miércoles, 15 de diciembre de 2004

Un vicio

Yo he tenido muchos vicios a lo largo de los años. Algunos, como el fumar, ya los abandoné, pero otros siguen ahí. Y uno es la lectura: desde que tengo 4 años (mi madre empezó a enseñarme a leer a los 3), soy una adicta.
De mis primero recuerdos relacionados con esta adicción, está mi, hasta ahora, única estancia en un hospital y como el libro "Dos años de vacaciones" de Verne que me regalaron fue un alivio para sobrellevar tan amargo trance (tenía 5 años escasos y desde entonces los hospitales me dan muy mal rollo).
Durante mi infancia, hubo lecturas de lo más variadas, algunas entrañables: las aventuras de "Los 5", una edición del Quijote que había para niños que me encantaba, las novelas de Salgari y Verne (de pequeña estaba enamorada de Miguel Strogoff), el Fabiola del Cardenal Wiseman (que hizo que me apasionara por la antigua Roma), la Biblia Juvenil que me regalaron para mi primera comunión (me apasionaba la historia de Sansón), "Los Tres Mosqueteros" (con esa Milady de Winter que es una de mis "malas" favoritas), mi primera lectura de "El Señor de los Anillos" y lecturas menos serias como Mortadelo y Filemón o Astérix y Obélix (por los cómics americanos, me está dando ahora). Recuerdo que mi madre me regañaba (porque trasnochaba leyendo y luego costaba levantarme para ir al colegio) y me obligaba a irme a la cama, pero yo me escondía una linterna para leer bajo la manta. Y a la mañana siguiente, con mis amigos y mis hermanas, jugaba a vivir las aventuras de esos libros. A Paula (el ser con la expresión más dulce que he conocido nunca), le gustaba especialmente cuando jugábamos con mis clicks de Playmóbil y los Ping y Pong, a ser los náufragos de "Dos años de vacaciones" y cuando murió, no volví a recrear esa historia.
Según iba creciendo, devoraba todo lo que caía en mis manos. Aproveché que mi abuela se compró una colección de textos clásicos para leer, siendo apenas una adolescente, la Ilíada y la Odisea de Homero, la Eneida de Virgilio, el Otello de Shakespeare, la Divina Commedia de Dante (su Infierno, me provocó pesadillas durante días), el Crimen y Castigo de Dostoievski, el Quijote (esta vez en versión íntegra)...e infinidad de títulos más que me dejo en el tintero (cuando acabé con esa colección, seguí por la de Premios Nobel, más todo lo que caía en mis manos). Cada una de esas lecturas, era un mundo nuevo que se abría ante mí y la biblioteca, el edén que me permitía acceder a ellos.
En el instituto, una de las clases que con más cariño recuerdo, es la de Ética de 3º. Nuestro profesor (se rumoreaba que era nieto de Azorín) era un hombre cultísimo y nos iba guiando con algunas lecturas. Cada trimestre leíamos y comentábamos un libro (y más lecturas para completar los trabajos): el "Edipo Rey" de Sófocles en el primer trimestre (lo maltratado que está el pobre Edipo por Freud), el "Cándido" de Voltaire en el segundo (si alguno no lo leyó, se lo recomiendo encarecidamente) y por último, uno de mis libros favoritos "El extranjero" de Camus en el tercero.
Recientemente y gracias a las "Crónicas Marcianas" de Ray Bradbury (un excelente libro que nada tiene que ver con el programa de Sardá), he descubierto la ciencia ficción y ahora, Asimov, Heinlein y Clark comparten mi mesilla con libros sobre el Temple (otro de mis vicios) y la Divina Commedia de Dante (que me estoy releyendo después de haberme acabado el libro, "El club Dante" de Matthew Pearl).
Continúo leyendo con la misma pasión que antaño y espero no perderla nunca. Ahora hay que pasar el testigo a mi sobrina Ainhoa, pero tendré que esperar (sólo tiene quince meses):).


2 comentarios:

Anónimo dijo...

No sé si lo has leído pero te recomiendo "Fahrenheit 451" de Bradbury.
Y sobre ciencia-ficción, aunque no tengo nada de Asimov, tonto de mí, mientras te incito a leer "Solaris" de Stanislav Lem, ese libro que inspiraba a la película de Clooney algo lenta pero igual de inquietante.
Otro estilo, Tim Powers: "Las Puertas de Anubis". Una de las mejores novelas que he leído sobre viajes temporales al más puro estilo Regreso al futuro. Eso sí, mezclado con ilustres escritores de la época victoriana, gigantes de fuego, magia, clones, un payaso asesino con zancos y hombres-lobo. Realmente asombroso, aunque tarde en ponerse interesante.
Apolo.

Silvia dijo...

Fahrenheit 451 sí lo leí (leí casi todo lo publicado por Bradbury en castellano).
Tomo noto de las recomendaciones para cuando termine con la Divina Commedia e Hyperion.