miércoles, 1 de febrero de 2006

Perro semihundido


Perro semihundido. Francisco de Goya, 1821/23


El cuadro que se ve arriba es uno de mis cuadros favoritos. Pintado por un Goya viejo (y supongo que desencantado) cuando estaba en su quinta a orillas del Manzanares forma parte de las llamadas "Pinturas negras" aunque su estilo es completamente diferente. No me siento capacitada para analizar este cuadro desde el punto de vista "académico" ya que los conocimientos sobre arte que tengo los tengo algo oxidados, así que me limitaré a hacerlo desde los sentimientos que en mi despierta, sentimientos que han cambiado desde la primera vez que lo ví.
Aunque ya había estado en el Prado más veces (con el cole en EGB), la primera vez que ví este cuadro fue a principios del año 90, por "culpa" de un trabajo de historia de 1ª de BUP, que daba con mis huesos en el Museo del Prado muy a menudo. Ese trimestre Goya no formaba parte del trabajo, pero un día curioseando por las distintas salas, llegué a la sala de las pinturas negras.
La verdad es que fue el último cuadro en el que me fijé, pero fue ponerle los ojos encima y sentirme atrapada por él. El pobre animal atrapado en esa arena que lo rodeaba y que parecía querer engullirlo y sumirlo en el olvido, me recordaba a mí misma. Hacía poco más de un mes que había muerto mi abuelo Manuel (la persona a la que más he querido hasta el momento en mi vida y de la que un día hablaré por aquí), era una adolescente y sentía que me iba hundiendo en mi propia tristeza. No sé cuánto tiempo estuve parada delante del cuadro, sintiendo una extraña hermandad con el perro, ajena a todo lo que me rodeaba.
A partir de ese día y en las frecuentes visitas que teníamos que hacer por ese trabajo, siempre me escapaba a ver el cuadro. Y si en un principio sólo me fijé en lo que ahogaba, poco a poco fui fijándome en la lucha del perro, con la cabeza erguida, desafiante, intentando salir de esa trampa mortal. Supongo que esa percepción del cuadro fue pareja a mi recuperación anímica.
Ahora, cada vez que me siento ahogada, a punto de ceder y hundirme, me hago una escapada al Prado a ver a mi viejo "amigo". Y frente a su mirada, me recuerdo a mi misma que tengo que seguir luchando, aunque parezca que me vaya a hundir y que la única responsable de ese "hundimiento" seré en última instancia yo, por rendirme.

6 comentarios:

Turulato dijo...

Eloryn ¿me permites?.
Como te comenté tienes un "blog" delicioso. ¿Por las palabras escritas en él?; no.
Lo que hay escrito, tus opiniones, es como lo que hay escrito en mi "blog". Ní bueno ní malo. Para mí, los artículos que escribimos son buenos en tanto en cuanto reflejan nuestra manera de ser, nuestra personalidad, y, precisamente por ello, permiten que otras personas nos conozcan. Tú lo logras. Demuestras que estás abierta al trato con los demás, a la convivencia.
Pero la delicia es otra. El diseño de tu "blog" es senciilo, ¡pero que gusto has tenido al componerlo!. Mi mirada disfruta cuando llego a él. Me relaja su cromatismo, tan vivo...

En cuanto a este artículo, dices algo importantísimo. Muchas personas ante una obra de arte quieren entender; tú quieres sentir.. ¡Qué maravilla!.

Y sobre la obra que nos muestras, para mí se trata del "Perro enterrado en la arena", pintado entre 1820 y 1823, ya que originalmente es una pintura mural que fue pasada a lienzo. ¿Has observado que parece existir una figura femenina, justo donde dirige el perro la mirada, en actitud de atemorizarle?.
¡Ah!. Muchas gracias por tu visita. Es agradabilísimo recibirte

Silvia dijo...

Turulato, claro que te permito. Siempre serás bienvenido porque esta casa siempre está abierta para la buena gente. Y muchas gracias por tu comentarios.
Dices que soy una persona abierta al trato con los demás y aunque no me resulta fácil, intento hacerlo. Miedos, inseguridades y complejos me mantuvieron durante mucho tiempo como una mera espectadora, no dejándome conocer por si me hacían "pupita" y poniéndome una máscara tras otra...pero bueno, llegó un momento en que me dí cuenta de que eso era una pérdida de tiempo y que el tiempo es un patrimonio muy importante. Además, en el camino se conoce gente maravillosa y no quiero perdérmelo más.
Para mí el arte es vida y visto que en esta vida hay cosas que no entiendo, prefiero sentirla. Aunque si me gustaría aprender algo más sobre arte, porque ese conocimiento seguramente me abrirá las puertas a nuevas obras que me contarán una historia.
Y gracias por descubrirme a la mujer. Siempre pensé que era una simple sombra y no le dí demasiada importancia, porque los ojos de mi "mascota" me atrapan.
Un abrazo

Luis Caboblanco dijo...

Hola. Conocía el cuadro pero Turulato nos lo ha descrito y tu nos lo has sentido. ¡Bien por los dos!

Silvia dijo...

Hola caboblanco y bienvenido.
Me he asomado muchas veces a tu blog, que es una gozada, aunque nunca me animé a escribir. Cuando me ponga un poco las pilas, quizás me anime. Mientras, a seguir aprendiendo.
Por cierto, que es un privilegio tener en mi "tasquilla" a gente como tú o turulato.

Anónimo dijo...

Me encanta este cuadro, yo también me sentí atrapado por él, sobre todo por la mirada del perro buscando algo que no se ve, ni siquiera sé si está enterrado o detrás de un montículo y es la cabeza lo primero que aparece por detrás. Ciertamente me encanta.

Saludos y felicidades por tu blog.

Consultorito dijo...

Este verano estube en el Prado, y efectivamente, es tambien mi cuadro preferido, Goya demuestra cual es la diferencia entre ser un artista y ser un GENIO.