Empezamos bien...
Como toda la semana sea como hoy, me corto las venas antes de llegar al viernes. Y eso que yo esta mañana, me levanté feliz, desayuné y salí sonriendo a la calle. Se avecinaba un gran día.
Pero a eso de las 11.00, se ha empezado a torcer la cosa y no ha parado. Primero, estaba yo trabajando a buen ritmo, pasando unas cosas que me han pedido unos clientes portugueses, cuando llegó el cliente más pesado de este planeta. Me gusta mucho mi trabajo y una de las cosas que más me gusta es preparar itinerarios a medida. Pero ya no me gusta tanto cuando tengo que usar mis poderes de adivinación, cosa que suele levantarme bonitos dolores de cabeza. Porque digo yo que si se quiere ir de vacaciones, cuando le pregunto las fechas, no puede contestarme un "me da igual" y cuando le sugiero una, me diga "no, esa no, que tengo médico". Y en este plan, más de media hora...pero bueno, como estaba de buen humor, no iba a permitir que me amargara la jornada. Él solito no, pero parece que se ha puesto de acuerdo con otras personas.
Acabo de atenderle y vuelvo al trabajo que estaba haciendo antes, cuando suena el teléfono. "Oye bonita, a ver si me puedes encontrar una habitación en Madrid para FITUR a 50 euros la noche en 3 estrellas con desayunos" y ante esto yo me pregunto si me parezco a la virgen de Fátima, porque siempre recurren a mí para los milagros. Que sepan que si pudiera, lo primero que me quitaba son estas lorcillas que tantas dietas me cuestan :P
Después de intentar el milagro (que no logro), vuelve a sonar el teléfono. Antes de cogerlo, voy notando como se tensa mi mandíbula al apretar los dientes. "A este paso no voy a acabar nunca con lo que estaba haciendo" pienso al descolgar. Y el apretar se vuelve más fuerte cuando al otro lado de la línea oigo una voz que me resulta asquerosamente familiar (ver el post llamado "Una leve intoxicación etílica" que podéis encontrar
aquí ). Para acabar la conversación cuanto antes, he aceptado quedar con él a comer el jueves (Aunque visto como ha seguido el día, es posible que no llegue al jueves y me libre de eso). Al colgar, miré el reloj con horror. Mierda, la una y tengo que pasar a Portugal eso antes de las 2 y lo tengo a medio hacer.
Y para rematar la mañana, discusión con los progenitores (y jefes) antes del almuerzo. Aún así, subí a casa en un estado de humor bastante aceptable.
Hasta que a las 3 ha sonado mi teléfono móvil (un consejo, si podéis evitarlo, no pongáis vuestro móvil en las tarjetas de visita) y ya ha sido la gota que ha colmado el vaso. "Hola Silvia, que soy fulanito. Que estamos en el hotel de Oviedo y no nos gusta, que el comedor es pequeño y no podemos desayunar todos juntos (pues desayunar en turnos, pensé yo) y bla,bla,bla". Después de decirle que no se preocupara que vería que podía hacer, colgué el teléfono. A ver como coño cambio yo ahora 18 habitaciones, para que vayan todos juntos y al mismo precio que tenían. Ah y conseguir que el hotel que cancelo, no me cobre gastos. Pues después de dejarme los cuernos en el intento, lo logré y los cambié a otro hotel de cuatro estrellas. Después del mosqueo (estaba medio dormida cuando sonó el móvil) y de haber solucionado ese problema, parecía que la tarde mejoraba.
Jaja, pero no, era un espejismo. Según llego, bronca telefónica de Portugal porque he tardado en mandarle las cosas que tenía que haberle mandado a media mañana. Después, bronca nuevamente con los progenitores y para rematar, me llama el cliente de las 18 habitaciones diciéndome que el hotel nuevo no le gusta y que quiere cambiarse nuevamente mañana. Y que si le puedo mirar el anterior, que era más moderno y les gustaba más. En ese punto, yo ya me estaba dando de cabezazos contra la pared y pensando si el juez consideraría todo esto causa de una "enajenación mental transitoria" en caso de que me diera por asesinarles.
En fin, en vez de irme a Oviedo con la escopeta de caza cargada y acabar con el problema de un modo expeditivo, aquí estoy tratando de relajarme mientras espero a que se imprimar unos documentos.
Y eso que parecía que iba a ser una gran semana...
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