viernes, 7 de octubre de 2011

Pequeños héroes cotidianos: don Tomás.

Por si alguno no se enteró, ayer murió Steve Jacobs. Yo no me alegro de que se haya muerto, pero tampoco me entristeció como leí en redes sociales. Algunos comentarios me sorprendieron porque parecía que se había muerto el salvador del planeta. Sin desmerecer su trabajo, era un empresario que hizo lo que hizo para ganar dinero y no por el afán de cambiar el mundo a mejor.

En cambio sí que me entristeció saber que había fallecido don Tomás, el párroco de una de las iglesias de mi barrio. Su muerte, como la de tantos otros, no ocupará titulares en los telediarios ni en las redes sociales y sólo tendrá importancia para el entorno en el que vivía. Pero sí que murió un hombre que con generosidad y por amor al prójimo, sí que intentó cambiar el mundo a mejor.

Al poco de hacer la primera comunión, fui monaguillo en su parroquia. A pesar de mi fama posterior y aunque yo bromee sobre ello, no lo hice por el vino de misa. Tampoco creo que lo hiciera por fe, pues es un concepto que no tenía muy claro con nueve años (y a veces, ni con treinta y seis). Creo que lo hice simplemente porque era lo correcto. Ya era miembro de las juventudes de Cruz Roja y al ver la labor de los párrocos de mi barrio, quería colaborar a mi manera. Y leer en misa, algo que me encantaba.

Ese tiempo cerca de don Tomás pude ver la clase de hombre que era.
Como puse en el Caralibro, para mí, compensaba con su bondad el comportamiento de otros católicos. Siempre tenía una palabra amable y los brazos abiertos para quién necesitara un abrazo o cobijo.
Nunca le escuché una palabra de reproche, ni cuando rompimos de un balonazo uno de los cristales de la iglesia. Tampoco palabras de superioridad moral hacia otros, aunque éstos se hubieran equivocado. Sí, regañaba pero afectuosamente y no te martirizaba como hacen otros párrocos con los pecados y los fuegos infernales. Perdonaba, sonreía, apoyaba y ayudaba.

Ayer cerré un poco antes la oficina y me acerqué a la misa. Había mucha gente, incluso unas cuántas mujeres vestidas con hijab. Supongo que esa fue la manera que tuvo el barrio de agradecerle todo lo que hizo por sus habitantes, de devolverle parte del cariño que él nos demostró a los demás.

Descanse en paz.

2 comentarios:

Fran dijo...

Bueno, gracias a que tú has hablado de él, su muerte no ha pasado tan inadvertida.

Si la gamberra juerguista no lo ha sido tanto y ha sido una niña buena, aunque quisiera disimularlo...

Turulato dijo...

¿Donde esta aquí el botón de "¡Me encanta!". Así que como no lo encuentro, lo escribo: ¡Me entusiasma esta opinión!