sábado, 23 de agosto de 2008

Desahogo

Por un gallifante, ¿quién es la imbécil que lleva en su oficina desde las 8 de la mañana en vez de estar durmiendo o estudiando?

Lo que me fastidia no es el madrugón o el que me llamara anoche un cliente a la una y media de la madrugada (que me dió igual, porque no podía dormir dándole vueltas al cotarro).
Lo de trabajar un día que no me toca tampoco, pues me ha pasado más veces y sé que son las fechas.

Lo que realmente me cabrea, es que esto me pasa porque he ido a dar con un cobarde, incompetente y gilipollas, que se ha lavado las manos en un problema que él ha generado y que me ha causado a mí un marrón gordísimo, porque soy yo la que da la cara. Y como no quiero que me la partan, héme aquí, removiendo Roma con Santiago para solucionar el problema.

Lo triste es que si en vez de comportarse como un soberbio y un prepotente, nos hubiera escuchado a sus subordinados o a mí, que somos los que estamos en contacto con la realidad del asunto, esto no habría sucedido y todos tan contentos.

Ayer hablaba con uno de sus empleados con el que tengo mucha confianza y un cierto grado de amistad. Me decía "Silvia, ya sabes, es el hijo del dueño y hace lo que quiere. Sigue siendo, con sus cuarenta y pico años, un niñato consentido al que le han dado un juguete que está destrozando poco a poco".

Mi primer pensamiento fue ¿Y no podría destrozar el juguete sin estampármelo a mí en la cabeza?.
El segundo fue menos egoísta y sí más triste. Pensé en las horas, esfuerzos y sacrificios que su padre tuvo que hacer para lograr todo lo que logró. Y el esfuerzo de todos los que trabajaron para su padre y que contribuyeron a ese éxito y que, como a mi amigo, tan poco se les agradece ahora.

Aunque quiero creer que no somos tan egoístas cuando logramos algo, que somos más generosos y agradecidos, cada vez me cuesta más creerlo y mi fe en el ser humano se tambalea un poquito más.

8 comentarios:

Poledra dijo...

Claro que si, mujer.

Venga, que seguro que se soluciona. No te desquicies, que entonces si que no vas a poder hacer nada.

Un abrazo enorme

Fran dijo...

Respira hondo y calma, que verás como lo acabas arreglando, aunque a veces pagues un precio demasiado caro (y tu salud lo es).
Y tómatelo con paciencia, que con gilipollas como ese te tocará bregar mucho por tu carácter.
Un abrazo y paciencia

Blas de Lezo dijo...

Esta este planeta rebosante de personajes de ese pelaje. Gentes que no valorar lo que les han dado a manejar en sus manos pues no lo sufrieron, no lo vieron crecer.

A los que vemos y sufrimos en diferentes versiones la misma historia, sólo nos queda saber que salvo dejar nuestra profesionalidad inmaculada lo demas es un problema de ellos.

Es trsite, pero es así, si no acaberomos somatizando la salvación de una empresa y eso es una puerta abuerta al desazón y la mala vida interior.

Ánimo, que el viernes está cerca. Mientras mantener la honra profesional es el único objetivo

Anónimo dijo...

Paciencia guapa... que por desgracia todos los jefes tienen hijos.

besos

Silvia dijo...

Poledra, se solucionó a medias, después de estar ocho horas en la oficina el día en que libraba y de recibir llamadas en el móvil hasta las once de la noche del sábado. Aunque más que solucionarlo ha sido "parchear" la situación para perjudicar lo menos posible al cliente.

Fran, mira que he dado con gilipollas, pero éste se lleva la palma, porque sabes que no es un problema de este verano y se podía haber solucionado. Pero como a él en su torre de marfil, no le salpicaba el marrón (que él hasta me colgó el teléfono) y las amenazas no se las llevó él, sino el chaval de recepción y yo, le importó un pito el resto. Eso sí, ahora cuando le denuncien y me llame para ver si le echo un cable, que le estimulen la próstata un rato, porque mi teléfono para él comunicará.

Blas, yo ejerzo de intermediaria y por tanto, soy la cara visible y la que se lleva los primeros palos aunque no tenga la culpa. A mí me parece genial lo que haga con su empresa, como si le quiere prender fuego al hotel, pero que no me joda.

Lúcida, yo soy hija del jefe, además de ser socia (aunque no está muy claro quien es el jefe en este negocio). Precisamente por eso, quiero que mi empresa, en la que he dejado sangre, sudor y lágrimas (figurada y literalmente) de un buen servicio y no se vea comprometida, porque, por mi forma de entender mi negocio, creo que es mi nombre y mi palabra las que se comprometen. Y no me gusta.

Aunque ya estoy acostumbrada a marrones, lo de este tío me ha llegado al alma, por la falta de colaboración y de integridad. Aún queda verano y puede que algunos marrones, así que no me toca más que paciencia.

Besos a todos

SOMMER dijo...

Le dices de mi parte: que te den por el culo.

No servirá de mucho, pero te quedarás a gusto.

Besos

Emiliakus dijo...

Silvia (saludos desde Almería) vales más que él y si, a veces la mierda de otros nos acaba salpicando.

Se que trabajas mas que puedes, pero ya sabes que tléfono no coger en caso de emergencia.

Nos leemos por umbría.

Luis Caboblanco dijo...

Me cuentas la historia de la humanidad, y contra ese fuego no cabe echar agua sino solo escapar...

Saludos