Una historia de Amor
Ese es el nombre que han puesto al Belén instalado en la Catedral de Burgos y montado por el Regimiento de Transmisiones 22 acuartelado en Castrillo del Val. Un título de lo más acertado.





Bienvenidos. Espero que os sintáis como en vuestra tasca favorita.
Ese es el nombre que han puesto al Belén instalado en la Catedral de Burgos y montado por el Regimiento de Transmisiones 22 acuartelado en Castrillo del Val. Un título de lo más acertado.
Escrito por Silvia a las 23:59 1 comentarios
Archivado en: Emociones y recuerdos, Mi día a día/Anécdotas
Gracias a una conversación en el Caralibro, sobre cementerios y gastronomía, recordé un cuento que me contaba mi abuela de pequeña y que me encantaba.
Escrito por Silvia a las 14:25 5 comentarios
Archivado en: Emociones y recuerdos
Escrito por Silvia a las 23:03 4 comentarios
Archivado en: Mi día a día/Anécdotas
- A veces me pregunto si lo que siento realmente por él es amor. No tendría que resultar tan difícil, a veces, quererle. Es todo mucho más sencillo.
- No digas tonterías. Pocas personas conozco que tengan tan claro cuando quieren a alguien y vivan de un modo tan coherente a lo que sienten. No te resulta difícil quererle, pero dudas antes sus incongruencias y mentiras. Sólo es miedo. No sabes a qué atenerte y te proteges.
- No sé.
- Sí lo sabes. Mira, él se lo pierde. No le conozco, pero no parece muy listo si no se ha dado cuenta de lo que hay y rechaza tal regalo. Y no hablo de una relación romántica.
- Sabes que las cosas no son tan sencillas.
- Son todo lo sencillas que nosotros queremos hacerlas.
- Quizás. Por ahora, prefiero otorgarle el beneficio de la duda. Aunque a veces duela y cueste.
- Anda, ven, tontorrona - él la estrechó más contra su pecho. Ella apoyó la cabeza sobre su hombro y cubrió su cuerpo con el edredón. ¡Qué bien olía! - Si quieres le doy un par de hostias a ver si reacciona.
- ¡Qué bruto! Nunca he tenido ningún interés en que dos personas a las que quiero, se partan la cara por mí. Además, sabes que eso sería una forma de coacción y trato por todos los medios, aunque no siempre lo logre, de que eso no suceda.
- Lo sé. Eres la miedica que menos pide que la den la mano en la oscuridad que conozco. Aunque estés muriéndote de ganas y temblando de miedo.
- ¿Ein?- ella levantó la cabeza, buscando su mirada en la penumbra, intentando entender.
- Nada. Cosas mías - él comenzó a acariciar con las yemas de los dedos el cuello y el pelo. Permanecieron abrazados en silencio, mientras notaba como su respiración se iba ralentizando.
Escrito por Silvia a las 11:50 3 comentarios
Archivado en: Relatos
Anoche estuve en Bedford Falls, acompañando a un hombre desesperado en su búsqueda de la esperanza. Y ayudando a que un ángel consiguiera sus alas. No es la primera vez que lo hago. De hecho, lo hago todas las Navidades y alguna vez más el resto del año desde que tengo uso de razón.
Pero creo que ayer fue distinto. No sé exactamente porqué, pero si siento que he dejado de percibir las Navidades del modo en que lo hacía hasta ahora. Descoloca, pero no es malo. Creo.
Así que aquí estoy, con la mente en blanco, incapaz de desear a los que pasan por aquí, una Feliz Navidad sin que me suene a manido o hipócrita, pues no estoy muy segura de como me siento estos días.
Me gustaría poder regalar Belleza como ha hecho Turulato aquí. O Esperanza. Pero no me sale. Ni siquiera con aquellos a los que quiero y tengo más cerca. Siento que no he sido ni soy capaz de ello.
Pero por otro lado, aunque yo no sepa mostrarlo, siento más que nunca esa Esperanza.
Deseo de todo corazón que seáis capaz de verla y disfrutarla. Estos días y el resto de los días del año.
Feliz Navidad.
Escrito por Silvia a las 10:25 2 comentarios
Archivado en: Emociones y recuerdos
- Está comenzando a llover. Vámonos a tomar algo.
- No, quedémonos aquí. Son sólo cuatro gotas. Y mira, aún hay sol. Quizás veamos un arcoiris.
- Venga, que nos podemos resfriar.
