martes, 19 de febrero de 2008

Boca de amor (o la boca de Eros)

En un artículo anterior, preguntaba acerca del significado de unas palabras en griego. Gracias a Turu y a su especialista, tengo la traducción de esas palabras, que titulan este artículo.

Esas palabras están grabadas en una escultura que forma parte de la exposición de las obras de Igor Mitoraj, que oficialmente comienza el próximo jueves y que me fascinó.

Estaba tomando el sol en uno de los bancos de piedra cercanos a la puerta de Murillo, en el Prado. Un café con leche y nuez moscada, un libro y el reproductor del mp3 para aislarme del ruido de Madrid. Al llegar, había visto las esculturas a lo lejos, pero había un grupo de turistas arremolinados alrededor, haciendo cola para entrar al Museo y me dije que podía esperar antes de acercarme a curiosear.




Me fui acercando, atraída por esa boca que parecía recién salida de un largo sueño en el mar. Me ensimismaron los colores, que la cámara no ha captado como lo hicieron mis ojos. O quizás lo idealicé. La verdad es que esa boca en carne y hueso y tamaño normal, sería altamente besable, para recrearse en un beso y todos los matices que éste contiene.


¿Habéis algo acariciado, con los ojos cerrados, las paredes de algún monumento o de una casa vieja? A mí me gusta. Siento que las yemas de mis dedos, recorriendo las grietas y las distintas texturas de la piedra (como si de las arrugas de una persona se tratase), me cuentan algo más que lo que se ve a simple vista. Pues quería sentir esa misma sensación cuando me acerqué a la escultura.

Con timidez, por si me llamaban la atención, acerqué mi mano. El metal estaba frío, pero yo sentí calidez y suavidad. Poco a poco, más confiada al ver que no me regañaban, fui trazando un camino por lo que sería la piel alrededor de los labios, notando las arrugas, para llegar hasta los labios y recorrerlos con los dedos.

(Turulato, tienes razón en el sentido metáforico de estas palabras. Sólo hay que querer escuchar esa historia).

3 comentarios:

Fran dijo...

¿Y habéis observado a alguien cuando acaricia con los ojos cerrados esa piedra, madera o metal y no sabe que le observan? Sus expresiones también cuentan algo más de lo que se ve a simple vista normalmente.

Chus dijo...

Pues Fran, Silvia, no he hecho ni una cosa ni otra. Pero sí os puedo decir... para mí, a esos labios, les falta sonreir.

Besines

Silvia dijo...

No, a los labios no les falta sonreír. Le faltan unos ojos que sí lo hagan.