sábado, 15 de julio de 2006

Mentiras


Anoche mantuve una larga conversación telefónica con mi amigo Txiqui. En el transcurso de esa conversación me reí a carcajadas (como casi siempre que hablo con él), me puse colorada como un tomate (si llega a ser en persona, me escondo debajo de una piedra) y hablamos de todo un poco. Uno de los temas que tratamos fue la mentira, tema del que también había hablado un par de días antes con una amiga.

La conversación con esta amiga surgió al hablar de un amigo común (a través de internet) que me cae bien y con el que tengo una relación buena. Esta amiga me preguntaba como podía saber si todo lo que me contaba este chico no era una mentira y estaba tratando de venderme una imagen, amparado detrás de un nick. Yo le dije que sólo puedo saberlo a través de la observación y una cierta intuición por mi parte (y eso suponiendo que no me equivoque). Pero que en principio yo le daba el beneficio de la duda (‘todo el mundo es bueno hasta que se demuestre lo contrario’). Si él miente (le he pillado un par de mentirijillas inocentes), es su decisión y yo no puedo hacer nada al respecto, salvo adoptar la decisión de darle o no un voto de confianza como persona.

Cuando alguien hace gala de que no miente, la verdad es que dudo entre reírme o mandarle a hacer puñetas por tomarme por imbécil, ya que estoy convencida de que todos mentimos y empezamos por hacerlo con nosotros mismos.
Dice la Real Academia Española de la Lengua en su primera acepción que mentira es “la expresión o manifestación contraria a lo que se sabe, se cree o se piensa.”.
Podemos mentir por omisión o por acción y cada uno tenemos nuestros motivos para hacerlo: miedo, codicia, costumbre social, pensando en que así hacemos menos daño a otros...Da igual el método o la causa, lo hacemos a diario.

Uhmmm, sé que la gente miente a diario, pero decido creerles. ¿Por qué? A mí, mientras que sea en cosas banales y no se haga daño a nadie, no me afecta y lo asumo como algo natural en las relaciones humanas. Mientras esa persona me haya demostrado un nivel de compromiso y consecuencia en las cosas que considero importantes, como si me quiere contar que ha viajado a la luna. Si eso le hace feliz...
Lo malo es que mentirse a uno mismo (somos la primera víctima de nuestras mentiras) no suele hacer muy feliz, porque las mentiras tienen las patas muy cortas y cuando te das con la verdad de morros, duele.
He reconocido que miento, pero reconozco que hay algo en lo que no lo hago. Si una persona que me importa de verdad, me hace una pregunta sobre uno de esos temas vitales de un modo directo, jamás miento, ni por acción ni por omisión.

Ahora alguno pensará (como sé que lo hizo mi interlocutora), ¿cómo puedo saber si lo que me ha dicho hasta el momento Silvia es cierto? ¡Ah!, es vuestra decisión :-)



La deuda de la mentira - Danza invisible

5 comentarios:

Turulato dijo...

¡Muy bueno el final!. Algo así como Sed quis custodiat ipsos custodes.
Lo malo no es la mentira doña Elo; lo malo es decirla "a mala leche", con intención de dañar.
Muchas pretendidas verdades y muchas presunciones de sinceridad, no son otra cosa que grosería, pura y dura.
El problema es que el mentiroso, sí no quiere ser descubierto, tiene que tener una memoria excelente.
Por cierto, ¿sabe que fuí mister Universo?

Luis Caboblanco dijo...

Mentir a veces no es que sea necesario, sino que entiendo que es imprescindible... ¡Imaginemos como sería el mundo si no!... Creo que no estaríamos preparador para esa catarata de verdades inmisericordes!

Silvia dijo...

Turulato, yo no vigilo, sólo observo :-)
Puedo controlar el mensaje que transmito. Hasta ahí mi parte. ¿Lo que recibe mi interlocutor? Pues está modulado por su experiencia, el entorno y su percepción y sobre eso, yo no puedo hacer nada.
Fiuuuuu, fiuuuuuuu (ruido de silbido) ¡Tío 'güeno'!
Como vamos a disfrutar Dianora y yo con esas fotos que nos vas a mandar... Nadas más y nada menos que Mister Universo...;-)

Caboblanco, supondría el colapso de la civilización. Es como si todos fuéramos completamente felices, no tendríamos nada que nos motivara a superarnos.

Dianora, a mí me preocupa más mentirme a mí misma que me mientan otros. Porque mientras no sea en las cosas que considero importantes (mis pelotas de golf, según el enlace del artículo de Turu), puede ser hasta divertido. Pillar a alguien en un renuncio y juguetear un poco, para ver por dónde salen.

Besitos y abrazos

umla2001 dijo...

La mentira social existe, pero a algunos les cuesta más practicarla. Cuando alguien me cae mal, por ejemplo, me cuesta mucho ponerle buena cara al decirle "buenos días", porque realmente no se los deseo. Aunque no sé si eso cuenta como mentira.

Respecto a las mentiras internáuticas, son tan fáciles de detectar como las de un "cara a cara". Todo depende de la astucia o ingenuidad del interlocutor.

Acabo de encontrar tu página por casualidad. Me está gustando.

Un saludo.

Silvia dijo...

Hola umla2001, ¡bienvenida!
A la mentira social (que sí, para mí es una mentira) acabas acostumbrándote si trabajas cara al público o duras poco en el trabajo. Además, un 'buenos días' es poco más que un formulismo.
De todas formas, como en todo, hay grados.
Espero verte a menudo por aquí
Un saludo