- No seas quejica - protestó ella sonriendo - Si te pones malito, yo te mimo. Pero, porfa, que me encantan los arcoiris.
- Mmm, no sé, no sé. Si sólo es luz refractada...
- Nooo. Es mucho más. Es seguir soñando, creer en lo increíble.
- ¿Entonces encontraré dos ollas con monedas de oro al final del arcoiris? - sonrió él - Creo que empiezan a gustarme.
- ¡Qué tonto eres! Sabes que no es eso. Eso no importa.
- Lo sé, pero te pones preciosa cuando te enfurruñas - él la abrazo por detrás - Mira, allí tienes tu arcoiris.
En el horizonte, el arco de colores se veía cada vez más nítidamente. Ellos permanecían abrazados, las manos juntas, contemplando el horizonte y sus sueños.
- Mira, ahora estoy aquí - ella se giró y le miró con dulzura - pero siempre estaré esperándote allí - dijo señalando el arcoiris.
- ¿Me lo prometes?
- Te doy mi palabra de honor. Y sabes que nunca la traiciono - ella se levantó de puntillas y le dio un beso, sellando el pacto que acababan de hacer entre ambos.
El sonido de las gotas de lluvia repiqueteando contra su ventana le despertaron de la siesta estival. Adormilado, con el sueño fresco en su memoria, se acercó a la ventana. A lo lejos, se podía ver brillar nítidamente los colores del arcoiris. Con el sabor del beso aún en los labios y el recuerdo de la promesa pasada, volvió a la cama vacía.
Escrito por Silvia a las 00:42 3 comentarios
Archivado en: Relatos
Estas Navidades están siendo extrañas. Estoy viviendo mi particular cuento de Navidad y quizás por eso han venido a visitarme mis fantasmas del pasado y presente.
Es curioso. Tengo mucha memoria, especialmente de la emotiva. Pero casi no me acuerdo ni de tu cara, ni de tu voz ni de cómo olías, reías o andabas. Tampoco recuerdo nada de lo bueno que hubo entre nosotros, aunque sé que lo hubo. Y lo malo, me parece muy lejano. Ahora eres poco más que un nombre que se colaba en alguna conversación. Una caja llena de polvo en el desván de mi memoria.
Hace tiempo, me preguntaron si te odiaba. No. Odiar exige dedicación, como Amar. A pesar de que a veces la rabia me puede, esta vida es demasiado breve para perder mi tiempo y mis energías en esas cosas. Sólo una vez odié a alguien. Y pocas cosas me han hecho tanto daño como ese odio. El precio a pagar es demasiado elevado para mí.
¿Desprecio? Pues va a ser que no. El esfuerzo es mínimo, pero eso exige buscar lo que no aprecio de ti y actuar. ¡Qué pereza!. Ya no tengo ganas de tratar de entenderte. Y lo de sentirme culpable quedó allá por el Jurásico
Lo más cercano es la indiferencia y el hastío. Sé de tu existencia, como sé la de otras personas con las que me cruzo a diario y cuyas vidas no me interesan. Bueno, miento. Ellas pueden excitar mi curiosidad.
¿Y entonces esto? Será que me gusta oír mis propios pensamientos, con eso de que tengo la voz bonita. O que como soy yo muy curiosa, me gusta tener el desván colocado. O para que te quede claro de una puñetera vez lo que eres. Humo.
Escrito por Silvia a las 14:30 3 comentarios
Esta es mi primera baja laboral. Cuando me pasó lo de la rodilla en el 98 y viendo que podía caminar, pasé de la baja. Y cuando me rompí la mano, el primer día que me derivaron a FREMAP, con la escayola aún fresca, solicité el alta voluntaria.
Así que con esta lesión, iba de novata a la mutua.
He llegado hecha polvo. Apenas he dormido treinta minutos, después de estar toda la noche con calambres y tirones, notando como la rótula se marcaba bailecitos de un lado a otro. A ver si me dan la rodillera que me tienen que hacer a medida y al menos, aunque me duela, podré descansar al saber que la rótula va a estar sujeta y no toda la noche pendiente de si se va a ir de farra o no.
Cuando me citaron por teléfono, me dijeron que llevara todos los papeles que tuviera y como soy muy obediente, ahí que me he ido con mis radiografías y demás. ¿Para qué? Pues para que conocieran Madrid.
He entrado a consulta con una doctora bastante desagradable, pero llena de fe en el ser humano. Ni me ha mirado la rodilla, ni las radiografías ni el informe ni nada de nada. Vamos, casi ni a mí, porque ha levantado la mirada del teclado una vez.
