lunes, 18 de octubre de 2004

Un fantasma del pasado

Como no tengo mucho trabajo, me ha dado por recoger los cajones de mi oficina (y es que con el jaleo voy acumulando cosas en ellos) y he encontrado una foto que hacía mucho tiempo que no veía.

En ella sale una persona que fue muy importante para mí y que por una tonta cuestión de orgullo, dejé que saliera de mi vida.

Actué guiada por lo que quería a esa persona, no por mala fe como algunos "amigos" comunes pensaron. En todo momento fui consciente de que se iba a cabrear conmigo, pero era la única opción que se me ocurrió para ayudarle con un problema. Cuando tuvimos la discusión que desencadenó todo, admito que le piqué a ver si sacaba el orgullo, pero me salió el tiro por la culata y lo que hice, fue hacerle daño.

Cuando pienso en esa persona, siempre me viene a la mente un verso de Becquer "por qué callé aquel día". Después de esa discusión, podría haberle pedido disculpas y haberle explicado mis razones, pero pensaba "cómo no se ha podido dar cuenta de que actúo de buena fe", "como me cree tan rastrera como para hacer daño gratuitamente a los que quiero" y mil pensamientos más como ese. Y esos pensamientos pudieron más que el sentido común y ganó el orgullo.

Y ahora, con la perspectiva que da el tiempo, no puedo hacer más que decirme a mi misma "imbécil". Pero lo bueno que tienen estas cosas es la enseñanza que se saca de ellas. Ahora me tomo cucharadas de humildad cuando pasa algo parecido, no quiero perder a alguien que quiero por una tontería. Lástima que para aprender esto, tuviera que perder a esa persona.


No hay comentarios: