jueves, 29 de octubre de 2009

Conflicto

Al abrir esta mañana el navegador, lo primero que veo son a Astérix y Obélix, porque se cumple medio siglo desde la publicación del primer cómic de la irreductible aldea gala. ¿Nunca os ha dado la sensación de que el mundo, destino, Dios o quién demonios sea os quiere decir algo con algunos detalles de vuestro día a día? ¿Recordaros a alguien? ¿O a algo? ¿Vuestra propia estulticia?

Hace un par de artículos reconocí que, en ocasiones, soy una persona orgullosa y cabezota en exceso. Ayer se dió uno de esos excesos en una discusión con alguien a quién quiero. Discusión en la que dijimos, sobre todo yo, cosas que hacen daño.
Podría excusarme diciendo que es el japonés que vive en mi cuello, que hace que mis sistemas hormonal y nervioso no funcionen como deben. Pero no sé hasta que punto eso es cierto y no ha sido más que una simple elección mía. Equivocada o no, pero elección.

Sigo cabreada. Pero sobre todo, dolida.
Una parte de mí desearía acercarse a esa persona, darle un abrazo, hablar y aquí paz y después gloria. Pero sé que por ahora no lo voy a hacer.
Sólo haría más daño intentando protegerme. Sacaría los dientes y atacaría, que es lo que hago para defenderme.

Turulato decía en un comentario:
Pero he comprobado siempre que se pagan todos y cada uno de los errores.
La vida juega a largo, nunca a corto. Rosebud..!


Sírvase este artículo de ejemplo. Aunque mi acreedor se los cobra a corto plazo.

2 comentarios:

Turulato dijo...

Pues ya que me sacas a colación y no por sabio, sino por viejo, me permito añadir algo a mi comentario anterior y templar tus palabras..

Rosebud!. En esa escena creo que está la clave de la vida. Por dos circunstancias. La primera es que la existencia humana no es un conjunto de cachitos aislados, aunque a veces la percibamos así, bien por el dolor que se siente, bien por algún instante de alegría.
Existimos como un sumatorio de infinitas vivencias, unas grandes, la mayoría no tanto, que son digeridas por nuestro cerebro y corazón, de modo que en cada instante nuestra personalidad y carácter van siendo tallados y moldeados, por lo que resultamos ser la obra de un artista extraño, el tiempo vivido.
Quien crea que determinado momento es esencial en su vida, se equivoca. Más que sufrir o alegrase por algo concreto, lo que hay que procurar es entender por que ha sido así y asimilarlo. Ese comportamiento nos permitirá tanto reequilibrarnos como compensar, que no corregir, nuestros errores.

La segunda es la soledad. Nacemos de una unión y nada hay más triste y terrible que morir solo. Y entre ese índice y ese límite existimos, y lo hacemos siempre con referencia a otros, rodeados de otros. Así que no se trata de ser, esto y lo otro, más importante o triunfador, .., sino que nuestra vida es relación e imbricación interpersonal.
Por eso no se trata de defenderse de, superar a o competir con, sino de convivir.

Haz ahora un cóctel con lo anterior.. Lo que importa no es tanto ese enfrentamiento, sino lo que resulte de lo sucedido. Solo tú..

Fran dijo...

No es necesario que te lances al cuello y fastidies las cervicales de un abrazo. Y tampoco que cuando se te acercan, des un paso atrás, saques los dientes y gruñas defendiéndote de un ataque que no es tal, sino todo lo contrario.
Es tan sencillo como yo doy un paso, tú das otro y nos encontramos en un punto medio.
Cada uno realiza sus elecciones, ¿cuál va a ser la tuya, Silvia?