
Duelo a garrotazos - Francisco de Goya
Museo del Prado (Madrid)
Hace años, unos amigos y yo estábamos inmersos en una conversación especulativa de esas que se tienen bajo los efluvios del alcohol. El supuesto que habíamos elegido fue:
Tienes detenido a un terrorista que ha puesto una bomba en Madrid en una zona muy concurrida, que provocará una masacre si estalla. El tipo no suelta prenda y el tiempo pasa. ¿Cómo actuarías?
No sé como hablará esto de mí (y de mis amigos), pero confieso que todos afirmamos que recurriríamos a la tortura, si fuera necesario, para intentar evitar la masacre. Lo que nos diferenciaba era el modo de actuar posterior. En mi caso, dije que me entregaría a la Justicia para que me juzgase como torturadora. Recuerdo que un amigo me dijo entonces ¡No seas tonta! ¡Pero si serías una heroína!.
¿Por qué he recordado esto? Al leer esta
noticia y algunos comentarios que la acompañan. Y viendo las reacciones con este tema.
Yo no tengo los conocimientos suficientes para saber si la ley de
Amnistía General del 77 está en vigor (no fue anulada por la disposición derogatoria de la Constitución) o si como afirman otros, al haberse adherido España a tratados internacionales de lucha contra los
crímenes de lesa humanidad, éstos dejan sin vigencia esa ley. Como digo, no lo sé (pero yo me apunto a una clase gratis de derecho, Turulato).
Pero tengo claro, que el fin no justifica los medios.
Nunca. Y si por evitar un mal mayor (porque una cosa es la teoría y otra bajarse a la arena a bregar con la existencia), hay que recurrir a ciertos medios poco lícitos, hay que responsabilizarse ante quién corresponda y pagar por ello.
Así que aunque la actuación de Garzón de resarcir a las víctimas (pero a todas, no sólo a las de un lado, porque también hay víctimas de
checas y similares) me pueda (o no) parecer loable, no vale todo. Como
supuestamente ha hecho.
Estoy viendo las reacciones en medios, en mi entorno y en redes sociales y reconozco que me asustan por su visceralidad y sectarismo. Porque me da la sensación de que parece que entre el 36 y el 39 no nos dimos lo suficiente unos a otros y queremos repetirlo.
Y me pregunto que si de verdad somos tan gilipollas. ¿Así? ¿Sin entrenarnos? Será que, como acertadamente pintó Goya, somos así y nos sale de natural.