Maldito calor
Una vuelta en la cama. Otra para el otro lado. El cuerpo desnudo empapado en sudor. ¡Quien supiera levitar para que no me rozara nada, pues todo me sobra!.
Miro el reloj del móvil. Las dos y media de la madrugada. ¡Genial! Con las largas sesiones de sueño que estoy teniendo estos días, mi humor no es el mejor del planeta y entre las vueltas que le doy a mi comportamiento tan cretino y el calor, aún duermo menos.
Me levanto a la cocina y me amorro a la botella de agua que está en la nevera, antes de irme directa a la ducha. No quiero molestar a los que duermen, pero se está tan a gusto ahí, que cuesta salir. Empapada y fresquita, me tumbo en la cama y caigo dormida.
Abro un ojo. Un segundo antes estaba soñando con un atracador que me amenazaba con un ¿bocadillo? y al que le iba a poner la cara como un pan. Estiro el brazo para mirar la hora en el móvil. Las cinco y cinco y vuelvo a estar despejada. Espero que no hayan oído en casa el sonoro Joder que se me ha escapado. Cierro los ojos. Otra vuelta. Una más. Nada.
Me siento en el borde de la cama con la cabeza entre las manos. No sé si será el agotamiento o la noche, que siempre ha sido cómplice de estas cosas, pero me empiezan a pasar cosas por la cabeza. Y no quiero pensar en ellas. Quiero dormir. Lo necesito.
Me levanto de la cama, cojo las sábanas y las meto en la lavadora antes de volver a meterme en la ducha. Al salir, hago la cama con sábanas limpias y me tumbo, pero esta vez no me duermo según caigo. Más vueltas. Vuelvo a mirar el móvil. Las seis menos cuarto. Estoy por levantarme y adelantar algunas cosas de la oficina con el ordenador de casa, pero no. ¡¡Quiero dormir!! Al final, vuelve a vencer el agotamiento con la ayuda del fresquito pre-amanecer que hace.
"Tell me by I don't like mondays...". Con los ojos cerrados, busco el móvil para desconectar el despertador y seguir durmiendo. En ese espacio entre la vigilia y el sueño, recuerdo el sueño en el que estaba sumida. ¿Qué cené anoche para tener sueños tan raros?. Da igual, vuelvo a cerrar los ojos para seguir durmiendo.
No sé el tiempo que pasa, pero vuelve a sonar la voz de Geldoff y me planteo coger el móvil a ciegas y estamparlo contra la pared. No lo hago y me levanto. Las ocho y cuarto. Podría haber seguido durmiendo hasta que el calor lo permitiese pero hubiera ido a trabajar San Pedro. Y me comentaron que eso de vender viajes no sé le da demasiado bien...
Camino de la ducha, again, paso por delante del espejo. Como dicen mis sobrinas al verme con el pelo tan corto y despeinado, tengo pelos de loca. Un mechón para cada lado. Por suerte, no se me marcan las ojeras y puedo disimular físicamente el cansancio. Espero ser capaz de disimular el anímico y no estar demasiado inaguantable (Mis disculpas a los que me sufrís, que ya sabéis quienes sóis).
Al llegar a la oficina, he visto en el calendario los días que faltan para que acabe el verano. Ese que oficialmente no ha empezado.
Casi me pongo a llorar.
3 comentarios:
¡Pos no te falta caló todavía ni ná!
Digo yo.
Si ahora estás así... mejor que vayas pidiendo presupuesto para un aparato de aire acondicionado.
Disculpada, aunque tampoco es para tanto. Si yo me tiro varios días durmiendo así de mal, me como al primero que me diga buenos días.
Paciencia.
Pues no he notado ese carácter inaguantable ni fallo anímico alguno. Será porque te sienta muy bien el pelo "a lo loco" y me desoriento.
Mis trucos para dormir se basan en dos acciones consecutivas: darme un baño de agua fría con sales, de una media hora, y secarme al aire libre en pelotas. Es suficiente para dormir hasta que refresque algo al amanecer.
¡Ah!. Y mientras me seco, como vivo en un ático que da a viviendas de cuatro calles, observo y oigo desde mi oscuridad peleas de parejas y orgías variadas. Ayer, pelea hispanoamericana-español.. Es que los hombres somos muy egoístas.
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