miércoles, 13 de septiembre de 2006

Libros de texto


Al llegar esta tarde al trabajo, ya había gente esperando a que abriera la papelería de Chus, una de las vecinas que tengo en la oficina. Padres con las listas de libros de sus hijos (y pensando en la temible cuesta de septiembre), los niños más pequeños jugando impacientes en la calle y los más mayorcitos hablando con sus amigos sobre lo que se iban a comprar (creo que en esta zona, al menos hasta Navidades, el tema estrella van a ser los personajes de la película Cars).

Una de las ventajas de ser la mayor (alguna tenía que tener) es que mis libros eran nuevos (no “heredaba”) y era una gozada llegar a casa el día que los comprábamos. Yo pasaba de la sección “material escolar” (momento que mi hermana Raquel, más conocida por ser la reencarnación de Atila, decidía usar mi material para decorar la casa a su gusto) y me lanzaba a los libros.

Primero, para que no se estropearan, los forraba con mucho cuidado, casi con reverencia, y los rotulaba con esa “procesión de pulgas” que era mi letra cuando era pequeña. Después, apartándolos de la zarpa de "Atila", me sentaba en el suelo de la salita y me enfrentaba a la difícil decisión: ¿Por cuál empezar?

Las mates en la E.G.B. me resultaban una especie de pasatiempo; de las ciencias naturales me gustaba sobre todo la parte de la geología o el funcionamiento del cuerpo humano; el de lengua española tenía fragmentos de otros libros y poesías que eran la puerta a más libros y las ciencias sociales...Yo creo que esta cabra ya “tiraba p’al monte” desde pequeña, porque la geografía o el saber sobre otras sociedades y culturas me encantaban.
Como siempre costaba mucho decidirse, recurría a un método científico infalible: ”Una dola, tela catola...”

Hoy al ver a todos esos niños esperando por sus libros nuevos, me acordé de todo esto.
La semana que viene empieza la matriculación en la UNED en la que cursaré estudios este año.
Seguramente no forraré los libros, mi letra ya no es una procesión de pulgas (aunque no ha crecido mucho con los años), pero ciertas sensaciones no cambian.
Estoy deseando que llegue el día de la tutoría, en el que me den la lista de libros, vaya a comprarlos y llegue a casa. Y me siente en el suelo de la salita a echarles un vistazo...

4 comentarios:

Silvia dijo...

A mí también me gustaría tener una librería, aunque combinada con un café. Dónde poder comprar un libro y sentarse a leerlo en un cómodo sillón, con un café delante :-)... Seguiré soñando que es gratis.

Ya no sólo que los libros sean como recortables (si metieran un poco más de enjudia, seguro que no les hacía daño a los niños), sino que los cambian prácticamente de un año a otro y no los pueden reutilizar.
Los libros de lectura obligatoria...yo esos los "devoraba". No te acabo de ver yo como señorita Rotenmeyer, no sé :-)).

Voy a estudiar Turismo. Soy del plan viejo, cuando aún no era una diplomatura y me quedaban asignaturas. Los exámenes siempre me han pillado en muy mala época y lo de ir a clases, como no mandara un clon...Así que aparqué la carrera, hasta que ví que la había en la UNED. Me sacare las asignaturas que tengo pendientes y las que han puesto nuevas, pero poquito a poco.
¿Malas experiencias con la UNED?

Que tengas tú también un buen día y que te encuentres con un "pitufo"
Besos

Turulato dijo...

La UNED tiene dos características: Que el programa se da desde el título hasta la contraportada -salvo alguna rarísima excepción- y que no hay clases.
Las addendas y demás textos de la propia universidad suelen ser excelentes y las recomendaciones bibliográficas están muy bien pensadas. Además, el discente puede seguir con facilidad los estudios que le exige el programa en dichos textos.
¿Obtiene buen producto quien estudía en ella?. Opino que no, pero tampoco lo consigue la universidad española en su conjunto, en especial en el Tercer Ciclo. Y con lo que viene ....
Excepto quien tenga un Centro Asociado en el lugar donde vive o en sus proximidades, que le permita asistir a una especie de clase-reunión, deberá resolver sus problemas bien por medios telemáticos u otros parecidos.
Y existen academias de todos los pelajes que venden clases ajustándose a aquellos programas.
No aconsejaría estudiar en ella nada experimental.
En conjunto es una solución aceptable para quien quiera compatibilizar el estudio con otra actividad prioritaria.

Silvia dijo...

Bueno, la consecución del título es algo totalmente secundario. Me interesa aprender y las bibliografías recomendadas son una buena ayuda (y una puerta a otras cosas interesantes).
Besos

Leodegundia dijo...

Tu post de hoy me hizo recordar aquellos principios de curso y el momento mágico de tener los nuevos libros en las manos, esa sensación todavía la noto cada vez que me compro un nuevo libro.
Un abrazo