martes, 12 de octubre de 2010

n+1 Ida de olla

Hoy me han despertado ruidos en la calle y en mi portal. En ese estado transitorio entre el sueño y la vigilia, el primer pensamiento que ha cruzado por mi mente es que estoy metida en mitad de una pelea, en la que a mí se me ha atado la mano derecha a la espalda y en la que no lucho en igualdad de condiciones, con lo que me están poniendo la cara como un pan.

Alguno pensará que se me ha ido la olla más de lo habitual, pero tiene su explicación.

Hace unos meses, al pasar por delante de un portal vecino de mi bloque, me dí cuenta de que la reja del primer piso estaba reventada. Durante un par de días observé hasta que se confirmaron mis sospechas. Una familia gitana había ocupado la casa. Con esos datos, llamé a un amigo inspector de policía y se lo dije. Él mandó a un par de centauros esa misma noche. La respuesta que recibí por su parte fue desoladora: No se puede hacer nada. El piso es propiedad del banco y si ellos no denuncian, nada.
Diez días después, en ese portal ya eran cuatro los pisos ocupados. Lo primero que hicieron fue tender un cable hacia el conector de la luz para poder enchufar su plasma de 42 pulgadas. Cable que cuelga por mitad de la calle y que es un peligro para los transeúntes.

Este verano ha sido una constante: llegaban las doce y yo llamaba a la policía para denunciar que estaban montando escándalo en la calle y destrozando los jardines que tengo enfrente de casa (antes preciosos, ahora están hechos papilla y llenos de mierda). La policía venía, los echaba y al rato, otra vez. Y vuelta a llamar.

Como comprenderán, no estoy precisamente contenta con la situación. Máxime si añaden que les he oído hablar varias veces de que todos cobran la Renta Mínima de Inserción. Subsidio que sale del bolsillo de los pobres pringados como yo (por cosas como ésta, me quiero hacer insumisa fiscal, como dije ayer en mi Caralibro) y que curiosamente, todas las personas que conozco que lo cobran son de etnia gitana. Y yo me pregunto, ¿hasta cuándo hay que seguir fomentando este tipo de actitudes de mendicidad y picaresca institucionalizada? Porque como me han dicho varios de mis clientes, de etnia gitana. "El que no se integra es porque no quiere, que es más fácil vivir del cuento".

Ayer me chivaron que uno de los pisos vacíos de mi portal era el siguiente objetivo de esta gente. Como pude, pues estaba en la cama hecha polvo por un gripazo bastante fuerte, se lo dije a los vecinos. Hemos tenido que estar los propios vecinos pendientes, todo el día y toda la noche, de que no se metiera nadie en el portal. ¿Es eso normal?

Por eso, mi sensación de impotencia, de indefensión. Intentas portarte bien, seguir las reglas del juego, para descubrir que otros cambian las reglas a su antojo y que a ti, te van a dar por todos los lados. Dentro de un momento, como ya me encuentro algo mejor, me iré a la oficina a acabar la contabilidad para presentar el I.V.A. trimestral. Haré las cosas como tengo que hacerlas, pues no sé de otro modo, no me sale, pero volveré cargada de amargura, de rabia y de impotencia, con la sensación de que se me castiga por hacer las cosas bien.

¿Cuánto tiempo se puede aguantar tragando tanta bilis?

3 comentarios:

Turulato dijo...

No hay respuesta. Con esta gente que nos rige, no. Ni los del cejas ni los del barbas.

Poledra dijo...

Mira tú que me gustaría animarte...pero no sé como...

Te dejo un abrazo, eso sí

Anónimo dijo...

Y no tienes ningún amiguete en el Banco ,que te pueda echar una mano ?MER.