viernes, 10 de diciembre de 2004

Accidentes

Quizás el tema pueda parecer morboso, pero al pensar en los aeropuertos, recordé un accidente aéreo que presencié con 7 años.
Estábamos de vacaciones en la Costa del Sol con unos vecinos y nos íbamos a ver las cuevas de Nerja, cuando nos vimos en medio de un atasco. Una media hora antes o así (no lo recuerdo con exactitud) se había estrellado un avión de pasajeros de la compañía Spantax que se dirigía a Nueva York.
Bajamos del coche para ver el espectáculo dantesco (en mi casa tiene que haber aún fotografías del accidente que hizo Pedro, mi vecino). Desde la carretera, se veían los restos del avión y a los servicios médicos atendiendo a los heridos en las mismas pistas. Y se veía como iban retirando cadáveres y los cubrían con mantas. Y me recuerdo a mí misma, preguntando a mi madre si esos señores tenían frío y el por que les dejaban sólos y que si podía ir con ellos a hacerles compañía. Siempre enlazaré ese recuerdo con unos versos de Bécquer "Dios mío, que solos se quedan los muertos".
En estos momentos están aflorando otros recuerdos de accidentes o catástrofes que he presenciado.
Recuerdo el verano del 88 en Portugal, el mismo verano en que ardió el barrio lisboeta de Chiado (que lágrimas me caían cuando veía las imágenes del incendio y es que desde los 8 años, estoy enamorada de esa ciudad). Una mañana, un chico de unos veinte años se saltó un ceda al paso y un autobus se llevó su coche por delante. Mi padre se quitó la camisa (el chico tenía herido el brazo por los cristales rotos y sangraba abundantemente) y se llevó al chaval al hospital en nuestro coche.
También recuerdo un accidente camino de Valencia en el que me liaron para bajar (porque comenté que había hecho cursillos de socorrismo en la Cruz Roja) y estuve un mes con pesadillas (el coche estaba casi partido por la mitad y no hubo supervivientes).
Este año y aunque no lo presencié, sufrí las consecuencias de la negligencia de un anciano al volante. Mi madre estuvo muy grave, al borde de la muerte porque el hombre decidió parar su coche (aún no sabemos el motivo) en medio de la M-40 y sin luces a las 10 de la noche. Afortunadamente, se recuperó y la tengo por aquí dando guerra.
Me ha quedado un post algo tétrico y me he planteado el borrarlo, pero bueno, esto también forma parte de mis "idas de olla"

1 comentario:

Haiduc dijo...

Leyendo tu post me venía a la cabeza que tendemos a pensar de manera equivocada que la televisión nos ha inmunizado contra todo, que ya podemos ver en primera persona cualquier cosa por atroz que resulte,... y no es cierto.
La pantalla aporta un escudo de aséptica seguridad, que nos aisla de la realidad, aunque pensemos que nos inunda de ella.
Solo hay que presenciar, ya no vivir en primera persona, una experiencia traumática para sentir la diferencia, para darnos cuenta que de inmunes nada de nada. Y quien lo ha vivido, sabe de qué hablo.