas.
Y esté seguro de que el Derecho es tanto la única protección de los débiles, como el mejor control de los poderosos, así como el camino que permite que convivamos en discrepancia. Alejarse de él convierte, en expresión antañona, al Hombre en lobo para el Hombre.
En cuanto a su calificación como imprudencia grave, no encaja en nuestra jurisprudencia -y posiblemente en ninguna-, mostrando más un deseo de que la Ley se ajuste a lo decidido en el caso que de que esto sea acorde a Derecho.
En cuanto a la cita constitucional que hace, haré dos comentarios. El primero es que nuestra Norma Fundamental establece determinados derechos que es preciso entender como principios que deben guiar tanto la elaboración de las Leyes como su aplicación, pero que precisan ser desarrollados y concretados por normas de menor rango, de manera que es esta y no aquella quien nos dice en que consiste concretamente su ejercicio.
Pues si no, y como también todos tenemos derecho a una vivienda digna, ¿por arte de qué magia se cumple lo dispuesto?. No; el Derecho, constitucional y cualquiera, no regula ní imposibles, ní deseos, ní sueños.
Es sólo un acuerdo posible de convivencia imperfecta. ¡¡Ní más ní tampoco menos!!.
En segundo lugar, proteger la salud es proporcionar los medios humanos y materiales para que las personas puedan mantener aquella e informar, educando, sobre la mejor manera de hacerlo. No creo en intervencionismos.
En conclusión -pues por mí, aquí termina mi comentario, en cualquier caso-. Estamos ante una decisión del Gobierno y todas ellas, por principio -en este momento y lugar, y en cualesquiera otros- son de carácter político.
Y, repito, política y Derecho no suelen casar bien.
No creo que haya motivos para ponerse así. Yo no he presupuesto nada, pues no tengo por costumbre hacerlo. He "dudado" porque me parece que este tema está demasiado mediatizado y me consta que mucha gente sí que cambiaría de opinión si en lugar de De Juana, habláramos de un delincuente ordinario.
Encambio entiendo que usted si ha presupuesto cual es mi motivación para entender que es una "irresponsabilidad grave" dejar morir a una persona.
Si la jurisprudencia dice otra cosa, lo cual no deja de sorprenderme, simplemente quiere decir que no estoy de acuerdo con el criterio jurisprudencial, algo que creo, es perfectamente razonable.
Así pues, aún reconociendo que sus conocimientos de derecho son superiores a los míos, debo mantener mi criterio.
También he de decirle que he hablado mucho del tema y en ocasiones, con juristas que defienden una opinión más cercana a la mía, que a la suya.
Así pues, contraponiendo ambas opiniones y considerando que por estar ambas fundamentadas, ninguna de ellas prefiero defender la que salva una vida, que la que deja que se acabe, aún cuando esa vida sea la de De Juana Chaos.
Por otro lado, creo que ha personalizado usted una crítica que hago hacia un conjunto de personas y no a usted en concreto. No le conozco y por tanto, reiterándome, no voy a entrar a suponer lo que usted piensa y lo que no, pero sí observo posturas demasiado radicalizadas respecto a algunos temas que son alentadas desde algunos sectores de la sociedad como políticamente correctas, cuando en realidad debería ser al revés. Si se desmarca usted de esa tendencia, no debería sentirse aludido.
Saludos
Publicar un comentario