- A veces me pregunto si lo que siento realmente por él es amor. No tendría que resultar tan difícil, a veces, quererle. Es todo mucho más sencillo.
- No digas tonterías. Pocas personas conozco que tengan tan claro cuando quieren a alguien y vivan de un modo tan coherente a lo que sienten. No te resulta difícil quererle, pero dudas antes sus incongruencias y mentiras. Sólo es miedo. No sabes a qué atenerte y te proteges.
- No sé.
- Sí lo sabes. Mira, él se lo pierde. No le conozco, pero no parece muy listo si no se ha dado cuenta de lo que hay y rechaza tal regalo. Y no hablo de una relación romántica.
- Sabes que las cosas no son tan sencillas.
- Son todo lo sencillas que nosotros queremos hacerlas.
- Quizás. Por ahora, prefiero otorgarle el beneficio de la duda. Aunque a veces duela y cueste.
- Anda, ven, tontorrona - él la estrechó más contra su pecho. Ella apoyó la cabeza sobre su hombro y cubrió su cuerpo con el edredón. ¡Qué bien olía! - Si quieres le doy un par de hostias a ver si reacciona.
- ¡Qué bruto! Nunca he tenido ningún interés en que dos personas a las que quiero, se partan la cara por mí. Además, sabes que eso sería una forma de coacción y trato por todos los medios, aunque no siempre lo logre, de que eso no suceda.
- Lo sé. Eres la miedica que menos pide que la den la mano en la oscuridad que conozco. Aunque estés muriéndote de ganas y temblando de miedo.
- ¿Ein?- ella levantó la cabeza, buscando su mirada en la penumbra, intentando entender.
- Nada. Cosas mías - él comenzó a acariciar con las yemas de los dedos el cuello y el pelo. Permanecieron abrazados en silencio, mientras notaba como su respiración se iba ralentizando.
Al poco, ella se incorporó y se le quedó mirando.
- ¿No te parece extraño? - ella rompió el silencio - Acabamos de echar un polvo y ahora estamos hablando de nuestras relaciones con otras personas, como si estuviéramos tomando un café.
- No es tan extraño. Somos nosotros. No importa que otros lo entiendan, mientras nosotros lo entendamos. Y lo hacemos.
- Otros no lo entienden. Estoy harta del que si sois amigos, que si rollo, que si novios, que si follamigos. ¿Y qué más da? Somos tú y yo, simplemente. ¿Por qué tengo que dar explicaciones de mi vida privada?
- No te sulfures. Es complicado entenderlo. También nos costó a nosotros. Hace mucho compartimos algo, irrepetible, exclusivo entre tú y yo, que forjó esta unión. Tuvimos miedo y casi nos lo cargamos, pero tiramos adelante. Nos conocemos desde hace muchísimos años y hemos ido viendo nuestro cambios. Los hemos aceptado. Ni siquiera las personas de las que nos hemos enamorado han podido compartir eso con nosotros, porque es algo privativo nuestro. Además, está nuestro carácter. A pesar de ser los dos un poco golfos, somos muy leales. Más en tu caso que en el mío, lo reconozco.
-¿Me estás llamando golfa? - su tono era de fingida indignación. Le sonrió y le dio un piquito en los labios - Sé lo que quieres decir, pero no estamos aislados. Mira lo que te pasó con Gema.
- A mí me encanta que seas un poco golfa, sobre todo en la cama - él le devolvió el beso y la atrajo nuevamente hacia sí, acariciándola - Sé que no estamos aislados. Pero también sé que quién quiera compartir mi vida, tiene que aceptar que tú estás en el lote. Y ella no lo aceptó. Eres mi amiga y compañera. No pienso aceptar otra vez escenitas de celos o ultimátums.
- No seas tan egoísta y piensa en la otra persona. A nadie le gusta tener a la ex por ahí rondando, genera muchos miedos e inseguridades. No puedes imponer a otros que me quieran o acepten, sería otro ultimátum por tu parte.
- ¿A pesar de todo lo que te hizo aún la defiendes? No te entiendo.
- No la defiendo. Intento comprender su actitud. Yo sé que no haría nada que te hiciera daño, aunque eso supusiera romper nuestra relación. Pero ella no lo vio así. Sabes que con Ana, me aparté para que nada dañara lo vuestro - ella le miró a los ojos y estrechó algo más el abrazo. - Ha sido la única vez que te he visto enamorado. ¿Aún la echas de menos? - le dijo en apenas un susurro.
- Sí. ¿Y tú a Luis?
- Todos los días.
- ¿Sabes? A veces me gustaría haberme enamorado de ti.
- Y a mí de ti. Quizás todo hubiera sido mucho más fácil, pero siento que no eres quién me completa, ni yo lo soy contigo. Ambos lo sabemos, aunque nos queramos muchísimo.
- ¿Crees que algún día encontraremos a ese alguien?
- Sinceramente, yo creo que no volveré a encontrarlo. Se supone que tengo que tener esperanza, pero no la tengo. Eso no quita para que pueda volver a querer y mucho. Hasta que me duela - ella le miró a los ojos, algo triste, mientras le acariciaba el pelo - Por contra, creo que tú volverás a enamorarte. Espero que pronto, que quiero ir a tu boda.
- ¿Serás golfa? ¡Tú lo que quieres es irte a mi despedida de soltero! ¡Una tía rodeada de hombres! - ambos comenzaron a reír a carcajadas.
Las risas poco a poco se fueron apaciguando y la lasitud se apoderó de sus cuerpos desnudos. Poco a poco, fueron acomodándose, acurrucándose la una junto al otro; las respiraciones más lentas y cadenciosas, acompasadas. Mientras ambos caían en brazos de Morfeo.
3 comentarios:
¡Excelente!. La mayoría no lo entenderá. Pero es el camino. Cada persona tiene, debe tener, y la naturaleza impone aunque no se acepte, privacy. Por muy unidos que estemos a quien o a lo que sea, es imprescindible disponer de un reducto personal.
La vida pasada no se borra con una goma de borrar como lo escrito a lápiz; permanecerá siempre con nosotros. Y aunque nuestra inseguridad salte desde lo más profundo, somos compartidos instante a instante por otras personas, instituciones, ideas, ..
El resto, mera práctica económica ancestral. Encerrar los dineros en mi bolsa como encierro a los míos, convenciéndoles de que existencia y mundo se reducen a mí.
Me gusta como está escrito, pero no entiendo muy bien a las personas que hablan, no me cuadra con mi idea de relación. Seré un anticuado.
A mí me sugiere sexo puro y duro ,eso sí, con alguien de confianza....
Vamos como si fueras la esposa y aceptaras las amantes !!
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