El abuelo y las confusiones idiomáticas
Hace unos días, mis sobrinos vieron unas imágenes del efecto del terremoto de Japón del 11 de marzo en televisión. Y como niños que son, preguntaron.
Después de explicarles que era un terremoto (y calmar sus temores), como se producían y lo que era un tsunami, les hablé de Japón. Aún son pequeños y no les han enseñado los países, así que buscamos un atlas para que vieran las islas. Y en internet, buscamos fotografías del país y de sus gentes. Se emocionaron al saber que es el lugar de nacimiento de alguno de sus dibujos animados preferidos, torcieron el gesto cuando les conté que comían pescado crudo y se rieron cuando les dije que, un día que me llevé a mi hermana y a mi padre a comer a un japonés, les tuve que dar de comer como a niños pequeños porque no sabían usar los palillos. Al rato, para merendar, me hicieron sacar palillos para que ellos practicasen, para cuando les llevase a comer a un japonés (Pero pescado crudo no tía, ¿eh?).
Más tarde, buscamos palabras en japonés y en una de las webs, vimos que la traducción para abuelo es sofa (estaba errada, porque correctamente sería sofu).
Félix se bajó de mi cama, se fue corriendo al salón dónde estaban el resto de adultos y le dijo a mi padre "Eres mi sofá". Y volvió a irse riéndose ante la mirada atónita de mis progenitores.
Cinco minutos después, fueron las niñas las que fueron riéndose a decir lo mismo a mi padre. Mi madre se burlaba de mi padre y le decía, "Claro, como te quedas dormido en el sofá...".
Después de que mi padre, falsamente indignado, viniese a vernos a mi habitación y les hiciera cosquillas por haberle llamado sofá, les expliqué a los mayores que querían decir los niños cuando a mí me llamaban oba (tía), soba a mi madre (abuela) o parecía que se reían en la cara de mi hermana con un Jaja (Haha en japonés es mamá).
La cosa quedó ahí y cayó en el olvido, bajo el peso de las preocupaciones, en el resto de adultos. Hasta que ayer mi sobrino llamó sofá a mi padre delante de unos amigos y volvieron las risas "Rafa, dormilón, ¡qué pedazo siestas nos echamos en el sofá que hasta adoptas el nombre!".
Esta mañana le ha tocado el turno al chino. En televisión, mientras desayunamos, les dejo ver algunos dibujos (pocos que, si no, no quieren ir al cole) y hoy le ha tocado el turno a Ni Hao, Kao Lian, una serie en la que enseñan algunas palabras en chino mandarín.
El único adulto de la serie es el abuelo de Kao Lian, Yé ye, que es como se dice en chino abuelo paterno.
Félix, ni corto ni perezoso, ha ido a decírselo a mi padre que estaba acabando de prepararse. ¡¡Ye yé!!. Y mi padre ha comenzado a bailotear con él diciéndole, Claro, yo era un chico ye-yé. Hasta mi madre, que estaba medio dormida, ha comenzado a reírse. Luego va el niño y dice todo serio, "Es que el abuelo Rafa hace tonterías".
La verdad es que a pesar del cansancio que provoca el cuidado de tres niños pequeños, dan mucha alegría (por eso no entiendo ciertos comportamientos en otras personas). Y además como tengo un padre, que vale un imperio, al que le gusta hacer bastante el ganso, las mañanas suelen ser muy divertidas.
1 comentario:
¡Anda qué no te lo pasas bien ni nada! Eso es empezar las mañanas con energía.
Hablamos luego, que tengo que comentarte algo.
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