jueves, 10 de julio de 2008

Monte de piedad

Esta mañana, mientras desayunaba en el bar, veía en La mirada crítica de Tele 5 una noticia sobre la proliferación y aumento del uso de las casas de empeño y montes de Piedad. Ahora con la crisis, mucha gente empeña sus joyas para conseguir un dinero que les salve de un apuro.

Mientras tomaba el cola cao, repasaba mentalmente mis joyas por si acaso me tenía que enfrentar a esa situación. Nunca he sido de joyas y las pocas que tengo, tienen valor sentimental y son casi todas de plata. La única que llevo siempre encima, y de las pocas de oro que tengo, no me sacaría de ningún apuro (y antes me cortaría un dedo que desprenderme de ella).

Entonces he empezado a pensar en que me gasto el dinero y cuáles son mis joyas.

Tengo la casa llena de libros, películas y discos pero no creo que eso cotice mucho en una casa de empeños. Como tampoco creo que lo hagan las pijotadillas que me compro para cocinar (que me voy a las rebajas y en vez de comprarme un vestido, me compro un cuchillo).

Tampoco tengo grandes ropajes, aunque me da el capricho y me gasto doscientos euros en unos zapatos para ponérmelos tres veces. Respecto a las marcas, como a todo el mundo me gusta lo bueno, pero no me voy a gastar un dineral por ser esclava de una moda o por aparentar. Antes prefiero gastarme el dinero en una buena cena que en unas gafas de sol en las que hago publicidad gratuita a Dolce & Gabbana.

No tengo coche, ni interés en tenerlo. O bueno, sí tengo. Cada vez que quiero uno distinto y con chófer, porque uso bastantes taxis. O uno grande y rojo llamado autobús, que comparto con otras personas y que es como ir viendo una película.

Ni casa ni hipoteca, porque cuando me enfrenté a la disyuntiva, no sabía sin en unos años iba a poder pagarla sin renunciar a la forma de vivir que me gusta y decidí vivir como me gusta.

Y mis cuentas corrientes no están llenas de ceros, salvo a la izquierda de la cantidad principal (El día que las telarañas coticen en bolsa, me forro).

Pero está la risa de Raúl y el chispeo de nuestros ojos verdes mientras catábamos vinos y tapas en las fiestas de Burgos.
Las Navidades con mi familia.
La cara de sorpresa de mis invitados al recibir regalos en mi fiesta de cumpleaños del año pasado.
Las conversaciones y risas con los amigos.
Las lágrimas que se me saltaron de los ojos la primera vez (y sucesivas) que ví La Pietà del Vaticano.
La sensación de haber hecho las cosas bien en el trabajo o en los estudios.
La paz que sentí y los recuerdos que afloraron en una iglesia cuando me dió la ventolera y me cogí un avión para tomarme un capuccino en Roma.
Los lugares que he visitado y las gentes que he conocido.
El calor y el tacto de la piel de otra persona sobre tu propia piel.
El viento en mi cara mientras realizaba las prácticas del curso del P.E.R.
La cara de mis hermanas cuando nos fuimos de viaje con mi primer sueldo.
La ilusión que pongo al realizar regalos a aquellos a los que quiero (espero que les ilusione y agrade recibirlos tanto como a mi prepararlos).
Las risas y el andar garboso de mis sobrinas vestidas de chulapas cuando les probé el vestido.
El "Me tomaba yo ahora un pastel de Belem" y meterse mil doscientos kilómetros en coche en menos de veinticuatro horas para compartir una bica y un pastel mirando el Tajo y esos olhos que eu amei.
O los "No hay huevos a pegarse un chapuzón" en pleno diciembre e irse de Burgos a Santander para demostrar que huevos no se demostró que hubiera, pero que ovarios si había.
Mis meteduras de pata y errores y como voy aprendiendo.
Unos ojos color chocolate cargados de miradas y todo lo que me regalaron.
Y cada uno de los miles de recuerdos y vivencias que me llevaré conmigo el día que la diñe.

Hace tiempo alguien a quién quiero, me dijo algo que quizás él no recuerde, pero que ha pasado a formar parte de mis "ahorros". Que el carácter marinero no atesora, que gasta lo que tiene, vive y disfruta. Y yo, a pesar de ser de secano, tengo un carácter demasiado marinero y aprendí demasiado pronto que hay muertes repentinas.

9 comentarios:

Fran dijo...

El saber disfrutar de la vida y saborearla y el no valorar a las personas por lo que tienen o aparentan tener, sino por lo que son, creo que son dos de los rasgos que más te definen. Como tu generosidad con los que quieres e incluso, con algunos que no quieres tanto y que te han hecho daño.
En lo que importa, eres rica. Y el dinero, lo lograrás porque tienes capacidad para ello.
Un abrazo, marinera.

Fran dijo...

Por cierto, estás loca. Mira que bañarse en pleno diciembre en el Cantábrico...
Y los regalos del año pasado, fueron una delicia. Porque en vez de ser algo estándar, buscaste algo pensando en cada persona que estaba presente.

Anónimo dijo...

es precioso lo que has escrito, y es verdad que no hay otra riqueza que disfrutar tanto como podamos de la vida, en esa convicción te acompaño

un beso

Oshidori dijo...

¿Joyas? Tú eres la más preciada joya. Me ha encantado.
Mil besicos.

Unknown dijo...

Tu si que eres una joya guapa. Nada de aparentar y disfrutar las cosas que te vengan en el momento, supongo, no hay otra riqueza que disfrutar tanto como se pueda todo. Me ha gustado mucho tu escrito. besitos

Mar dijo...

jejejeje yo tengo tres hipotecas para toda la vida que no quiero que se salden jamás, y no me importa tener esos ceros a la izquierda (incluso, a veces, alguna rayita) porque siempre dios aprieta pero no ahoga.
Creo que también tengo espíritu marinero, el año que viene otro viajecito... jejejej
No hay nada como vivir bien, hasta con poco que se disponga.
Besooo

Anónimo dijo...

Eres inmensamente rica, y siempre lo serás.

Besos

Turulato dijo...

Hablando de memorias y recuerdos...
Hay quien dice que por todo capital tiene su memoria y por patrimonio, sus recuerdos.

Silvia dijo...

Fran, en lo que realmente importa, sí soy rica. El dinero pues eso...que digo yo que algún día tendré.
Y sí, me bañé. Y me pillé un buen trancazo, pero mereció la pena.

Amor y libertad, gracias. La vida hay que aprovecharla al máximo lo que no está reñido con la responsabilidad en contra de lo que creen algunos.

Oshi, colorada como un tomate que estoy.

Silvia, gracias. Se disfruta con lo que se tiene y se puede.

Bueno, Mar, a veces Dios ahoga un poquito. Porque aunque se valoren más otras cosas, cuando estás preocupado por serios apuros económicos, no se disfruta tanto de ellas.

Lúcida, voy a ver si me sigo "forrando" que esta clase de riqueza me gusta.

Turulato, seguro que entre su capital también cuenta con un gran corazón.

Besos a todos