lunes, 5 de abril de 2010

Hedonismo

Hace unos días, bromeando con un amiguete, le comentaba que yo, ante todo, era una hedonista. Se sonrío pícaramente, pensando que lo que me gusta es estar todo el día follando, comiendo y bebiendo. Ayer volví a hablar de mi hedonismo. Y otra vez la misma expresión.
Y aunque a mí el sexo, comer y beber me gustan muchísimo, me pareció tremendamente simplista por su parte reducir todos los placeres de esta vida a satisfacer necesidades fisiológicas. O a que pensaran que el ser una hedonista iba a hacer que buscara el placer a cualquier precio y por encima de cualquier cosa.

Esta mañana, tomando un té y pensando sobre lecturas muy interesantes (aquí y aquí) me he acordado de esas conversaciones. Y de una de mis profesoras del instituto, "La Loca". Era una de las profesoras de filosofía y a mí no me dió nunca clase de esa materia (oficialmente), pero sí de ética de primero de B.U.P.
Creo que lo comenté en el pasado, pero las clases de ética, cuando yo las cursé, eran un batiburrillo que dependían del profesor de turno. Yo he pasado de dar clases de civismo en el colegio a aprender filosofía y debatir sobre cualquier tema un curso, a jugar al Trivial Pursuit y ver películas en el siguiente o a leer a Sófocles o Voltaire (y debatir en clase sobre ellos) en tercero de B.U.P..

Una de las cosas que más me gustaron de las clases con Beatriz es que debatíamos y nos obligaba a defender posturas contrarias a nuestras creencias (por ejemplo, yo no soy partidaria de la pena de muerte pero me tocó defender la misma en un debate).
Y otra cosa que me gustó, es que empezó a darnos algo de filosofía. Y aunque muchas cosas nos sonaban a arameo, pues éramos unos críos, hoy he recordado las lecciones sobre los estoicos, los escépticos y sobre todo, los epicúreos. Porque al acabar la clase sobre estos últimos, se me acercó, algo inhabitual en ella y me dijo algo así como un "Te pega". En ese momento, además de confirmar que hacía justo honor a su mote, sé que pensé algo del tipo "Anda, ¿y a quién no le gusta ser feliz?".

Con todo esto, me ha surgido una duda, que no sé si sabré concretar en palabras. Si realmente tiendo al hedonismo y "La Loca" se dió cuenta tan pronto (tenía catorce años), ¿qué es lo que nos hace adoptar una postura así ante la vida?
¿La educación? A esa edad, estamos casi empezando, somos permeables.
¿Es algo innato en nosotros? ¿El temperamento del que hablaban Hipócrates o Pavlov? Y si ellos tenían razón, ¿lo que soy y como actúo se reduce sólo a la diferente proporción que haya de elementos químicos en mi cuerpo? ¿es el responsable el japonés de mi carácter de los últimos tiempos?

3 comentarios:

Fran dijo...

¿Tu carácter de los últimos tiempos? Desde que te conozco, y ya hace añitos, tu carácter es el mismo. Bueno no, ahora se te nota algo más relajada y que aceptas ciertas cosas con serenidad. Y que te abres más.
Si el responsable es el japonés (que ambos sabemos que no), pues bienvenido sea.

No me gustan demasiado las etiquetas, pero coincido con tu profesora. Te pega. Y no del modo simplón ese de los colegas, porque he visto el placer en tus ojos contemplando un cuadro, leyendo, charlando con tus amigos o jugando con un crío tirada por el suelo. Creo que el placer que buscas es el imbuirte de vida y encontrar cierta paz.

Y que la educación que has recibido no ha hecho sino fomentar una habilidad innata.

¡Cómo has empezado la semana!

Turulato dijo...

Según leía el final pensaba: ¡Hala, a ver que responde ahora el Capi, que la cosa está complicada!. Pero bueno, fuera de bromas, creo que habrá que actuar como nos enseñó Alejandro Magno y cortar por lo sano... Creo que las preguntas que te haces son secundarias. Por lo menos a estas alturas. Son útiles para comprender a otros, pero soy escéptico respecto a su utilidad para uno mismo.
Pienso así porque para mí no es tan importante saber la causa de por que se es, como el hecho de ser en si mismo. Eres, eso es lo que me importa. Situado ante la disyuntiva de comprenderte o vivirte, no tengo duda alguna; te degusto vitalmente en plenitud.
Mis motivos son elementales. Todos somos el resultado de muchísimas influencias sociales y familiares, que actúan sobre nosotros interrelacionadamente, dando lugar al humano que somos. Intentar controlar su aplicación es imposible, pues al ser de génesis externa a nosotros se darán con independencia de nuestra voluntad. Así que considero que lo importante es volcar nuestro esfuerzo sobre aquello que si podemos controlar ejerciendo libremente nuestra voluntad: nuestro diario vivir, especialmente con respecto a otros.
Y en este terreno eres clara como agua de deshielo en primavera.

Silvia dijo...

Sé que no puedo controlar las influencias externas, pero ¿y si tampoco lo que yo soy? ¿Y si mi voluntad sólo se reduce a que mis niveles hormonales hoy estén en un sitio y mañana en otro? ¿Y dónde queda el alma en esa química?

Son útiles para comprender a otros, pero soy escéptico respecto a su utilidad para uno mismo.

A través de mi autoconocimiento (Dios, qué new age suena) no hago otra cosa que intentar comprender a otros. Aunque parezca un ejercicio de egocentrismo.