jueves, 16 de febrero de 2006

Profesores

Esta mañana, antes de ir a la oficina, tuve que pasar por el banco y al salir, me encontré con mi profesor de francés del instituto. Como tenemos una buena relación y hacía bastante frío, nos fuimos a tomar un café juntos para charlar un ratillo. Y mientras charlábamos de todo un poco, se iba destapando la caja de los recuerdos y brotaron como un torrente. Hoy le tocó el turno a los profesores que he tenido a lo largo de mi vida académica.
El primero y al que recuerdo con más cariño (y eso que ya ha llovido mucho) es a mi profesor hasta 2º de E.G.B.. Se llamaba José Luis y todos los niños de su clase estábamos como locos con él. La de lágrimas que derramamos cuando se fue del colegio. Y es que sus clases eran geniales: nos hicimos nuestros propios libros (que aún conservo), pintamos los cristales de la clase (que duraron muchísimos años así pintados), nos llevaba de excursión...Comparado con el resto del profesorado de mi colegio, era más hippie. No sé que habrá sido de él, pero sus alumnos han sido niños afortunados.
Tras José Luis, llegaron Don Enrique y Don Fernando. Hombres más mayores, muy serios y siempre trajeados, más clásicos en sus métodos que José Luis. También guardo un excelente recuerdo de ellos. Eran excelentes personas y gracias a Don Enrique (que hasta me hizo un juicio delante de toda la clase por pegar a un niño), aprendí mucho sobre el sentido de la responsabilidad.
Y al llegar a 6º de E.G.B. llegó la novedad de un profesor para cada asignatura. Con cariño recuerdo a Don Hilario, el de mates, que hizo que me gustaran tanto que hacia ecuaciones por diversión y a Don Benito, que nos daba lengua y ética. Si alguno de mis compañeros del colegio lee esto, a lo mejor se sorprende de encontrar aquí a Don Benito y es que estábamos todo el día discutiendo en clase de ética, siempre enfrentados.
Y con la adolescencia, llegó el instituto. Aunque mantengo una relación bastante buena con Alberto, el de francés, mis mejores recuerdos son de otros profesores.
Gloria, la de historia de primero, que insistía en que contrastáramos fuentes y que gracias a los trabajos que nos mandó sobre Arte, hizo que me enamorara para siempre del Museo del Prado; de Dolores, que fue mi profesora de latín en segundo y de lengua en COU, que me metía caña y no dejaba que me durmiera en los laureles (nunca le di las gracias por una charla que tuvimos en un viaje nocturno a Granada y que me abrió mucho los ojos); de María, la de ciencias, que nos exigía mucho a todos y sobre todo, de Francisco Javier (alias "el Chomsky"), el de filosofía y ética de tercero.
Tenía fama de ser muy duro y de que nadie había sacado nunca ni notable ni sobresaliente con él en todos los años que llevaba en clase. Y yo, me aposté con una chica que iba a sacar sobresaliente. Y lo hice. Él ha sido con el único profesor que no he hecho nunca novillos y deseaba como loca que llegaran sus clases, sobre todo la de ética, en la que éramos doce personas, pero a la que sólo asistíamos asiduamente seis. Cada trimestre centrábamos las clases en la lectura de un libro y en los debates que se generaban sobre él. Casi siempre nos mandaba a Jesús (mi amor platónico durante todo el instituto) o a mí, que hicierámos trabajos para encuadrar la obra en su contexto histórico y social para exponerlos en clase. ¡Lo que aprendí con él y con las obras que escogimos! ("Edipo Rey" de Sófocles; el "Cándido" de Voltaire y por último, "El extranjero", de Albert Camus).
De los profesores de la universidad no guardo un buen recuerdo, pero no por ellos, sino porque yo estaba en una etapa de total imbecilidad de la que algún día a lo mejor hablo y la pifié.
La verdad es que he tenido mucha suerte. He tenido grandes profesores y aunque en ocasiones, haya ignorado lo que me enseñaron y haya metido la pata hasta el fondo, tengo mucho que agradecerles por la clase de persona que soy ahora.
¡Qué pena que no se les valore como se merecen!

2 comentarios:

Turulato dijo...

¡Pegas a los niños..!. Andaré con ojo.
¡Te gustan los números!. ¡Y le das importancia a la Filosofía!.
¡Reconoces los méritos de los demás!.
¡Y te sientes responsable!.
Naaaaaaá. ¡Tú no eres de aquí!.

Silvia dijo...

Ya no pego a los niños. Es más divertido llevarse bien con ellos.
Los números me gustan aunque les cogí algo de manía en BUP por culpa de un profesor. Las clases de filosofía eran geniales, pero en las que más disfrutaba era en las de ética. Primero, porque estábamos en "petit comité", leíamos (una de mis pasiones) y tuvimos debates geniales.
Y aunque tenga pinta de "guiri", si soy de aquí. No hay nada más español, que teniendo la información, los medios y la oportunidad, tirar por los cerros de Úbeda y pifiarla.
Y yo en una temporada de mi vida, la pifié bien pifiada. Pero bueno, recapacité antes de que fuera tarde.
Un saludo