Le he comentado que tenía un asunto judicial pendiente en Portugal. No puedo, según ella, salir de España. Cuando le he comentado que necesitaba algún informe médico para ir avisando a mi abogada para que solicite un aplazamiento (otro), me dice que me lo dará más adelante, viendo como evoluciono.
Me ha dicho que tendré que hacer rehabilitación estas Navidades, lo que me ha dejado con la moral un poco por los suelos, porque no podré pasarlas con la familia.
Si me molesta, que me vaya al médico de cabecera o a urgencias (se ha perdido la campaña del ministerio para tratar de no colapsar las urgencias e incurrir en gastos innecesarios). Y que vuelva la semana que viene.
Ganas me dieron de solicitar el alta voluntaria, irme a un fisioterapeuta que me haga la rehabilitación y que les den por saco a todos.
Al salir, iba pensando, camino de un farmacia, en que lo de las bajas fraudulentas es muy sencillo de hacer. Mi médico de cabecera me ha dado la baja sin haber ido a consulta, sólo con el informe médico que le acercó mi padre (aunque sabe de mi evolución por el médico y la enfermera que vinieron a casa a quitarme la férula). La de FREMAP, pues eso...
Sería sencillo irse a urgencias con un "Ay, qué me duele el tobillo" y un poco de cuento y tirarse como dos o tres semanas a costa de la Seguridad Social. Y cuando te vayan a mirar, llegar y decir ¡¡Milagro!! Ya no me duele.
Al par de meses, pues otra vez con, por ejemplo, la espalda. Y así un par de bajas al año.
Que como vamos sobrados de pasta...
Pero yo no quiero eso. Quiero recuperarme cuanto antes y abrir mi negocio, salir a la calle y olvidarme un poco de médicos, hospitales, medicamentos y demás zarandajas.
Escrito por Silvia a las 14:06 3 comentarios
Archivado en: Mis opiniones/El mundo en el que vivo
Otra noche más de insomnio. Podría aprovechar y leer un rato o acabar uno de esos borradores que llevan durmiendo el sueño de los justos meses. Pero no. Lo único que hago es hacer tiempo a ver si el analgésico hace efecto y puedo rapiñar un poco de sueño.
La rodilla me duele horrores. Noto como me tiembla de vez en cuando el cuádriceps y siento como se mueve la rótula sin llegar a salirse, gracias a Dios, otra vez del todo. Me he quedado en una postura un tanto incómoda, pero no me pienso mover no vaya a ser que la líe. (Me acaba de dar un zurriagazo, que casi se me cae el notebook al suelo del respingo que he dado)
Ayer me quitaron el vendaje y me dijeron que fuera poco a poco apoyando el pie y flexionando la rodilla, siempre con el apoyo de las muletas. Lo primero que hice, fue quedar con mi hermana, que vive cerca del ambulatorio, a tomar un café. Tendría que haberme ido a casa, pero llevaba dos semanas sin salir a la calle y quería que me diera un poco el aire.
Un trayecto en el que normalmente tardaría, pisando huevos, tres minutos, me llevó casi veinte. Una tortuga artrítica y sin una pierna habría tardado menos que yo, pero iba con mucho cuidado, apoyando el pie muy poquito y fijándome dónde ponía las muletas, que el suelo estaba húmedo y cubierto de hojas. Camino del autobus, me emocioné y apoyé el pie algo más.
Llegué a casa cansada, con la pierna izquierda algo cargada, pero contenta. Y claro, esta mañana me emocioné y volví a salir. Incluso me planteé ir a buscar a mis sobrinos al colegio. Ilusa...
Han sido apenas doscientos metros lo que habré caminado y ahora mismo estoy como si acabara de correr la marathon ida y vuelta. Porque no es sólo la rodilla lesionada, sino que miro a la "sana" con aprensión, pensando que pueda imitar los afanes independentistas de la otra.
Hace un momento, mezcla de cansancio (llevo días sin dormir en condiciones), dolor y autocompasión, me he puesto a llorar. En silencio, para no dar el follón, que todos duermen. Mordiendo la almohada.
Y aunque sé objetivamente que esta lesión, aunque se desarrolló a los catorce años, es un defecto congénito, no he podido evitar preguntarme qué narices me he hecho para haberme querido tan poco.
Escrito por Silvia a las 02:27 4 comentarios
Hace unos días envié a unos amigos un correo electrónico de humor, de esos que pululan por internet, sobre las madres. Hoy lo recibí nuevamente de otra amiga. Y sonreí al recordar ciertas cosas.
