domingo, 16 de noviembre de 2008

Mentiras, incienso y mirra

Yo siempre he visto el sexo como algo muy natural. Al fin y al cabo, comerse una polla es como comerse un pincho de tortilla. Quitando lo de la moral y eso...

No recuerdo si eran exactamente esas las palabras textuales, pero sí era ese el espíritu.
Forma parte de un monólogo de uno de los protagonistas de la obra, Mentiras, incienso y mirra que actualmente se representa en el teatro de La Latina, en Madrid.

Escrita por Antonio Albert (periodista y crítico de cine) y el guionista y director de cine Juan Luis Iborra, que se encarga de su dirección; es una divertida comedia, que arranca más de una carcajada y alguna sonrisa amarga.

Seis viejos amigos se reúnen la noche de Reyes en una cena que sirve para mantener unido al grupo e intentar recuperar esa ilusión de cuando eran niños, a pesar de la desilusión y el alejamiento entre ellos. Durante esa cena, salen a la luz secretos, miserias, soledades y mentiras. Y amistad.

Los protagonistas están interpretados por actores populares gracias a series de televisión y al cine y en mi opinión, hacen una labor estupenda. Ana Rayo (Sin tetas no hay paraíso, Moncloa,¿dígame?), Ana Pascual (Valentín), Elisa Matilla (Todos los hombres sois iguales (TV), Por fin, solos, 7 vidas), Jesús Cabrero (Hospital central, Amar en tiempos revueltos), Ángel Pardo, el popular Rusti de Hospital Central y el conocido Jordi Rebellón, que seguramente os suene más si os digo que es el doctor Vilches de Hospital Central.

Vilches. Así le llamó uno de los chicos que se sentaba detrás nuestro, en la segunda fila. ¡Qué menudos elementos!. Sé que en el pasado, era frecuente merendar en los corrales de comedia, pero ya no. Algo que parecían ignorar. Primero fueron las latas de refrescos. Después, la bolsa de patatas fritas. Y para acabar, el bocadillo envuelto el papel de aluminio. Y por si no habíamos tenido suficientes ruidos de ambiente, se tiraron hablando buena parte de la obra. ¡¡Qué gente más plomo!!.

En fin, que si queréis pasar un rato divertido, daros un paseo por La Latina. Y ser ese otro amigo, al que esos seis "locos" le hacen partícipe de sus confidencias.

2 comentarios:

Turulato dijo...

¡Hombreee; no hay comparación!. Un pincho jugoso, recién hecho, tierno, con su pimientito picante picadito muy menudo por encima...
Comida cara al público, dejando chorrear algo de huevecillo por la comisura de los labios...
Es mucho más erótico e irritante para el que lo contempla sin participar.

Fran dijo...

No sé, no puedo comparar porque sólo le he dado al pincho de tortilla. Pero me da a mí que igual, lo que se dice igual...No.
Tomo nota de la recomendación por si está cuando suba a Madrid.