viernes, 10 de diciembre de 2004

Aeropuertos

El otro día, Akin comentaba que le gustaban las estaciones. Y sí, a mi me gusta ver el movimiento que hay en ellas, pero nada comparable al movimiento de un aeropuerto como Barajas.
Recuerdo que cuando era una niña mi padre, aprovechando que tenía que ir por algún asunto de trabajo, me llevaba a Barajas muchos domingos. Me encantaba (y me sigue gustando) sentarme en la cafetería y ver como despegaban esas enormes máquinas.
Ahora más que los aviones, me gusta ver a la gente que transita por el aeropuerto e imaginarme cuál puede ser su historia y cómo han llegado hasta allí: esa pareja que se despide emocionada, el ejecutivo que lee el periódico con aspecto cansado, esos niños que corretean por la terminal, aburridos por la espera, un grupo de chicos jóvenes que corren para no perder su avión...
Lo mejor de todo son las caras de los niños la primera vez que van a montar en avión. Se les ilumina la cara cuando ven los aviones en las pistas y van abriendo más los ojos cuanto más se acerca el momento del embarque. Y no sólo de los niños... A mi lado en la terminal, se sentó un matrimonio mayor, de unos 70 años. Estaban algo nerviosos, pues nunca antes habían tenido oportunidad de viajar en avión y sus ojos reflejaban esa emoción que había visto en los ojos de un niño, Carlos, momentos antes.
Y pensando en estas cosas, recuerdo con cariño la última película de Spielberg, "La terminal" y en lo entretenido que tiene que ser la terminal de un aeropuerto como el JFK de Nueva York.


1 comentario:

Haiduc dijo...

Comparto contigo mucho de lo que dices, pero después de pasar (y malgastar) gran parte de mi vida estos últimos años de aeropuerto en aeropuerto, echo de menos las estaciones de tren. Sus sonidos, el mágico momento de la llegada del tren, de las rápidas despedidas, de las miradas a través de las ventanas, del silencio cuando el tren ha partido,...
De la misma forma que asociamos un nombre a una persona y así decidimos si nos gusta o no, yo tiendo a asociar casi todo con lo que ello ha supuesto en mi vida, y así, los trenes son la libertad, el descubrimiento, el amor, la despedida y las promesas. Lamentablemente el avión ya solo es el hastío.

Gracias por el link ;)