Un fantasma del pasado
Como no tengo mucho trabajo, me ha dado por recoger los cajones de mi oficina (y es que con el jaleo voy acumulando cosas en ellos) y he encontrado una foto que hacía mucho tiempo que no veía.
En ella sale una persona que fue muy importante para mí y que por una tonta cuestión de orgullo, dejé que saliera de mi vida.
Actué guiada por lo que quería a esa persona, no por mala fe como algunos "amigos" comunes pensaron. En todo momento fui consciente de que se iba a cabrear conmigo, pero era la única opción que se me ocurrió para ayudarle con un problema. Cuando tuvimos la discusión que desencadenó todo, admito que le piqué a ver si sacaba el orgullo, pero me salió el tiro por la culata y lo que hice, fue hacerle daño.
Cuando pienso en esa persona, siempre me viene a la mente un verso de Becquer "por qué callé aquel día". Después de esa discusión, podría haberle pedido disculpas y haberle explicado mis razones, pero pensaba "cómo no se ha podido dar cuenta de que actúo de buena fe", "como me cree tan rastrera como para hacer daño gratuitamente a los que quiero" y mil pensamientos más como ese. Y esos pensamientos pudieron más que el sentido común y ganó el orgullo.
Y ahora, con la perspectiva que da el tiempo, no puedo hacer más que decirme a mi misma "imbécil". Pero lo bueno que tienen estas cosas es la enseñanza que se saca de ellas. Ahora me tomo cucharadas de humildad cuando pasa algo parecido, no quiero perder a alguien que quiero por una tontería. Lástima que para aprender esto, tuviera que perder a esa persona.
No hay comentarios:
Publicar un comentario