Catástrofe
Me gusta el mar. Quizás el vivir en una ciudad de interior y el recuerdo de la primera vez que lo ví, han hecho que para mí sea algo mágico que siempre me relaja y me reconforta.
Pero esa magia se ha transformado en una furia destructiva que ha dejado más de 55.000 muertos y de 30.000 desaparecidos. Paredes de agua provocadas por el terremoto de Sumatra (el más intenso de los últimos 40 años) asolaron las costas de Sri Lanka, la India, Malasia, Maldivas, Tailandia y Bangladesh. Sus efectos se notaron incluso en Kenya y se registró su influencia en mareógrafos de Escocia.
En Sri Lanka (uno de los países más afectados) cientos de personas murieron cuando una ola impactó contra un tren (irónicamente el tren se llamaba "Reina del Mar"); en el norte de Indonesia (el país por ahora más afectado), más de 1.000 personas murieron en un campo deportivo cuando una ola de la altura de un edificio de tres pisos lo barrió, en Tailandia, en la zona turística de Khao Lak los hoteles comenzaron a escupir los cadáveres abotargados de turistas europeos que huían de los rigores del invierno y así infinidad de noticias más.
Lo peor, según la OMS, esta por llegar. Hay miedo a epidemias a causa de la escasez de agua potable y de los cuerpos en descomposición.
Aviones de ayuda humanitaria van llegando a las zonas afectadas para intentar paliar el dolor de sus habitantes...¿pero cómo consolar a una madre que ha perdido a su hijo? La sola idea de perder a una de mis sobrinas hace que una fuerte angustia me oprima el pecho y comience a llorar, así que me imagino el terrible dolor de esa pobre mujer.
Hace muchos años, cuando estudiaba en el instituto, un profesor en prácticas nos habló de la idea de Gaia y de que acabaría vengándose por las tropelías que cometemos con este planeta. Cada vez que veo una catástroife como esta, no puedo evitar acordarme de sus palabras...
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