Ojos como platos II
Mientras mi sobrina jugaba con su nueva muñeca (y con la de su hermana, a la que secuestró), yo seguía pensando en esos niños que no iban a tener tanta suerte como ella. Me encantaría poder llevarle regalos a todos, porque los peques son mi debilidad, pero mi economía no me lo permite.
Pero entonces recordé que hay tres niños pequeños a los que Papa Noel o los Reyes Magos seguramente olviden. Todos los días, cuando voy a tomar café o a hacer la compra, les veo junto a su madre. Ella, cuyo nombre ignoro, es una inmigrante (creo que peruana) que vende calcetines y leotardos en la calle. Y sus hijos la acompañan, haga frío o llueva, jugando con cualquier cosa que encuentran, desde una lata (como jugaban el otro día) a una muñeca vieja que seguramente otro niño tiró a la basura.
El viernes, cuando fui a recoger los regalos de Reyes para mis sobrinas, me dije "Qué coño, Silvia!", llamé a mi hermana Noelia que estaba segura de que se apuntaría y eché algún regalito más al carro del supermercado.
Noelia los envolvió este fin de semana y este mediodía, se los hemos acercado a la señora, que estaba como cada día vendiendo. Al principio se ha mostrado un poco reticente, pero tras insistir, los ha cogido.
Sus hijos no estaban en ese momento cerca, pero estoy segura, de que en esa casa, a finales de esta semana, también habrá tres pequeños, con los ojos como platos. Lástima de que no pueda hacerlo con más niños...
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