lunes, 1 de junio de 2009

De presentación en presentación

Aunque estoy muy cansada del trajín oficina-hospital-estudios, el jueves pasado aproveché la hora del almuerzo para acercarme al workshop que había en el hotel Intercontinental de las ciudades patrimonio de la UNESCO que hay en España.

El workshop me fue muy útil para recopilar ciertos contactos con los que trabajar en el futuro y para ver a algunos compañeros de la profesión.
Como nota negativa, lo de siempre: los gorrones y sus modales. Creo que hay quien no come en su casa y que la única pitanza que ingiere es en esta clase de eventos. Conozco a unas cuantas personas, a las que no aguanto, que directamente van a la parte del papeo y pasan del resto.
En este evento, había un pequeño buffet, asistido por camareros, con platos representativos de cada una de las ciudades participantes en el workshop. La comida fue deliciosa y el servicio estupendo(quizás la única pega es que el cava estaba poco frío, aunque me inclino a pensar que lo que sucedía es que hacía muchísimo calor) pero hubo quien se tiró buena parte gruñendo por la comida, porque no le ponían lo que le gustaba. Yo, que soy muy simple, veo facílisimo irse a un restaurante y pagar por comer lo que te de la gana.

Aunque lo que más me cabreó fue la desaparición de algunos cubiertos, monísimos por cierto, dentro del bolso de alguna o del bolsillo de la chaqueta de alguno. Como cada vez es más frecuente que deje salir mi diplomacia acelguil y me dejé de ciertas hipocresías, me despachaba con un "Oiga, perdone, se le ha caído un tenedor dentro del bolso" lo suficientemente alto como para que lo oyeran los de alrededor.
¡¡Desagradecidos!!. Yo que me preocupo para que no se pinchen con las púas del tenedor al meter la mano en el bolso y me veo obsequiada con una mirada de odio visceral, que ni que les hubiera asesinado a la madre.
Con lo sencillo que es todo. Si no quieres que te saquen los colores, no hagas cosas que puedan hacer que te los saquen.

Después de almuerzo tan interesante y de una tarde de trabajo, esa misma noche, fui a una presentación de una mayorista. En lo profesional, no me sirvió para nada, pero en lo personal fue una excelente sesión de risoterapia.
Tras el evento, disfrutamos de una actuación en La chocita del Loro. Yo conocía el local de Carabanchel, pero era la primera vez que iba al de Gran Vía y mi sorpresa fue al ver el cómico que actúaba: Riky Lopez, un cantaútor en clave de humor, que se hizo popular porque una de sus canciones se convirtió en una especie de himno no oficial de la selección de baloncesto campeona del mundial de Japón.

Cantar, no es que cante mucho. Pero con la susodicha canción (llamanda El busto es mío y conocida como El hombre despechado), además de recordar a Krahe, que también me gusta, empecé a reírme a carcajadas.



Siguió el espectáculo, las carcajadas iban en aumento y llegó la canción que sigue. Recordé el fragmento de Jardiel que amablemente compartió Oshidori con todos, cierta conversación reciente con el amigo Fran y...las lágrimas de risa me rodaban a raudales por las mejillas. ¡Qué agujetas en el abdomen al día siguiente!.



Esta semana, aunque tendría que centrarme más en los estudios (si es que finalmente me puedo presentar a los exámenes), tengo la agenda llena de eventos y presentaciones. O no hay ninguna en meses o la misma noche hay cuatro cosas distintas. Aunque me temo que ninguna tan divertida como la del jueves pasado por la noche...

5 comentarios:

Fran dijo...

Desengáñate, Silvia. Lo único que vas a lograr es ganarte algunas enemistades, pero no que cambien ciertas cosas. Porque aquí, al niño que señala que el Emperador va desnudo, se le dan dos collejas y se le castiga sin cenar.

A veces me entra el mono de ese trajín de presentaciones. No por las actuaciones, que tuvo pinta de estar bien, ni por la pitanza o la bebida, sino por la compañía.

Aprobarás los exámenes. Si no ahora, en septiembre. Así que no te agobies demasiado y recuerda que estudias porque quieres.

Turulato dijo...

¡Mira tú por donde!.¡Oye pues!. Resulta que estoy totalmente en desacuerdo con el señor Paco. Es muy sencillo. Dice que las cosas no cambian. Y es falso; las cosas cambian. Y lo hacen porque las gentes cambiamos en relación a ellas. Y casi siempre porque alguien actúa de catalizador o, más a mi modo, de detonante. Lo que si es cierto es que no toda acción detonante consigue hacer explotar la carga; pero también lo es que sin "multiplicador", la carga explosiva es inerte.
Como actúa lo impredecible

Turulato dijo...

Por cierto. Este blog está evolucionando a gran velocidad, y presiento que sin que la autora se de cuenta y lo pretenda, hacia un buen depósito de ideas sociales, chiquitas y por eso importantes. Porque son reales.

Fran dijo...

Quizás tenga razón don Turulato, pero yo lo que espero y deseo es que la artificiera que nos ocupa no se vea dañada por una de esas explosiones.

Silvia dijo...

Fran, ¿Qué algunas veces me planteo el pasar de todo y que se mueran de asco con sus miserias? Cierto. Como lo es que me ponen en ocasiones la cara como un pan.
Pero tengo que seguir haciendo lo que creo correcto e intentar que algunas cosas cambien.
Y a ti también se te echa de menos.

Turulato, ese depósito de ideas lo forman también algunas contribuciones de los que aquí escriben, como tú o Fran.

Un abrazo