Cuando era pequeña y mis hermanas y yo habíamos logrado colmar la paciencia de mis padres y cabrearles, salía la famosa expresión "Esto lo haces por el artículo 33". Que tú no sabías cuál era exactamente ese artículo ni para que servía, pero tenías muy claro que contravenirlo era algo no muy bueno para ti.
Llega cuarto de E.G.B. y te hablan de una cosa llamada Constitución. ¡Y tiene artículos! Así que yo, que era muy aplicada, pedí permiso para leerme la Constitución y averiguar qué era exactamente el famoso artículo de marras.
Se reconoce el derecho a la propiedad privada y a la herencia.
Eso no hizo más que contribuir a mi confusión. ¿Éramos mis hermanas y yo una propiedad privada de mis padres? No podía ser, porque acababa de leer en ese mismo libro que no. ¿Nos podían privar de nuestras cosas? Por poder, podían. Pero lo más habitual, si no hacíamos lo que nos decían, es que acabarábamos con penas de privación de libertad ("Castigada una semana sin salir a la calle") o con un azote en el culo con la zapatilla, de esos que picaban. Porque en mi época, eso no traumatizaba.
Treinta años más tarde, tengo clarísimo el significado del artículo 33. Pero me surge la duda de saber de dónde viene la expresión. Porque aunque lo ignoremos, casi todas las locuciones adverbiales y dichos comunes, tienen su origen en algo real. (Aquí, por ejemplo, está la explicación de la expresión "Esto es una bicoca")
¿Alguien lo sabe?
Escrito por Silvia a las 12:36 8 comentarios
Archivado en: Emociones y recuerdos, Idas de olla
Llevo unos días melancólica y he sido, más de lo habitual, consciente de lo mucho que te echo de menos. Y a él, a mis ojos color chocolate. En realidad, he pensado en mis Siete Magníficos, en cómo os extraño. Si tuviera la certeza de que estáis bien...
Añoro nuestras conversaciones, el compartir silencios y soledades acompañadas, las collejas que me dabas hasta cuando estabas más débil, como sujetaste el espejo mientras escuadriñaba mi reflejo y me enfrentaba a mis demonios. Y los abrazos. Quizás es de lo que más echo de menos, porque pocas personas abrazaban como tú. De esa forma que te hacen sentir que no va a pasar nada, que alguien cuida tus espaldas mientras más vulnerable estás. Y que dan calor.
Ahora sonrío al ver cómo estaba cuando nos conocimos. Me resulto tan lejana...
Me caíste mal la primera vez, pero porque me dijiste cosas que no quería escuchar. Soberbia. Eso fue lo que me llamaste. Te miré a los ojos dispuesta a mandarte a tomar por culo, por imbécil. Y vi la dulzura que emanaban. Me desmontaron y me callé. Soberbia sí, pero no tan gilipollas.
Empezamos a charlar. Primero, picada por el orgullo, luego espoleada por la curiosidad y más tarde, con afecto sincero. Cuando creí que había perdido toda clase de fe, me hiciste creer que podía recuperarla. Sabes que aún sigo en ello, pero creo que no vamos por mal camino. Al menos en algún aspecto.
Recuerdo una de nuestras primeras charlas en las que desmontaste la chulería que usaba para defenderme y me hiciste enfrentarme cara a cara con mi propio dolor, ese que intentaba mitigar de aquellas maneras tan tontas. Y me dijiste algo importante. Aunque tú no creas, Él cree en ti.
Casi al final, sonriendo como buenamente podías, me dijiste ¿Ves? Si hasta me puso en tu camino para que te dieras cuenta...
A veces tengo la sensación de que se ha cerrado un ciclo, de que hay algo que jamás volveré a tener. Si estuvieras aquí, no me libraba de la colleja ni Dios. Lo sé. Pero ya sabes, hay cosas que parece que nunca cambian.
Ahora me apetecería tomarme un té contigo. Que sí, que sí, que es verdad, que ya tomo té. Y me gusta. Charlar de lo que fuera, reírnos, discutir e intentar zafarme como buenamente pudiera de tus razonamientos. Y tú de mis preguntas, que eso no lo he perdido. O quedarnos en silencio, sorbiendo despacio el té. ¡¡Y sin fumarme un pitillo!! Que esta vez no he vuelto a caer, aunque a veces me fume un narguile.
