martes, 29 de enero de 2008

Estudios

Hace poco hablaba con una amiga de las dificultades que estoy teniendo con una asignatura este año. No por la asignatura en sí, sino porque preciso de unos conocimientos de matemáticas que, si alguna vez los tuve, están archivados en lo más profundo de mi memoria.

En el cole, durante la E.G.B., me encantaban las matemáticas. Cuando tocó el turno de las ecuaciones, me hice todos los ejercicios del libro porque me divertía y don Hilario, mi profesor de entonces, al ver mi interés, me ponía más ejercicios extra. Además, hizo que ayudara a mis compañeros de clase para que les llegasen a gustar tanto como a mí. Estaban divertidos esos grupos de estudio...

Llegué al instituto y caí en manos de Julián. ¡Qué cruz!. No dudo de sus conocimientos sobre matemáticas, pero era un profesor horrible.
Se liaba en las explicaciones y desarrollo de los problemas y saltaba de un tema a otro sin orden ni concierto. Y le daba igual que hubieras asimilado la materia o no. Él tenía que cumplir con el temario y si no aprendías, problema tuyo.
Además estaba el hecho de que era un tipo apocado y ante una manada de adolescentes en la edad del pavo...Olíamos su miedo y nos lo merendábamos, con lo que las clases pronto se convirtieron en un cachondeo. En los dos cursos que me dió clase, logró que cogiera manía a las matemáticas y que tenga algunos problemas con ciertos conceptos.

Ahora me toca estudiar esas cosas y bueno...
Mis neuronas ya no son lo que eran, estoy cansada y no voy sobrada de tiempo, pero intento suplir el cansancio con ganas de aprender y paciencia. (Para la anguila escurridiza: me divierte lo que estudio, lo que me agobia es la falta de tiempo. La carrera me abrirá una puerta a algo que me gusta mucho).

6 comentarios:

Anónimo dijo...

A ver... ¿Cuantas son dos y dos?. No lo se, pero dudo de que se puedan estirar como el chicle.
La presión interna de una olla exprés permite cocer en menos tiempo, pero las personas no funcionamos así, aunque cada vez lo parezca más.
Aprender para siempre requiere aprender placenteramente y todo placer exige tiempo.
La inefable anguila escurridiza dixit

Silvia dijo...

Yo tampoco sé cuanto es dos y dos. ¿En qué sistema? Es que alguien me habló de sir Bertrand Russell y yo como soy muy aplicada (cuando quiero), eché un vistazo a su obra "Philosophia Mathemática" y me hizo dudar.

Yo prefiero la cocción a fuego lento, pero verás, ahora tengo muchas cosas que hacer y necesito la olla exprés para que me ayude.
Además es útil para discriminar entre tantas cosas que hay por aprender.

Hablando de gastronomía, si logro pescarle (que lo dudo), ¿cómo estará más rico mi querido anguilita? ¿Ahumado o al all i pebre? En ambas preparaciones, seguro que está muy rico...

Besos

Oshidori dijo...

No estoy muy seguro, pero creo que dos más dos eran cuatro. Ahora bien... dos y dos...
Coincido con la anguila (pez actinopterigio -del griego actinos y pterygion-) que el aprendizaje placentero, exige tiempo y paciencia. Utiliza la olla multirrápida, pero con precaución.
Besos

Turulato dijo...

¡Coño si sabe "onomatopeyas"!
La anguila resbaladiza enmascarada

Silvia dijo...

Mi querida y sabrosa anguila tienes que comprarte un disfraz un poco mejor, que se te ve el rostro tras la máscara.
Fíjate, que yo a tí te veo de Zeus disfrazado...Seguro que triunfabas.
Besos

Turulato dijo...

¡Qué no me he dado cuenta de que venía publicando y estas máquinas son tan automáticas...!