Sabes que me hinché a llorar, hasta que se me pusieron los ojos de ese color tan bonito que decías. No, el rojo no. El otro. Pero también que sonreí, como hice el año pasado con mi abuela. Con sosiego y no a lo cafre.
Ahora al recordar, creo que tengo los ojos de ese color. Y sigo sonriendo.
Te echo de menos, amigo. Y no sabes cuánto.
Escrito por Silvia a las 01:04 5 comentarios
Hace un momento, vi en televisión un vídeo musical de un grupo de mi adolescencia. Me reí al ver como bailaba el cantante, porque esos mismos movimientos de simio karateca, los hacíamos nosotros. Y recordé.
Acababa de entrar en el instituto. Era una cría en plena edad del pavo, buscando su lugar en el mundo. Un mundo que se me había caído en pedazos no mucho tiempo atrás, porque había perdido a dos personas muy importantes para mí y algo en lo que creía, se había resquebrajado ante mis ojos, dejándome durante el proceso heridas demasiado profundas. Creo que fue el tiempo en que empecé a cuestionarme mi fe. No hablo sólo de la religiosa, sino mi fe en todos y en todo.
Coincidió con esa etapa de querer sentirse más mayor y demostrarlo saliendo por la noche. Al principio, costó que me dejaran en casa y lo hacía a hurtadillas, hasta que alguien me vio en un pub y se chivó. Después de arduas negociaciones, no sólo conseguí que me dejaran salir, sino que lo logré sin límite de hora. Por aquel entonces, lo consideré un triunfo. Ahora me doy cuenta de que mis padres fueron muy inteligentes. Me demostraban que me daban un voto de confianza (y conociendo mi carácter, sabían que no iba a abusar de él) pero yo volvía todos los días antes de las diez, que era la hora de regresar de todos mis amigos.
Escrito por Silvia a las 13:45 6 comentarios
Archivado en: Emociones y recuerdos
Tengo insomnio. No sé si es porque no sé en que postura poner la pierna (que hoy me duele especialmente) o si hay otro motivo, pero sé que son las cuatro de la madrugada y sigo con el ojo abierto. Y lo he intentado todo menos el somnífero. Música suave, oscuridad absoluta, silencio, leer un libro, adormilarme frente al televisor, mirar al techo... Nada. Así que hace un rato, desistí y me dió por trastear en internet, leyendo la prensa.
Otra vez las portadas las ocupan la situación en la que nos hallamos con los controladores y la detención de Julian Assange, el creador de Wikileaks.
Del primer tema, estoy ya algo cansada, viendo que se pierden en fruslerías y en visceralidades y no se va al meollo del asunto. Por cierto, ya estamos a día 8 de diciembre y no ha llegado (ni se la espera) la dimisión del Ministro de Fomento y del presidente de AENA por la gestión de este tema.
Del segundo, aún no tengo la suficiente información como para formarme una opinión, pero me surge una duda quizás ingenua. ¿Por qué se ve la detención de Assange como una conspiración? Me recuerda a lo que pasaba con los juicios a Garzón, de los que ya di mi opinión. Como ahora es el nuevo héroe, paladín de la Justicia y la Libertad, es un santo varón. ¿Y si resulta que sí cometió los delitos de que se le acusan?
Buscando algo más ligero, que no son horas para cabrearse, me he ido a las páginas de sociedad y he encontrado esta noticia que trata sobre el copago de la asistencia sanitaria y la negativa de España a aplicarlo. Algo en lo que discrepo, pues me parece una medida de contención del gasto que habría que considerar.
En esa misma noticia, se habla de la prevención como medida de racionalización del gasto sanitario y de que en nuestro país la obesidad ha pasado de afectar a un 7% de españoles en 1987 a un 14,9%
Al rato, leo esta otra. Y claro, alucino en colores ante la negativa de mi país. Sé que no está la situación como para tirar cohetes, obligando a las empresas a incurrir en un nuevo gasto (que se podría compensar con alguna clase de reducción en las cuotas de la Seguridad Social o en tributos directos) pero ya comente en otra ocasión que me parece importantísimo que se facilite esa información. Por esa subida de 7,9% y todas las enfermedades asociadas que lleva. Y porque no es un simple gasto sino una inversión que redundará en un ahorro futuro.
Quizás sea una fruslería a la que presté atención porque me toca más de cerca (y porque tengo carencia de sueño), pero me parece otra de las incoherencias en las que caen nuestros gobernantes.
Escrito por Silvia a las 03:54 2 comentarios
Archivado en: Mis opiniones/El mundo en el que vivo